LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
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REINHARD AUGUSTIN BURNEO
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LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Reinhard Augustin Burneo
Las murallas coloniales de Lima y el Callao
Arquitectura defensiva y su in•uencia en la evolución urbana de la capital
UNIVERSIDAD RICARDO PALMA
EDITORIAL UNIVERSITARIA
Lima/Perú
2011
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REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Primera edición, diciembre del 2011
Cubierta: AVA Diseños
Las murallas coloniales de Lima y el Callao. Arquitectura defensiva y su in•uencia en la
evolución urbana de la capital
© Reinhard Augustin Burneo
© 2011, Universidad Ricardo Palma
Editorial Universitaria, Av. Benavides 5440,
Lima, 33, Telf. 708-0000, Anexos 8005 y 8009
E-mail: editorial@urp.edu.pe
Derechos reservados
ISBN
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2011-15121
Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores.
Impreso en el Perú / Printed in Peru
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LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Para Lucía
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REINHARD AUGUSTIN BURNEO
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LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Contenido
Introducción
Capítulo I
Primeros ataques y amenazas a la ciudad
1.1. Fundación de “Ciudad de los Reyes”
1.2. Amenazas y primeros ataques a la ciudad
1.3. Piratas y corsarios en los mares del Virreinato del Perú
Capítulo II
El Callao, la puerta de Lima
2.1. Fortines, castillos y murallas coloniales del puerto
2.2. Evolución de las defensas y de la trama urbana del Callao
2.2.1. Período 1537-1590.
Habilitación del puerto y primeras defensas militares
2.2.2. Período 1591-1640.
Parapetos y fortines, sistema defensivo del Callao antiguo
2.2.3. Período 1641-1746.
Consolidación del sistema defensivo, las murallas del puerto
2.2.4. 28 de octubre de 1746.
Destrucción por cataclismo del Callao antiguo
2.2.5. Período 1747-1800.
Fundación de Bellavista y militarización del puerto
2.2.6. Período 1801-1900.
Emancipación, Independencia y Guerra del Pací!co
2.2.7. Período 1901-2007.
El puerto comercial y la metrópoli de Lima
Capítulo III
Obras y proyectos coloniales de arquitectura militar para la
defensa del casco urbano de Lima
3.1. Forti!caciones coloniales anteriores y posteriores a la construcción de
las murallas de Lima
3.2. Las murallas de Lima
3.2.1. Elección y características del proyecto original de las murallas
de Lima de J. R. Coninck (agosto, 1673)
3.2.2. Justi!caciones de J. R. Coninck para edi!car las murallas
3.2.3. Con!guración de las murallas de J. R. Coninck
3.2.4. Presupuesto del proyecto de J. R. Coninck
3.3. Forti!caciones proyectadas por Luis Venegas Osorio (1680)
3.4. La gestión del duque de la Palata en favor de las murallas
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3.4.1. Inicio de las obras y opiniones de los principales militares de
la ciudad
3.4.2. Aprobación del Consejo de Indias (junio, 1685)
3.4.3. Recomendaciones del duque de Bournonville y respuesta de
J. R. Coninck (junio-diciembre, 1685)
3.4.4. Nuevos impuestos para el mantenimiento de las murallas de
la ciudad (diciembre, 1686)
3.4.5. Administración de la obra y algunos sucesos relacionados con
su construcción (1684-1687)
3.5. Con•guración de•nitiva de las murallas de Lima
3.5.1. Portadas y recorrido del cerco
3.5.2. Baluartes o bastiones
3.5.2.1. El bastión subsistente en los Barrios Altos
3.5.3. Muros cortinas
3.5.4. Accesos y circulaciones de las partes altas de las murallas
3.5.5. Murallas frente al río
3.6. Otros restos de las murallas en el sector de la plaza del Cercado de los
Barrios Altos
3.7. Vida, utilidad y desaparición de las murallas
Capítulo IV
Origen del trazado de las murallas de Lima y su in•uencia
en la evolución urbana de la ciudad
4.1. Período anterior a 1535.
Trama urbana aproximada del asentamiento prehispánico
4.2. Período 1535-1600.
Fundación de Lima, el Damero dentro del triángulo prehispánico
4.3. Período 1601-1685.
Primera expansión, los ejes de la ciudad colonial
4.4. Período 1684-1873.
Las murallas de Lima
4.5. Período 1874-1921.
Expansión urbana, los ejes generadores de la ciudad moderna
4.6. Período 1922-2007.
Lima metrópoli
Conclusiones
Bibliografía
Anexos
1. Glosario de algunos términos utilizados
2. Planos
2.1.Del Callao
2.2.De Lima
10
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
INTRODUCCIÓN
En tierras del Señor de Pachacamac, en la parte central y más frondosa del
Valle del Rímac, el antiguo Cacicazgo de Lima, hogar del “Oráculo del Rímac” y
origen protourbano de nuestra ciudad, tenía trazados muchos caminos, trochas y
canales; marcados y recorridos por la mano y la huella del hombre desde lejanas
épocas anteriores a la sobreposición de la trama de la ciudad española, en 1535.
El activo conjunto de adoratorios, tambos y aposentos gobernados
por Taulichusco en época de la Conquista tenía todo lo que los españoles
podrían haber deseado para fundar Capital: la existencia de un clima benigno y
sin extremos, las aguas de un río generoso y la presencia de un puerto natural,
calmado y de tajo profundo, ubicado a solo dos leguas del núcleo urbano.
Desde Lima partían además caminos principales hacia todas las regiones
del Reino en conquista. Tomando el “Camino de la sierra” por el este se iba a
Jauja y a la sierra central, hacia el Cuzco y todo el sur tomando el “Camino de
los llanos”, hacia Cajamarca y las zonas norteñas por el “Camino de Trujillo”, y
directamente hacia sus naves en el Callao por el oeste, siguiendo la corta ruta al
puerto y poblado nativo de pescadores Piti-piti.
La intersección de algunos de estos caminos, casi ignorados por Pizarro
al delinear su Damero, de•nieron desde un inicio lo “interno” y lo “externo”
a la ciudad, marcando tanto los límites reales del ámbito urbano como los ejes y
referentes principales de su evolución durante los siguientes siglos, mientras la ciudad
se convertía en el centro del poder político, económico y comercial del Continente.
Codiciada Lima, “deposito de toda la plata que enriquece el orbe”1,
escuchó desde un inicio el llamado a defenderse; tanto de los propios
conquistadores e indígenas en un inicio, como de piratas, corsarios, cimarrones,
caudillos emancipadores y españoles golpistas durante el resto de la Colonia; la
1
Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata. “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en
Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. 1859; T. II: 565.
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ciudad, aunque nunca llegó a ser atacada directamente por una fuerza extranjera,
sí llegó a tener periodos de amenaza real.
Las discusiones sobre arquitectura militar y los proyectos “de papel”
fueron frecuentes durante todo el período colonial, clamando los limeños por
defensas adecuadas cada vez que se cernía sobre la ciudad alguna amenaza
inminente, enfriándose luego el interés por tan costosas construcciones una vez
alejado el peligro, representado muchas veces por la •gura del pirata cruel.
Las pocas obras importantes de arquitectura militar que llegaron a
construirse fueron, sin embargo, determinantes en más de una forma para la
evolución urbana de la ciudad, llegando a percibirse las huellas de sus presencias
hasta nuestros días.
En el Callao, y anteponiendo la defensa al reconstruirse el puerto tras el
cataclismo de 1746, el núcleo urbano fue retirado tierra adentro fundándose el
pueblo de Bellavista, reservando así el puerto y el área de “La Punta” como zona
militar y comercial forti•cada exclusivamente, generándose a partir de estos dos
núcleos separados el subsiguiente desarrollo urbano.
Con respecto a las murallas de Lima, es notable la diferencia entre los
detallados proyectos originales y la fábrica de la obra que •nalmente se construyó,
en donde estuvieron ausentes casi todos los elementos principales que hacen
segura una forti•cación, como son la sección correcta de parapetos, la altura de
la escarpa, la existencia de un foso perimetral u obras externas de defensas como
caminos cubiertos, glacis y revellines; las murallas se construyeron, pero Lima
nunca estuvo forti•cada.
Las murallas de Lima podrían entonces considerarse más un antiguo
cerco urbano que una obra de arquitectura militar; su utilidad real como defensa,
tan discutible desde el punto de vista militar, podría ser más valorada en el aspecto
urbanístico, siendo muy signi•cativos tanto el origen de los ejes sobre los que
se construyeron las murallas como el área de expansión urbana determinada al
quedar demolidas éstas, siendo los antiguos muros coloniales el nexo principal
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LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
entre la trama prehispánica original de Lima y la con•guración actual de gran
parte de la ciudad moderna.
Esta investigación, basada en el estudio histórico de mi tesis de grado
Museo de Historia virreinal en el bastión existente de las murallas de Lima (2007), estuvo
orientada a de•nir las características físicas de las murallas de Lima y determinar
su in!uencia en la evolución de la ciudad, y encontró en las valiosas recopilaciones
realizadas en el Archivo General de Indias por Guillermo Lohmann Villena,
además de las características arquitectónicas de buena parte de las desaparecidas
murallas, también la oportunidad de interpretar grá•camente algunos antiguos y
poco conocidos proyectos de arquitectura militar del periodo colonial, ideados
tanto para la defensa del casco urbano de Lima como de su puerto, a lo largo de
los siglos XVI, XVII y XVIII.
Igualmente valiosos para el desarrollo de la secuencia de planos de
evolución defensiva y urbana de Lima y el Callao que aquí se presentan, han sido
la Evolución urbana de Lima de Juan Bromley (1946), y los Planos de Lima, 16131983 del Arq. Juan Gunther Doering (1983). Estas nuevas secuencias han sido
realizadas por medio de la uni•cación de plantas y grabados de distintas épocas
y autores, que por encontrase siempre a distintas escalas y proporciones han
sido llevados hacia una matriz de escala y formato único que permita reconocer
en ellos los procesos de ocupación del terreno, así como la in!uencia en esta
evolución de las antiguas defensas coloniales de Lima y el Callao.
Deseo expresar mi agradecimiento a la Facultad de Arquitectura y
Urbanismo de la Universidad Ricardo Palma, y de manera muy especial al doctor
Arq. Ferruccio Marussi Castellán, por su invalorable apoyo.
Finalmente, mi más afectuoso recuerdo a la memoria de Paulo Surber
Steinemann (1975-2011), amigo entrañable e indispensable colaborador para la
elaboración de todas las vistas y recreaciones digitales que aquí se presentan.
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Octubre de 2011
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Capítulo I
Primeros ataques y amenazas a la ciudad
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LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Recreación de Lima entre 1535 y 1540 (Juan Gunther Doering, 1983)
1.1. Fundación de “Ciudad de los Reyes”
El descubrimiento europeo del “Nuevo Mundo”, seguido de la violenta
conquista de sus reinos y la colonización de la mayor parte de sus territorios, signi•có
la transformación, cuando no la desaparición, de casi todos los distintos sistemas
jerárquicos y las estructuras sociales nativas del vasto continente americano.
El •n del Imperio de los Incas era inevitable y tardó algunas décadas
debido a lo remoto que resultaban estas tierras de los primeros territorios
descubiertos por los exploradores europeos, así como al desconocimiento de las
rutas navegables y de los pasos geográ•cos naturales en el nuevo continente.
La expedición de Francisco Pizarro, constituida por alrededor de
doscientos hombres y sesenta y cinco caballos, desembarcó en Tumbes en mayo
de 1532, después de dos intentos fallidos y tras vencer di•cultades de todas
las clases; una década después de haberse propuesto la conquista del lejano y
misterioso reino de los Incas.
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REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Tras fundar y establecerse temporalmente en San Miguel de Piura en
junio de 1532, la expedición marchó hacia Cajamarca, apresando a Atahualpa y
marcando el •n del Imperio de los Incas. En su camino hacia las riquezas y el
botín que le aguardaba en el Cuzco, Pizarro atravesó el Valle del Mantaro, sentó
las bases para la ciudad de Jauja e ingresó a la antigua capital de los Incas en
noviembre de 1533.
Inmediatamente se inició la búsqueda de un lugar apropiado para la
fundación del asentamiento que debía ser capital del naciente reino de Nueva
Castilla, siendo propuestas inicialmente Cuzco y la recién fundada Jauja. Sin
embargo, éstas ciudades fueron descartadas por encontrarse alejadas de la costa
y por ende del comercio, de las noticias y del progreso que llegaría desde España
a bordo de buques y galeones; además de la di•cultad de una eventual huida
rápida ante casos de sublevaciones o ataques indígenas.
Francisco Pizarro encomendó entonces a su hermano Juan y a Pedro de
Alcántara una expedición que recorrió las costas del Perú desde Tumbes hasta
Loa, al norte de Chile, en busca de un lugar apropiado para ubicar la capital.
Se ha a•rmado que una primera decisión favoreció a San Gallán, un pequeño
asentamiento de españoles bajo la autoridad de Nicolás de Ribera, ubicado a siete
leguas al este de Pisco. Y aunque no existe la certeza que hubiera una primera
intención de fundar aquí la capital, se sabe que llegaron a iniciarse algunas obras
y a completarse otras para un asentamiento permanente1 y que éste lugar fue
abandonado tras convocarse a los españoles para la fundación de•nitiva de la
capital, al ubicarse a escasa distancia hacia el norte un valle mucho más adecuado,
en tierras de Taulichusco, el “Cacique del Rímac” o “Cacique de Lima”:
asi se toca con los valles de Lurín y Chillán, se comunica fácilmente con los del
Sur hasta Nazca y con los del Norte hasta Santa, va a perderse entre las cabeceras
ricas en pastos y minas, facilita por su posición central, el movimiento de la
administración publica, está llamada al comercio universal a la inmediata bahía
del Callao y posee en su grado los inestimables privilegios de la costa peruana; el
cielo sin huracanes, ni lluvias, ni rayos; la dulzura de una primavera inalterable;
1
18
Bernabé Cobo. “Actas de la fundación de Lima”, en: Lima en el IV Centenario de su fundación:
monografía del departamento de Lima. Lima: Editorial Minerva, 1935; 21.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
el apacible océano que rebosa en peces de sabor delicado; un rio en el que
los camarones aparecen como un maná agradable; y fertilizada por aguas una
campiña en que cada hora se abren bellísimas •ores y maduran exquisitos frutos2.
La trama elegida para la nueva ciudad tenía ciento diecisiete manzanas
de cuatrocientos cincuenta pies castellanos por lado (125.55 metros), dispuestas
en una cuadrícula de 13 x 9 manzanas, con el lado mayor paralelo al río Rímac;
las manzanas se separaron por amplias calles de cuarenta pies de ancho (11.16
metros) con orientación SE-NO; y fue trazada en el terreno por un piloto de la
escuadra de Pizarro3, con algunos conocimientos de cosmografía4.
El acta de fundación de la ciudad se •rmó el 18 de enero de 1535,
en medio de la plaza frente al Palacio de Taulichusco y con setenta testigos
presentes: doce españoles residentes de Lima y Pachacamac entre los que se
cuenta a Pizarro, treinta más venidos de San Gallán y veintiocho llegados desde
la recién fundada ciudad de Jauja5. La primera reunión del cabildo, o Junta de
Ayuntamiento, ocurrió el 30 del mismo mes, designando como primer alcalde de
la naciente ciudad de Lima a Nicolás de Ribera El viejo, uno de los trece hombres
que cruzaron la línea que trazó Pizarro en la Isla del Gallo.
La edi•cación de la ciudad se inició de inmediato y con gran ímpetu;
las rudimentarias casas de los primeros treinta vecinos españoles de la ciudad
estuvieron concluidas, o sus obras muy avanzadas, apenas un año después de la
fundación6 ; asimismo, la catedral o iglesia de “Nuestra Señora de la Asunción”,
y los primitivos claustros e iglesias de los conventos de las primeras órdenes
religiosas en a•ncarse en la ciudad se levantaban rápidamente.
2
3
4
5
6
Sebastián Lorente. Historia antigua del Perú. Lima: Imprenta Arbieu, 1860. T. II: 254.
Se atribuye también el trazado del Damero a Diego de Agüero, siendo probable que fuera él
quien supervisara o llevara al papel las indicaciones de Pizarro, siendo hechos los tendidos y
trazados por el cali•cado piloto Francisco Quintero.
Eduardo Martín-Pastor. De la vieja casa de Pizarro al nuevo Palacio de Gobierno. Lima: Ministerio
de Fomento y Obras Públicas del Perú, 1938; 4.
Manuel de Mendiburu. Diccionario histórico-biográ!co del Perú: parte primera que corresponde a la
época de la dominación española. Lima: Imprenta de J. Francisco Solís, 1874. T. VI: 450.
Mariano Peña Prado. “La Fundación de Lima”, en: Lima en el IV centenario de su fundación:
monografía del departamento de Lima. Lima: Editorial Minerva, 1935; 4.
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“Una escultura de Pizarro”, en W.R. Maples (2000)
1.2. Amenazas y primeros ataques a la ciudad
La fundación de Lima, y de las primeras ciudades españolas en el territorio
del Perú, fueron esencialmente un intento de Francisco Pizarro por asegurar la
propiedad de lo conquistado, pues para regentar los títulos de gobernador y
capitán de los territorios por descubrir que el rey Carlos V le había ofrecido en
1532, era necesario, como primer paso, la fundación de ciudades para proceder
luego al reparto de encomiendas, al establecimiento de límites políticos y al
acceso organizado al lucro.
Los territorios conquistados por los españoles en el nuevo mundo
fueron considerados en un principio como parte integral del Reino de Castilla,
esto contribuyó al estado constante de tensión y enfrentamiento entre los
antiguos socios de la conquista, quienes solo supieron disputar violentamente
la repartición de los territorios y el establecimiento de líneas divisorias entre sus
respectivas gobernaciones, siendo el Cuzco el principal motivo de la discordia.
20
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Además de las guerras civiles entre los propios conquistadores, la
primitiva ciudad estuvo amenazada también por los ejércitos insurrectos de la
nobleza incaica, cuyas rebeliones empezaban a amenazar la conquista.
La primera amenaza militar para la recién fundada capital de la
Gobernación de Nueva Castilla, llegó en agosto de 1536; con Juan, Hernando y
Gonzalo Pizarro sitiados en el Cuzco por el ejército de Manco Inca, aparecieron
sobre los cerros de Lima varios miles de guerreros incas, a cargo del general Kisu
Yupanqui. Estos se habían enfrentado ya con los españoles en su camino hacia
Lima desde la sierra tras ingresar por Lunahuaná y combatir en Ate y Huarco;
Kisu llegó al valle del Rímac, sitiando la recién fundada capital desde varios
•ancos y agrupando al núcleo principal de su ejército en las inmediaciones del
Hacho y de sus cerros aledaños, en la orilla del río Rímac opuesta a las primeras
construcciones de la primitiva ciudad.
El ataque y el acecho de Lima duró doce días7, y el núcleo principal a
defender estuvo constituido por algunos ambientes de la casa del fundador, que aun
no se concluía8, y varias otras construcciones rudimentarias de los primeros vecinos
y de los primitivos conventos de las órdenes franciscana, dominica y mercedaria.
Los arcabuces y la caballería española pudieron •nalmente más que los
mazos, las hondas y la persistencia de los guerreros incas de Kisu Yupanqui; a
esto debe añadirse el hecho que la mayor parte del ejercito realista que defendió
Lima estuvo constituido por indígenas: el promedio de quinientos españoles
defensores del sitio de la ciudad fueron secundados por varios miles de hombres
nativos, puestos a disposición de los españoles por los antiguos caciques de
Lima, Maranca y Pachacamac9.
7
8
9
Eduardo Martín-Pastor. Op. cit., 14.
Según Eduardo Martín-Pastor, para 1536 se habían derribado casi completamente los muros
y aposentos del Palacio del Cacique de Lima, y sobre él, la Casa de Pizarro tenía concluida
únicamente una crujía de sus patios; la que da hacia la calle de Jerónimo de Aliaga (cuadra 2
del Jirón de la Unión) donde se hallaban los aposentos y ambientes principales del palacio en
construcción.
Edmundo Guillén. “El cerco de Lima y la heroica muerte del capitán Kisu Yupanqui”, en
Visión peruana de la Conquista. Lima: Editorial Milla Batres, 1979; 6.
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REINHARD AUGUSTIN BURNEO
El •n de Francisco Pizarro y la primera caída de Lima se gestarían, sin
embargo, desde el interior de la misma ciudad. Tras la derrota y muerte de Diego
de Almagro en el Cuzco en 1538, algunos de sus hombres fueron amnistiados y
alojados en Lima por Pizarro; estos en 1541 vengaron violentamente la muerte
de su líder, asaltando la casa de gobierno y dando muerte a Pizarro para imponer
a Almagro el Mozo, hijo del conquistador y una indígena panameña, como nuevo
gobernador.
A inicios de 1542 el Mozo estuvo a punto de destruir Lima. Los almagristas
habían abandonado temporalmente la ciudad para hacer frente a grupos remanentes
de pizarristas y de otros encomenderos españoles, que desde Chachapoyas,
Huánuco y el Cuzco, avanzaban para enfrentarlo y sustituirle por el oidor de la
Real Chancillería de Valladolid, Cristóbal Vaca de Castro, enviado por el rey.
Llegada hasta los almagristas la noticia que los vecinos de Lima habían
reconocido en el oidor Vaca de Castro al legítimo gobernador de la Nueva
Castilla, el Mozo y sus hombres consideraron regresar a la ciudad para destruirla y
quemarla en represalia: “revolver sobre ella, y saquearla, quemarla y echarla por
tierra”10 ; afortunadamente, urgencias de la campaña militar les hicieron desistir
de esta idea y continuaron viaje a la sierra, enfrentándose •nalmente a Hernando
Pizarro en abril de 1538 en la Batalla de Las Salinas, en el Cuzco, donde Almagro
el Mozo fue derrotado y capturado, siendo ejecutado en julio de ese mismo año.
La promulgación de las Leyes Nuevas de Indias en Sevilla, el 20 de
noviembre de 1542, dio creación al Virreinato del Perú, entre muchas otras
órdenes y reformas a introducirse en los territorios conquistados por España
en el Nuevo Mundo. La supresión de la Gobernación de Nueva Castilla llevaría
a los “adelantados” y a los herederos de los conquistadores españoles a perder
paulatinamente las tierras y encomiendas, de las que se sentían propietarios por
derecho, al haber participado directamente en el proceso de descubrimiento y
conquista de estos reinos, generando de inmediato distintas sublevaciones contra
la Corona española y confrontaciones entre estos.
10
22
Eduardo Martín-Pastor. Op. cit., 35.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
La presencia de Blasco Núñez Vela, el primer gobernante designado
por la Corona española para el Virreinato del Perú, no trajo mayor seguridad
ni tranquilidad a los vecinos de la naciente ciudad de Lima. La severidad con
que intentó imponer las nuevas ordenanzas y la soberbia con que desempeñó el
cargo generaron rápidamente el descontento, tanto entre los ciudadanos como
entre sus funcionarios más allegados.
Nuevamente estuvo a punto de ser destruida la ciudad en 1544. Conocida
la intención de Gonzalo Pizarro de avanzar sobre Lima y tomarla para conseguir
la revocatoria de las nuevas ordenanzas, el impopular virrey ordenó abandonar e
incendiar la ciudad, para trasladar luego la capital a Trujillo11.
Lejos de obedecerse la orden de Núñez Vela, el virrey fue destituido y
apresado, y Gonzalo Pizarro recibió entonces órdenes de la Real Audiencia de
disolver sus tropas y presentarse solo en Lima. Gonzalo, sin embargo, decidió
sublevarse y avanzar hacia la capital, secundado por Francisco de Carbajal el
Demonio de los Andes, y respaldado por un numeroso ejército.
En la ciudad se desató un gran temor y el Cabildo Provisional de Lima se
vio obligado a nombrar a Gonzalo “Libertador de la tierra, y Rey y Gobernador
de los reinos y provincias del Perú”12. Gonzalo Pizarro y su ejército de seiscientos
españoles y más de ocho mil nativos hicieron entrada triunfal a Lima el 28 de
octubre de 1544, entregándose a sucesivas y exageradas celebraciones.
La metrópoli se vio amenazada también durante éste temprano
periodo por la primera rebelión de esclavos negros; ante la ausencia de
Gonzalo Pizarro obligada por la confrontación con Núñez Vela, su capitán
Lorenzo Aldana y el alcalde Pedro Martín de Sicilia cometieron abusos y
excesos en contra de indígenas y esclavos provocando la sublevación de más
de seiscientos negros de las haciendas de caña, quienes nombraron un “rey”
y amenazaron tomar Lima, matar a los españoles, y arrebatarles sus mujeres13.
11
12
13
Ibíd., 48.
Ibíd., 56.
José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos.
Lima: Cultura Ecléctica, 1939; 20.
23
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Las confrontaciones entre pizarristas y esclavos rebeldes se libraron
a lo largo de varios días en las afueras de la ciudad, siendo derrotada la
sublevación por las tropas de caballería, quienes pusieron •n a la primera
conjuración de esclavos en el Perú tras pocos y sangrientos combates.
En 1546 los Pizarristas rea•rmaron su poder al derrotar y ejecutar a
Blasco Núñez Vela en la Batalla de Iñaquito, éste había desembarcado en Tumbes
durante su viaje de destierro a Panamá para intentar recuperar su mandato.
Ambos bandos ignoraban que Carlos V había nombrado ya para entonces al
clérigo Pedro de la Gasca como presidente de la Real Audiencia de Lima, y que
éste se encontraba en camino al Virreinato del Perú. A Pedro de la Gasca se le
unió en Panamá una numerosa fuerza realista, al reconocerse en él la autoridad
delegada por el rey; la expedición armada llegó al Callao en agosto de 1547.
Para defender la posesión de la ciudad, Gonzalo Pizarro planteó
posicionar sus lineas a medio camino entre ésta y el puerto del Callao; sin
embargo, buena parte de sus tropas se desbandaron en camino al descampado,
rehusando combatir y huyendo en diferentes direcciones, obligando la retirada de
Gonzalo Pizarro quien tomó el camino “de los llanos” hacia Pachacamac y con
dirección a Arequipa, siendo •nalmente derrotado en Jaquijahuana y decapitado
en el Cuzco en abril de 1548.
Con el •n de las guerras civiles entre los conquistadores y demás
grupos de españoles inconformes con las Nuevas Leyes de Indias de 1542, llegó la
consolidación del Virreinato del Perú. La gestión de casi tres años que cumplió
Pedro de la Gasca al frente de la Real Audiencia de Lima fue favorable tanto
para la población indígena como para la Corona española: castigó el maltrato
innecesario de la población local, derrotó a los últimos encomenderos rebeldes
y facilitó la instalación del segundo virrey, iniciándose así un largo periodo de
prosperidad para la ciudad de Lima, que seguiría siendo el centro del poder
político y económico de esta parte del continente, por ende, objeto de la codicia
extranjera y propensa a posibles asaltos por parte de cualquier enemigo del
Virreinato del Perú o de la Corona.
24
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Defeat of Peruvian Armada, 1615 (Scheepvaartmuseum, Ámsterdam)
1.3.
Piratas y corsarios en los mares del Virreinato del Perú
Avanzado el primer cuarto del siglo XVI, y en medida que los exploradores,
conquistadores y “adelantados” europeos empezaban a establecer rutas marítimas
e itinerarios regulares de retorno hacia sus coronas para los inmensos botines y
riquezas expropiadas de los pueblos conquistados en el Nuevo Mundo, empezaron
estos navegantes, a su vez, a ser objeto de una forma de expropiación mucho más
rápida, violenta y efectiva: el acecho, ataque y robo por parte de piratas, corsarios y
aventureros armados; la conquista de lo conquistado.
Fueron en un principio navegantes ingleses y holandeses, mucho más
dados que los exploradores españoles y portugueses a las cuestiones propias de
la navegación, quienes iniciaron la larga historia de asaltos en las rutas desde y
hacia el Nuevo Mundo.
La primera incursión importante de piratas en nuestros mares se dio
en 1579, en tiempos del virrey Francisco de Toledo, cuando la !ota del inglés
25
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Francis Drake atacó los puertos de Paita y del Callao, desmintiendo de golpe la
idea generalizada en la población que los piratas no serían capaces de cruzar al
Océano Pací•co.
Drake zarpó en 1577 del puerto de Plymouth, con cinco naves y ciento
sesenta y seis hombres. Esta expedición, dirigida inicialmente contra galeones
españoles en Las Antillas y sus costas vecinas, contó con el abierto auspicio de
la Corona inglesa y de la reina Isabel I especialmente.
