No voy a hablar de lo mentiroso que fue el resultado (Junior debió ganar como 5-1, mínimo), tampoco del juego sucio del ‘Pecoso’ Castro y sus dirigidos (no devolvieron una pelota que Junior sacó adrede para que atendieran a un jugador), no me voy a referir a lo que le faltó al Cali o le sobró a Junior, esta columna la quiero dedicar a ese par de joyas que consiguió Vladimir Hernández, a esas dos legendarias anotaciones que se tatuarán en la memoria de los hinchas por largo rato.

No sé si sea mejor que la chilena del africano Joseph Mbarga en 1997, no sé si supera la rabona de J.J. Meza en 1988, hay que analizarlo bien, hay que compararlo con calma, hay que discutirlo, concertarlo (si se puede). De lo que estoy seguro es de que la chilena de Vladimir entra en la galería histórica de los tantos memorables del estadio Metropolitano Roberto Meléndez.

Por mal que le vaya, se acomodará en el tercer lugar del podio de los goles más vistosos de la historia de este escenario. 

No solo por la perfecta ejecución de la chilena, también porque estuvo precedida por una gran tocata, se produjo ante un arquero que venía siendo figura y frente al actual equipo campeón.

¡GOLAZO!... Fue de Play Station, de Liga Premier, mejor que el de James Rodríguez.

‘La Pulga’ se agigantó mucho más con otro antológico gol: cabalgata desde la mitad de la cancha, túnel irritante y definición con precisión quirúrgica.