Era la cosa más tenebrosa y lóbrega que jamás se vio, porque ni con la lumbre se acertaba a andar por las calles ni entrar en las iglesias. Luego empezó a llover ceniza con más furia que al principio, y diferenciaba en el color qué tiraba como a bermeja.
Quien dones me diere, quales yo pediere, avrá bien de çena, et lechiga buena, que no l’ coste nada.» «Vos, que eso desides, ¿por qué non pedides la cosa certera?» Ella dis: «Maguera, ¿e si m’ será dada? Pues dam’ una cinta
bermeja bien tinta, et buena camisa, fecha a mi guisa con su collarada.
Arcipreste de Hita
No dice el papirus que el tal fuese compatriota de los fugitivos; pero por el habla (y esto no quiere decir que lo oyéramos), se conocía que era de las tierras que caen a la otra parte de la mar Bermeja.
Después, cosa sobrenatural, los asistentes contemplaron la cabeza de don Juan tan joven y tan bella como la de Antínoo; una cabeza con cabellos negros, ojos brillantes, boca bermeja y que se agitaba de forma escalofriante, sin poder mover el esqueleto al que pertenecía.
¡Era míster Peggotty! Estaba viejo; pero de esa vejez bermeja viva y vigorosa. Cuando se calmó nuestra primera emoción y estuvo sentado, con los niños encima de las rodillas, delante del fuego, cuya llama iluminaba su rostro, me pareció más fuerte, más robusto, y hasta ¿lo diré?
¿Y ha de borrarte el sol del nuevo día? Abel tendió su mano hacia la luz
bermeja de una caliente aurora de verano, ya en el balcón de su morada vieja.
Antonio Machado
Súbitamente la inmensidad atlántica pareció inflamarse en rojo de piedra, el rojo subió por los flancos del "Caballo Verde", bajó a los puentes; los negros parecían diablos hacinados en una caldera, las pirámides de plátanos irradiaban una atmósfera
bermeja y la isla de Fernando Poo, ennegrecida en un juego de contraluces, en este fondo de fuego, quedó reteñida de violeta.
Roberto Arlt
Sin cesar entraban y salían los concurrentes al espectáculo, perdiéndose detrás de la mampara de tela
bermeja que impedía ver desde la puerta lo que pasaba dentro.
Emilia Pardo Bazán
Muerta o viva, estatua o mujer, sombra o cuerpo, su belleza siempre era la misma; tan sólo el verde brillo de sus pupilas estaba un poco apagado, y su boca, antes bermeja, sólo era de un rosa pálido y tierno semejante al de sus mejillas.
-¡Tío Damián, a ver, que no es para tanto!
Bermeja como el moco de un pavo la curtida piel, el jardinero pudo al fin gritar, o más bien sollozar, tuteando a su amo bruscamente: -Pero ¿sabes lo que dices?
Emilia Pardo Bazán
Sin saber lo que era un achaque habían pasado nuestros puebleros los peores momentos del invierno, y si las carnes ennegrecidas un poco por el viento de la Pampa, quedaban algo enjutas, los huesos estaban envueltos en músculos duros como acero, entre los cuales circulaba, bermeja, una sangre capaz de desafiar a cualquier microbio.
Nuestr'amo, ya soy desposado. — Tu dar me semeja de buen repiquete. — Çapata
bermeja y mucho alfilete y buen cordoncete. Nuestr'amo, ya soy desposado.
Juan del Encina