Tras llegar a Las Antillas, saqueó el puerto de “Nombre de Dios”,
capturando varios barcos españoles. Al continuar viaje al sur, Drake debió
abandonar dos barcos en el Río de la Plata pues sus tripulaciones amenazaban
amotinarse, perdiendo un barco más poco después por averías.
La reducida •ota comandada por el Golden Hind cruzó el Océano Pací•co
a través del paso descubierto por Fernando de Magallanes en 1520, recorriendo la
costa entera del Pací•co americano llegando hasta Canadá y reclamando territorios
en las costas de California para la Corona inglesa, robando y saqueando puertos
y embarcaciones en su camino. El pirata inglés tomó por sorpresa los buques
anclados en el puerto del Callao la noche del 13 de febrero de 1579; con escasa
resistencia pasó a sus naves todas las mercancías valiosas de los navíos abordados,
para luego hundirlos o llevarlos mar adentro, donde los soltó a la deriva.
El acecho de el Draque o el Dragón, generó tal amenaza a los intereses de
la corona que el virrey Toledo instruyó a sus •otas:
Si encontrare o tuviere noticia del navío en que va Francisco Draquez, corsario
inglés que ha entrado en esta mar y costa delsur, y hecho los daños y robos que
sabéis, procuraréis de lo prender, matar o desbaratar peleando con él, aunque se
arriesgue cualquiera cosa a ello, pues lleváis bastante gente, munición y armas
para poderlo rendir conforme a la gente y fuerza que él lleva o puede llevar: y
esto haréis con gran diligencia sin perder en ello ocasión, pues sabéis de cuanta
importancia será para el servicio de Dios nuestro Señor y de Su Majestad y
bien de estos reinos que este corsario sea preso y castigado; y Dios nuestro
Señor, en cuyo servicio se hace, os dará fuerza para ello. Y prendiéndolo, vos y
vuestros o•ciales y soldados seréis muy bien grati•cados del robo mismo que
26
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
llevan hecho, y se os harán otras mercedes, y así os lo prometo en nombre de
Su Majestad real. Y si otros corsarios toparedes, acometeréis y haréis lo que
más conviniere, teniendo siempre esperanza en Dios nuestro Señor, que os
dará esfuerzo y fuerza para contra sus enemigos: y esto os ponga más ánimo14.
Francis Drake continuó luego viaje hacia el este, alejándose de las costas
americanas y evitando a las fuerzas españolas que le esperaban en el Cabo de
Hornos; recalando luego en las islas Malucas y Samoa, para llegar •nalmente a
Inglaterra con un gran botín, tras casi tres años de viaje. La exitosa expedición
convirtió además a Drake en el primer inglés en circunnavegar la tierra, siendo
investido con los títulos de Caballero y Gran Capitán por la reina Isabel I.
Los cuantiosos botines y el éxito de los primeros robos y saqueos de
piratas y corsarios sobre las embarcaciones españolas permitieron aumentar
rápidamente el poder ofensivo y el número de embarcaciones de sus •otas,
quienes no tardaron en sentirse lo su•cientemente con•adas para atacar también
puertos y poblados costeros.
Como consecuencia de estos primeros asaltos directos, y de la amenaza
constante contra las costas del Virreinato del Perú, el virrey Francisco de Toledo
ordenó que se equiparan buques para la defensa de los principales puertos de
su territorio y mandó edi•car algunas obras de arquitectura militar en su litoral,
entre ellas las primeras defensas y forti•caciones del puerto del Callao.
Un año después del embate de Francis Drake al Callao, en 1578, llegó a
Lima como prisionero el inglés John Oxenham, segundo al mando de Drake en
el ataque a Panamá de 1572, quien fue llevado al Callao tras ser capturado junto
a sus o•ciales Butler y Thomas Sherwell, al intentar robar esclavos en Tierra
Firme (Venezuela)15. Por entonces, el cargo principal por el que se juzgaba a los
piratas ingleses en España y sus colonias de ultramar no era el de robo o piratería
precisamente, sino el de herejía, la falta más grave de los ingleses luteranos.
14
15
Diego Barros Arana. Historia general de Chile. Santiago de Chile: Editorial Nascimento, 1930; 54.
Steve Romano and Heidi Bosch. Pirate history and Reference, Famous Pirates and Privateer.
27
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Esta •gura, además de castigar el robo, permitió también reforzar la
justi•cación española para colonizar el nuevo continente: hacer llegar la palabra
de Dios a los nativos a través de la religión católica16. Oxenham y sus o•ciales
fueron ahorcados en Lima en 1580, tras un auto de fe del Tribunal de la Santa
Inquisición.
Durante los siguientes años partieron desde Inglaterra varias expediciones
corsarias dirigidas a expropiar navíos y propiedades españolas en una guerra no
declarada entre ambos reinos, que llegaría a estallar plenamente en 1587.
Partía así en 1585 nuevamente Francis Drake, en una excursión contra
las Indias Orientales que atacó con éxito Santo Domingo, Cartagena de Indias
y San Agustín, en La Florida. Un año después, en 1586, sir Walter Raleigh zarpó
de Plymouth con una cuadrilla para atacar las costas de España y las islas Azores;
también de Plymouth el mismo año partieron las caravanas de lord George
Clifford y la de Thomas Cavendish, ambos con la intención de cruzar el estrecho
austral del Continente y atacar las costas del Pací•co americano.
La expedición de Clifford no tuvo mayor fortuna, sin llegar siquiera
cerca del estrecho; sin embargo la de Tomas Cavendish, Candish o Candico, fue
una de las más exitosas campañas piratas inglesas contra las colonias españolas,
y uno de los factores que llevarían a desencadenar •nalmente la Guerra hispanoinglesa entre 1587 y 1604, al enfrentarse abiertamente por primera vez parte de
sus !otas armadas en mares del Nuevo Mundo.
Thomas Cavendish había zarpado de Plymouth el 21 de julio de 1586
en el Desire, junto a otras dos embarcaciones y con 123 hombres. La expedición
llegó a la Patagonia en diciembre de 1586, atravesando el estrecho de Magallanes
con buen tiempo y sin contratiempos durante los primeros días de 1587. Durante
el paso de la !ota inglesa por la Patagonia se rescató a dos españoles, últimos
sobrevivientes de una expedición enviada desde Lima por el virrey Fernando de
Torres y Portugal en 1585, paradójicamente, con órdenes de fundar ciudades
16
28
Tefel Hall. The Impact of the Inquisition on Modern Perceptions of Piracy. London, 2002.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
en el estrecho de Magallanes para la temprana detección de naves enemigas y
combatir así mejor a los piratas17.Dos navíos de la expedición llegaron al Pací•co;
el Desire y el Content recorrieron las costas de Chile, asaltando algunos navíos
españoles y dirigiéndose directamente hacia el Callao, donde las escasas defensas
fueron su•cientes para evitar la toma del puerto. Cavendish continuó viaje al
norte, saqueando los puertos de Paita en el Virreinato del Perú y el de Acapulco
en el de Nueva España.
El par de torreones levantados por el virrey Toledo en 1570 resultaron
útiles para defender al puerto del ataque de 1587; si bien la expedición de
Thomas Cavendish no llegó a saquear el Callao, y solo causó daños en el puerto
de Paita y en algunos otros poblados menores, ésta incursión tuvo un efecto aún
más devastador para el Perú: la viruela, virus que acompañaba a los navegantes
ingleses y que causó una terrible epidemia que se extendió desde las costas hasta
el interior del país, causando miles de muertes18.
Sin embargo, el asalto que hizo realmente exitosa la expedición de
Thomas Cavendish fue la toma del galeón Santa Ana en las costas de California.
De setecientas toneladas, este navío era el transporte o•cial entre las Filipinas y
Acapulco, y llevaba a bordo cien españoles, sesenta esclavos negros y seiscientas
toneladas en mercancías. Aunque el monto total de lo expropiado al Santa
Ana no ha sido establecido plenamente, debido a las cargas de contrabandos
y bienes no declarados que generalmente se llevaban escondidos para evitar el
pago de impuestos, se calcula que el monto pudo variar entre los veinte mil
y seiscientos mil19 pesos españoles; de cualquier modo, fue éste ataque el que
llevó a replantearse la estrategia de defensa española en las costas americanas del
Pací•co, depositándose cada vez más la seguridad de las ciudades y sus habitantes
en la construcción de murallas y fortines en sus puertos y ciudades, y cada vez
menos en la implementación de !otas armadas.
17
18
19
José Manuel Valega, Op. cit., 49.
Mariano Peña Prado. Op. cit., 7.
Hector Santos. “The Sacking of the Galleon Santa Ana”, en http://www.bibingka.com/sst/
santana/.santana.htm
29
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Thomas Cavendish, con sus embarcaciones repletas de un variado y
cuantioso botín, continuó viaje hacia Filipinas e Indonesia, rodeando el Cabo de
Buena Esperanza en el África y llegando, •nalmente, a Plymouth el 10 de septiembre
de 1588, convirtiéndose así en el marino en circunnavegar la tierra en el menor
tiempo hasta ese momento, siendo además nombrado caballero por la Reina Isabel I.
También en 1587, un grupo de piratas ingleses fue capturado en el
estuario del Río de la Plata, y juzgado por el Tribunal del Santo O•cio de Lima:
Jhon Drake y Richard Ferrell recibieron tres años de prisión, mientras Henry
Oxley y los hermanos Walter y Edward Tiller fueron ahorcados en la Plaza
Mayor, a •nes del mismo año20.
El siguiente pirata en acechar las costas del Pací•co y del Perú fue Richard
Hawkins, en tiempos del virrey García Hurtado de Mendoza; Richard, hijo del
célebre pirata y tra•cante de esclavos inglés Jhon Hawkins, partió de Plymouth
en junio de 1593 a bordo del Dainty, navío de trescientas toneladas con buena
fuerza de artillería.
Tras cruzar el estrecho de Magallanes, Hawkins y sus hombres saquearon
Valparaíso a principios de 1594. Afortunadamente llegó a tiempo el aviso sobre
la presencia de piratas a la capital del Virreinato del Perú, por lo que el virrey
García Hurtado de Mendoza encomendó a su hermano Beltrán la interceptación
y captura del pirata inglés.
Desde el Callao partieron tres naves convenientemente artilladas para
esperar a la nave pirata en su camino hacia Lima; la ubicación exacta de Hawkins
era conocida en todo momento por el virrey a través del sistema de chasquis que
aun funcionaba adecuadamente. La orden de maniobra que llevaban las naves
realistas era: “que nos desbrazásemos de la tierra diez o doce leguas, y que a las
noches fuésemos la vuelta de la mar, y de día viniésemos la vuelta de la tierra, que
era lo cierto y conveniente” 21.
20
21
30
Arístides Herrera Cunti. “Apuntes sobre piratas, corsarios y •libusteros en el Perú”, en http://
www.primordiales.com.ar/estrenos/piratas_del_paci•co1.htm
Ibíd.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
La armada interceptó al Dainty frente a las costas de Chincha y Pisco, pero
Hawkins logró evadirla y continuó viaje hacia el norte, sin hacer escala en Lima
y con la !ota española aun en su persecución, siendo capturados el 2 de julio de
1594, tras dos días de combate cerca al Cabo de San Francisco, en las costas de
Panamá. Una vez traído a Lima, el Tribunal del Santo O"cio exigió condenar a
Richard Hawkins por herejía, pero el virrey decidió enviarlo a España para su
juzgamiento, donde fue recluido y liberado poco después, regresando "nalmente
a Inglaterra en 1602 y nombrado también caballero por la Reina Isabel I.
Para "nales del siglo XVI !otas de corsarios holandeses cruzaron por
primera vez el estrecho de Magallanes. En 1598 zarpó de Rotterdam la expedición
de Jacobo Moore o Malin, con una !ota de cinco navíos y 547 hombres. Tras
la muerte repentina de Moore, la expedición fue dirigida por su teniente Simón
Cordés, saqueando varios puntos de la costa chilena antes de rendirse "nalmente
en Valparaíso, sin llegar al Virreinato del Perú. Sin embargo, Baltazar de Cordés,
hermano de Simón, continuó por algún tiempo el acecho a las costas del sur de
Chile, saqueando el pueblo de Castro y atacando diversos puntos de su litoral.
Al ser apresados, Cordés y sus hombres negaron haber tenido la intención de
atacar las costas del Perú, pero advirtieron de otra expedición holandesa que
venía en camino para atacar la capital del Virreinato del Perú: la expedición de
“Olivario de Mort”.
Oliver van Noort había zarpado de Rotterdam en 1598, y tras cruzar el
estrecho de Magallanes a inicios del año 1600, atacó Valparaíso, quemando tres
barcos y capturando otros dos. A diferencia de los expedicionarios ingleses, los
corsarios holandeses resultaron mucho más crueles y sanguinarios, ejecutando a
treinta españoles en Valparaíso y arrojando al mar al guía que les llevó hasta las
costas del Perú, una vez que éste ya no les resulto útil22.
Conocida la noticia del arribo de corsarios holandeses, el virrey Luis de
Velasco envió una escuadra armada al encuentro de estos, Van Noort logró evadir
la !ota realista y continuó viaje hacia el oeste, sin acercarse a Lima. La cuadrilla
22
Lucero Samson A. “The fair and fearles freeman. Today in the Past-Today”, December, 14,
1600, en http://www.philstar.com/Article.aspx?articleId=320536.
31
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
acechó luego las costas de Filipinas, enfrentándose con buques españoles en
varias oportunidades. Los holandeses regresaron •nalmente a Rotterdam en
agosto del año 1601, convirtiéndose en la cuarta expedición en circunnavegar
el planeta.
La siguiente amenaza pirata para Lima y el Callao llegó en 1615 con la
expedición del corsario alemán Joris van Spielbergen; compuesta por seis naves,
la expedición había partido de Zeeland el 8 de agosto de 1614, bajo el auspicio
holandés del príncipe Mauricio de Orange.
Antes de dirigirse a la capital del Perú, la •ota holandesa atacó Río de
Janeiro y Santa María, en Argentina, para atravesar luego el Estrecho y causar
graves daños en los principales puertos de Chile.
Ante la inminencia del ataque a Lima, el virrey Juan de Mendoza y
Luna, marqués de Montesclaros, envió tres buques de guerra a cargo de su
sobrino Rodrigo de Mendoza para interceptar a los corsarios. Las expediciones
antagonistas se encontraron en Cañete, frente a la playa Cerro Azul, enfrascándose
en el primer combate marítimo nocturno que registra la historia americana. La
•ota realista peruana fue derrotada, perdiéndose dos embarcaciones y muchos
hombres en el combate, entre ellos Rodrigo de Mendoza.
La expedición de Spillberg avanzó entonces hacia el Callao, con la •rme
intención de tomar la capital del Virreinato. Conocida en la ciudad la derrota
de la •ota enviada para interceptar a los piratas, la alarma y el temor desatados
fueron muy grandes:
Noticia tan amenazadora causó en Lima un pánico indescriptible; en todas las
iglesias se hicieron constantes rogativas y toda la población acudió en masa a
implorar la misericordia del Cielo, contra el enemigo que asolaba su territorio
distinguiéndose entre ellas, por su fe y valor la Virgen limeña, la gloriosa Santa
Rosa que en el templo de Santo Domingo imploraba a su amante esposo
en ferviente oración por la salvación de su Patria, a la vez que con arranque
heroico arengaba a las damas y al pueblo, que la rodeaban reverentes a luchar
32
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
contra el heroico invasor y a morir si era preciso en defensa de su Dios y de
su Patria23.
Las forti•caciones del Callao constituyeron mayor resistencia de la que
esperaban los piratas, desistiendo de la toma del puerto y retomando rumbo al
norte tras disparar contra el puerto apenas dos cañonazos: uno que dio en una
esquina del convento de San Francisco y otro que pasó por sobre la población24.
Tras alejarse de Lima, la •ota de Spillberg atacó Huarmey y Guayaquil, y
realizó una curiosa tregua con los españoles del puerto de Acapulco durante una
semana. Desecha esta tregua, los corsarios acecharon las costas del Virreinato
de Nueva España por algunos meses más, para continuar después viaje al oeste.
La expedición de van Spillberg fue perseguida por una •ota a cargo
del capitán Juan Antonio Ronquilla, con la cual entro en combate en mares de
Filipinas, sin poder capturar al corsario alemán pero causándole grandes daños.
La expedición de Joris van Spielbergen regresó •nalmente a Holanda a principios
de julio de 1617.
Otra expedición armada holandesa en acercarse a las costas del Perú fue
la de Willern Cornelis Schouten, o Guillermo Scorten, cuya •ota llegó al Pací•co
en 1616, sin tener fortuna y regresando a Holanda sin atacar ningún puerto
importante en Sudamérica; sin embargo, lo más destacable de esta expedición
fue el descubrimiento del canal más conveniente para atravesar el estrecho de
Magallanes: el canal de Lemaire, bautizado con el nombre del hábil piloto de
la escuadra. Hoy se le conoce como “Cabo de Hornos”, debido al lugar de
nacimiento de Schouten y al origen de su expedicion: Hoorns.
23
24
Mariano Peña Prado. Op. cit,. 7.
Pedro de León Portocarrero. “Descripción del Callao en 1615”, en Francisco Quiroz
Chueca. Descripciones del Callao: textos, planos, grabados y fotografías (Siglos XVI al XIX). Lima:
CONCYTEC; Callao: Centro de Investigaciones Históricas del Callao, 1990: 44.
33
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Un Nuevo y Certero Mapa del Mundo, dibujado acorde a las más !dedignas descripciones, últimos descubrimientos y
mejores observaciones que se han realizado por ingleses o extranjeros. 1626.
(John Speed, Historical Map of the World.“A New and Accurate Map of the World- 1626”)
Plano realizado en base a las exploraciones de navegantes “piratas” como Francis Drake y Thomas
Cavendish, cuyas tripulaciones incluían también, cartógrafos y cientí"cos.
La siguiente expedición pirata en llegar a estas costas, en tiempos del
virrey Diego Fernández de Córdova, marqués de Guadalcázar, fue la del francés
Jacques Clerk L'Hermite o el Ermitaño, y es sin duda la más conocida y recordada
en la historia del Perú.
Jacques Clerk zarpó en abril de 1623 desde Rotterdam, con doce
grandes embarcaciones armadas con doscientos noventa y cuatro cañones y mil
seiscientos cuarenta hombres. La escuadra cruzó el Cabo de Hornos a inicios
de 1624 y el 8 de mayo ancló en la isla de San Lorenzo, frente a Lima; desde la
isla L’Hermite acechó y hostigó el Callao por cuatro meses, entre mayo y agosto
de 1624. Este pequeño ejército, conformado por franceses, !amencos, ingleses,
escoceses e irlandeses, constituyó la más numerosa y amenazadora escuadra en
34
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
recalar alguna vez frente a Lima, mayor en número incluso a la •ota española
derrotada en la batalla del 2 de mayo de 1866, y mayor que la •ota chilena que
bloqueó el Callao entre 1879 y 1883.
La •ota armada de Clerk, al igual que todas las principales expediciones
holandesas hacia América de la época, fue •nanciada por el príncipe Mauricio
de Orange, quien formó la poderosa Armada de Nassau de “La Compañía de
las Islas Orientales”, con el •n de arrebatar a España sus conquistas en el nuevo
continente. La armada de Nassau llegaría a tener hasta diez mil barcos y doscientos
cincuenta mil navegantes durante su apogeo, a mediados del siglo XVII.
Tres días después de establecer la isla San Lorenzo como base, Clerk
incursionó durante la noche en el puerto del Callao, saqueó e incendió ocho
barcos mercantes, capturó otros dos y retornó inmediatamente a la isla, causando
gran asombro y temor en la población de la Capital.
Durante los siguientes meses, la escuadra holandesa intentó la toma del
puerto, sin embargo, la defensa desde los fortines del Callao, y la dura batalla
que dieron varios navíos de la armada realista peruana fueron su•cientes para
mantener a los piratas alejados de la costa de Lima. Al no poder tomar el Callao,
L´Hermite partió hacia el norte con seis naves, para intentar fallidamente el saqueo
de Guayaquil, retornando a su base en la isla San Lorenzo y enviando luego
dos buques para asaltar Chincha y Pisco. Estas embarcaciones también fueron
rechazadas debido al cercano asedio de la armada española, y tras el desembarco
de cuatrocientos piratas cerca de Pisco se produjo un combate en tierra, donde
los invasores se enfrentaron a una fuerza realista de caballería dirigida por Diego
Carvajal, quien logró hacerlos huir, matando algunos y tomando prisioneros a otros.
Para entonces, el éxito de la expedición se hacía ya casi imposible, no solo por
las férreas defensas del litoral, sino también por las enfermedades que contrajeron
los piratas al abastecerse de aguas contaminadas en la isla africana de San Vicente
y en la isla Chiloe o Juan Fernández, durante el transcurso de la expedición. La
•ota pirata, en un último intento por quebrar la defensa del Callao, dirigió hacia el
puerto un navío repleto de explosivos y rocas extraídas de San Lorenzo: un brulote o
“buque-bomba”. Los cañonazos desde las forti•caciones del Callao lograron desviar
el rumbo del brulote, que estalló •nalmente frente a Bocanegra:
35
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
tan grande fue el fuego y estallido que dio, que tembló la tierra tres leguas,
abriendo puertas y ventanas, y estremeciendo la gente, disparando in•nitas
bombas, balas enramadas, clavos, pernos sueltos, piedras grandes como de
molino, trozos de hierro suelto y otras máquinas sacadas del in•erno, que la
malicia herética poseída de Satanás, puede pensar y fabricar25.
Con cerca de seiscientos hombres muertos por el cólera, y ante la
imposibilidad de conseguir agua fresca debido al bloqueo desde tierra, la
expedición holandesa había fracasado. Después de morir el mismo Jacques
Clerk, se le enterró junto a cientos de otros navegantes de su •ota, la mayoría de
los cuales se encuentran hasta hoy en un sector de playa de la isla San Lorenzo
conocido como “El Cementerio de los holandeses”.
Tras ahorcar a doce prisioneros españoles, la derrotada •ota holandesa, ahora
a cargo de Hugues Schapenham, partió el 14 de agosto de 1624 rumbo a la bahía
de “Todos los Santos” en Brasil, donde se recuperaron física y materialmente para
continuar su viaje de retorno, llegando •nalmente a Rotterdam el 7 de julio de 1626.
Como previsión ante nuevos ataques se reforzaron las defensas del
Callao entre 1625 y 1627, y surgieron nuevas propuestas para la forti•cación de
la capital; el Callao fue amurallado en 1640, quedando pospuestos los proyectos
de forti•cación para Lima.
La toma del puerto chileno de Valdivia en 1643 llevó al virrey Pedro
de Toledo y Leiva, marqués de Mancera, a mejorar las defensas del Callao y
las forti•caciones de los principales puertos del Virreinato, además de dotar
al Perú con la escuadra mejor armada del Pací•co26. Parte de esta armada fue
enviada desde el Callao a repeler la última expedición holandesa en amenazar al
Virreinato, la del capitán Brant, que intentó en 1648 una nueva toma de Valdivia.
Desde mediados del siglo XVII fueron tornándose más esporádicas las
expediciones de piratas y corsarios en este lado del continente sudamericano; a
25
26
36
Arístides Herrera Cuntti, Ibíd.
Abdón Max Pajuelo. “Gobernantes del Perú durante el coloniaje”, en Lima en el IV centenario
de su fundación: monografía del departamento de Lima. Lima: Editorial Minerva, 1935; 63.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
la di•cultad de la navegación por el estrecho de Magallanes se sumaban ahora la
di•cultad para conseguir agua fresca en una costa desértica y bloqueada, y el cada
vez mejor armamento y forti•cación de puertos y buques de la armada realista y
las ciudades costeras de los virreinatos españoles.
El ataque de piratas y corsarios continuó, sin embargo, del otro lado
del continente americano; el saqueo de puertos y embarcaciones en las costas
atlánticas de Sudamérica, Centroamérica y las islas del Caribe fueron un problema
constante hasta mediados del siglo XVIII. Respondiendo a uno de estos ataques
en el Atlántico, el virrey Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos, envió
desde el Callao una •ota armada para hacer frente a los piratas ingleses bajo
el mando de Henry Morgan, quienes atacaron Portobello en julio de 1668 y
saquearon e incendiaron la antigua ciudad de Panamá en 1671, generando el
traslado de ésta a su ubicación actual.
Tras la alarma causada en Lima por la destrucción en Panamá, se mejoró
la organización de las fuerzas de defensa civil, conocido como el “Batallón de
Lima”, y volvieron a surgir propuestas para la edi•cación de murallas alrededor
de la ciudad. Igualmente, se ordenó que en adelante se abastecerían las provincias
del Virreinato únicamente por medio de galeones, y se tomó la previsión de no
volver a adelantar los caudales desde Lima hacia Cartagena hasta no tener noticias
ciertas de la llegada a este Puerto de los buques que remitirían las preciadas
remesas de bienes y metales preciosos hacia España27.
Melchor Liñán de Cisneros, arzobispo de Lima y gobernante interino del
Virreinato entre 1679 y 1681, hubo de enfrentar también el ataque de los piratas
ingleses: Jhon Warlen (Juan Guarin) y Bartolomé Chearps, quienes apresaron
un importante galeón español, el Trinidad, y saquearon los poblados costeros
de Barbacoas, Coquimbo y La Serena en Chile, e Ilo y Arica en el Perú. En este
último puerto desembarcaron los piratas y se enfrentaron a una fuerza enviada a
bordo de dos buques artillados desde Lima por el arzobispo Liñán; once de los
27
Mercurio Peruano. 31 de marzo de 1791. “Continuación de la disertación histórica y política
sobre el comercio del Perú”. Lima: Biblioteca Nacional del Perú, 1964. Fol. 241.
37
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
piratas apresados en Arica fueron colgados en la Plaza Mayor de Lima poco
después28.
El ataque a Cartagena y el saqueó de Veracruz, perpetrados por el
holandés Laurens de Graff en 1683, generaron nuevamente zozobra en Lima,
volviendo a surgir entre la población las peticiones, las demandas y hasta los
rogatorios por defensas adecuadas para la ciudad y para sus caudales. Y llevaron
•nalmente a la decisión política de sus autoridades de no seguir posponiendo
la forti•cación de Lima, que se llevaría a cabo •nalmente entre 1684 y 1687,
durante la administración del virrey Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la
Palata.
También durante éste período llegó a las costas del Perú la siguiente
expedición pirata importante que causó muchas pérdidas humanas y materiales.
La •ota del inglés Edward Davis, compuesta por cuatro naves artilladas, acechó
y atacó las costas del norte del Virreinato del Perú durante 1686, apoderándose
de varios galeones españoles, bombardeando e incendiando el puerto de Paita
y asaltando el pueblo de Zaña, el cual tomaron sin mayor resistencia luego de
anclar en la caleta de Chérrepe.
Una vez solventadas las trabas económicas y las di•cultades técnicas
para equipar adecuadamente una escuadra realista, la •ota pirata del inglés fue
confrontada, perseguida y derrotada al cabo de una serie de combates, sin embargo,
los piratas lograron reagruparse y mantener el acecho de las costas hasta 168729.
La edi•cación de las murallas de la ciudad se inició en 1684, tres años
después era ahorcado en Lima el pirata francés Carlos Enrique Clerk, tras
permanecer once años preso en esta ciudad. Igual suerte corrieron ese año de
1687 todos los delincuentes marinos hechos prisioneros que se encontraban en
las cárceles de la capital30; paralelamente, se prohibió a las naves hacerse a la mar
28
29
30
38
José Manuel Valega, Op. cit., 80
Ibíd., 81
Ibíd., 80-81.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
sin una adecuada capacidad de respuesta bélica, además de pilotos, artilleros y
guerreros profesionales.
Al acabar al siglo XVII se terminaban también la mayoría de incursiones
piratas en los mares del Perú; el poderío de las escuadras realistas, el establecimiento
de tratados entre las coronas europeas y la formalización del comercio fueron
dejando sin cabida la •gura del corsario; asimismo, la mejora de los sistemas
de comunicación dentro de los virreinatos americanos fueron tornando casi
imposible el éxito de expediciones furtivas, pues acabaron con el arma principal
con que éstas contaban: la sorpresa.
Las dos últimas apariciones de piratas en estos mares se dieron durante
la primera mitad del siglo XVIII; en 1709 una •ota capitaneada por el inglés
Charles Wagner se apoderó de cinco millones de pesos que se trasladaban en la
escuadra del conde de Casa Alegre, además de tomar el puerto de Guayaquil por
cinco días y obligar a sus habitantes al pago de un elevado rescate31. Ante esto,
el virrey Manuel de Oms y Santa Pau, marqués de Castelldosrius, equipó una
escuadra al mando del almirante Pablo Alzamora para buscar y hacer frente a los
piratas. Estos, antes de combatir a los realistas, pre•rieron asegurar lo robado y
recuperar fuerzas para el largo viaje de retorno, optando por la retirada.
Finalmente, la última amenaza importante extranjera durante la Colonia
llegó alrededor de 1740 cuando se declaró la guerra entre España e Inglaterra
y cruzó hasta este lado del Océano Pací•co el corsario inglés George Anson,
quien atacó pueblos y navíos de las costas de Chile y el Perú y aunque no llegó
a atacar al Callao, causó muchos daños en Paita y se retiró a la seguridad con un
muy buen botín32, no volviendo a divisarse desde entonces piratas ni corsarios
en las costas del Perú.
31
32
Ibíd.
Ibíd., 84.
39
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Capítulo II
El Callao, la puerta de Lima
41
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
42
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Descripción del Puerto del Callao del Perú (Leonardo de Ferrari [1655], 2004)
2.1. Fortines, castillos y murallas coloniales del puerto
El puerto del Callao, como la puerta principal de Lima, fue el lugar
donde se esperaban los primeros ataques militares de los enemigos extranjeros
del virreinato español; y aunque una de las ventajas que ofrecía el valle del Rímac
para la fundación de la capital era la inmediata existencia de un puerto natural
hondo y sin obstáculos, éste carecía de defensas naturales como bahías o islas
cercanas donde fuera posible montar forti•caciones adecuadas contra ataques
de piratas, corsarios o cualquier otra •ota enemiga que llegara para amenazar la
seguridad de la capital del Virreinato.
Esta zona del litoral limeño fue ocupada originalmente por distintos
asentamientos indígenas de in•uencias Huari, Aymara y Chancay; como los
nativos Piti-Piti1, quienes habitaban las costas de La Punta y Chuquito, y cuyo
núcleo principal, o “ranchería”, se encontraba metros hacia el norte del naciente
puerto de los españoles, a orillas del extinto riachuelo Callao2.
1
2
Piti-Piti: “ataranza, lugar de tejedores de hilo o redes”, en Juan Manuel Ugarte Eléspuru,
Lima incógnita. Lima: Banco Central de Reserva del Perú, 1992; 230.
La población que ocupó éste lugar obtenía agua dulce de las numerosas lagunas o “puquiales”
que existían en el Callao; estas lagunas formaban un arroyo que desembocaba en el mar, a
43
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Los Piti-Piti pudieron conservar casi intactas sus formas autóctonas
tradicionales de vida, no queriendo interferir con ellas los españoles por ser
estos los proveedores principales de productos marinos para Lima, ocupación
exclusiva de este antiguo y desaparecido poblado chalaco.
La habilitación de un muelle para el puerto de Lima se realizó sobre
un embarcadero existente desde épocas preincaicas3, siendo las primeras y
rudimentarias casas de puerto adaptadas y habilitadas apenas fundada la capital,
pues no existe referencia sobre acta o ceremonia alguna de fundación del Callao
separada a la de Lima4.
El primer documento o•cial referente al puerto tiene fecha del 5 de
marzo de 1537, cuando el Cabildo de Lima otorgó al conquistador Diego Ruiz
autorización para la fábrica de un tambo o depósito de mercaderías anexo al
muelle del puerto. El “Tambo de la Mar” fue quizá el primer nombre que se
dio al Callao, durante el resto de la Colonia el puerto sería también conocido
como “Puerto de Lima”, “Callao de Lima”, “Puerto de la Mar”, “Puerto de
Magdalena” o “Puerto de Santa María del Callao”, entre otros nombres.
El establecimiento de•nitivo de la trama urbana y la construcción de
residencias para españoles se inició en 1555 con el nombramiento de don
Cristóbal Garzón como primera autoridad municipal, para entonces había ya
una Iglesia Mayor y se encontraban establecidas las primeras cuatro órdenes
religiosas que fundaron parroquias y edi•cios conventuales en el antiguo puerto:
jesuitas, dominicos, franciscanos y agustinos5.
3
4
5
44
unos pocos metros al norte de la actual Plaza Grau, y que era conocido con el nombre de río
Callao. Según César Cornejo Maya, entre las principales estaban la de Miranaves (alrededores
de la Plaza Fanning) y las de Chivato (cerca de La Legua).
Pedro Cieza de León. “Del puerto y pueblo del Callao”, en Fr. Reginaldo de Lizárraga,
Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile. Madrid: Atlas, 1968, 142.
Guamán Poma re•ere una fundación del Callao anterior a la de Lima, sin especi•car fecha:
“Esta dicha villa de Callao y puerto de la dicha ciudad de los Reyes de Lima fue fundada más
primero que la dicha ciudad en tiempo del Papa Paulo y del rey emperador don Carlos…”,
en Nueva corónica y buen gobierno, Felipe Guamán Poma de Ayala, en Francisco Quiroz
Chueca. Descripciones del Callao: textos, planos, grabados y fotografías (Siglos XVI al XIX), Lima:
CONCYTEC; Callao: Centro de Investigaciones Históricas del Callao,1990; 36.
Pedro Cieza de León, Op. cit.,144.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
La “Casa Real” o “de Gobierno”, almacenaba además los pertrechos
pertenecientes a la Armada Real, y funcionó también como aduana; en él tenían
aposentos y lugar de recreo los miembros de la corte del virrey, y los o•ciales de
los navíos españoles6. Este Palacio, de amplios corredores y terrazas con vistas
al mar, fue terminado de construir y aderezado con esmero por el virrey Andrés
García de Mendoza, marqués de Cañete, entre 1556 y 1561.
El virrey Francisco de Toledo ordenó construir las primeras
forti•caciones portuarias durante la década de 1570: dos torreones o fortines a
los lados de la aduana, donde hizo instalar cañones7. Luego, en 1583 se encargó
a Francisco Becerra edi•car una casa-fuerte, a modo de cubo sencillo y cercado
por una muralla de piedra, lo su•cientemente sólida para recibir embates
de artillería8; sin embargo, esta construcción fue destruida solo tres años
después por un fuerte sismo y tsunami, que afectó Lima el 9 de julio de 15869.
Alrededor de 1610, el virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de
Montesclaros, mandó edi•car una plataforma forti•cada a manera de torre
cuadrada10, núcleo sobre el que se consolidaría posteriormente el fuerte de
San Francisco (aproximadamente donde se encuentra hoy la “Gran Unidad
Escolar Dos de Mayo”), no creyendo necesaria la edi•cación de nuevas
obras de forti•cación mas allá de las existentes, las que consideró su•cientes
para la protección efectiva del puerto. En su “Relación de Gobierno” vemos
que desestimó la necesidad de proteger al Callao con murallas y bastiones,
minimizando las amenazas, según el siguiente texto:
El Reyno del Perú es muy prolongado por la costa del sur, que casi podemos
decir es todo playa y porque ni la diversidad o fuerza de los vientos, por
ser siempre unos, y no tormentosos, ni el concurso de los enemigos, porque
rara vez pasan a esta mar, ni la distancia de tantas leguas de marina pedía,
6
7
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10
Bernabé Cobo. “El Callao entre 1627 y 1629”, en Francisco Quiroz Chueca, Op. cit.; 57.
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Lima: Academia Nacional
de la Historia del Perú; Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1964; 25.
Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti!caciones en el Perú durante la época virreinal. Caracas:
Academia Nacional de la Historia, 1979; 33.
Ibíd.
José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos.
Lima: Cultura Ecléctica, 1939; 385.
45
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
obligaba ni hacia posible la forti•cación de sus puertos, todos son abiertos
y los pueblos tan pequeños y de casas tan humildes, que seria impertinente
cualquier gasto ni empeño en la defensa11.
El siguiente virrey, Francisco de Borja y Aragón, príncipe de Esquilache,
dio mayor prioridad a la defensa militar del puerto. El ataque de Spiellbergen de
1615 motivó una petición al Consejo de Indias para realizar el amurallamiento del
puerto; y aunque esta petición fue rechazada, pudieron llevarse a cabo las primeras
forti•caciones adecuadas para la protección del Callao, entre las que se encontraban
trincheras y parapetos frente a la línea de playa, extendiéndose casi hasta el extremo
de La Punta, además de una empalizada alrededor del núcleo poblado12. Esta
empalizada de•nió prácticamente el recorrido que seguirían las murallas del Callao
alrededor del puerto, al ejecutarse este proyecto algunas décadas después.
El proyecto de Borja y Aragón incluyó tres fuertes: el primero en el
extremo septentrional de la bahía, que utilizaba un brazo del río Rímac como
foso y que llevó el nombre de Santa María; el segundo, el de San Francisco,
seiscientos metros al sur del primero, aproximadamente en el centro de la rada
del puerto y levantado sobre la plataforma previamente existente, y un tercer
fuerte que no llegó a construirse del modo que se proyectó, el Santa Ana, a unos
seiscientos metros hacia el sur, casi en el extremo de La Punta.
Estos primeros fuertes, de forma trapezoidal, se levantaban tres metros
sobre el nivel de tierra, y tenían diez metros de frente, laterales de seis metros,
•ancos de quince y un muro trasero de veintidós metros, con plataforma de cal
y piedra, dotados de siete bocas de fuego cada una13.
Las incursiones piratas de 1624 comandadas por Jacques Clerk L’Hermite
llevaron a replantear las defensas del puerto. El virrey Diego Fernández de Córdova,
marqués de Guadalcázar, encargó entonces a Rodrigo Montero de Uduarte en enero
11
12
13
46
Relaciones del marqués de Montesclaros, en Manuel Atanasio Fuentes, Editor. Memorias de
los virreyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Lima: Librería Central de
Felipe Bailly, 1859. T. I: 200.
Guillermo Lohmann Villena. Murallas y Forti!caciones en el Perú durante la época virreinal. Op. cit.,
34-47.
Ibíd.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
de 1625, la construcción de tres nuevas forti•caciones y la mejora de los dos fortines
existentes para formar un sistema orgánico con defensas auxiliares14. Sin embargo,
tampoco este proyecto fue construido en su totalidad, quedando el sistema defensivo
del Callao conformado de la siguiente manera durante este periodo: el fuerte de San
Ignacio, hacia el extremo norte del núcleo de población (actual cruce de Libertad
con Sáenz Peña), con planta en forma de estrella de cinco puntas abaluartadas y
con torreones; sobre la orilla, el fuerte de Santa María, que al reconstruirse tomó el
nombre de Nuestra Señora de Covadonga y contó con plaza para seis cañones, éste
fuerte estuvo ubicado cerca del actual muelle de guerra de la Marina15.
La forti•cación principal de este primitivo sistema defensivo del Callao la
conformó el Fuerte de San Francisco, con seis piezas de artillería y una batería con
ocho bocas de fuego. Existió además una plataforma, o “planchada” defensiva, frente
al actual Fuerte del Real Felipe; •nalmente, el fuerte abaluartado de San Felipe de los
Pozuelos se ubicó sobre un área de albuferas cerca del extremo de La Punta, y tuvo la
tarea de proteger el área dejada descubierta por las demás forti•caciones, y di•cultar el
paso de embarcaciones enemigas entre la península y la isla de San Lorenzo.
Esta forti•cación, realizada a manera de torre cuadrada, tuvo cuarenta y
siete metros por lado, muros de piedra de 3.3 metros de espesor y una altura de
cuatro metros. El fuerte de San Felipe de los Pozuelos albergaba cuatrocientos
hombres para la defensa del puerto, tuvo baluartes bautizados con los nombres
de los cuatro evangelistas, y fue demolido apenas dos décadas después de
construido por encontrarse demasiado alejado del centro poblado del puerto, al
iniciarse la construcción de las murallas del Callao16.
A este sistema de defensa se le añadió en esta misma época el fuerte de
Santa Cruz de Surco, para evitar desembarcos por las playas de Chorrillos, y
cuatro tramos de trincheras al pie del Morro Solar; además, por el extremo norte
de la bahía de Lima se instaló el fuertecillo de Bocanegra, en inmediaciones del
pequeño cerro o montículo que se conocía como Montón de Trigo (hoy cerro
La Regla), donde se realizó también una explanada o “planchada” defensiva17.
14
15
16
17
Ibíd., 49-67.
Ibíd.
Ibíd.
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 80-89.
47
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Planta del Castillo de San Felipe de los Pozuelos, construido entre 1625 y 1626
Se lee: parte superior: “La planta es del castillo de San Felipe de los posuelos del Puerto del Callao
que mando hacer el virrey Marques de Guadalcazar, este castillo se habre en la punta frente a la
isla”. Lado derecho: “Al otro lado del Puerto junto al Molino esta otro castillo en pentagono, y cada
uno mira ambos mar el brabo y paci•co”. Parte inferior: “Mar paci•co donde estubo la armada
enemiga corre hasta la punta de frente a la poblacion” (Transcp. del A.; en Lohmann Villena, 1964)
Planta de los fuertes de San Francisco y Santa María, construidos en 1625
Se lee: “Esta es la Planta de los fuertes San franco. y santa maria y piezas que tiene cada uno... Tendran
altura 4 baras Por la frente Delamar y por la parte de tierra esta 3 baras mas alta...(ilegible) (Transcp. del A.;
en Lohmann Villena, 1964)
48
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
El virrey Pedro de Toledo y Leiva, marqués de Mancera, propuso en
1639 nuevamente el amurallamiento del puerto; en su opinión, el Callao estaba
bien protegido por el lado del mar, pero carecía de defensas por tierra; además,
los fuertes se encontraban ya bastante deteriorados tras solo quince años de
construidos o remodelados18.
La propuesta de un cinto defensivo para el puerto fue observada por el
Consejo de Indias únicamente en el aspecto de su •nanciamiento, debido al gran
gasto que generaría a la Corona y a las opiniones contrarias generadas desde
España, promovidas principalmente por el anterior virrey, Luis Fernández de
Cabrera y Bobadilla, conde de Chinchón.
Fernández de Cabrera había recibido ya una autorización para la
construcción de forti•caciones otorgada por el Consejo de Indias en 1635,
habiéndose limitado a realizar solo algunas mejoras en los parapetos del puerto
y a retirar las guardias de algunas forti•caciones, por considerar innecesario
mantener guarniciones permanentes en una costa relativamente tranquila,
manteniendo la infraestructura militar para futuras emergencias19.
Nuevas incursiones de piratas holandeses en los puertos de Portobello
y Valdivia, a inicios de 1640, alarmaron nuevamente a la población de Lima
y apresuraron la forti•cación de•nitiva del puerto. El virrey Pedro de Toledo
decidió tras reunión del Consejo de Guerra el amurallamiento del Callao,
pudiéndose iniciar las obras de inmediato, valiéndose de la autorización otorgada
al conde de Chinchón en 163520.
La obra no debía generar gastos para la corona, por lo que fue •nanciada
completamente con impuestos, o “sisas”, aplicadas a la carne y al azúcar; sin
embargo, estos tributos no pudieron recaudar lo su•ciente, debiendo ser
ampliados, recargándose dos reales por botija de vino, dos reales por carnero y
18
19
20
Ibíd.
Ibíd.
G. Lohmann Villena. Murallas y forti•caciones en el Perú durante la época virreinal. Op. cit., 18.
49
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Planta del castillo de Santa Ana diseñado en 1615, ubicado en el extremo de La Punta del Callao,
y que tomó el nombre de Santiago Gudalcázar, desde 1626 (en Lohmann Villena, 1964)
Fragmento del plano para las murallas y foso del Callao de Juan de Espinoza (1641).
Se aprecia parte del recorrido original de la empalizada que rodeaba el puerto, así como
la ubicación del Castillo de San Ignacio, pequeña forti•cación con forma de estrella de
cinco puntas (en Lohmann Villena, 1964)
50
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
medio real por arroba de heno21. Estas cargas generaron malestar y provocaron
el rechazo de la población y una llamada de atención del Rey, quien instruyó que
no debían crearse nuevos impuestos sin antes consultársele, y que si estos eran
para amurallar el Callao, deberían cobrarse únicamente en el Callao, y no así en
Lima22, como venía haciéndose por disposición del virrey23.
El proyecto de Juan de Espinoza utilizaba en gran medida la línea de los
antiguos parapetos construidos por el marqués de Mancera; la obra fue dirigida
por Francisco de Quirós y revisada por el maestre de campo Isidro Coronado,
siendo colocada la primera piedra por el virrey el 21 de noviembre de 1640. El
trazado de la muralla tuvo tres mil doscientos setenta metros de diámetro interior,
y cuatro mil doscientos metros incluyendo en este anillo a los frentes y traveses24.
Reconstrucción del “plano ideal” de Juan de Espinoza para la forti!cación del Callao, 1641 (Augustin. 2006)
21
22
23
24
Relaciones del Conde de Salvatierra, en Ángel Altolaguirre Duval, Editor. Colección de Memorias
o Relaciones que escribieron los Virreyes del Perú acerca del estado en que dejaban las cosas generales del Reino.
Madrid: Imprenta del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús, 1930. T. II: 292.
Una disputa con el mismo argumento se daría luego al construirse las murallas de Lima entre
1684 y 1687. Los tributos se impusieron !nalmente.
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 102.
Ibíd., 105.
51
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
La construcción, sin embargo, no se ciñó al diseño de Espinoza; la planta
fue alterada y se modi•caron tanto la cantidad de baluartes como las dimensiones
de murallas, portadas y cortinas, omitiéndose elementos complementarios como
fosos de agua, caminos encubiertos y el glacis, haciéndose menos seguro el recinto.
En un plano del proyecto de esta forti•cación, fechado en 1640 y
perteneciente al mismo Juan de Espinoza, se cuentan ocho baluartes por tierra,
y puede constatarse que al ejecutarse las obras se redujeron las secciones de
cortinas y bastiones, agregándose dos baluartes más al forti•carse las llegadas
de las cortinas a la línea de playa, las cuales no aparecen “abaluartadas” en dicho
plano. En él aparece también el camino encubierto, el glacis, el foso de agua y los
demás elementos de arquitectura militar que no llegaron a construirse.
La con•guración de las murallas del Callao, al terminarse las obras entre
los años 1642 y 1643, fue la siguiente: por el lado de tierra nueve baluartes
medianos de ángulos obtusos, una portada principal y un bonete semicircular.
La forti•cación se cerraba por el lado del mar con la cuerda del semicírculo
que formaba la muralla por tierra, teniendo por este lado cuatro plataformas
abaluartadas que llevaron los nombres de los evangelistas: san Juan, san Marcos,
san Lucas y san Mateo; dos de estas plataformas tuvieron capacidad para doce
piezas de artillería y para diez piezas las otras dos25. Los baluartes por tierra
tuvieron frentes de entre cincuenta, y cincuenta y cinco metros, con •ancos
de entre veinte y veinticinco metros en promedio. Las alturas de cortinas
y bastiones variaron entre catorce y veintidós pies (entre 4.30 y 6.70 metros
aproximadamente), con parapetos de 1.26 metros y banqueta de 0.70 metros;
los bastiones tuvieron bases de veinte pies (6.1 metros) y plataformas altas de
dieciséis (4.8 metros) de ancho, además de cimientos de piedra con nueve pies
(2.74 metros) bajo tierra en promedio26.
Cada baluarte o bastión tuvo capacidad para diez piezas de artillería sobre
sus terraplenes o adarves, de hasta catorce metros de sección. Los nombres de
los baluartes y fortines fueron: baluarte de san Miguel, de san Ignacio, de la santa
Cruz, de Buenavista, de santa Catalina, de Santiago, de san Juan Bautista, de
santo Domingo, de san Felipe, de san Luis y de san Lorenzo.
25
26
52
Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti•caciones en el Perú durante la época virreinal. Op. cit., 17-20.
Ibíd.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Los bastiones por el lado de tierra estuvieron unidos por cortinas de
aproximadamente ciento dieciocho metros de largo y siete metros de terraplén
cada una, y tanto cortinas como bastiones estuvieron revestidos interior y
exteriormente de mampostería con camisa de piedra de más de dos metros de
altura, con ángulos y puertas hechos de ladrillo y sillería27 .
El Consejo de Indias aprobaría formalmente la forti!cación del Callao recién
en 1643, estando las obras ya muy avanzadas. Las murallas del Callao convirtieron
al puerto en una ciudad comercial forti!cada, con dos portadas principales que
se cerraban a las nueve de la noche: la del embarcadero y la del camino a Lima
en el sector opuesto. Al interior de la forti!cación quedaron contenidas todas las
plazas, iglesias, viviendas, comercios e instituciones portuarias, manteniéndose
los barrios y las viviendas de los indígenas en el exterior del recinto amurallado,
que fue conocido también desde entonces como el Presidio del Callao.
Plano de las murallas del Callao, según se construyeron entre 1640 y 1642 (Augustin, 2006)
27
Louis Feuillée, “Descripción y planta del Callao, 1713”, en Francisco Quiroz Chueca,
Descripciones del Callao: textos, planos, grabados y fotografías (Siglos XVI al XIX). Op. cit., 69.
53
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
En sus “Relaciones de Gobierno”, Pedro de Toledo y Leiva, marqués de
Mancera, resalta las ventajas del amurallar el Callao28, arguyendo que las defensas
eran adecuadas para resistir los ataques esporádicos de !otas menguadas por
un larguísimo viaje; a"rma también que la forti"cación imponía respeto entre
los indígenas y los esclavos negros, desanimándolos así de posibles rebeliones;
además el recinto con solo dos puertas (una en el embarcadero y otra en el
extremo opuesto, en el inicio del camino hacia Lima) facilitaba el cobro efectivo
de impuestos de cuanto entrara o saliese de la ciudad; por último, se felicitaba
a sí mismo por el ahorro económico al haber reducido el número de hombres
necesarios para proteger el puerto. Recomendaba además el virrey la fábrica
de un fuerte en la isla San Lorenzo, con capacidad para 6 bocas de fuego y
una dotación permanente de cien hombres, para combatir adecuadamente al
enemigo cuando este intente pasar entre la isla y tierra "rme29.
Sin embargo, las apreciaciones del marqués de Mancera sobre su
obra resultaron bastante autocomplacientes. Mendo de la Cueva y Benavides,
exgobernador de Buenos Aires y experimentado hombre de guerra, acudió
a conocer la forti"cación atendiendo una invitación del mismo marqués de
Mancera, y opinó desfavorablemente acerca de la misma. Indicaba Cueva y
Benavides que no se le puede llamar forti"cación al sistema defensivo del Callao,
pues la cerca no guardaba las leyes de la geometría, no contaba con foso ni
contrafoso, extrañándose también la presencia de camino cubierto y casamatas.
Además, los orejones de los baluartes no se !anqueaban ni defendían
con su pareja contigua, encontraba además un grave error en el hecho de no
haberse construido medias lunas entre los baluartes y las cortinas, y en haber
revestido gran parte de la obra en piedra, pues esta se transformaría en esquirlas
con el impacto de proyectiles30.
Fuese simbólica, o acaso una obra militarmente útil, esta forti"cación
siguió el mismo camino que sus predecesoras menores: no fue el enemigo, sino
28
29
30
54
José Toribio Polo. Memorias de los virreyes del Perú: marqués de Mancera y conde de Salvatierra. Lima:
Imprenta del Estado. 1899; 12.
Ibíd., 51.
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 118-122.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
la falta de un presupuesto para su mantenimiento, la humedad, el salitre y el
embate constante de las mareas los que deterioraron rápidamente la obra.
Así, para cuando asumió el gobierno del virreinato Luis Henríquez
de Guzmán, conde de Alba de Liste, las murallas del Callao se encontraban
resquebrajadas en algunos sectores, y la acumulación de basura creaba
plataformas de acceso al recinto en varios puntos. Además la socavación había
afectado buena parte de los cimientos orientados hacia el mar, y el baluarte de
San Pedro estaba a punto de colapsar. Ante esto, el virrey Henríquez de Guzmán
ordenó calzar la muralla en sus puntos más débiles, con zócalos de 3.36 metros
de espesor por 3.78 metros de altura31.
Reconstrucción del corte de un bastión típico de las murallas del Callao (Augustin, 2006)
31
Ibíd., 125-130.
55
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Henríquez reforzó además el fuerte de San Pedro, al que se le agregó el
término “de Mancera”, y mandó construir un embarcadero delante de la portada
central de la marina, para aliviar al muelle principal construido por su predecesor,
García Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatierra32 .
Las murallas también protegieron el núcleo poblado de crecidas
importantes del mar, como las de mayo de 1647 y febrero de 1651, no así de
la de diciembre de este último año, cuando el nivel del agua sobrepasó algunas
secciones derruidas de la defensa e inundó las principales edi•caciones portuarias.
Esto llevó a complementar el embarcadero con un tajamar de 18.5 metros de
longitud, 3.36 metros de espesor y 4.20 metros de altura, con cantería pétrea
unida por grapas de plomo33 .
Reconstrucción de la planta de un bastión típico de las murallas del Callao Augustin, 2006)
32
33
56
Francisco Antonio Montalvo, “El Callao en 1678”, en Francisco Quiroz Chueca, 1990
Descripciones del Callao: textos, planos, grabados y fotografías (Siglos XVI al XIX) Op. cit. 65.
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit.,125-130.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Durante las siguientes décadas la población al interior del recinto creció
rápidamente, sin darse mantenimiento a sus murallas e incluso abriéndose pasos
a través de las mismas, mientras las aguas del mar continuaban con su lenta, pero
constante labor de socavación.
El virrey Diego Benavides y de la Cueva, conde de Santisteban (16611666), propuso una nueva con•guración para las defensas del puerto, la cual
no fue aprobada. Y a pesar de ser elevada la categoría del Callao a “Ciudad y
Puerto de los Mares del Sur” alrededor de 1670, el proceso de deterioro en que
se encontraban sus murallas no fue revertido; a esto colaboraron los continuos
sismos que hicieron también mella en la forti•cación, siendo especialmente
memorable el del 20 de octubre de 1687, que derribó gran parte de las
construcciones del puerto y algunas secciones de la muralla, y mató alrededor de
quinientas personas solamente en el puerto del Callao34.
En el siglo XVIII prosiguió el deterioro y la ruina de las murallas, a pesar
que existió una propuesta para su restauración realizada por el arquitecto francés
Jean Baptiste Rosmain entre 1707 y 1711, realizándose únicamente esporádicos
trabajos menores de refacción en los baluartes, y solo cuando estos evitarían
colapsos inminentes35.
Las defensas del Callao estaban ya muy deterioradas para el 28 de octubre
de 1746, día en que desaparecieron su núcleo urbano, las murallas y la gran mayoría
de las vidas que encerraban. Alrededor de las diez de la noche la tierra tembló con
tal violencia que no solo derribó la mayor parte de las construcciones de Lima
y del puerto, sino que generó una serie de olas inmensas que avanzaron hasta
dos kilómetros tierra adentro en algunos sectores, y que sumergió totalmente
La Punta del Callao; de las aproximadamente ocho mil cuatrocientas personas
que habitaban el puerto sobrevivieron apenas unas doscientas36, pereciendo
la mayoría al quedar atrapados dentro del recinto amurallado que desapareció
34
35
36
José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Op.
cit., 388.
Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti!caciones en el Perú durante la época virreinal. Op. cit., 22.
José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Op.
cit.,89.
57
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
completamente, quedando de él únicamente secciones de cimientos socavados y
una serie de montículos erosionados donde estuvieron situados los baluartes37.
En julio de 1839, casi un siglo después del cataclismo y a bordo del Beagle,
arribó a la capital del Perú el naturalista inglés Charles Darwin, mereciendo la
visión de las ruinas y restos del antiguo Callao un lugar en su célebre bitácora:
...hay también otra muy diferente clase de ruinas, que poseen cierto interés, y
son las del antiguo Callao, abrumado por el gran terremoto de 1746, y la ola
que lo acompañó. La destrucción debió ser mayor incluso que en Talcahuano.
Cantidades de piedras de playa casi con!nan los cimientos expuestos de muros,
y vastas masas de bloques de ladrillos parecen haber sido arremolinados como
pequeñas mendrugos por las olas al retirarse. Ha sido a!rmado que la tierra
se sumergió durante el memorable sismo: no pude descubrir ninguna prueba
de esto; pero parece lejos de improbable, pues la forma de la costa debe
ciertamente haber afrontado cambios, ya que nadie en el uso de sus sentidos
hubiera decidido construir en el estrecho tramo de piedras de playa sobre las
que se ubican ahora las ruinas. Desde nuestro viaje, M. Tschudi ha llegado a la
conclusión, por comparación entre mapas antiguos y modernos, que la costa
tanto en el norte como en el sur de Lima se ha sumergido38.
La recuperación del puerto fue difícil, su reconstrucción no mantuvo la
antigua traza del Presidio, ni se realizó en su antiguo emplazamiento de La Punta
del Callao. La fuerte impresión generada, y el temor de una nueva inundación
llevó a cambiar completamente el sitio del nuevo núcleo poblado del puerto,
buscándose una nueva área que pudiera mantener a sus habitantes por sobre el
nivel de cualquier nueva arremetida de las aguas.
Lamentablemente, este gran terremoto acabó también con los últimos
nativos Piti-Piti, desapareciendo los dos pequeños núcleos poblados que tenían
al sur y al norte del Presidio; y aunque la ranchería indígena tendría también
37
38
58
Se sabe por varias fuentes de la suerte de veintidós sobrevivientes, que escaparon de la muerte al
refugiarse en lo alto del baluarte de “La Santa Cruz”, uno de los varios baluartes “por tierra”
que quedaron derruidos, pero parcialmente en pie tras el devastador tsunami.
Charles Darwin. The Voyage of the Beagle: Charles Darwin’s Journal of Researches. Londres: Penguin
Books, 1989. “Chapter 19”; “July 19, 1839” (Trad. del autor)
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
cabida cerca del nuevo y reubicado núcleo urbano del Callao, su población sería
bastante diferente, compuesta ya no exclusivamente de pescadores indígenas
sino también de mitimaes, yanaconas y esclavos negros, trasladados desde otros
lugares del Perú a este nuevo asentamiento para realizar labores de servidumbre.
El virrey José Antonio Manso de Velasco, llamado conde de Superunda, o
“sobre las olas”, por su labor de organización y reconstrucción de Lima y el Callao
tras el gran sismo y tsunami, asignó la elección del lugar más apropiado para la
reedi•cación del puerto al francés Luís Godin39, quien eligió el sitio conocido como
Bellavista, a menos de dos kilómetros o media legua del mar, por su relativa cercanía
a las habilitaciones portuarias y por no haber quedado sumergido este sector durante
la terrible inundación. Godin trabajó además en una serie de recomendaciones
constructivas para Lima y para el nuevo sitio del Callao, pronunciándose acerca
de la alturas y las proporciones correctas que debían conservar los edi•cios para
la seguridad de los ciudadanos, y de la recti•cación de estos aspectos constructivos
en los inmuebles que no cayeron tras el sismo en la capital, lo que signi•caba
prácticamente rehacer la ciudad de Lima, tal como se haría con el Callao40.
Esta segunda etapa del Callao otorgó la oportunidad de plani•car mejor
el funcionamiento y la zoni•cación del puerto. La reubicación del núcleo poblado
alejado de las actividades portuarias permitió la completa militarización del
Callao, lo que facilitaría mucho su funcionamiento y su capacidad para defender
a la capital, permitiéndole también controlar mejor los navíos y las mercancías
entrantes y salientes del puerto, haciéndose igualmente más e•cientes el control
de las aduanas y el cobro de impuestos.
Con el mismo •n de transformar al Callao en un puerto exclusivamente
militar, apareció en 1794 un curioso proyecto de ingeniería41 adjudicado a Juan
39
40
41
Matemático miembro de la Academia de Ciencia de París, quien se encontraba en Lima como
regidor de Cátedra Prima de Matemáticas de San Marcos, y destacado también para investigar
asuntos relacionados con la verdadera forma de la tierra, siendo nombrado posteriormente
Cosmógrafo Mayor del Reino entre 1744 y 1749.
Virginia García Acosta, ed. Historia y desastres en América Latina, Vol. II. Lima: Red de Estudios
Sociales en Prevención de Desastres en América Latina, 1996;.116-117.
Leonardo Mattos-Cárdenas. Urbanismo andino e hispano americano: ideas y realizaciones (15301830). Lima: Universidad Nacional de Ingeniería. Facultad de Arquitectura, Urbanismo y
Artes. Instituto de Investigación FAUA, 2004.
59
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Coquette, realizado durante el ejercicio como Cosmógrafo Mayor del aragonés
Cosme Bueno42.
El desmesurado proyecto pretendía crear un canal navegable desde las
inmediaciones del actual muelle de guerra hasta las puertas mismas de las murallas
de Lima, por la zona de Monserrate; este canal llevaría a las embarcaciones
comerciales y civiles hasta un fondeadero seguro tierra adentro, lejos de la bahía
y a salvo de cualquier asalto. (Ver Anexo, plano C13).
Al replantearse el sistema defensivo del Callao se optó por la tendencia
de la arquitectura militar europea de la época, que apuntaba hacia la construcción
de ciudadelas o forti•caciones aisladas, en el estilo de la escuela del célebre
ingeniero militar francés Sébastien Le Prestre, conocido como Vauban.
Se realizaron entonces dos proyectos para la construcción del gran
fuerte del Callao; el primero del francés Louis Godin, quien proponía un fuerte
de planta hexagonal, y la segunda propuesta perteneciente a los ingenieros
españoles Joseph Amich y Juan Francisco Rossa, quienes recomendaron un
fuerte pentagonal semirregular43.
Croquis de San Fernando de Bellavista, 1747 (Archivo General de Indias)
42
43
60
El proyecto debió contar con la aprobación del Cosmógrafo Mayor del Reino, pues ningún
proyecto mayor de ingeniería era admitido sin su visto bueno, y esta propuesta llegó a ser
elevada al virrey en 1794, fecha que lleva el plano del proyecto.
Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti•caciones en el Perú durante la época virreinal. Op. cit., 20.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Finalmente, el diseño de la ciudadela fue llevado a cabo atendiendo
especi•caciones técnicas de ambos proyectos, incluyéndose también algunos
planteamientos que el francés Jacques Ozanam recomendó en su Traité de
Forti•cation44, de 1694.
Las zanjas para los cimientos de la fortaleza empezaron a ser excavadas el
21 de enero de 1747, y el 1 de agosto de ese mismo año el virrey Manso de Velasco
colocó la primera piedra, bajo la cual puso antes un pequeño cofre con monedas45,
y bautizó la recién iniciada obra con el nombre de Fortaleza del Real Felipe en honor
al recientemente fallecido Felipe V. La fábrica de la fortaleza tardó veintisiete años,
terminándose de de•nir por Decreto del 20 de octubre de 1768 los montos y
proveedores que proseguirían la obra hasta su total culminación46, terminándose
completamente la fortaleza recién en 1774, en tiempos del gobierno del virrey
Manuel de Amat y Junient. La reglamentación para la guarnición, el número de
o•ciales, cabos, artilleros, soldados, que defenderían la plaza, así como el monto del
sueldo asignado a estos había sido dado por Real Orden del 1ero de junio de 175347.
La imponente fortaleza, de planta pentagonal semirregular abaluartada,
contó con cordón, parapeto, terraplén, escarpa y contraescarpa; con muros a prueba
de bombas de cuatro metros de altura y un perímetro externo de mil quinientos
sesenta metros, rodeados por un foso de agua de diecisiete metros de ancho por
tres metros de profundidad, y con dos puertas principales con rastrillo y puente
levadizo; adicionalmente un sistema de terraplenes conseguía ocultar el Real Felipe
a la vista desde alta mar y evitaba que los atacantes tuvieran alguna protección
durante su aproximación •nal al puerto; además su ubicación y orientación le
permitía barrer con su fuego los dos frentes principales de La Punta del Callao48.
44
45
46
47
48
Traité de Forti•cation, contenant Les Methodes anciennes & moderns pour la Construction y la Defense des
Places, Et la maniere de les attaquer, expliquèe plus au long qu’elle n’a été jusques a present. Paris: Chez
Jean Jombert, prés des Augustins, 1694.
Relaciones del conde de Superunda, “Nueva fortaleza del Callao”, en Manuel Atanasio
Fuentes, Editor. Memorias de los virreyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje
español. Lima: Librería Central de Felipe Bailly, 1859. T. IV: 130.
Ministerio de Hacienda y Comercio. Archivo Histórico. Reales cédulas, reales órdenes, decretos,
autos y bandos que se guardan en el Archivo Histórico. Lima: El Ministerio, 1947; Lib. 882, f. 409.
Ibíd., Leg. 54, núm. 2.
Humberto Cotos. “El Callao: historia, gente y tradición”, en http://www.chimpum-callao/
historia.html
61
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Plataformas, almenas y defensas del Real Felipe
“Torreón del Rey”
Plano de la Plaza del R. Phelipe situada en el Puerto del Callao con las nuebas obras ejecutadas para efectuar su defensa.
Francisco Javier de Mendizábal, 1811 (Bonilla di Tola, dir. 2009)
62
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
El área interna del recinto, donde se ubican todos los cuarteles, aljibes y
almacenes, es de setenta mil metros cuadrados, sus murallas suman mil quinientos
treinta y dos metros en longitud, su foso mil seiscientos metros y el glacis dos
mil doscientos metros; la alturas de los torreones es de 18.9 metros, la “casa del
gobernador” tiene 12.4 metros de altura y la muralla 6.30 metros. La forti•cación
tiene dos portadas: la principal o “de Honor” y la secundaria o “del Perdón”.
Sus cinco baluartes fueron bautizados con los nombres de “de la Reina”, “del
Rey”, “de san José”, “de san Felipe” y “de san Carlos”; este último baluarte
fue posteriormente llamado “del Príncipe”, y en su parte inferior se instaló la
mencionada gobernación. A los baluartes se suman los demás elementos de
defensa, como quince garitas de guardia en las murallas y seis rampas de acceso,
además de doscientos siete troneras en el parapeto y los torreones, ciento
cincuenta y ocho almenas en los parapetos y sesenta y cuatro almenas en cada
torreón, y dos linternas en cada portada49.
Este sistema defensivo quedó complementado con otros dos pequeños
castillos, llamados de “San Miguel” y de “San Rafael”, unidos a la fortaleza
principal por medio de un camino parapetado, y cuya función principal fue la de
proteger sus •ancos. Llegada la independencia, estos pequeños castillos fueron
rebautizados como “Santa Rosa” y “El Sol” respectivamente, cuyos restos
perduraron hasta •nes del siglo XIX.
Las primeras reparaciones importantes al Real Felipe fueron ordenadas
por el virrey Fernando de Abascal en 1807, durante estas obras se mejoraron
los muros internos del foso para darle mayor profundidad, se fabricó un amplio
almacén para guardar armas y municiones con orden y seguridad, se construyó
otro almacén para víveres, y un aljibe capaz de contener agua para abastecer
hasta mil hombres durante cuatro meses. También mandó demoler una serie de
remates inútiles que tenían los torreones de la fortaleza para acomodar en ellos
grandes piezas de artillería, por ultimo pretendió demoler los edi•cios civiles
cercanos para no obstruir el campo de tiro de los cañones, pero esta iniciativa
debió ser descartada al encontrar resistencia en la población y el comercio50.
49
50
Ibíd.
Manuel de Mendiburu. Diccionario histórico-biográ•co del Perú: parte primera que corresponde a la época
de la dominación española. Lima: Imprenta de J. Francisco Solís, 1874; 55.
63
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Para la mejora general del puerto, Abascal ordenó construir un acueducto
desde la caja de agua hasta el muelle, con cuatro caños, para facilitar el transporte
del agua hacia las embarcaciones al realizar sus aguadas; además, Abascal
consideró la construcción de un enorme proyecto de ingeniería que llevaría a
las embarcaciones civiles tierra adentro hasta Bellavista, donde se acondicionaría
todas las facilidades portuarias necesarias51. El fuerte Real Felipe fue una de
las mayores y mejores construcciones españolas en el continente durante este
periodo del siglo XVIII, y se convirtió inmediatamente en el más importante
fuerte del Pací•co americano.
La necesidad de su construcción, aunque ceñida a los cánones de
la arquitectura militar de la época, fue cuestionada ante lo improbable de un
ataque a gran escala. Se trató quizá también, al igual que las antiguas murallas del
Callao, de un símbolo de ostentación y una forma de imponer temor entre las
poblaciones de indígenas y de esclavos negros, y una buena protección durante
posibles sublevaciones o ante afanes independentistas. Visto este hecho, quizá
hubiera resultado mejor alejar la fortaleza del mar, por donde era menos probable
un ataque, para construirla más cerca al núcleo urbano de Lima, donde hubiera
resultado de mayor utilidad para la protección de la ciudad.
Charles Darwin se sintió también tentado a escribir sobre la fortaleza
del Real Felipe durante su visita a Lima y el Callao, en julio del año 1839,
aprovechando su crónica para hacer al mismo tiempo una aguda e interesante
observación sobre la situación política de la época:
La fortaleza, que soportó el largo asedio de Lord Cochrane, tiene una apariencia
imponente. Pero el Presidente (Agustín Gamarra), durante nuestra permanencia,
vendió los cañones de bronce, y procedió a desmantelar partes de él. La razón
utilizada fue, que no tenía un o•cial en el que con•ara lo su•ciente como para
conferirle tan importante puesto. Él mismo tenía una buena razón para pensar
esto, pues había obtenido la presidencia al rebelarse mientras estaba a cargo de
esta misma fortaleza. Después que dejamos Sudamérica, él pagó la penalidad de
la manera usual, siendo conquistado, hecho prisionero y fusilado52.
51
52
64
Ibíd.
The Voyage of the Beagle: Charles Darwin’s Journal of Researches. Op. cit. (Trad. del autor)
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Nuevamente se asignaron recursos para mejorar la forti•cación del
Real Felipe y del puerto en general en 1810, y aunque fueron pocas las batallas
militares libradas con este fuerte como escenario, en él se desarrollaron capítulos
muy signi•cativos para la historia del Perú. Aún en manos realistas resistió en
marzo de 1819 el bloqueo de la escuadra libertadora enviada desde Chile por
José de San Martín y liderada por el escocés lord Thomas Cochrane; en 1820
la fortaleza impidió a las fuerzas libertadoras del mismo San Martín la entrada
al Callao: el libertador debió entrar por Huacho para sitiar y ocupar luego la
fortaleza. El Real Felipe tomó el nombre de “Castillo de la Independencia” en
1821, y en 1823 albergó al Primer Congreso Constituyente de la República.
En él se atrincheraron entre diciembre de 1824 y enero de 1826 los
últimos españoles empeñados en conservar su virreinato, comandados por el
brigadier Ramón Rodil; desde ese mismo año y hasta 1833 el fuerte sirvió como
prisión política, y desde 1839 y durante el siguiente siglo funcionó aquí la aduana.
Tuvo la fortaleza una mínima participación en el combate del 2 de mayo
de 1866, cuando se repelió a la Expedición Cientí•ca española comandada por el
almirante Casto Méndez Núñez, entrando ese día en combate en mucho mayor
medida los fortines complementarios del Real Felipe: “El Sol” y “Santa Rosa”.
Durante la Guerra del Pací•co, el Real Felipe ayudó a mantener a distancia
a la fuerza naval chilena durante nueve meses y hasta el •nal de la guerra, entre
enero y octubre de 1883.
La fortaleza fue restaurada en la década de 1920, durante el segundo
gobierno de Augusto B. Leguía, retomando su nombre original de Real Felipe, y
funcionando hasta la actualidad como cuartel militar y como sede principal del
Museo del Ejército, además de ser el mayor atractivo turístico del Callao, escenario
de variados eventos y la última de sus forti•caciones coloniales existentes.
65
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
2.2. Evolución de las defensas y de la trama urbana del Callao
2.2.1. Período 1537-1590
Habilitación del puerto y primeras defensas militares
Proyectos de arquitectura militar durante este periodo
1570 Torreones de la Aduana
1583 Cubo/fuerte de piedra
Ataques al puerto durante este periodo
1579 Francis Drake (navegante y corsario inglés)
1587 Thomas Cavendish (navegante y corsario inglés)
Plano 2.2.1 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de
Lucas de Quiroz. “Plano de la Bahía del Callao elaborado en 1624” (Sifuentes
de la Cruz, 87).
Louis Feuillée. “Descripción y planta del Callao [1713]” (Quiroz Chueca, 69).
Nicolás Rodríguez. “Parte de la Ribera del Callao [1728]” (Quiroz Chueca, 79).
Pedro Cieza de León. “Del puerto y pueblo del Callao” (Cieza de León).
Pedro de León Portocarrero. “Descripción del Callao a inicios del siglo XVII”
(Quiroz Chueca).
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y el Callao (1964)
Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti!caciones en el Perú durante la época virreinal (1979)
66
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
2.2.2. Período 1591-1640
Parapetos y fortines, sistema defensivo del Callao antiguo
Proyectos de arquitectura militar durante este periodo
1615 Empalizada de madera, Fuerte Santa María, planchada “del general Fernando de Castro”, Torreón y plataforma (posteriormente fuerte de San
Francisco), planchada “del general Diego de Rojas” o “de la Compañía
de Jesús”, Torreón de Santa Ana
1625 Fuerte de San Francisco
1626 Parapetos de adobe, Fuerte de San Ignacio, Fuerte Nuestra Señora de
Covadonga (anteriormente “de Santa María), Batería de Guadalcázar
(anteriormente batería de Santa Ana), Fuerte de San Felipe de los Pozuelos
Ataques al puerto durante este periodo
1615 Joris van Spielbergen (navegante y corsario alemán al servicio de Holanda)
1624 Jacques Clerk, L’Hermite (navegante y corsario francés al servicio de Holanda)
Acechos o amenazas al puerto durante este periodo
1594 Richard Hawkins (navegante y corsario inglés)
1599 Jacobo Moore (navegante y corsario holandés)
1600 Oliver van Noort (navegante y corsario holandés)
Plano 2.2.2 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de
Louis Feuillée. “Descripción y planta del Callao [1713]” (Quiroz Chueca).
Nicolás Rodríguez. “Parte de la Ribera del Callao [1728]” (Quiroz Chueca).
Juan de Espinoza. “Plano del Callao con su nueva forti!cación [1641]” (Quiroz Chueca).
Amédée Frezier. “Plano y per!l del Presidio del Callao [1713]” (Sifuentes de la
Cruz, 138).
Buenaventura de Salinas y Córdova. “El Callao a inicios del siglo XVII” (Quiroz Chueca).
Antonio Vásquez de Espinoza. “El Callao en 1619” (Quiroz Chueca).
Bernabé Cobo. “El Callao entre 1627 y 1629” (Quiroz Chueca, 57).
Pedro de León Portocarrero. “Descripción del Callao a inicios del siglo XVII”
(Quiroz Chueca).
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y el Callao (1964)
Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti!caciones en el Perú durante la época virreinal (1979).
67
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
2.2.3. Período 1641-1746
Consolidación del sistema defensivo, las murallas del puerto
Proyectos de arquitectura militar durante este periodo
1640 Las murallas del Callao, que incluye los baluartes de San Miguel, de San
Ignacio, de la Santa Cruz de Santa Catalina, de Santiago, de San Juan
Bautista, de Santo Domingo, de San Felipe, de San Luis, de San Lorenzo,
de San Francisco, de San Pedro, y de San Antonio
Ataques al puerto durante este periodo
Ninguno
Acechos o amenazas al puerto durante este período
1643 Elías Erckmans (corsario holandés)
1648 Leonar de Brant (corsario holandés)
1680 Jhon Warlen y Bartolomé Chearps (piratas ingleses)
1683 Laurens de Graff (pirata holandés)
1686 Edward Davis (pirata inglés)
1709 Charles Wagner (corsario inglés)
1740 George Anson (corsario inglés)
Plano 2.2.3 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de
Louis Feuillée. “Descripción y planta del Callao [1713]” (Quiroz Chueca).
Amédée Frezier. “Plano y per!l del Presidio del Callao [1713]” (Sifuentes de la Cruz).
Leonardo de Ferrari. “Plano del Callao amurallado [1655]” (Sánchez Rubio et
al., Edits.).
Autor desconocido. “Plano conjunto de Lima y el Callao amurallados” (Bonilla
di Tola).
Francisco Antonio Montalvo. “El Callao en 1678”; (Quiroz Chueca).
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y el Callao (1964).
Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti!caciones en el Perú durante la época virreinal (1979).
68
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
2.2.4. 28 de octubre de 1746
Destrucción por cataclismo del Callao antiguo
Principales datos del sismo
Epicentro aproximado: frente a la bahía de Lima. Hora: 10.30 p m. Duración: 3-4
minutos. Magnitud: ! 8 ML o Richter. Tipo de movimiento: Lateral este-oeste*. Hora
del tsunami: aproximadamente a las 11.00 pm, segunda y mayor ola pocos minutos
después. Réplicas más severas: 4 am y 7 am del 29 de octubre. Réplicas perceptibles:
hasta 430 movimientos durante los siguientes 120 días. Vidas perdidas en el puerto
del Callao: aproximadamente 4 000 personas (95% de la población). Vidas perdidas
en la ciudad de Lima: aproximadamente 7 500 personas (12% de la población). Estado del Callao tras el sismo: desaparición. Estado de Lima tras el sismo: ruina completa.
2.2.4
Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de
Luis de Surville. “Plano del Callao de Lima y sus inmediaciones [1778] (Archivo General de Indias, http://www.nmm.ac.uk/collections/explore/object.
cfm?ID=P%2F18%286%29 Consultado el 18 de diciembre del 2007).
Rubén Vargas Ugarte. “Croquis de la Villa del Callao después del terremoto de
1746” (Vargas Ugarte).
José Antonio Manso de Velasco. “Terremoto que esperimentó esta ciudad de los
Reyes en 28 de Octubre de 1746” (Manso de Velasco, 1859).
José Manuel Valega. “Temblores y terremotos en Lima” (Valega, 390).
Jorge Juan y Antonio de Ulloa. “El Callao entre 1743 y 1746” (Quiroz Chueca).
Charles Darwin (1989).
*
La dirección horizontal este-oeste del movimiento, además de la gran intensidad, hace pensar
que pudo tratarse de un sismo por subducción de placa continental, uno de los tipos más
poderosos que se conocen.
69
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
2.2.5. Período 1747-1800
Fundación de Bellavista y militarización del puerto
Proyectos de arquitectura militar durante este periodo
1747 Fortín de San Miguel, Fortín de San Rafael, parapetos de piedra
1747-1774
Castillo Real Felipe, que contiene entre sus principales elementos
a los torreones del Rey, de la Reina, de San Carlos, de San José, de San
Felipe, y la torre Caballero de los 12 cañones
Ataques al puerto durante este período
Ninguno
Acechos al puerto durante este período
Ninguno
Plano 2.2.5 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de
Luis de Surville. “Plano del Callao de Lima y sus inmediaciones [1778] (Archivo de Indias, http://www.nmm.ac.uk/collections/explñore/object.cfm?ID=
P%2F18%286%29 Consultado el 18 de diciembre del 2007).
Rubén Vargas Ugarte. “Croquis de la Villa del Callao después del terremoto de
1746” (Vargas Ugarte).
Autor desconocido. Plano que superpone de la ubicación de la nueva Fortaleza
del Real Felipe con respecto a las antiguas murallas (Quiroz Chueca).
Autor desconocido. Plano del sector de las nuevas habilitaciones portuarias y
parte del Real Felipe (Quiroz Chueca).
Francisco Cañas. “Primer plano del Callao Republicano [1826]” (Quiroz Chueca).
José Antonio Manso de Velasco. “Nueva Fortaleza del Callao” (Manso de Velasco).
Jorge Juan y Antonio de Ulloa. “El Callao entre 1743 y 1746” (Quiroz Chueca).
Victoriano Moreno. “Reconstrucción del Callao [1747]” (Quiroz Chueca).
Humberto Cotos. “El Callao: historia, gente y tradición” (Cotos).
70
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
2.2.6. Período 1801-1900
Emancipación, Independencia y Guerra del Pací•co
Nuevas denominaciones de los fortines y principales elementos del Real Felipe desde 1823
Fortín de Santa Rosa (anteriormente de “San Miguel”), Fortín de El Sol (anteriormente de “San Rafael”). Dentro del Castillo del Real Felipe: torreón de
Manco Capac (anteriormente “del Rey”), torreón “de la Patria” (anteriormente
“de la reina”), baluarte “Jonte” (anteriormente “de San Carlos”), torreón “de la
Natividad” (anteriormente “de San José”).
Acechos militares al puerto durante este período
1883 Asedio y bloqueo de la fuerza naval chilena entre enero y octubre
Ataques militares al puerto durante este período
1820
General José de San Martín repelido por realistas desde el Real Felipe.
1824-1826 Rodil y los últimos realistas se atrincheran en el Real Felipe.
1866
Casto Méndez Núñez y su “expedición cientí!ca” repelida el 2 de mayo.
Plano 2.2.6 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de
Mariano Paz Soldán. “Plano Topográ!co de la ciudad del Callao [1855-1862]”
(Paz-Soldán).
Autor desconocido. Plano del sector de las nuevas habilitaciones portuarias y
parte del Real Felipe” (Quiroz Chueca).
Humberto Cotos. “El Callao: historia, gente y tradición. La Fortaleza del Real
Felipe” (Cotos).
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y el Callao (1964).
Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti!caciones en el Perú durante la época virreinal (1979).
71
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
2.2.7. Período 1901-2007
El puerto comercial y la metrópoli de Lima
Acechos militares durante este período
Ninguno
Ataques militares durante este período
Ninguno
Plano 2.2.7 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de
Mariano Paz Soldán. “Plano Topográ!co de la ciudad del Callao [1855-1862]”
(Paz Soldán).
Amado Góngora Perea. “Plano de la Ciudad de Lima Metropolitana” (1999).
Sánchez Rubio, Rocío; Testón Núñez, Isabel y Carlos M. Sánchez Rubio, Edits.
(2008).
Google Earth (www.GoogleEarth.com).
72
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
73
2.2.1. Período 1537-1590. Habilitación del puerto y primeras defensas militares. (Augustin, 2006)
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
74
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
75
2.2.2. Período 1591-1640. Parapetos y fortines, sistema defensivo del Callao antiguo. (Augustin, 2006)
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
76
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
77
2.2.3. Período 1641-1745. Consolidación del sistema defensivo, las murallas del puerto. (Augustin, 2006)
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
78
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
79
2.2.4. 28 de octubre de 1746. Destrucción por cataclismo del Callao antiguo. (Augustin, 2006)
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
80
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
81
2.2.5. Período 1747-1800. Fundación de Bellavista y militarización del puerto. (Augustín, 2006)
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
82
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
83
2.2.6. Período 1801-1900. Emancipación, Independencia y Guerra del Pací•co. (Augustin, 2006)
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
84
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
85
2.2.7. Período 1901-2006. El puerto comercial y la Metrópoli de Lima. (Augustin, 2006)
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Capítulo III
Obras y proyectos coloniales de arquitectura militar
para la defensa del casco urbano de Lima
87
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
88
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Cuartel de Artillería de Santa Catalina, construido en 1806
3.1. Forti•caciones coloniales anteriores y posteriores a la construcción
de las murallas de Lima
El primer pedido para la creación de una casa fuerte o “ciudadela” para
proteger la ciudad de Lima se dio por Cédula del 23 de noviembre de 1537,
cuando la corona recibió una petición del procurador Hernando de Cevallos,
quien, en representación del Cabildo, exponía la necesidad de construir un
recinto donde pudiera protegerse a la población española, además de fungir
como depósito de armas y pertrechos1.
Esta primera propuesta tuvo como •n principal la protección de la
ciudad contra rebeliones indígenas como la de Kisu Yupanqui ocurrida un año
antes, sin embargo, la obra no llegó a realizarse debido a la inestabilidad política
de los años de la Conquista.
Alrededor de 1560, terminadas las guerras civiles entre los conquistadores
y apaciguadas las rebeliones indígenas iniciales, el virrey Andrés Hurtado de
Mendoza instituyó la Guardia del Reino, compuesta por una compañía de
1
Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti•caciones en el Perú durante la época virreinal. Caracas:
Academia Nacional de la Historia, 1979; 149.
89
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
lanceros, otra de arcabuceros y la tercera de alabarderos2, la cual fue su•ciente
para disuadir cualquier otro ataque durante este temprano período, permitiendo
a la ciudad crecer y prosperar algunas décadas sin inquietud por obras o
proyectos de arquitectura militar. Lo probabilidad de un ataque desde Europa
quedaba aparentemente descartado por la tranquilidad de tener “un continente
por muralla y dos océanos por fosos”3, y por la errada con•anza en que cualquier
ataque sobre Lima debería pasar primero por el Callao, pudiéndose en realidad
sortear fácilmente el puerto desembarcando a alguna distancia de él y atacando
la ciudad desde alguno de sus •ancos.
Las noticias de los ataques piratas en Panamá, el Golfo de México y
las islas del Caribe durante la segunda mitad del siglo XVI e inicios del XVII,
llevaron a discutir los primeros sistemas de defensa para Lima. En 1580,
terminando el gobierno del virrey Francisco de Toledo, llegaron noticias sobre
la consideración de Felipe II de amurallar la ciudad4, sin embargo, esta intención
no llegó a convertirse en proyecto.
Las deliberaciones entorno a la forti•cación de la ciudad se retomaban
cada cierto tiempo, generalmente cuando se tenía noticias de ataques piratas
en otros puertos y ciudades costeras, y estas se disipaban al alejarse el peligro.
Las opiniones sobre la forma correcta de proteger la ciudad variaban entre la
edi•cación de un fortín o “casa-fuerte” desde el cual se pudiera defender el sitio
de la ciudad y a sus habitantes, entre el amurallamiento total del casco urbano y
el mejor adiestramiento de los cuerpos de caballería de los vecinos, quienes en
su gran mayoría no tenían experiencia ni disposición alguna para el combate.
La organización de las tropas civiles de defensas de las ciudades llegó en
1600, al crear Felipe III la Junta de Guerra de Indias, organismo que tuvo a su
cargo la organización y el nombramiento de los mandos militares mayores de
las ciudades de los virreinatos, esta facultad sería asumida luego por los virreyes
2
3
4
90
Escuela de Infantería del Ejército del Perú. Historia de la Infanteria. Lima: 2006; 13.
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Lima: Academia Nacional
de la Historia del Perú; Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1964; 8.
Ricardo Beltrán y Rózpide. “El Memorial de D. Francisco de Toledo” en Colección de las
memorias o relaciones que escribieron los virreyes del Perú: acerca del estado en que dejaban las cosas generales
del reino. Madrid: Imprenta del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús, 1921; 82.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
dentro de sus ciudades, quedando obligada la ciudadanía a acudir “con sus
personas, caballos y armas” durante la guerra, y a la “disciplina y enseñanza en la
milicia” durante la paz, logrando así formar tropas militares no acuarteladas sin
costo alguno para el Estado5.
En 1602 el virrey Luis de Velasco, recibió de Pedro Ozores de Ulloa
y Alonso de Ribera una recomendación para que se cave un “trincherón”
alrededor de la ciudad, con revellines en sus puntos de acceso; luego, en 1615
Juan de Belveder propuso dar de alta a las compañías limeñas de lanceros y
arcabuceros, así como a la guardia de Palacio, para poder costear con lo ahorrado
una ciudadela forti•cada en el barrio de San Lázaro (El Rímac), con capacidad
para albergar cuatro mil hombres permanentemente6.
Sin embargo, las autoridades virreinales del Perú durante este período no
consideraron necesarias las grandes obras de arquitectura militar para sus puertos
o ciudades. El virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros (16071615), además de disolver la Guardia del Reino instituida en 1560, justi•có en sus
“Relaciones de Gobierno” la escasa necesidad de gasto en la defensa, relatando
la relativa facilidad con que doblegó la incursion de Joris van Spielbergen en
1615:
[Que la defensa]...se reduzca a retirar la gente y alzar los bastimentos, excepto
en éste del Callao, que por la vecindad de Lima y ser escala principal de los
navíos de toda la contratación, es necesario tenerle siempre defensible; y
aunque en la ocasión pasada pude yo conseguirlo un poco mas de 24 horas,
de manera que aunque el enemigo surgió no hizo, antes recibio daño, y le
resultara mayor si prosiguiera el intento de tomar tierra, con todo eso me
pareció levantar algunas trincheras de asiento y tres plataformas para que la
Artillería obre con mas puntería: todo queda trazado y hecha la muestra en
conformidad de lo que tuve por conveniente7.
5
6
7
Escuela de Infantería del Ejército del Perú. Op. cit., 14. .
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 153-154.
Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, en Manuel Atanasio Fuentes. Editor.
Memorias de los virreyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Lima: Librería
Central de Felipe Bailly, 1859; T 1: 200
91
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
El gran susto generado en 1615 por la expedición pirata del alemán
Spielbergen llevó a plantear los primeros proyectos importantes para la defensa
de Lima. En 1617 el comerciante Juan Arias Tarragona envió al Consejo de Indias
un proyecto que proponía utilizar el cauce del río Rímac como barrera natural,
y cavar un foso alrededor del resto de la ciudad, que serviría como protección
provisional, y que debía ser cercado por ladrillos de adobe fabricados de la tierra
extraída del mismo foso, una vez terminada la amenaza extranjera8.
Luego, el 1 de agosto de 1618 el Provincial de la Compañía de Jesús
padre Diego Álvarez de Paz, solicitó al virrey la construcción de defensas
adecuadas para el resguardo de Lima, a este pedido se sumaron casi todas la
órdenes religiosas, depositarias en su época de la mayor parte de las riquezas de
la ciudad, ofreciéndose casi todas ellas a colaborar con parte del •nanciamiento
y con la mano de obra. Todos estos pedidos fueron desestimados por la corona,
no estando dispuestos a ningún tipo de desembolso para defensas militares9.
Ante la necesidad de establecer el método más adecuado para la defensa
de Lima, el virrey Diego Fernández de Córdova, marqués de Guadalcázar,
convocó por Cédula del 7 de noviembre de 1623 a una encuesta entre los vecinos
sobre la conveniencia de amurallar Lima, y el 9 de octubre de 1624 llamó a
reunión a todas las principales autoridades y personalidades de la ciudad, cuyas
experiencias en sus respectivos campos y o•cios podrían aportar en bien de la
obra: regidores, alcaldes, exalcaldes, generales, tenientes y almirantes, así como
el ingeniero capitán Rodrigo Montero de Uduarte, el capitán genovés Pascual
Ferruche, el cosmógrafo Francisco de Quirós y el Obrero Mayor de la Catedral,
Juan Martínez de Arrona. Al terminar la reunión, veintidós de los convocados
se mostraron a favor de la construcción del muro y seis en contra, quedando
establecido así el compromiso de las autoridades de la ciudad con la construcción
de sus murallas defensivas10.
8
9
10
92
Bertram T. Lee y Juan Bromley. Libros de Cabildos de Lima. Lima: Concejo Provincial de Lima,
1956; 561-567.
María Antonia Durán Montero. Lima en el siglo XVII: arquitectura, urbanismo y vida cotidiana.
Sevilla: Excma. Diputación Provincial de Sevilla, 1994; 85-86.
Juan Bromley, “La ciudad de Lima durante el gobierno del virrey conde de la Monclova”, en
Revista Histórica. Lima: Academia Nacional de la Historia, 1955-1956, 161-162.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Sin embargo, el compromiso acordado para construir la muralla no fue
su•ciente, pues el virrey estaba decidido a llevar a cabo la obra sin comprometer
en el gasto a la Real Hacienda, proponiendo como indispensables la aportación de
fondos privados y donaciones de materiales y del trabajo de esclavos por parte de
los vecinos, de las órdenes religiosas y de las principales instituciones de la ciudad11.
Ese mismo año de 1624, el fraile y arquitecto franciscano Miguel de
Huerta, realizó por orden del Consejo de Indias un modelo de murallas para
Lima al cual no se le dio mayor consideración12, y apenas un año después, en
1625, Pascual Ferruche tenía listos el diseño y los planos de dos proyectos para la
defensa de la capital: murallas y forti•caciones para el casco urbano de la ciudad,
y una fortaleza o ciudadela en La Punta, del Callao13 .
Una vez más, al haberse disipado el peligro de los piratas, dejó de parecer
indispensable la gran edi•cación. El proyecto fue observado, teniendo en su
contra que el perímetro de las murallas debía alcanzar los dos kilómetros y
medio, y tan dilatada línea de defensa se consideró difícil de proteger, además, el
costo económico de la obra era enorme, no estando dispuestas las autoridades
españolas a cubrir parte del costo del proyecto, acostumbrados como estaban a
recibir del Virreinato del Perú únicamente ganancias.
Entre las instituciones de la ciudad, la mayor oposición provino por
parte de la Corporación Edilicia, la cual opinó que el terreno de cascajo sobre el
cual se ubicaba Lima obligaba a murallas con cimientos demasiado profundos,
además el contorno de éstas sería muy irregular y habría necesidad de derribar
gran cantidad de propiedades para darles paso, e igualmente demoler todos
los edi•cios que quedaran próximos a la cerca, pues tomados estos por el
enemigo serían de gran ventaja para él. Señalaban, además, que tomaría por lo
11
12
13
“Relaciones del Marqués de Guadalcazar” en Ángel De Altolaguirre Duval, director.
Colección de las memorias o relaciones que escribieron los virreyes del Perú: acerca del estado en que dejaban
las cosas generales del reino, Madrid: 1930; T II. 169.
Miguel Ángel Castillo Oreja y J. Luis González García. Ad Maiorem Ordinum Gloriam: Arte,
Retórica y Propaganda en la Historiografía Conventual de la Ciudad de los Reyes (1600-1687). Sevilla:
Universidad Pablo de Olavide, 2002; 733.
Manuel de Mendiburu. Diccionario histórico-biográ!co del Perú: parte primera que corresponde a la época
de la dominación española. Lima: Imprenta de J. Francisco Solis, 1885, 25.
93
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
menos treinta años recaudar lo necesario por medio de sisas, y por último, la
Corporación Edilicia temía la posibilidad que el agua de la Acequia Grande, o
riachuelo Huatica, sea desviada contra el muro a la altura del Convento de Santa
Clara, derribándolo fácilmente por socavación14.
La opinión del Cabildo de la ciudad tampoco fue favorable para la
ejecución de las murallas; se dijo que lejos de bene!ciosa, esta obra podría
ser muy perjudicial, y que sería su!ciente la potenciación de una escuadra y
la edi!cación de un fortín o ciudadela en el Callao. Al respecto, el historiador
Lohmann Villena señala acertadamente que de esta manera el Cabildo justi!caba
con razones técnicas un asunto donde lo que se buscaba realmente era evitar el
gran desembolso de los vecinos que generaría la construcción de la forti!cación,
mientras que, en cambio, la habilitación de una escuadra tendría que ser costeada
únicamente por la Real Hacienda.
Como respuesta !nal a este proyecto, la corona aconsejó excavar trincheras
en torno al núcleo urbano de la ciudad, y la construcción de varios reductos para
acomodar piezas de artillería. El virrey Fernández de Córdova consideró que la
línea de esta trinchera sería demasiado dilatada para una adecuada defensa, además
de excesivamente costosa, siendo este tipo de medidas justi!cables únicamente en
casos de emergencia, no llegando !nalmente a realizarse ninguna de estas obras 15.
Sistema defensivo de la bahía de Lima, primera mitad del siglo XVII (Augustin, 2006)
14
15
94
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit.,162.
Ibíd., 163.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Un proyecto alternativo y más económico para la defensa de Lima fue
presentado el 12 de mayo de 1626 por Cristóbal de Espinosa. Este sistema
proponía la implementación de cañones y forti•caciones dentro del mismo casco
urbano por medio de la transformación de algunos edi•cios y la habilitación de
otros, de manera que guareciesen por todos sus •ancos y accesos a la manzana
central de la ciudad o “Plaza Mayor”, como la casa de gobierno y de los principales
vecinos e instituciones de la ciudad, así como a las reservas de pertrechos y
víveres necesarios para defender el área.
La propuesta comprendía trabajos de forti•cación general y la fabricación
de macizos torreones de piedra para troneras en las esquinas de los conventos
de La Merced, san Agustín, santo Domingo, san Francisco y san Pablo (hoy
san Pedro); así como la colocación de artillería en el puente de piedra y en las
Reconstrucción del proyecto de defensa de Cristóbal de Espinosa, 1626 (Augustin, 2006)
95
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
esquinas que desembocan hacia el río desde san Francisco y santo Domingo, así
como en otros puntos alrededor del perímetro entero de la ciudad16.
Esta propuesta se mostraba teóricamente sencilla de llevar a cabo, pues
la regularidad de la disposición geométrica a modo de “campamento romano”
utilizado para la traza urbana de Lima y de casi todas las ciudades españolas
fundadas en América, permitía cubrir y defender con relativamente pocas líneas
de fuego todos los accesos al centro del Damero.
Sin embargo, la transformación de muchos templos y conventos de la
ciudad en pequeños fortines no sentó bien entre las órdenes religiosas, y una vez
más, alejado el peligro extranjero, el proyecto fue pospuesto permanentemente.
En 1627, bajo el gobierno de Diego Fernández de Córdoba, se llevó a
cabo un importante proyecto de defensa para la ciudad: en las cercanías de la
Hacienda Chuquitanta, en el actual distrito de San Martín de Porres, se levantó
un murallón o tapial de quinientos metros de longitud, con foso y cinco reductos
o pequeños baluartes, tres de los cuales eran para artillería y dos para mosquetes,
con cuatro bocas de fuego por reducto y una dotación permanente de hombres17.
La vida útil de este murallón no fue muy larga, menos de una década
después, el siguiente virrey, Luis Jerónimo Hernández de Cabrera, conde de
Chinchón (1629-1639), ordenó la disolución de las tropas que resguardaban esta
forti•cación y la de Los Pozuelos en La Punta, por considerarlas innecesarias y
demasiado distantes de la ciudad, aunque se conservaron sus estructuras para
caso de futura necesidad, y otorgó la seguridad de la capital enteramente a manos
de sus vecinos, recibiendo del Consejo de Indias una importante dotación de
seiscientos mosquetes y novecientos arcabuces18.
Alrededor de 1640, paralelamente a la construcción de las murallas del
Callao, se planteó nuevamente el amurallamiento de Lima, sin llegar tampoco esta
16
17
18
96
Miguel Ángel Castillo Oreja y J. Luis González García. Ad Maiorem Ordinum Gloriam: Arte,
Retórica y propaganda en la historiografía conventual de la Ciudad de los Reyes (1600-1687). Op. cit., 733
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit.,154.
Ibíd., 166.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
vez a prosperar el proyecto, y aunque seguían llegando noticias de ataques piratas
en puertos e islas del otro lado y al sur del continente, fueron las constantes
rebeliones de indígenas y esclavos negros las que llevaron el peligro mayor a
la ciudad durante este periodo de más de sesenta años, transcurridos entre la
primera iniciativa de 1624 y la ejecución de las murallas de Lima, en 1687.
Estas primeras revueltas persiguieron más la reivindicación de derechos
básicos que la emancipación del invasor español, y tuvieron su auge entre
los años 1666 y 1668. En diciembre de 1666 se develó un plan de los nativos
sometidos en las haciendas cercanas a Lima para desviar la Acequia Grande
de Santa Clara o río Huatica, antiguo brazo del Rímac que cruzaba parte de la
ciudad, para luego provocar incendios en distintos puntos de Lima, y dar muerte
a los españoles19. El incidente más grave se dio en 1667, la rebelión indígena que
tuvo como foco el arco del Puente de Piedra mantuvo en zozobra a la ciudad
durante casi una semana; •nalmente derrotada, los indígenas cabecillas fueron
decapitados y sus manos y cabezas expuestas en la Plaza de la ciudad, como
advertencia para futuras rebeliones20.
Pocos años después, bajo el gobierno de Baltasar de la Cueva Henríquez,
conde de Castellar (1674-1678), y con la noticia de la destrucción de Panamá aun
fresca, hubo la •rme creencia que un ataque similar de piratas ingleses amenazaba
Lima. En 1673 se había vuelto a hablar de murallas para la ciudad, y a •nes
de diciembre de 1675 se autorizó y difundió el uso de armas entre civiles y se
generalizaron las rondas nocturnas por las calles, en las cuales estaban obligados
a participar “tanto colegiales como dueños de negocios y hasta los alcaldes de
Corte”21.
Un estudio sobre la verdadera situación de las defensas de los puertos y
ciudades costeras del Virreinato del Perú fue encargado al ingeniero mayor Luis
Venegas Osorio en 1680, quien realizó el periplo bajo la investidura de “Visitador
19
20
21
Joseph y Francisco de Mugaburu. Diario de Lima (1640-1694): crónica de la época colonial. Lima:
Imprenta de Sanmartí y Cia, 1917-1918.
Luis Guzmán Palomino. “Lima frente a la dominación crítica colonial hispana”. Lima: 2006; 3.
José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos.
Lima: Cultura Ecléctica, 1939; 162.
97
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
de las forti•caciones de tierra •rme y costas del mar del sur” asignado por la
Corona española. El informe y las recomendaciones resultantes del estudio de
Venegas Osorio fueron entregados al virrey arzobispo Melchor Liñán y Cisneros
en 1681; estas planteaban, además del amurallamiento de Lima, el reforzamiento
de las forti•caciones de los principales puertos y ciudades costeras del Virreinato
del Perú; el Informe fue desestimado por Liñán, cali•cando las murallas como
innecesarias y onerosas para la ciudad. Ante las opiniones encontradas, la Junta
de Guerra del virreinato decidió que debía ser el siguiente virrey quien debía
de•nir y tomar decisión sobre la manera más adecuada para defender la capital22.
La llegada del Melchor de Navarra y Rocaful, el duque de la Palata, al
gobierno del Virreinato del Perú en 1681 trajo una completa reforma al sistema
de defensa de la ciudad. A la construcción de las murallas de Lima se sumó
también la adecuada organización del Batallón de la Ciudad de Lima. Para
1685 este cuerpo de defensa estaba conformado por diecinueve compañías de
infantería española y nueve de caballería; además se contaba entre sus •las a
milicias conformadas por indígenas, negros y mulatos, cuyos capitanes estaban
bajo órdenes de un maestre de campo de batalla español o criollo23.
Este batallón civil de defensa no tenía carácter de permanente, y se
convocaba únicamente al hacerse probable algún ataque o peligro para la ciudad;
llegada la ocasión, se hacían nuevas listas de reclutamiento, quedando al servicio
de alguna de las diecinueve banderas de infantería los aproximadamente cuatro
mil españoles aptos para la batalla que vivían en la ciudad durante este período24.
El gremio de comerciantes conformaba seis de estas diecinueve compañías de
infantería; los capitanes y maestres de campo de las restantes trece compañías
realizaron por esta época una demanda por el pago de treinta pesos por sus
servicios, el duque de la Palata denegó la demanda, justi•cándolo luego en su
“Relación de Gobierno”:
22
23
24
98
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 176.
Escuela de Infantería del Ejército del Perú. Historia de la Infantería. Op. cit., 14.
Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, en Memorias de los virreyes que han gobernado el
Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Vol. II, Madrid: Imp. de Felipe Bailly, 1859; 540.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
para la defensa de su propia ciudad y de sus cassas todos los vecinos tienen
la obligación de tomar las armas, que no les ha de pagar V.M. porque se
de•endan, quando no los sacan de su trabajo, de sus ocupaciones y de el
cuydado de sus hacienda25.
Se decidió entonces pagar únicamente al maestre del Batallón de Lima, y
a los capitanes y maestres de campo que salieran en campaña fuera de la ciudad
como había venido haciéndose; armó además dos cuerpos de caballería de diez
hombres cada uno para montar guardia permanente alrededor de los puntos
de desembarco existentes en las costa cercanas a Lima, con el propósito de dar
inmediato aviso sobre la presencia de cualquier •ota de navíos extraña26.
No terminaron, sin embargo, con la construcción de las murallas, los
proyectos de forti•caciones para la ciudad. Durante el gobierno de Manuel de
Oms y Santa Pau (1707-1710) llegó a las costas del Perú la •ota del inglés Charles
Wagner, una de las últimas •otas piratas en amenazar las costas del virreinato;
ésta amenaza llevó a considerar nuevamente la mejora de las defensas y de la
capacidad de respuesta militar de Lima, gastándose alrededor de ciento cincuenta
mil pesos en la repotenciación de la artillería de fortines y navíos27, sin llegar a
invertirse mayores recursos en mejorar o refaccionar las cortinas y los baluartes
de las murallas de la ciudad.
Con el siglo XVIII empezó también una tendencia que llevaría a algunos
de los siguientes virreyes a dar mayor importancia a la construcción de caminos,
parques y plazas tanto dentro de ciudades como entre éstas, haciendo un mayor
gasto en habilitación urbana, y disminuyendo el presupuesto para la defensa
militar de la ciudad. En la modernización de la capital fue notable la obra del
obispo-virrey Diego Ladrón de Guevara, quien gobernó el Virreinato del Perú
entre 1710 y 1716, realizando las primeras obras importantes de ornato urbano.
Durante las siguientes décadas, la aparición de varias epidemias de
enfermedades diezmó gran parte de la población indígena de la costa, lo que
25
26
27
Ibíd., 541.
Ibíd., 542.
José María Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Op. cit., 139.
99
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
llevó a refugiarse en las alturas de la sierra a la mayoría de los que quedaron
con vida en las principales ciudades. Esto di•cultó a su vez la ejecución de
grandes obras de arquitectura, sean estas civiles, religiosas o militares, pues para
la ejecución de cualquiera de estos proyectos fue siempre indispensable la mano
de obra y la servidumbre del subyugado hombre indígena, a quienes se agrupaba
en “reducciones”, “rancherías” o “cercados”, inmediatos a todas las principales
ciudades españolas fundadas en América.
La nueva amenaza que representaba para Lima la declaración de la
Guerra entre España e Inglaterra en 1739, y la llegada a las costas del virreinato
del corsario inglés lord George Anson al año siguiente, hicieron que se vuelvan
a considerar la construcción de forti•caciones y defensas para la ciudad,
teniéndose a las murallas de Lima y a sus forti•caciones existentes como
inadecuadas desde el punto de vista de la arquitectura militar para contener
cualquier ataque importante a la ciudad; tanto por el pobre criterio técnico con
que se construyeron como por el deteriorado estado en que se encontraban tras
casi cincuenta años de construidas.
Así, el último proyecto importante para la forti•cación de Lima llegó
en 1740, cuando Pedro de Peralta Barnuevo Rocha y Benavides28 sustentó una
fundamentada propuesta para la construcción de una ciudadela forti•cada cercana
al núcleo urbano de la ciudad. Esta propuesta quedó recogida en el manuscrito
Lima Inexpugnable, Discurso Hercotectónico sobre la defensa de Lima, publicado en Lima
en 1740. En él se indica que no era conveniente forti•car con parapetos, fortines
o baterías las orillas de las costas, pues esto era muy costoso, considerando la
inmensa extensión de las playas y lo aleatorio que resultaban generalmente los
disparos de artillería contra objetos en el mar.
Indica también De Peralta Barnuevo que la ciudadela necesitaría de por
lo menos un ejército de doce mil hombres para poder ser tomada, alto número
que no podría ser alcanzado por tropa de desembarco alguna, y que por lo tanto
28
Lima, 1664-1743. Escritor, poeta, historiador y erudito limeño. Rector de la Universidad
Mayor de San Marcos y del Colegio de San Carlos; miembro de la Academia de Ciencias de
París y Cosmógrafo Mayor del Virreinato; pionero en las ideas de la Ilustración en el Perú y
principal gestor de la reforma educativa, entre muchos otros grado y títulos.
100
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
esta gran obra de arquitectura militar no necesitara de taludes ni escarpadas para
sus cortinas y baluartes; ni de contraguardias, medialunas, torres bastionadas,
revellines u obras exteriores en sus puertas. Esto haría menos costosa su
erección, además, no deberá completarse la obra toda de una vez, pues tampoco
era necesario por el momento rellenar los baluartes, bastando los que llama
“vacíos”, construyendo terraplenes únicamente en los •ancos estrictamente
necesarios para la defensa de la ciudad, los cuales tendrán su•ciente altura y
profundidad para la correcta colocación de las piezas de artillería, y para darle a
ésta la oportunidad de realizar disparos certeros y rasantes.
Se utilizarían para su fábrica los adobes de las cortinas de las murallas,
justi•cándose el costo largamente por la riqueza que protegerá. La importancia
de la seguridad de esta ciudad para la existencia misma del virreinato quedaba
subrayada por De Peralta al asegurar que: “Defendida Lima, todo efta defendido:
perdida ella, todo efta perdido”29.
No duda De Peralta sobre la capacidad del Callao para defenderse
adecuadamente a sí mismo, pero indica que de llegar a caer el puerto en poder
del enemigo pasarían todos sus cañones a manos del invasor, y que al trasladarse
a las puertas de Lima estas piezas de artillería se sumarían al ataque de la capital,
haciendo más probable su caída; además, ante esta amenaza las murallas no son
adecuadas para defensa alguna: “Que muralla es la de Lima, que con cualquiera
efcala no pueda montarle, ó con cualquiera zapa no pueda abrirle?”30. Deduce
así, que mientras más impenetrable se mostrara el Callao tanto más expuesta
se ofrecía Lima; duda, sin embargo, que un ataque a Lima tuviera que pasar
necesariamente por el puerto, pues se le hacía improbable que el enemigo
empiece por lo más difícil, teniendo a la mano lo más fácil, que entre por lo
“cerrado”, teniendo a mano lo “abierto”: “el Ladrón no entra por la puerta
defendida del Rebaño, sino por la parte descuidada del Redil”31.
Escribe el erudito limeño que las ciudades sospechosas en su •delidad
y lealtad hacia sus vecinas o hacia sus coronas, y cuya obediencia necesita ser
29
30
31
“Conveniencias que se siguen de la ciudadela”, en Luis Antonio Eguiguren Escudero. Lima
inexpugnable: un libro desconocido del polígrafo Don Pedro Peralta Barnuevo. Lima: Liurimsa, 1966, 34.
Ibíd., 34-35.
Ibíd.
101
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
vigilada, requieren forti•caciones elevadas sobre la población, en montículos
o promontorios que dominen la ciudad; y que no siendo este el caso de Lima,
no se requiere de esta forti•cación sobre su cabeza. De Peralta utilizaba de esta
manera la sustentación de su proyecto como un medio de rea•rmar la lealtad
limeña hacia la corona, haciendo más viable el interés en su •nanciamiento.
De Peralta identi•ca el sitio más elevado de la ciudad en las inmediaciones
del Convento de los Religiosos Betlehemitas32, sin considerarlo adecuado para
ubicar la ciudadela, además, por tener en la cercanía algunos pequeños cerros y
colinas, que tomados por el invasor dejarían el interior del recinto expuesto a los
tiros de la artillería enemiga, otorgando así una ventaja inaceptable a la que De
Peralta llama “el mando”.
El segundo punto que hacía inconveniente este lugar para la construcción
de la ciudadela era que no podría defenderse desde allí el lado más expuesto de la
ciudad, el •anco sur, pues entre éste y la ciudadela se interponían muchos de los
edi•cios de la ciudad, los cuales quedarían destruidos al tiro de los cañones.
La ciudadela estaría ubicada en una línea entre la Recolección de Guía del
Rímac y la portada del Callao; es decir, desde el hoy cruce de las avenidas Alcázar
y Francisco Pizarro en el Rímac hasta la Plaza Dos de Mayo aproximadamente;
desde este lugar se dominarían tanto la parte alta como la parte baja de la ciudad,
siendo su•ciente la dimensión del recinto propuesto para defender a la población
interiormente por todas sus partes con solo tiros de mosquete, y hacia el exterior
con la fuerza de su artillería.
La gran ciudadela forti•cada de De Peralta tendría la forma de un
hexágono regular abaluartado, exento de los componentes antes mencionados,
pero con garitas en su perímetro y rastrillo en la puerta principal. El diámetro
del hexágono proyectado era de doscientas cuarenta toesas francesas, que son
32
Los Betlehemitas tuvieron templo y convento en las inmediaciones del actual cuartel “de
Barbones” de los Barrios Altos; éste cuartel, una portada de las murallas de Lima y varios
otros elementos de este sector deben su nombre a las largas barbas que se dejaban estos
religiosos, quienes transitaban frecuentemente por este sector.
102
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
quinientos sesenta varas castellanas o cuatrocientos setenta y ocho metros
aproximadamente, a los que se sumarían trescientos treinta y tres varas o
doscientos setenta y ocho metros de murallas o cortinas en ambos extremos
del recinto, por sus lados sur y norte, formando una línea forti•cada de mil
doscientos veintiséis varas o mil veinticuatro metros, conformadas por la
forti•cación principal y sus cortinas laterales33.
A este sistema defensivo debería sumarse luego la excavación de
dos tramos de trincheras con sus fosos o cortaduras y parapetos, para cerrar
adecuadamente el •anco abierto entre el barrio de San Lázaro y el brazo norte de
las cortinas complementarias del sistema defensivo; es decir, la zona del cauce del
río Rímac. Estas trincheras contarían con baterías para falconetes y pedreras, las
cuales sumadas a la capacidad de fuego de las forti•caciones principales deberían
ser su•cientes para defender adecuadamente todo este lado de la ciudad.
Finalmente, se propuso también la construcción de una media luna baja,
o batería “a •or de agua” en las inmediaciones de Monserrate, en el cauce mismo
del río. Aunque en este sector se encontraba ya un bastión de la muralla que
podría ser útil para este •n, éste no contaba con plazas bajas, terraplenes ni
orejones, siendo mucho más conveniente la construcción de esta nueva batería,
la que deberá cubrir con su fuego toda la zona del cauce del río e incluso hasta la
línea del mar, acción a la que se podría sumar también el baluarte de Santa Clara,
una vez terraplenado y debidamente artillado.
33
Pedro de Peralta y Barnuevo. “Conveniencias que se siguen de la ciudadela”, en Luis Antonio
Eguiguren Escudero. Lima inexpugnable: un libro desconocido del polígrafo Don Pedro Peralta Barnuevo.
Op. cit., 34-35.
103
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
De esta manera, el erudito limeño intentó cerrar con “Puertas de
Bronce” la ciudad; una Lima inexpugnable “la cual no pueda ser destruida por
bombardeos ni abrazada por el fuego; lo primero por la di•cultad de poner
en sus puertas una fuerza de artillería lo su•cientemente poderosa como para
doblegarla; lo segundo, por lo difícil de penetrar la ciudad por parte alguna”34.
Según Ugarte Eléspuru, el diseño de Godin del fuerte del Real Felipe
fue tomado directamente del proyecto de De Peralta Barnuevo, debiendo ser
este sabio limeño el receptor de los créditos correspondientes. Ésta a•rmación
podría tomar valor al observarse que ambos proyectos proponen hexágonos
forti•cados, habiéndose construido •nalmente un pentágono irregular en el
Callao; pudiendo, sin embargo, a•rmarse también que ambos proyectos persiguen
los cánones constructivos de la arquitectura militar europea de la época.
Reconstrucción del proyecto de defensa de Pedro De Peralta “Lima Inexpugnable”, 1740 (Augustin, 2006)
34
Ibíd.
104
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
El proyecto de Lima Inexpugnable, que cuenta además con capítulos
dedicados al presupuesto y al !nanciamiento de la obra, así como ejemplos de
forti!caciones similares en Europa, fue recibido por el virrey José Antonio de
Mendoza Caamaño y Sotomayor, marqués de Villagarcía (1736-1745), siendo
desestimado y archivado, nuevamente tras verse disipada la amenaza extranjera
sobre las costas de Lima.
Recién en 1781 se volvió a considerar la mejora de las defensas militares
de la ciudad, esta vez no solo por la necesidad de defender la capital de "otas
extranjeras, sino por las primeras amenazas de sublevaciones emancipadoras e
independentistas. El 22 de septiembre de ese año se emitió una Real Orden para
estudiar conjuntamente los proyectos Lima Inexpugnable de De Peralta Barnuevo
de 1740, y los proyectos de forti!caciones de puertos y ciudades costeras
encargados al corregidor Demetrio Egán, las cuales fueron presentadas el 27 de
febrero de 1782 al virrey Agustín de Jáuregui Aldecoa35.
Los proyectos defensivos de Egán, entre los cuales se hallaban algunos
de forti!caciones para Lima y el Callao, fueron considerados por el virrey
Jáuregui como “meras narraciones” de las características físicas y geográ!cas de
los puertos y las poblaciones costeras, siendo desestimados y archivados junto
al Discurso Hercotectónico de De Peralta Barnuevo. Sin embargo, durante las
siguientes décadas los planos realizados por Demetrio Egán serían de gran utilidad
para conocer y plani!car mejor la defensa y el desarrollo de los asentamientos
urbanos de la costa del Virreinato del Perú36.
Aunque Jáuregui no consideró necesaria la construcción de una gran
ciudadela, la revolución de Túpac Amaru II o José Gabriel Condorcanqui y varios
otros brotes emancipadores, le hicieron revisar y mejorar la estrategia defensiva
limeña; el virrey incorporó la escuela de o!ciales al regimiento de infantería
acantonado en el Callao; en el predio de Santa Catalina, donde se construiría
alrededor de treinta años después el cuartel del mismo nombre, concentró a las
35
36
Luis Antonio Eguiguren Escudero. Lima inexpugnable: un libro desconocido del polígrafo Don Pedro
Peralta Barnuevo. Op. cit., 6.
Ibíd., 7.
105
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
tropas de caballería, y en el Real Colegio de san Felipe concentró a la parte
restante de la infantería37.
Para mediados de este siglo, Lima tenía sobre las armas un total de cuatro
mil ciento cincuenta hombres, de los cuales dos mil novecientos noventa y ocho
servían en la infantería y mil ciento cincuenta y dos en la caballería. Igualmente,
para el año de 1750 la Sala de Armas o arsenal limeño se encontraba apertrechado
con trescientos treinta y nueve cañones de distintos calibres, además de cinco
fusiles, quinientas carabinas, cuatrocientos arcabuces, doscientos cuarenta
mosquetes, cuatrocientos sesenta pistolas y dos mil doscientas espadas38.
Poco después, apaciguado temporalmente el virreinato durante el
gobierno de Teodoro de Croix (1784-1790), se disolvieron todas las tropas y
milicias del virreinato al llegar al Perú los regimientos de infantería española
“Soria” y “Extremadura”, los cuales asumieron la mayor parte de las obligaciones
militares del territorio.
Para 1790, al comenzar el gobierno de Francisco Gil de Taboada y
Lemus, el virreinato tenía cuarenta y cinco mil quinientos soldados; luego, en
1797 el virrey Ambrosio O’Higgins, marqués de Osorno, creó el Escuadrón de
Dragones (nombre que se daba a la infantería montada) “Reina María Luisa”. Un
año antes, y esta vez con el propósito de defender la ciudad de sí misma, fundó
la primera seguridad interna de tipo policial, a la cual encargó rondar la ciudad y
principalmente el camino al Callao39.
La organización del ejército realista y del “Batallón de Lima” empezó a
profesionalizarse a lo largo del siglo XVIII. Las nuevas estrategias y maneras de
organizarse de los ejércitos europeos de la época in•uyeron casi inmediatamente en
el desenvolvimiento tanto de las fuerzas armadas realistas como independentistas.
Las estrategias modernas de la guerra favorecían ahora a la movilidad
de las tropas, a las estudiadas acciones tácticas y a la habilidad de maniobra
37
38
39
Escuela de Infantería del Ejército del Perú. Historia de la Infantería. Op. cit., 1.
Ibíd., 2.
Ibíd., 7.
106
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
de los ejércitos, siendo éstas características tanto o más importantes que la
inexpugnabilidad de un recinto o forti•cación. Esto fue tornando obsoleta la
principal ventaja de las fuerzas realistas: la tenencia de los recintos.
Dos importantes sublevaciones en 1812 y 1813 provocaron varios
encuentros militares entre las fuerzas realistas y las independentistas, y aunque
los patriotas fueron inicialmente derrotados, la probabilidad de una sublevación
mayor y mejor organizada empezaba a hacer inminente el •nal del dominio
español. En 1814 se disolvieron todas las milicias limeñas al llegar desde España
del célebre “Batallón Talavera”40.
Esta fuerza reemplazó a las tropas mayormente criollas que conformaban
las fuerzas realistas, quienes ya no resultaban con•ables para el rey al encontrarse
entre ellas muchos elementos conspiradores y adeptos a la creciente causa
independentista.
De esta manera, las últimas obras de arquitectura militar que se
construirían durante la etapa colonial no serían forti•caciones, sino cuarteles
y recintos para el acantonamiento permanente de cuerpos militares, así como
espacios para la capacitación y el entrenamiento de estos. En 1805 bajo el
régimen de Fernando de Abascal y Sousa, marqués de la Concordia, se fundó la
Escuela Práctica de Artillería en el fundo La Galera, cerca de El Agustino. Un
año más tarde se construyó el Cuartel de Santa Catalina y en él se agruparon a la
parte más importante de los cuerpos de artillería y caballería, así como al grueso
del pertrecho militar de las tropas de defensa de Lima.
El Cuartel de Santa Catalina se proyectó a modo de un gran cuadrángulo
equilátero de aproximadamente ciento setenta metros por lado, cercado por
un murallón almenado. En su interior, además de cuarteles y maestranzas de
armas y municiones se contaba con un amplio espacio para prácticas militares.
En Santa Catalina se organizó además un taller dedicado a la fabricación de
armas, que abasteció a los ejércitos realistas y en la que se fabricaba metralla o
munición, y se fundían distintos tipos de cañones de hasta quinientos quintales;
40
Ibíd., 2.
107
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
a ésta maestranza se le agregaría luego una fábrica de pólvora. Ésta fábrica y las
demás instalaciones del cuartel seguirían siendo utilizadas hasta •nes del siglo
XIX, bastante entrado ya el período Republicano.
Fernando de Abascal tomaría además otras medidas para asegurar la
capital contra sublevaciones internas y contra un temido ataque inglés. A las
reparaciones de la fortaleza del Callao y de las murallas de Lima se sumaron la
creación de una guarnición artillada en la caleta Achira de Chorrillos (La Chira),
y la creación de un plan de defensa de la ciudadanía en caso se produjeran
desembarcos por Ancón o por algún otro punto cercano al Callao, este plan
contemplaba el abandono de la capital en caso de urgencia extrema, trasladar a la
población a lugar seguro para luego reunir a las tropas en las serranías de Lima,
desde donde podría darse mejor batalla al enemigo41 .
Pocos años después, durante el gobierno de Joaquín de la Pezuela, conde
de Viluma (1816-1821) las tropas realistas acantonadas en Aznapuquio pidieron
deponer al virrey. Éste, para evitar la guerra civil y la destrucción de la ciudad
de Lima, entregó el mando al general José de la Serna, quien se retiró a las
alturas de Jauja en 1821, al verse incapaz de defender la capital de las fuerzas
independentistas; la dominación española de Lima había terminado.
41
Manuel de Mendiburu. Diccionario histórico-biográ•co del Perú: parte primera que corresponde a la época
de la dominación española. Op. cit., 55.
108
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
© R.Augustin. 2004
Ángulo interno del bastión subsistente de Santa Lucía, en los Barrios Altos
3.2. Las murallas de Lima
Con la llegada al Perú de Melchor de Navarra y Rocaful, el duque
de la Palata, encargado del Virreinato entre 1681 y 1689, fue llevado a cabo
•nalmente el tan esperado proyecto de forti•cación para Lima. La decisión de
asegurar la capital por medio de murallas y bastiones había sido preferida ya en
varias oportunidades por sobre la construcción de una ciudadela, habiéndose
descartado también con•ar enteramente la seguridad de la ciudad a improvisadas
y poco preparadas tropas civiles de infantería y caballería.
El compromiso político de amurallar la ciudad era antiguo; habiendo
pasado casi sesenta años entre la reunión del Cabildo de Lima de 1624 y la última
reunión de la Junta de Guerra realizada en 1680, menos de un año antes de la
llegada de Navarra y Rocaful, y en la cual se volvió a solicitar la construcción
de las murallas para la protección de la ciudad, dejándose al siguiente virrey la
decisión •nal sobre la verdadera utilidad de la obra y la manera adecuada de
•nanciar y administrar su construcción.
109
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
3.2.1. Elección y características del proyecto original de las murallas de
Lima de J. R. Coninck (agosto, 1673)
Con el Cabildo al mando provisional de la ciudad, debido al repentino
fallecimiento a mediados de 1673 del virrey Pedro Antonio Fernández de Castro,
conde de Lemos, se convocó a una Junta de Guerra para tratar el asunto de
la defensa de Lima, entre otros aspectos urgentes concernientes a la seguridad
militar del virreinato.
A la reunión del 22 de agosto acudieron los principales mandos militares
de Lima, como el maestre de campo general del virreinato: Diego de Martos;
el maestre de campo del Batallón de Lima: Francisco de la Cueva Guzmán;
el maestre de campo del Callao: Antonio Sancho Dávila, entre varios otros
importantes hombres de armas.
Durante la reunión se escucharon y evaluaron tres propuestas distintas
para la forti•cación de Lima, cada una de ellas sustentadas por sus respectivos
planos, memorias descriptivas y métodos de •nanciamiento42. Los proyectos
evaluados pertenecieron al lego dominico Juan Jiménez, a Cosme de Céspedes
y al jesuita belga Jean Raymond Coninck, eligiéndose el proyecto de éste último
por presentar el trabajo mejor detallado, de mayor mérito técnico, y por haberlo
expuesto elocuente y convincentemente.
La memoria descriptiva de Coninck contenía tres apartados. En el primero
explica por qué debía levantarse una muralla y no otro tipo de forti•cación; en la
segunda parte indica la con•guración y las especi•caciones técnicas que debía tener
la obra, y en la tercera se ocupa de la manera como se •nanciará la construcción43.
El visto bueno para la construcción de las murallas entre los militares
reunidos fue casi unánime, mostrándose en contra únicamente el sargento mayor
García de Ocampo, quien señaló que antes que una muralla prefería la posibilidad
de contar con una fuerza adecuada de caballería, pues daría movilidad y poder
de iniciativa sobre el enemigo, evitando la moralmente inadecuada pasividad de
esperarlo detrás de un muro.
42
43
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 166-167.
Ibíd., 167-171.
110
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
3.2.2. Justi•caciones de J. R. Coninck para edi•car las murallas
Las razones que expuso Coninck para levantar las murallas fueron
variadas. Sostenía que desde Lima se debían defender todas las demás ciudades
del virreinato, que sin esta ciudad el Perú quedaba “cual sin corazón el cuerpo”, y
aunque el Callao estaba protegido, un desembarque mayor podría darse en Chilca,
Cochán (Conchán), Chorrillos, Bocanegra, Ventanilla o Ancón. Y el enemigo se
dirigiría luego en línea recta hacia Lima, que no ofrecería mayor resistencia por
lo dilatado del área y de los muchos frentes a defender alrededor de la ciudad,
que no cuenta además con su•cientes hombres preparados para dar lucha ni
con elementos naturales de protección que di•culten la toma de la ciudad44.
Tampoco creía conveniente la habilitación de una poderosa fuerza de
caballería, pues no merecería la pena entrenar y gastar en mantener una fuerza
tal, con la posibilidad que solo sea útil en alguna ocasión y llegada ésta quizá
los encontrara ya bisoños. Compara además los pertrechos que podrían tener
los atacantes extranjeros con el parque militar limeño, el cual se componía
principalmente de carabinas y pistolas, armas de poder inferior a los mosquetes
que con seguridad tendría el enemigo, y los cuales eran difíciles de conservar en
Lima debido a los altos índices de humedad45.
Le parecía inadecuada también la implementación de una •ota poderosa,
pues el gasto que se haría en mantener a sus hombres, además del gasto de construir
y mantener las naves, serviría solo para vigilar la ciudad, debiendo hacerse un gasto
aun mayor para armar las naves una vez llegada alguna amenaza real.
Consideraba inconveniente además la construcción de una ciudadela
en una orilla, o en ambas, del río Rímac, pues aunque se propusieran para
proteger mujeres, niños y hombres inútiles para el combate, así como riquezas
y posesiones, éstas dejaban el mayor sector de la ciudad en poder del enemigo,
quien podía apoderarse de los edi•cios y haciéndosele fácil el bloqueo del agua, de
los abastecimientos y de la comunicación de la ciudadela; y una vez derrotada la
forti•cación, el enemigo podría permanecer en ella tanto tiempo como quisiese.
Por otro lado, este tipo de forti•caciones le parecían demasiado costosas por
44
45
Ibíd., 169.
Ibíd., 170.
111
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
el gran volumen que requerían, además de ser inútiles en tiempos de paz, y su
dotación de hombres y gastos de mantenimiento demasiados elevados46.
Concluye de esta manera Jean Raymond Coninck que el único medio
apropiado de proteger la ciudad era la edi•cación de un muro con su foso, con
cortinas y baluartes fabricados según los preceptos de la arquitectura militar.
Asegura que con este tipo de defensa el atacante se vería obligado a utilizar
una campaña en terreno raso, donde la artillería realista peruana no tendría
problemas para barrer con las armas de cualquier amenaza que se aproximara a
la ciudad. La cual tampoco podría ser asediada ni rodeada, pues sería labor de
por lo menos treinta mil hombres, y no era posible que una fuerza enemiga tan
numerosa llegara hasta las costas del Perú47.
El jesuita belga justi•caba también la construcción de la muralla señalando
que no sería necesario un número elevado de guardias sobre ella para defender
la ciudad, pues los defensores podrían acudir alternadamente a los puntos del
cinto donde se presentara el enemigo, no siendo necesario rodear de guardias el
perímetro entero de la forti•cación.
Además, señala que aunque las tropas de infantería o caballería tuvieran
que abandonar el recinto amurallado para realizar acciones tácticas, o para arrebatar
la iniciativa del enemigo, la ciudad podría ser defendida por la población civil que
en ella quedara, que alcanzaba el número de un millar de clérigos y colegiales,
otro de religiosos y uno más de hombres veteranos, pudiendo sumárseles hasta
diez mil esclavos, negros y mulatos, en caso de extrema emergencia, y que esta
población civil, una vez dividida en cuatro destacamentos con el resguardo de
seis baluartes asignado a cada uno, sería largamente su•ciente para defender
exitosamente el sitio de la ciudad, llegado el momento del ataque.
Acerca del tipo de suelo sobre el que se levantarían las murallas, Coninck
sostuvo que la composición del terreno favorecía la fábrica de la obra, pues la
capa de tierra suelta, cascajos y piedras pequeñas sobre la que se alzaba la ciudad
no necesitaba de arduas labores de excavación o del uso de explosivos para abrir
las zanjas de fosos y cimientos.
46
47
Ibíd., 171.
Ibíd., 172.
112
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Con respecto a la creencia de esta época que a•rmaba que la salubridad
o “buen temple” de las ciudades era otorgado directamente por la calidad y
cantidad de brisas de aire que a ella llegaran, Coninck a•rmó que el “buen
temple” de Lima no se vería afectado, pues las murallas de la ciudad tendrán
únicamente 4.62 metros de altura permitiendo a las brisas pasar por sobre ellas48,
justi•cándose de esta manera la falta de un importante aspecto defensivo en
nombre de una curiosa y extendida creencia de la época.
Por otro lado, a•rmó Coninck que la forti•cación sería de doble provecho
para la corona, pues además de proteger su ciudad más valiosa en el Nuevo Mundo,
ésta permitiría el cobro e•ciente de tributos e impuestos, al controlarse mejor el
ingreso y la salida de cuanto bien y mercancía pasara por la capital del virreinato.
Y por último, señaló que la sola existencia de las murallas alrededor de la
ciudad sería un factor que desanimaría la organización de expediciones piratas o
la incursión de ejércitos enemigos, al hacerse Lima la fama de ciudad protegida y
“difícil de asaltar”49.
3.2.3. Con•guración de las murallas de J. R. Coninck
El proyecto de Jean Raymond Coninck de 1673 propuso amurallar el
núcleo urbano de Lima, en la orilla izquierda del río Rímac, quedando excluidos
de la cerca el barrio de San Lázaro y el Cercado de Indios de Santiago.
El recorrido de las murallas no provocaría el desmantelamiento de
inmuebles, pues sería lo su•cientemente amplio para contener en él a todas las
huertas y construcciones aledañas al centro de la ciudad. La parte del río Rímac
quedaba naturalmente protegida por la escarpada quebrada y solamente sería
necesario construir parapetos en las partes del malecón donde no hubiera ya
construidas paredes y defensas contra las crecidas veraniegas del río. Por esta
parte de la ciudad, la defensa quedaría completa con artillería posicionada sobre
el Puente de Piedra, los cuales batirían con su fuego desde ahí gran parte del
cauce y la orilla opuesta del río50 .
48
49
50
Ibíd.
Ibíd., 173.
Ibíd.
113
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Al quedar el Cercado de Indios fuera del recinto, se reduciría
considerablemente el costo de la obra; además, no era conveniente incluirlo por
hallarse éste cerca a varios montículos importantes, como los cerros El Agustino
y el San Cosme, posiciones que podrían ser tomadas por el enemigo para dominar
y dirigir su fuego sobre la ciudad.
El barrio de San Lázaro y el arrabal de Malambo se protegerían con
trincheras, pudiendo añadirse para la seguridad de San Lázaro una tenaza u
hornabeque en el ángulo que forma el río Rímac a su paso por al pie del cerro
Loma de Azúcar, aproximadamente por donde corre hoy la avenida Caquetá.
Este hornabeque en conjunto con los baluartes situados en la orilla
opuesta del río, es decir los que se encontrarían en las inmediaciones de
Monserrate, cerrarían adecuadamente el acceso desde el cauce del río, tanto en
Planta del proyecto de las murallas de Lima de J. R. Connick, 1763 (Augustin, 2006)
114
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
época de estiaje como de caudal abundante, impidiendo además avances desde
Bocanegra, Ancón y los demás sectores del norte de la ciudad51.
La planta de la muralla formaría un triángulo irregular de ocho mil
cuatrocientos metros de perímetro medidos por el lado interno, con veinticinco
baluartes cerrados por muros o cortinas de ciento treinta y cuatro metros de
longitud cada una. La estructura interna de la muralla estaría conformada por
dos paramentos de adobe, entre los cuales se acumularía tierra, piedras y cascajo
extraídos del foso proyectado, para formar un terraplén con una sección de 11
metros52 .
Las dimensiones de los componentes de la forti•cación en el proyecto
original de Jean Raymond Coninck son los siguientes: cara exterior de cada muro
de 3.10 metros, con una cara interior o contramuro de 1.20 metros; el espacio
entre ambas sería de 6.10 metros, y estaría relleno con lo extraído del foso. Este
foso tendría 15.12 metros de ancho por 3.36 de profundidad; en el encuentro del
foso con el parapeto del muro se colocaría un cimiento de cal y piedra colocado
“en tizón”, de 2.52 metros altura, por 0.84 metros de espesor, sumados a los
0.42 metros de este cimiento que quedaban por debajo del nivel del fondo del
foso, el cual quedaba ligado a la capa maciza subterránea de cascajo. Sobre este
cimiento se colocaría un sobrecimiento de adobe de 1.26 metros de altura por
1.68 metros de espesor, sobre el que descansaría el muro del parapeto, el cual
quedaba trabado al sobrecimiento53.
Corte de una cortina típica del proyecto de las murallas de J. R. Coninck, 1673 (Augustin, 2007)
51
52
53
Ibíd., 174.
Ibíd.
Ibíd., 175.
115
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Planta de un bastión típico del proyecto de las murallas de Lima de J.R. Coninck -1673 (Augustin, 2007)
Recreación volumétrica del proyecto de las murallas de Lima de J.R. Coninck -1673 . (Surber, Augustin, 2007)
El parapeto del terraplén de la muralla, que según Coninck debía resistir
únicamente el embate de artillería de calibre menor, tendría 2.50 metros de
espesor por 1.52 metros de altura, a lo que debían sumarse la banqueta, de un
metro de espesor por 0.42 metros de altura; exteriormente el muro tendría una
altura de 4.62 metros, con revestimiento o “camisa” de mampostería de piedra
desde su base hasta una altura de 2.52 metros.
116
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Con respecto a las con•guraciones de los baluartes, estos fueron
diseñados con frentes de 67.2 metros, formando ángulos de setenta y dos
grados aproximadamente. Los •ancos se diseñaron de 29.4 metros de largo,
considerándose estas distancias adecuadas para cubrir los componentes de la
muralla con el alcance de los tiros de mosquete.
3.2.4. Presupuesto del proyecto de J. R. Coninck
En la tercera y última sección de su memoria descriptiva, Jean Raymond
Coninck calculó el costo general de la obra de forti•cación, el cual estimó
alcanzaría un total de 618.360 pesos, descomponiendo el presupuesto de la
siguiente manera:
-Excavación del foso y movimiento de tierras: 210.000 pesos
-Cimientos de cantería y barro: 34.000 pesos
-Elaboración y asiento de adobes: 224.360 pesos
-Obras de mampostería: 150.000 pesos
Para cubrir el costo del proyecto, Coninck sugirió la retención del importe de
un mes del arrendamiento de cada propiedad rústica y urbana de la ciudad; una sisa
sobre la carne y la petición de donativos en los sectores pudientes de todo el país.
Del presupuesto quedó excluido el monto que tendría que pagarse a
los propietarios cuyos fundos y propiedades se vean atravesadas, mutiladas o
perdidas en aras de la muralla. Coninck calculó dichos resarcimientos en no más
de veinticinco mil pesos, pues propuso realizar la compensación otorgándoles
tierras en otros lugares, así como puestos de poder o cargos militares.
El detallado proyecto de las murallas de Lima, que obraba en manos
de la Audiencia de Lima tras ser aprobado por la Junta de Guerra, fue remitido
al Consejo de Indias en Madrid a •nes de 1673, donde fue desestimado y
encarpetado54 posponiendo la obra que se llevaría •nalmente a cabo alrededor
de once años después, basándose parcialmente en este proyecto, pero variando
sus componentes y especi•caciones técnicas substancialmente.
54
Ibíd., 174.
117
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
3.3. Forti•caciones proyectadas por Luis Venegas Osorio (1680)
Empezaba la década de 1680, y al frente del virreinato se encontraba el
Arzobispo de Lima, Melchor Liñán de Cisneros, quien suplía temporalmente
al destituido Baltasar de la Cueva Enríquez, conde de Castellar, en espera de la
llegada del nuevo virrey.
En estas circunstancias, llegaron nuevamente noticias alarmantes sobre
la presencia de piratas ingleses en las costas del sur del Perú, reviviéndose una
vez más entre la población la vieja discusión sobre la construcción de murallas
en torno a la ciudad. Coincidentemente por estas fechas se encontraba en el
virreinato el ingeniero mayor Luis Venegas Osorio, a quien se encargó un estudio
sobre la verdadera situación de las defensas de los puertos y ciudades costeras del
virreinato, asignándosele para el encargo un salario de tres mil pesos anuales55.
Venegas Osorio había sido nombrado o•cialmente Visitador de
las forti•caciones de Tierra Firme y costas del Mar del Sur, tras la toma de
Portobello (Panamá) en 1668, habiendo realizado desde entonces proyectos y
recomendaciones para las defensas militares existentes en Centroamérica y el
Caribe, como las torres defensivas Caballero de la Santísima Trinidad o de San
Miguel en el inmenso Castillo de San Cristóbal, en Puerto Rico.
El informe y las recomendaciones resultantes del estudio del ingeniero
Venegas fueron entregados al virrey-arzobispo Melchor Liñán de Cisneros en
1681. Éstas planteaban el reforzamiento de las defensas y forti•caciones en los
principales puertos y ciudades costeras del virreinato y el amurallamiento de
Lima, sustentando esta última sugerencia por medio de una lista de argumentos
a favor, así como una propuesta de los medios a utilizarse para •nanciar el
proyecto56. El estudio de Osorio fue rechazado de plano por Liñán de Cisneros,
al considerar la amenaza pirata como irreal y a las murallas como innecesarias y
hasta perjudiciales para la ciudad, además de excesivamente costosas.
El Arzobispo de Lima, quien se convertiría en uno de los más acérrimos
opositores de la construcción de las murallas, cali•có el proyecto como mera
55
56
Ibíd., 178.
Ibíd.
118
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
especulación sin sustento alguno de la realidad, y, sin dudar de los méritos
profesionales del ingeniero Venegas, le cali•có como ignorante de la realidad
peruana, y por lo tanto, no apto para proponer forti•caciones en sus costas57.
Argüía además el virrey-arzobispo, que no era conveniente una obra que
signi•caría la demolición de tantos inmueble y la ocupación de tantas huertas, más
aun cuando estos inmuebles generaban rentas y tributos para obras de caridad
con los más necesitados. Además, decía que ya otros gobernantes anteriores a él
habían rechazado tal propuesta, tanto por la dilatada línea que tendría que cubrir
la muralla, como por los frecuentes temblores que sacudían la ciudad.
Ante las opiniones encontradas sobre la utilidad de la obra, y vistas las
diferencias entre Liñán y Venegas, la Junta de Guerra del virreinato decidió que
debía ser el siguiente virrey quien debía de•nir y tomar decisión sobre la manera
más adecuada de defender la capital58.
3.4. La gestión del duque de la Palata en favor de las murallas
Melchor de Navarra y Rocaful, el duque de la Palata, llegó a Lima para
asumir el mando del virreinato del Perú el 2 de noviembre de 1681, ocupándose
inmediatamente en evaluar los requerimientos para forti•caciones y defensas
militares para la Capital y para el virreinato.
El nuevo virrey tomó seriamente la posibilidad de un ataque pirata a
Lima, pues había conocido de cerca los estragos que estos habían causado en
Panamá, durante su estadía en escala al Perú. Había encontrado en Lima, además,
57
58
El ingeniero mayor, ofendido por la respuesta del arzobispo Liñán, decidió no continuar sus
visitas a las forti•caciones del virreinato cancelando su visita a Chile y retornando a Panamá,
para defender el istmo del ataque de los franceses. Venegas Osorio retornaría posteriormente
al Perú encargándosele el Corregimiento de Zaña al norte de la capital, y sería él mismo quien
trazaría sobre el terreno las líneas de las murallas de Lima en 1684. Venegas Osorio murió
en la cárcel de Lima en agosto de 1687, a donde fue a parar después del juicio en el que se le
acusó de haber dejado caer Zaña en manos del pirata inglés Edward Davis, el 4 de marzo de
1686.
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 178.
119
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
una población que en su mayoría reclamaba urgentemente la construcción de
defensas para la ciudad. En sus Memorias, el duque de la Palata reconocía que
las repetidas oportunidades en que las •otas enemigas habían logrado llegar
hasta este mar había hecho perder la con•anza y la seguridad a los vecinos,
lo que despertó el anhelo y la elaboración de muchos discursos y proyectos
de arquitectura militar para Lima, los cuales ha hallado todos en el archivo,
concluyendo todos ellos en la gran di•cultad de forti•car una ciudad “que es el
deposito de toda la plata que enriquece el orbe”59.
Sobre el intento anterior de •nanciar el proyecto, el virrey señaló que se
buscaron todos los medios para subvencionarlo y hacerlo realidad, no habiendo
podido encontrarlos para realizar tan grande obra, a la que además no estaba
obligada la Real Hacienda por no estar en condiciones de afrontar el gasto ni ser
el momento adecuado para ello60.
Recuerda el duque de la Palata, además, que no se podía contar con la
contribución voluntaria de los vasallos ni convenía gravarlos con más impuestos
o tributos, lo que llevó a sepultar todas las propuestas una vez intentada la
recaudación de fondos, y recuerda también que desde el año de 1683, cuando
las noticias del saqueo de Veracruz de la Nueva España llegaron a Lima, se
despertaron nuevamente en la ciudad las antiguas ansias por asegurarse con la
defensa de murallas, y casi sin tomarse en cuenta el gran costo que esta obra
tendría. Se hablaba de ella en calles y plazas y por todo género de personas, a tal
punto que hasta al púlpito subieron las peticiones por llevar a cabo el proyecto,
relatando el virrey que no hubo sermón al que asistiera en el que no terminara
escuchando acerca de fortalezas, torres y murallas, llegando a resaltarse su
necesidad hasta por medio de las escrituras de los Evangelios, a tal punto de
incomodarlo: “como si yo no deseasse lo mismo que daba a entender resistia
59
60
Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en
Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Op. cit., T. II:
565.
Durante la década de 1680, España y alguna de sus colonias sufrían de una grave crisis
económica, circulaba gran cantidad de moneda de muy baja calidad o falsa; además, a un
período en que el caudillismo crecía, se sumaron sucesivas epidemias de peste entre 1677 y
1684, una sequía entre 1682 y 1684, plagas de langostas y hasta un terremoto en Málaga.
120
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
para empeñarlos mas, me predicaban y se esforzaban á convertirme con tan
públicas y sagradas exhortaciones”61.
Vistas estas circunstancias, indica Navarra y Rocaful, que aprovechó el
momento apropiado para hacer caudal entre los acongojados y temporalmente
dadivosos vecinos, pudiendo así llevar a cabo la obra que en otros tiempos no se
pudo realizar.
La gestión del duque de la Palata para la construcción de las murallas de
Lima se inició formalmente el 26 de noviembre de 168262 cuando volvió a enviar
a España el proyecto de Jean Raymond Coninck para una nueva consideración
del rey y del Consejo de Indias, sin hacerse variación alguna sobre el diseño ni
sobre las especi•caciones técnicas del proyecto, pero dejando constancia que se
replantearían los medios para su •nanciamiento.
Tras despacharse los planos y los papeles para una nueva consideración
de la corona, el virrey convocó al Cabildo el 29 de octubre de 1683, para discutir
e instaurar los medios que se usarían para recaudar los fondos necesarios para la
construcción de las murallas. Fue un requerimiento del virrey que esta reunión
tenga por •n idear todos los medios posibles para formar caudal, aun cuando no
todos los impuestos acordados deberán cobrarse inmediatamente.
Se empezaría entonces por recaudar los menos gravosos para la ciudadanía
y se implementaría el resto paulatinamente; además, de esta manera se tendrían
ya establecidos los tributos que deberán introducirse de llegar a detenerse la
obra o de hacerse urgente su culminación. Advirtiendo, •nalmente, el duque
de la Palata que aunque la obra era sumamente necesaria, él ni la propone ni la
aconseja, ya que requerirá grandes desembolsos y el compromiso de todos los
sectores de la población, y que si •nalmente se llevaba a cabo, sería solo fruto del
esfuerzo colectivo63.
61
62
63
Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en
Manuel Atanasio Fuentes, Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo
del coloniaje español. Op. cit., T. II: 505.
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 180.
M. de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en Manuel
Atanasio Fuentes. Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del
coloniaje español. Op. cit., T. II: 572-575.
121
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
El virrey convocó y puso al tanto del requerimiento y la justi•cación de
la obra al Cabildo de la ciudad dirigiendo el siguiente escrito:
Aunque debemos •ar de la misericordia de Dios que librará este Reyno de las
hostilidades que con mucho dolor sentimos padecer en otras partes, no puedo
negarme al consuelo universal de esta republica, que como se compone de tan
•eles y amantes vasallos de Su Majestad, quisiera que esta tan amable joya de
su coronada ciudad de los Reyes fuese respectada y temida de los enemigos no
solo por su valor y constancia de sus vecinos, sino tambien por la defensa de
sus murallas y valuartes, y á este •n se me han insignuado estos dias repetidas
las instancias que varias veces se han hecho para que se ciñesse con murallas
y valuartes esta ciudad, de que hay hecha planta y cómputo de el costo que
podrán tener, y aunque en defensa y seguridad de la vida, honor y hacienda
de tan buenos vasallos emplearia Su Majestad todos sus tesoros con mucho
gusto, no puedo ofrecerle en los tiempos presentes, por que los aprietos de
la Monarchia en las partes mas cercanas al corazón, necesitan de todo el
socorro y asistencias de su Real hacienda, sin poderlas divertir á otra parte;
con este motibo he querido poner en consideración de la ciudad que siendo
esta materia tan deseada de todos, y de tanta conveniencia y seguridad pública,
será bien que en Cabildo pleno se discurran los medios que parecieren menos
grabossos, suponiendo que se ha de crear algun grabámen, para que con vista
de ellos se reconozca si se podrá juntar caudal su•ciente para emprender esta
grande obra, en que todos interesan y todos deberian contribuir, y se me dará
quenta de lo que se con•riere y pareciere en la materia.
Guarde Nuestro Señor, etc.Lima y Octubre 29 de 1683 – El Duque de la Palata
Así, tras la reunión del Cabildo de la ciudad, se acordaron los medios
para recaudar los setecientos mil pesos que había calculado J. R. Coninck serían
necesarios para la ejecución de la obra. Estos nuevos impuestos y medidas de
recaudación quedaron instituidos de la siguientes manera:
-Que la ciudad se divida en ramos, y reducidas todas las personas á gremios,
se haga entre ellas prorrata de lo que parezca puedan contribuir.
122
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
-Que en todo el Reyno se haga la prorrata por mano de los corregidores.
-Que las personas que se hallaren tan pobres en esta ciudad, que no tengan
caudal para poder contribuir, se ocupen en el trabajo de la muralla.
-Que los mulatos, cuarterones, zambos y negros horros, Indios y mestizos se
obliguen a las faenas necesarias para la obra.
-Que la renta de la sissa de la vaca y de el carnero se aplique para esta obra.
-Que la renta de las encomiendas de los encomenderos ausentes se aplique
por un año, y la de los presentes por medio año para esta obra.
-Que todas las condenaciones pecuniarias por delito, se apliquen para esta obra
-Que por cada negro bozal que se introdujere en este Reyno se paguen 10
pesos para esta obra.
-Que de todas las cassas de arrendamiento se pague un mes de alquiler por el
dueño y otro por el arrendatario.
-Que de todos los censos se cobrase la parte que correspondiere á un mes
-Que las haciendas de campo se contribuya a 4 reales por cada fanega.
-Que se pidiese donativo voluntario en esta ciudad y Reyno64.
Luego del acuerdo con el Cabildo, aceptó el virrey que esta nueva serie
de impuestos resultaba inusual y cuantiosa para la ciudad, pero señalaba que
la causa que la motivaba sobradamente justi•caba el temporal sacri•cio de sus
vecinos, al cual se sumó el mismo virrey al realizar un donativo personal de
cincuenta mil pesos, con el cual con•aba dar ejemplo de desprendimiento entre
los vecinos e instituciones de la ciudad.
Así, con el poder de iniciativa como elemento determinante, y con
los medios propuestos para •nanciar la obra decididos, Navarra y Rocaful
gestionó la aprobación Real del proyecto. El 11 de noviembre de 1683 se dirigió
nuevamente a Carlos II, solicitando su visto bueno y poniendo al tanto de los
impuestos introducidos, proponiéndole, además, una fórmula para generar
fondos continuos para el mantenimiento de las murallas: perpetuar la sisa sobre
la carne de vaca y carnero, y la creación de una estanco sobre el papel blanco,
pidiendo se tramite inmediatamente un envío de cincuenta mil resmas de papel
para instituirlo65.
64
65
Ibíd., 575.
Ibíd.
123
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Seguidamente, el virrey ordenó a los o•ciales de la cajas reales de todas las
ciudades del virreinato que cobrasen la renta de las encomiendas y las remitiesen
a Lima, tomándose noticia de todas las cantidades ingresadas en un libro de la
secretaría del virrey, desde donde se extendían al tesorero los cargos respectivos
de cuanto se recibía. Continuando con su gestión para la recaudación de fondos,
el virrey escribió al Tribunal de Consulado para que el comercio contribuyese
con la obra, recibiendo inmediata y entusiasta repuesta, comprometiéndose a
abonar la cantidad necesaria para levantar tres mil varas de muralla.
Escribió también peticiones de donativos al cabildo eclesiástico, a
la universidad y a las órdenes religiosas, comprometiéndose casi todas ellas
a contribuir, con excepción de la orden de San Agustín, por haber invertido
todos sus recursos en la construcción de su templo mayor, el cual aún no estaba
concluido, excusándose igualmente a la orden de san Francisco, debido al voto
de pobreza que la caracteriza.
El compromiso que asumieron las instituciones contribuyentes fue el
siguiente: el Cabildo eclesiástico aportó diez mil pesos, esperándose otros diez
mil más del arzobispo66. La Universidad Mayor de San Marcos aportó otros diez
mil pesos; el Provincial de la orden de Santo Domingo, Fray Diego de Espinoza,
donó diez mil pesos más; la misma cantidad se recibió de los mercedarios; y
en nombre de la Compañía de Jesús se comprometió el provincial Martín de
Jáuregui para la edi•cación de un baluarte67.
Emprendida ya la tarea de recaudación de fondos para la obra, el virrey
decidió convocar una vez más a la Junta de Guerra el 2 de mayo de 1684, durante
esta nueva reunión se acordó aplazar el inicio de la obra hasta la conclusión de los
trabajos que se ejecutaban en Tierra•rme (Venezuela). También se acordó remitir
hasta España, por tercera vez, el proyecto de las murallas realizado por Jean
66
67
El arzobispo Liñán de Cisneros re•ere que efectivamente realizó el desembolso para la
murallas mientras el virrey lo contradice en sus Memorias. Lo más probable es que éste
desembolso no se haya realizado, al ser el Arzobispo de Lima el mayor opositor de las
murallas y de casi de cuanta cosa propusiera el duque la Palata.
Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en Memorias
de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Op. cit., Vol. IV, 575-576.
124
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Raymond Coninck68, esta vez buscando la opinión de Alejandro Bournonville,
duque de Bournonville, mariscal con gran experiencia en forti•caciones, además
de virrey y capitán general de Cataluña.
3.4.1. Inicio de las obras y opiniones de los principales militares de la ciudad
La construcción de las murallas de Lima se inició sin contar con la
aprobación o•cial de la corona, al con•ar el duque de la Palata que su petición
de noviembre de 1683 sería bien acogida. Una vez recaudado el caudal su•ciente
para iniciarse la obra, se empezaron a trazar las líneas sobre el terreno, para lo
cual se mandó llamar al ingeniero Luis Venegas Osorio quien se encontraba
desempeñando el cargo de gobernador de Zaña, al norte de Lima, tras haber
regresado de Panamá convocado por el nuevo virrey69.
Luego, el duque de la Palata pidió a Venegas Osorio que le explicase, por
medio de un escrito, la forma de ejecutar y administrar estas obras en Europa.
Hechas las explicaciones con gran detalle, cayó en cuenta el virrey que gran parte
de los fondos se irían en el pago y la manutención de o•ciales y supervisores de
obra, por lo que decidió no contratar a ninguno y realizar la obra enteramente
por asientos, haciendo hincapié en que ni la forma ni la traza de la muralla deberá
variarse, así la construcción pasase por muchas manos.
Joseph y Francisco de Mugaburu re•eren en su Diario de Lima que las
obras se iniciaron el viernes 30 de junio de 1684, a las cuatro de la tarde, hora
en que se abrió la primera zanja para los cimientos por la zona de Monserrate,
en una ceremonia a la que acudieron el virrey, Luis Venegas Osorio y todas las
principales autoridades y personalidades de la ciudad70, quedando la supervisión
de la obra a cargo de Jean Raymond Coninck y del ayudante de ingeniero Pedro
Asensio, quien recorrió constantemente las obras para veri•car que éstas se
68
69
70
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 180.
Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en
Manuel Atanasio Fuentes, Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo
del coloniaje español. Op. cit., Vol. IV, 577.
Joseph y Francisco de Mugaburu. Diario de Lima (1640-1694). Op. cit. T. II, 151.
125
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
ajustasen a las líneas y no se errase en la forma de su fábrica ni en la elección de
los materiales o se viciase de manera alguna71.
Buscando la aprobación del proyecto emprendido entre sus militares más
allegados, el 2 de noviembre de 1684 el duque de la Palata los convocó para dejar
sentadas sus opiniones sobre la construcción de las murallas de Lima72. La mayoría
de ellos se mostró de acuerdo con la forti•cación (cuyas obras ya se habían iniciado),
recomendándose también la implementación de fuerzas de caballería, artillería y hasta
nuevas •otas armadas. Estas manifestaciones se incluyen a continuación debido a
que ofrecen un interesante panorama de las amenazas, los temores y los distintos
medios considerados a lo largo del virreinato para la defensa militar de la capital.
Así, el general de la armada del Mar del sur, Antonio de Vea, opinó que
un recinto fuerte impondría respeto sobre cualquier atacante, y que no habiendo
tropas preparadas para afrontar una amenaza mayor, tal lugar sería la única
solución, aunque lo más probable era que los piratas atacasen furtivamente en
otros parajes de la costa.
El maestre de campo del Batallón de Lima, Francisco de la Cueva y
Guzmán se mostró también a favor de las murallas, indicando que éstas no
necesitarían mayor solidez, al ser las potenciales fuerzas enemigas todas menores
en cuanto al número y a su poder de artillería.
El teniente del capitán general del virreinato, Tomás Palavicino, aceptó
la construcción de la muralla, pero dejó sentado que preferiría una buena fuerza
de caballería, aunque accedió a reconocer que el cinto servirá tanto para que la
ciudad no sea tomada por invasores como para que los vecinos no huyan de ella
para evitar la lucha.
El general de artillería Juan Enríquez señaló que la muralla será de gran
utilidad, pues la ciudad será defendida por escasos y poco preparados hombres,
71
72
Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en
Manuel Atanasio Fuentes. Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo
del coloniaje español. Op. cit., T.II: 574.
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 184.
126
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
mientras las tropas del batallón realizaban contraataques o evoluciones tácticas,
por lo que solicitaba también la creación de un cuerpo apropiado de caballería73.
El sargento mayor de la guarnición del Callao, Francisco Méndez de
Anaya, fue el militar que mayor disposición a favor de las murallas mostró. Entre
sus fundamentos sostiene que una •ota o cuerpo de caballería, por muy bien
armadas que se encontraran, estaban siempre propensas a la derrota en manos
de un enemigo más numeroso y aguerrido, y que ni con cuatrocientos jinetes
sería con•able la defensa ante tropas organizadas y con experiencia en la batalla,
teniendo como indispensable la fábrica de la muralla.
El militar Luis Antonio de Oviedo y Herrera indicó que aunque no es
experto en la materia, lo más conveniente le parecía la construcción de murallas,
pues esta sería una obra visible y tangible, infundiría valor en quien la protegiere y
temor en quien la atacara, además de “cerrar el paso al fugitivo pie de la humilde
plebe”74.
A Oviedo le parecía improbable la llegada desde Europa de grandes
ejércitos, pero hacía notar que solo bastaría una •ota de dos mil piratas •ltrados
desde las Antillas para hacer caer la ciudad sorpresivamente por golpe de
mano. Calculaba en no menos de seiscientos los hombres necesarios para hacer
guardia cada noche, a los que debían sumarse cuerpos de guardia en las cinco
portadas, una tropa de artilleros en el puente y cuerpos de ronda y contrarronda.
Y entonces, si la muralla no contaba con tropas de guardia •jas y preparadas
para la lucha, esta forti•cación no tendría sentido. De similar opinión fueron el
almirante García de Híjar y Mendoza, y Santiago de Pontejos y Salmón.
Según el sargento mayor Corbera de Ocampo, el número de habitantes
de la ciudad aptos para tomar las armas en caso de alguna emergencia no era
despreciable, pues a los tres mil españoles disponibles se podrían sumar otros
mil entre estudiantes y empleados públicos. Otros mil con los religiosos y hasta
73
74
Textos de los dictámenes suscritos por los propios militares y adjuntos al despacho del duque
de la Palata, sitos en el Archivo General de Indias y recopilados por Guillermo Lohmnan
Villena Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 184-188.
Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 186.
127
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
ochocientos mulatos y esclavos, totalizando cinco mil ochocientos hombres.
Esto otorgaba a cada bastión hasta doscientos defensores, quedando un cuerpo
fresco de hasta ochocientos hombres listos para acudir al punto de la muralla
donde sea requerida su presencia. Incluso, de ser necesario se podría disponer de
hasta dieciséis mil indígenas armados con chuzos, picas y partezanas.
El almirante Juan Zorrilla de la Gándara opinó que con el caudal necesario
para armar una •ota armada podría sobradamente levantarse la muralla, y que
esta construcción podría defender la ciudad a perpetuidad, haciendo referencia
a la inexistencia de lluvias en Lima, factor que había permitido la subsistencia
en buenas condiciones de tantos muros y tapiales prehispánicos existentes en las
periferias de la ciudad.
Por el lado de los militares contrarios a la obra de arquitectura militar
estaba el general Francisco de Figueroa, según él, lo deleznable y arenisco del
terreno de cascajos, sumados a los muchos desagües y acequias que tendrían que
cruzar el muro afectarían inevitablemente sus cimientos, teniendo que hacerse
grandes y continuos gastos en su reparación; por otro lado, Figueroa recurría a
la hipótesis que una interrupción del •ujo de las brisas por medio de una muralla
deterioraría el “buen temple” y la salubridad de la ciudad.
Sin llegar a mostrase abiertamente en contra del proyecto, el comisario
general de caballería, Fernando Castro, advirtió que el costo de la obra será mayor
al calculado, pues para que la forti•cación funcione correctamente será necesario
barrer cualquier inmueble que se encuentre a menos de cuatrocientos metros
de la cerca, para no dar opción de parapetarse al enemigo; y este requerimiento
generará un gran gasto en resarcimientos de los propietarios de los inmuebles y
los terrenos afectados75.
Tampoco estuvo de acuerdo con la elaboración de la muralla Luis Ibáñez
de Peralta y Cárdenas, marqués de Corpa, pues sostenía que amurallar una
ciudad tan dilatada como Lima no era frecuente en los anales de la arquitectura
defensiva. Además, resaltaba la inutilidad de la construcción de una obra que no
75
Ibíd., 187.
128
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
tendría cuerpo de guardia permanente, aun cuando el ataque que se esperaba,
de llegar alguna vez, sería un asalto sorpresivo y no un asedio prolongado.
Sostiene también que es poco sabio esperar dentro de un recinto a un enemigo
ya menguado por el largo viaje, cuando mucho más conveniente sería esperarlo
en la playa o prepararle alguna emboscada.
Por otro lado, con Lima cercada sería muy fácil para un invasor cortar
las líneas de comunicación y abastecimiento de la capital con el puerto y con las
demás ciudades del virreinato. Concluía Ibáñez de Peralta que la defensa más
adecuada para Lima eran ojos vigilantes en las costas, por lo que propuso instalar
puntos de vigilancia en las costas, desde Ancón hasta Cochán, así como en las
islas de Pachacamac y Mongón (Casma) ambas con muy buena posibilidad de
detectar tempranamente la proximidad del enemigo76 .
Así, con la mayoría de los principales militares de acuerdo con la
forti•cación de Lima, la Junta de Guerra del virreinato aprobó formalmente el
proyecto el 29 de mayo de 1685, siendo la única condición que a la obra (que se
encontraba ya bastante avanzada), deberían agregárseles las recomendaciones
que realizaría el duque de Bournonville, las cuales aun no llegaban al Perú77.
3.4.2. Aprobación del Consejo de Indias (junio, 1685)
La Junta de Guerra de la Indias estudió y evaluó los planos y escritos
enviados desde Lima en noviembre de 1683. Y el proyecto de las murallas de
Lima se aprobó por Real Cédula, emitida en Madrid el 15 de junio de 1685, en
la cual se dio el visto bueno a la construcción, contestándosele al virrey que para
su ejecución eligiese los medios que le parecieran más convenientes, con la única
advertencia que la recaudación deberá producir su•ciente caudal no solo para la
ejecución de la obra, sino también para su mantenimiento y la reparación. A su
vez se le negaba la creación de un estanco para el papel y la perpetuación de la sisa
sobre la carne, dándosele por lo demás al duque de la Palata amplia disposición
76
77
Ibíd., 188.
Ibíd.
129
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
para introducir otros medios de recaudación necesarios para concluir la obra,
excluyéndose únicamente el prorrateo de la obra entre los vecinos78.
Aunque satisfecho por la aprobación del proyecto, el duque de la Palata
no quedó conforme con la negativa de Carlos II a las partes más sustanciales de
su propuesta de •nanciamiento, dirigiéndose a él una vez más el 2 de abril de
1686, fundamentando amplia y efusivamente sus métodos para generar fondos
permanentes para el mantenimiento y la reparación de las murallas:
y assí suplico á V.M. mande se buelba á hacer particular re•exion por lo que
interessa la Monarchía en las grandes consecuencias que trae forti•car una
ciudad que es el herario de el mundo y donde se juntan tantos millones de
plata y oro al tiempo de un despacho de armada…y siendolo tanto por el
servicio de Dios en el resguardo de sus sagrados templos y por el de V.M. en
el de el caudal de los vasallos de toda su Monarchía, pues todos se encierran
en Lima, y que de este gran río de plata se fertilizan todos los dominios de
V.M.79
El virrey explicaba también, en esta misiva, lo insu•ciente de la
recaudación lograda hasta ese momento: ciento cuarenta y siete mil pesos,
señalando que el donativo voluntario de los vecinos produjo muy poco, apenas
mil seiscientos treinta pesos, cuando inicialmente supuso que sería de este sector
de donde mayor aportación se recibiría, después de haber constatado las ansias
con que estos exigían las murallas a su llegada. Y recordaba como todos ofrecían
en un principio sus fortunas, las mujeres sus joyas, con el •n de proteger la
capital, y cómo se han olvidado todas estas promesas, una vez pasado el susto
por lo sucedido en Veracruz. Prosigue el duque de la Palata señalando que no era
conveniente pedir más donativos a los particulares de esta ciudad, pues todas las
órdenes, el Cabildo y la universidad ya habían contribuido; por último, el resto
de la población sentía que su obligación con las murallas estaba cumplido, al
78
79
Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en
Manuel Atanasio Fuentes, Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo
del coloniaje español. Op. cit., T. II: 573.
Ibíd., 575.
130
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
encontrarse pagando la sisa sobre la carne, de la cual se calculaba obtener unos
ochenta mil pesos para la obra.
Por último, señala que evitó pedir donativo a los monasterios de monjas,
pues no quería discutir de dinero con mujeres, y porque cualquier óbolo de
monasterios femeninos tendría que contar necesariamente con la aprobación del
Arzobispado, y con Liñán de Cisneros como arzobispo, ya sabía que la respuesta
sería negativa80.
Insiste el virrey de esta manera en la creación de un estanco para el papel
blanco, pues indica que este no demandará el aporte de los vecinos ni alterará
negativamente el precio del producto, impidiéndose únicamente que algunas
personas comercien con él. Señala que este será de bene•cio para España
también, pues solo ella comerciará papel hacia el Perú, y aconseja que se le haga
conocer como una medio destinado para forti•caciones, lo que dará a esta medida
respeto. Además el estanco podría revertirse si resultaba inconveniente para el
gobierno, lo cual era improbable pues el papel estaba lejos de ser un producto
de primera necesidad en esta ciudad, por lo que este monopolio no será resistido
por sus vecinos; por el contrario, el estanco será bene•cioso para los usuarios de
papel, pues mantendrá •jo el precio. Así, de entre 5.5 y seis pesos que costaba
una resma de papel al llegar a Lima dos años antes el último lote, ahora se vendía
hasta por doce pesos al empezar a escasear el producto, advirtiendo que esto no
sucederá una vez instalado el estanco que solicitaba, pues el precio quedara •jo
en siete pesos81.
Por lo tanto, el duque de la Palata volvió a solicitar el envío de cincuenta
mil resmas, las que consideró su•cientes para instalar el estanco y mantenerlo
funcionando por un buen tiempo.
Sobre perpetuar la sisa sobre la carne, el duque de la Palata indicó que en
un principio se pensó en reducir el precio, pero visto que esto sería en perjuicio
de los trabajadores del campo, se decidió no hacerlo, aplicándose únicamente el
80
81
Ibíd., 577-578.
Ibíd.
131
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
recorte del peso de la carne a favor de la obra. Y al no haberse dado esta rebaja
que haría la sisa más cómoda, los limeños han tenido más razones para negarse a
seguir aportando, limitándose la contribución que se espera de ellos a los ochenta
mil pesos que generaría esta sisa durante los seis años en que se ejecute82.
Por esto, era conveniente extender la sisa sobre la carne de vaca y carnero
para tener fondos •jos para el mantenimiento de las murallas, tal como hiciera el
marqués de Mancera para mantener las murallas del Callao. Además, el estanco y
la sisa generarían también recursos para mantener las forti•caciones del puerto,
a lo que se comprometía el duque de la Palata de accederse a sus peticiones. Las
armas, pólvora y municiones de las forti•caciones de Lima y el Callao también
podrán ser costeadas y abastecidas con estos recursos, ahorrándosele también
por este lado mucha hacienda a la corona.
Acerca de la recaudación de la renta de un año de los encomenderos
ausentes y medio año de los presentes, a•rma el virrey que se justi•ca pues
quienes se encuentran lejos de sus encomiendas siguen gozando de sus bene•cios,
mientras los indígenas de estas encomiendas seguían pagando sus impuestos,
más se justi•caba aun el aporte de sus encomenderos, debiendo ser estos antes
que los primeros los principales interesados en la defensa del Reyno83.
Asegura, •nalmente, el duque de la Palata que su insistencia sobre los
tributos era únicamente para defender lo logrado, y si proponía repetidamente
la creación del estanco era debido al anhelo de asegurar el provecho y la utilidad
de la obra, por el bien de los propios ciudadanos. De esta manera, sumando los
veinte mil pesos que se encontraban en poder del tesorero a los ochenta mil que
producirá el estanco del papel, se podrá contar con hasta cien mil pesos anuales
para asegurar y apertrechar convenientemente las obras de arquitectura militar
de Lima y el Callao.
Termina aceptando, Navarra y Rocaful, que los impuestos temporales
eran los más favorables, pero señala que estos tenían inconvenientes y no eran
su•cientes para terminar la obra, y aunque no quisiera tener que crear más
82
83
Ibíd., 578-579.
Ibíd.
132
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
impuestos, no lo descartaba. Estaba seguro, sin embargo, que todo quedaría
solucionado con el estanco del papel y la perpetuidad de la sisa sobre la carne, y
asumiendo la aprobación Real, pidió se coordine la compra del papel en Sevilla y
se avise para preparar el envío del pago en barras de plata, que saldrían en •otas
armadas hacia su encuentro en Portobello.
Ante la fundamentada insistencia del duque de la Palata, Carlos II
accedió, •nalmente, a la concesión del estanco del papel blanco a inicios de 1687,
redactando también las formas y las condiciones bajo las cuales sería puesto en
efecto para bene•cio de las murallas, las cuales serían las siguientes: se prohibió a
los barcos de comercio navegar hacia las Indias con papel sin el permiso expreso
de rey, bajo pena de decomiso. Sevilla supervisaría las compras del producto,
el cual sería enviado a Portobello, donde lo recibiría un diputado del comercio
del Perú, quien deberá cancelar ahí el costo entero del producto y embarcarlo
luego a Panamá y, •nalmente, hacia el Callao, indicándose que el viaje debía
aprovecharse también para adquirir otros materiales necesarios para las murallas,
como clavos, lonas, jarcia, etc.84
Se mandó fabricar, además, un almacén para el estanco de papel en la
ciudad, el cual contaría con un administrador elegido entre los diputados del
comercio o “priores del Consulado” y que sea éste el encargado de transportar
los caudales hasta Portobello, para evitar que pase el dinero por muchas manos.
A la llegada los diputados desde Portobello, se debería realizar un estudio de los
costos del transporte para •jar así el precio justo del producto, el cual no deberá
pasar en ningún caso de ocho pesos por resma.
El estanco vendería el papel únicamente al por mayor, es decir, por
fardos, determinándose también que de las primeras ganancias obtenidas por
el estanco se paguen al comercio el dinero prestado para la instalación de la
diputación y el viaje de su administrador a Portobello85.
Se pidió además •jar un salario para este administrador, y que en el
local del estanco se instale una caja con tres llaves donde se guarde el dinero de
84
85
Ibíd., 578-579
Ibid.
133
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
las ventas. Era requisito, también, que las cuentas de los ingresos sean hechas
mensualmente, pasando el dinero a las cajas reales cuando no sea éste utilizado
inmediatamente en las forti•caciones, también que cada vez que llegara un barco
con papel se rinda cuenta de lo obtenido con la remesa anterior, y que se cambie
al administrador si éstas cuentas no cuadraban o resultaban desfavorables,
quedando esta facultad a cargo de la diputación.
La creación de un estanco del papel se extendería también a Tierra•rme
(Venezuela) y al Nuevo Reino de Granada (con sede en Santa Fe de Bogotá)
debiendo tomarse el papel para estas ciudades del primer envío para Lima,
•nanciándose sus futuras compras con lo recaudado por este lote inicial86.
3.4.3. Recomendaciones del duque de Bournonville y respuesta de J. R.
Coninck (junio-diciembre, 1685)
Junto a la aprobación Real del proyecto, emitida en Madrid en junio de
1685, llegaron a Lima las observaciones y recomendaciones técnicas del duque
Alejandro de Bournonville, virrey de Cataluña (1678-1684) y virrey de Navarra
(1686-1690), corrigiendo y mejorando la capacidad defensiva del diseño de Jean
Raymond Coninck.
El bosquejo original de las murallas de Lima fue sustancialmente variado
por el experto militar catalán, las recomendaciones consistían en reducir el número
de baluartes de veinticinco a veintitrés, alargando las cortinas de ciento treinta y
cuatro a ciento sesenta y ocho metros. En los baluartes propuso alargar las caras de
67.2 a 75.6 metros, prolongando proporcionalmente los !ancos o traveses de 29.4
a cuarenta y dos metros, con el •n de presentar más adelantados estos elementos.
Recomendó asimismo la construcción de torres “caballero de tierra”
cada dos baluartes que se usarían para disparar desde sus alturas a la vez que
sirvieran como !anco doble y punto de vigilancia. A la vez ésta podría utilizarse
para defender la ciudad de llegar a derribarse alguna arista de sus baluartes
contiguos, al excavarse trincheras entre la torre y el baluarte arruinado.
86
Ibíd., 579.
134
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Otra observación al diseño fue la de proporcionar correctamente las
relaciones entre la altura y el talud de los muros, para resistir mejor el empuje
lateral de la tierra suelta y el cascajo del terraplén intermedio. Además, los
cimiento deberán ser de piedra dura y alcanzar necesariamente una altura mayor
a la línea de agua del foso.
Con respecto a la estructura interna y reforzamiento añadido de los
baluartes, el duque Alejandro de Bournonville sugirió anclar la estructura en
el terreno por medio de maderos colocados perpendicularmente y trenzados
entre sí por un travesaño entre parapeto y parapeto, con garabatos de cobre para
resistir el empuje lateral87.
Planta de la modi!caciones sugeridas por el duque Alejandro de Bournonville en 1685 al proyecto original
de las murallas de Lima de Jean Raymond Connick (Augustin, 2007)
87
Memorial del duque de Bournonville, en Guillermo Lohmnan Villena. Las defensas militares
de Lima y Callao. Op. cit., 190.
135
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
La sección de los baluartes debería variarse de 6.1 a diez metros,
incluyendo el parapeto y la banqueta, con lo que quedará un adarve de 4.76
metros, dimensión su•ciente para la evolución y el transporte de piezas medianas
de artillería en su contorno. Sugirió también la construcción de contrafuertes
para las cortinas, así como el cambio del diseño del parapeto, pues no aceptó el
virrey de Cataluña la premisa que ningun enemigo podría presentarse en Lima
con un considerable poder ofensivo de artillería, creyendo conveniente ampliar
el parapeto desde 2.52 hasta cuatro o cinco metros, con banqueta de 1.12 metros
de ancho con una altura de 25 centímetros88.
Bournonville señaló además la necesidad de contar con un “camino
cubierto” sobre la contraescarpa del foso, con un parapeto de adobe interior
y un glacis delantero continuo de aproximadamente treinta metros de largo; en
este sector de la forti•cación, la entrada o “camino encubierto” deberá tener
6.72 metros de ancho, con dos banquetas sucesivas de 1.68 metros de espesor, la
primera de cincuenta centímetros de alto y la próxima al parapeto de ochenta y
cuatro centímetros.
Siguiendo con el foso, señaló que sería de mayor conveniencia seguir con
el mismo ancho de los traveses hasta la punta de los baluartes, lo que signi•caba
aumentar su dimensión desde treinta hasta cuarenta y dos metros. Además, la
línea de la contraescarpa del foso no debería trazarse paralela a las caras de los
baluartes sino directamente al ángulo de la espalda de los •ancos opuestos, ya
que de construirse como se había diseñado la utilidad de los traveses quedaba
eliminada, siendo esta la mayor modi•cación que quiso introducir Alejandro de
Bournonville al proyecto de Coninck.
La última recomendación re•ere la necesidad de cavar un estrecho túnel
o galería de un metro de ancho por 1.68 de alto en el cimiento mismo de la
muralla, el cual era necesario especialmente bajo los baluartes para ser usado
como contramina.
Las observaciones del virrey de Cataluña generaron la inmediata
respuesta de Jean Raymond Coninck. En el documento de repuesta al duque de
88
Ibíd.
136
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Bournonville, Coninck sustentó que su proyecto de forti•cación estaba basado
en los preceptos de los grandes maestros de la arquitectura militar europea,
y siendo las amenazas de menor calibre en este continente, sobradamente la
defenderán de cualquier ataque extranjero.
Detallando los puntos observados, Jean Raymond Coninck re•rió que
no convenía alargar las cortinas, pues los ciento treinta y cuatro metros de su
trazado eran un número ideal para Lima, no pudiendo considerárselas “cortas”
al considerar los principales tratados de forti•cación a las murallas de entre cien
y ciento veinticuatro como “largas” para este tipo de ciudad.
Re•ere Coninck que alargar las cortinas signi•caría también desguarnecer
los baluartes y las distancias propuestas entre estos elementos originalmente
guardaban estricta relación con el alcance de los mosquetes, el arma principal
con que se defendería la ciudad, y con los cuales por obligación debía poder
alcanzarse con un tiro desde la punta de un baluarte hasta la punta del baluarte
contiguo, y el ángulo formado por el través con la cortina hasta la punta del
baluarte vecino, batiendo así todo el foso delantero.
Responde también que es la “media gola” (distancia entre las golas de
un baluarte) la que debe determinar la abertura y la capacidad de los baluartes,
y teniendo la suya 75.6 metros quedaba asegurada, dejando además espacio
su•ciente para las cortaduras o fosos, y que el número de baluartes de la
forti•cación no debería ser disminuido, por responder estos a las exigencias
especí•cas del circuito amurallado y no era conveniente que por ahorrar el gasto
de construir dos baluartes peligre toda la ciudad.
Cortes de un bastión “caballero de tierra”, sugerido por el duque de Bournonville en 1685
(Augustin, 2006)
137
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Detalle de las modi•caciones sugeridas por el duque de Bournonville en 1685 (Augustin, 2007)
Cortes de un sector de muralla sugerida por el duque de Bournonville en 1685 (Augustin, 2007)
138
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Recreación volumétrica de los complementos sugeridos por el duque Alejandro de
Bournonville para el proyecto de las murallas de Lima, 1685 (Surber, Augustin, 2007)
Bastiones con torres “caballero de tierra” sugeridos por el duque Alejandro de Bournonville
1685 (Surber, Augustin, 2007)
139
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Sigue con la defensa del diseño de sus baluartes, indicando que los
frentes y el encuentro de los traveses con las cortinas eran mayormente ángulos
rectos, lográndose así una defensa mutua y recíproca de cada tramo del recorrido,
haciendo alusión también al escaso poder expansivo de la pólvora en este clima,
el cual estropea al igual todos los arcabuces, reduciéndose la defensa de los
•ancos y frentes al uso de mosquetes89.
Igualmente consideró excesiva la sección de 12.6 metros en la base y
once metros en la cabeza de la muralla, descontando los 1.4 metros del ángulo
formado por el talud, y que la utilidad de las obras exteriores propuestas por
Bournonville solo debería considerarse una vez concluidas la muralla y el foso.
Finalmente, Coninck justi•có lo poco acertado de las observaciones
del duque de Bournonville diciendo que este reconocido militar no conocía
personalmente la ciudad de Lima, y que de llegar a conocerla, seguramente
cambiaría sus opiniones con respecto al croquis.
A •nes de 1685, Coninck formó un documento con todas estas respuestas
a las observaciones del duque de Bournonville, y lo remitió para veredicto de
Nicolás Fernández de Córdoba, marqués de la Granja. La respuesta •nal de
este reconocido español fue que su•ciente se había escuchado ya de murallas
y forti•caciones para Lima, y que además, era demasiado tarde para intentar
cualquier modi•cación sobre una obra que estaba prácticamente concluida90 .
3.4.4. Nuevos impuestos para el mantenimiento de las murallas de la
ciudad (diciembre, 1686)
El 15 de diciembre de 1686 llegó desde España la autorización para
ampliar los medios de recaudación para el mantenimiento de la obra 91 y haciendo
uso del poder de elección sobre los medios otorgado por Carlos II al Virrey, éste
convocó al •scal Juan Gonzáles de Santiago, a quien propuso el nuevo paquete
89
90
91
Guillermo Lohmnan Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 196.
Ibíd.
Joseph de Mugaburu. Diario de Lima (1640-1694). Op. cit. T. II; 177.
140
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
de tributos a introducirse, obteniendo su animoso visto bueno. Así, además del
estanco y la sisa, se aplicaron los siguientes impuestos complementarios:
-La renta de un año de los encomenderos ausentes, y de medio año de los
presentes, exceptuando las encomiendas que no pasen de 500 pessos.
-Diez por ciento por una vez de la renta de las cassas y chacras y haciendas de
esta ciudad y cinco leguas en contorno.
-Que de el sitiado de Chile se aplicasen 3,000 pessos
-Que se extinguiesen los o•cios de veedor, pagador y proveedor del Callao, y
sus salarios se aplicasen á la defensa de esta ciudad.
Y con carácter de perpetuidad quedaron establecidos los siguientes
tributos para el mantenimiento y las futuras reparaciones de la obra:
- Ocho por ciento del tributo que paga cada indio
- Ocho por ciento de las encomiendas
- En el almoxarifazgo de el vino dos reales.
- En el almoxarifazgo de el aguardiente seis reales.
- En el almoxarifazgo de el azúcar y el xabon dos reales
- De cada fardo de ropa de Castilla, caxon y petaca, un pesso
- De cada carga de la ropa de la tierra cinco pessos92.
El terremoto de octubre de 1687 hizo necesarias las primeras refacciones
importantes de las murallas apenas terminada la obra, por lo que no deben
haber tenido tiempo estos impuestos de generar mayores ingresos para estos
tempranos trabajos de reparación.
3.4.5. Administración de la obra y algunos sucesos relacionados con su
construcción (1684-1687)
El duque de la Palata cuenta en sus Memorias algunos detalles y
circunstancias en torno a la ejecución de las murallas, que como ya se indicó,
92
Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en
Manuel Atanasio Fuentes. Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo
del coloniaje español. Op. cit., T. II; 579.
141
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
fue realizada por “asientos”. Sabemos así que el primer alarife con que se hizo
asiento fue el reconocido Manuel de Escobar, quien ejecutó tres mil varas de
murallas, y a quien el virrey menciona especialmente por cuanto sus apreciaciones
y recomendaciones permitieron gran parte del ahorro de fondos que se logró al
ejecutar las murallas de Lima, pudiendo considerársele como el maestro principal
de la fábrica93.
De esta manera hizo contrato con diferentes asentistas para que se
ejecutase de forma rápida la obra, luego nombró tesorero de los fondos de la
obra a Juan Gómez de la Torre, caballero de la Orden de Alcántara, objeto del
mayor crédito y con•anza por parte del Consulado y del Cabildo. Al realizarse
la obra por asentistas independientes, lo más probable es que ésta se levantara
simultáneamente por los distintos sectores del recorrido, habiéndose cercado
completamente Lima con los cimientos y el arranque de las primeras dos varas
(1.67 metros) de muralla, a inicios de 168594.
Se tuvo además que resolver una huelga que iniciaron los negros jornaleros
pocos días después de iniciadas las obras, quienes reclamaron el aumento de su
jornal diario de cinco a seis reales, y el pago de los días trabajados en las obras.
El once de julio de 1684 el virrey dictaminó que el jornal quedaría como estaba
establecido, condenando a quien se oponga a un año de trabajo gratuito en las
canteras de la isla San Lorenzo95.
A los asentistas se les dio dinero por adelantado conforme los contratos
o “conciertos” celebrados, entregándoseles sucesivamente nuevas cantidades
según sus requerimientos, únicamente luego de medirse lo avanzado y de tomar
constancia del correcto aprovechamiento de los recursos. Señala, además, el
duque de la Palata que todas estas diligencias fueron cerradas personalmente
entre él y el tesorero, quien a su vez recaudaba los recibos de cada asentista, y de
esta manera no se realizó pago alguno sin su aprobación.
93
94
95
Ibíd., 572.
Luis Enrique Sifuentes de la Cruz. Las murallas de Lima en el proceso histórico del Perú: ensayo
acerca de la historia y evolución urbana de la ciudad de Lima entre los siglos XVII y XIX. Lima:
CONCYTEC, 2004; 104.
Joseph y Francisco de Mugaburu. Diario de Lima (1640-1694): crónica de la época colonial. Op. cit.
T. II; 177.
142
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
La llegada de las noticias sobre la presencia en los mares del Perú del
pirata inglés Edward Davis, entre marzo y julio de 1686, hicieron apresurar las
obras de las murallas, emitiendo el virrey un decreto fechado el domingo 17 de
abril de 1686. A través de él se conminaba a los albañiles y peones de la ciudad a
terminar de cercar la ciudad lo antes posible, imponiéndose una multa de veinte
pesos a quien se ausentase de la obras, así como prohibiéndoles emplearse en
cualquier otro trabajo de construcción que no sea el de las murallas.
El tesorero Juan Gómez de la Torre falleció mientras avanzaban las obras
quedando los caudales bajo la responsabilidad de su albacea Augustin de Caraugui,
prior del Consulado, quien presentó la relación de cuentas con los ingresos
y egresos de la obra relatados con gran detalle. De esta manera el subsiguiente
trabajo del contador Juan Ceballos se hizo fácil, además, permitió un ligero reajuste
entre lo que se canceló a los operarios y lo que realmente costó la obra96.
Finalmente, sobre las compensaciones por el perjuicio recibido que
debían otorgarse a los dueños de las tierras por donde pasaban las líneas de las
murallas, el virrey ordenó al auditor general de la Junta de Guerra que nombrase
un tasador en nombre de la corona, dándoseles a los afectados la facultad de
contratar un tasador por su lado, para comparar luego ambos veredictos.
Luego Navarra y Rocaful se quejó por cuanto esta iniciativa de ofrecer
el pago a los afectados antes que estos lo soliciten, no fue bien recibida ni
agradecida. Así, solamente uno de los propietarios afectados aceptó el monto
ofrecido por el tasador real, vecino al cual se le dio inmediata satisfacción.
Los demás residentes afectados ni pidieron ni quisieron aceptar los
montos asignados por el tasador, ya que estos realizaron un cálculo bastante
mayor a las cantidades ofrecidas por el tesoro, montos que el virrey cali•có
como “cómputos de fantasía”. Algunos pedían el valor entero de propiedades
aun cuando la muralla hubiera tomado solo un pequeño sector del terreno,
asegurando además los moradores que sus propiedades habían perdido la
96
Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en
Manuel Atanasio Fuentes. Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo
del coloniaje español. Op. cit., T. II: 572-575.
143
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
totalidad de su valor, sea porque quedaron excluidas del recinto urbano o porque
quedando tan próximas a la muralla, sería necesario echarlas por tierra para la
defensa de la plaza, una vez llegado el tan temido ataque extranjero.
A estos excesivos requerimientos contestó el duque de la Palata que,
por su naturaleza, las huertas estaban destinadas a quedar fuera de los cascos
urbanos. Respecto al pago íntegro del valor de las propiedades que tendrían que
ser arrasadas en caso de extrema urgencia, a•rmó que no se pagará al contado
por una situación que pudiera ocurrir dentro de cien años o bien no llegar a
suceder nunca, y que tampoco convenía privar a la ciudad de los tributos y
bene•cios que recibía de sus huertas inmediatas.
No fue posible para el duque de la Palata llegar a buen término con
estos pobladores, según relata en sus Memorias, quedando con tres querellas en su
contra al concluir el período de su gobierno: “como si las murallas fuesen mias,
y no se hubiessen hecho á instancias públicas de la ciudad y con órden expresso
de Su Majestad” 97.
También quedaba pendiente dar compensación a los habitantes del
Cercado de Santiago, que fueron los que soportaron la mayor incomodidad,
pues las murallas habían obligado a derribar un sector de su núcleo poblado;
y aunque se había solicitado varias veces al Auditor General junto al Protector
General de Indios, que buscaran la forma de compensarlos y hallarles habitación
en otros lugares, quedando para cubrir esta necesidad en un futuro próximo los
ingresos de la sisa a la carne aplicada para la obra98.
3.5. Con•guración de•nitiva de las murallas de Lima
Las dimensiones que se dieron •nalmente a los elementos principales
de la forti•cación no siguieron las especi•caciones de ninguno de los proyectos
realizados previamente. El área contenida por las murallas terminó siendo
bastante mayor a la planeada en 1673, pasando de ocho mil cuatrocientos a
97
98
Ibíd., 575.
Ibíd..
144
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
once mil setecientos metros el perímetro interno del anillo, cercando un área
aproximada de 5 059 600m299.
El recorrido de las murallas se determinó prácticamente “al paso y sobre
el terreno”, alargando y adaptándose el cerco para derribar la menor cantidad
de inmuebles posibles y evitar así las compensaciones que esto signi•caba; no
habiéndose respetado las especi•caciones técnicas del proyecto en cuanto a sus
principales aspectos militares, menos extraño parece que tampoco se tuviera por
importante respetar su trazo.
Creció también el perímetro del cerco al contenerse parte del reducto indígena
de “Santiago del Cercado” dentro del recinto, y al procurar dejar una amplia franja
de vegetación entre el limite urbanizado y la línea de las murallas. Ésta área verde
semirural, dedicada mayormente a la pequeña agricultura, constituyó un antiguo
antecesor del concepto del greenbelt o “cinturón verde” en el urbanismo moderno100 .
Planta de las murallas de Lima, construidas entre 1684 y 1687 (Augustin, 2007)
99
100
Guillermo Lohmnan Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 196.
Fernando Belaunde Terry. “La intangilibilidad de las áreas verdes”, en El arquitecto peruano.
Año XIII, Nº 141. Lima, abril de 1949.
145
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Es posible conocer la con•guración aproximada de las murallas por
primera vez en el plano perspectivado realizado en 1685 por el padre mercedario
Pedro Nolasco Mere. Este puede considerarse una de las más tempranas
referencias útiles para determinar el recorrido que siguieron las murallas sobre
el terreno, pues a pesar que este plano muestra elementos de la forti•ación que
formaban parte del proyecto original y que de•nitivamente no se construyeron,
como el foso circundante, terraplenes internos elevados en casi todos los
bastiones, y una mayor sección de las cortinas, en él se gra•can correctamente la
cantidad de baluartes y el recorrido aproximado sobre el terreno que •nalmente
se le dio al cerco de Lima.
Pareciera que el padre Nolasco realizó el plano según el proyecto de Jean
Raymond Coninck, aunque corrigiendo el recorrido y aventurándose a dibujar la
forti•cación como pensó •nalmente quedaría una vez concluida. También se dijo
que el error fue voluntario, buscándose disuadir por medio de esta interpretación
grá•ca, el planeamiento de expediciones armadas extranjeras, al mostrar como
inconquistable la supuestamente “forti•cada” ciudad.
Recreación volumétrica de un sector de los bastiones y cortinas de las murallas de Lima
(Surber, Augustin, 2007)
146
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Al no realizarse el foso de agua externo alrededor de las murallas, tampoco
fue posible elevar las áreas internas de los bastiones para formar plataformas
poligonales altas, pues sin excavaciones mayores no hubo material su•ciente
para llenar los baluartes.
Esta característica, o la falta de ella, fue uno de los principales factores que
determinaron la poca utilidad real de la obra como forti•cación militar, pues a la
falta de obras externas y a la disminución de las secciones de las murallas debió
sumarse la circunstancia que, para poder acudir de un punto a otro del cerco
utilizando las partes altas de los muros o “camino de ronda”, se hacía necesario
también recorrer el perímetro entero de cada bastión que estuviera en el camino;
ampliándose así muchísimo el recorrido y retardando el tiempo de respuesta y la
movilidad de las piezas de artillería, al estar obligados los defensores de la ciudad
a apearse de la muralla para volver a subir luego en otro punto, perdiéndose
temporalmente de vista las evoluciones del enemigo.
Desde el nivel del terreno se accedía a las partes altas de las murallas por
medio de planos inclinadas o “rampas” fabricadas con adobes y tierra apisonada,
ubicadas hacia las “golas” de los bastiones, es decir en el encuentro interno de
los •ancos y las cortinas, elevándose la pendiente 3.20 metros por diez metros de
recorrido horizontal, en promedio. Es de suponer que existieran también varios
otros tipos de escaleras y accesos, adaptados a lo largo del tiempo por necesidad
de uso, en distintos puntos del extenso recorrido del cerco.
Las murallas de Lima estuvieron compuestas por tres elementos
principales: portadas, baluartes y cortinas, debiendo diferenciarse las cortinas
con frente a tierra de las cortinas con frente al río.
Para conocer y determinar las características físicas de estos elementos
se ha recurrido a planos, grabados, fotografías y documentos antiguos y
contemporáneos. Se ha realizado también levantamientos y análisis de campo
de todos los vestigios físicos subsistentes de las murallas, como son el bastión
de Santa Lucía y toda la serie de restos y evidencias ubicados en la zona de la
plaza del Cercado. Así como la heterogénea secuencia de muros y plataformas
ribereñas halladas a principio de la década de 1990 en la antigua línea del malecón,
a espaldas del Convento de San Francisco.
147
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
3.5.1. Portadas y recorrido del cerco
La con•guración que siguieron las murallas de Lima, al concluirse las
obras en 1687, fue la siguiente: se iniciaron por la parte occidental de la ciudad,
en el barrio de Monserrate, en la ribera cercana a la Iglesia y Convento de Santa
Rosa de Lima. Desde aquí continuaba en sentido antihorario alejándose del río
Rímac y alrededor de la Iglesia de Monserrate, describiendo una parábola hasta
llegar a unos trescientos metros frente al Convento de San Francisco de Paula,
donde se ubicó la Portada del camino al Callao, en la actual Plaza 2 de Mayo.
Luego la muralla continuaba en una línea semirrecta, formando uno de
sus ejes principales, llegando hasta las huertas frente a la recolección dominica
y a la de Belén, aproximadamente donde ubicamos hoy el cruce de las avenidas
Bolivia y Washington.
Desde este punto la muralla hacía una ligera curva para continuar hasta
las huertas del Convento de Guadalupe, en las inmediaciones de la actual Plaza
Grau, donde se abrió la portada “de Guadalupe” o “de Matamandinga”, ubicada
cerca a la entrada del actual Paseo de los Héroes Navales. Proseguía en una larga
línea semirrecta de poco menos de tres kilómetros, que era el eje principal de la
forti•cación y que formó luego la avenida Grau. Tras este prolongado frente de la
pared quedaba encerrada el área verde más grande a intramuros de la ciudad, la cual
estaba conformada en su mayor parte por las huertas de la chacarilla jesuita de San
Bernardo y los huertos del conventos de las monjas Carmelitas y de Santa Catalina.
Este •anco de la muralla llegaba hasta aproximadamente doscientos metros al
sur del Cercado de Indios de Santiago, aproximadamente el actual cruce de las
avenidas Nicolás de Ayllón y Grau, y en su camino se ubicaban las portadas “de
Cocharcas”, conocida también como puerta “del camino de Lurín” o “de Pisco”,
cerca a la actual intersección del jirón Cangallo con la avenida Grau, y la portada
“del Cercado” o “de Barbones”, aproximadamente en la actual intersección de las
avenidas Grau y Sebastián Lorente, en las inmediaciones del Cuartel de Barbones.
Desde la zona de Barbones, el cerco describía un amplio arco semicircular,
encerrando la plaza del Cercado de Indios, continuando hasta la zona oriental
de la ciudad cercana al río, donde estuvo la portada “de Maravillas” o “de Santa
Clara”, en la actual intersección del jirón Ancash con la avenida Sebastián Lorente.
148
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
En primer plano, el arco de ingreso a la Exposición Universal de Lima de 1872; al fondo, una de las pocas
fotografías existentes de las murallas de Lima: el tramo entre las portadas de Juan Simón, Guadalupe y
Santa Catalina (Courret Hnos.)
La Portada del Callao, inicio y !nal del camino hacia el puerto, controló el principal acceso a la ciudad de
Lima entre los siglo XVII, XVIII y XIX (Library of Congress, 1868a)
149
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Al llegar al río, el muro seguía la dirección de su cauce, encerrando la zona
del Hospital de Mujeres Convalecientes, el Refugio de Incurables y el Hospital
de Religiosos, desde donde se convertía en una sucesión de terrazas, tajamares
y tapias altas adosadas al nivel del terreno, protegiendo las áreas del Convento
de San Francisco, la Casa de Gobierno y el Convento de Santo Domingo, hasta
llegar nuevamente a Monserrate, donde se retomaba la con•guración abaluartada,
quedando cerrado el recinto.
A estas primeras portadas se sumaron luego otros ingresos: la Portada de
Monserrate, en las inmediaciones de la antigua estación del tren del mismo nombre;
la Portada de San Jacinto, ubicada aproximadamente en el actual encuentro de la
avenida Alfonso Ugarte con el jirón Quilca. La Portada de Juan Simón101, cerca
de la actual intersección del jirón Washington con la avenida Uruguay; la Portada
de Santa Catalina, aproximadamente en la actual intersección de la avenida Grau
y el jirón Ayacucho. Finalmente, se abrió el Postigo de Martinete, a orillas del
Rímac, muy cerca al lugar por donde ingresaba a la ciudad el riachuelo Huatica o
“Acequia grande”, usándose como entrada secundaria del “camino de la sierra”.
Recreación del “Postigo de Martinete”. en la llegada del Camino de la sierra por el lado oriental del Río
Rímac, fue el ingreso “de servicio” de la ciudad. (A. García Rosell en: Lima en el IV Centenario de su Fundación,
Monografía del Departamento de Lima. Lima: 1935)
101
José Gálvez nos indica que esta portada tomó el nombre de ‘Juan Simón’ por referencia a un temido
asaltante que acechaba los caminos de esta zona a principios del siglo XIX, proviniendo el verdadero
origen de Juan Simón Cabezas, vecino notable del sector a mediados del siglo XVII.
150
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Detalle de la Portada del Callao a •nes del siglo XIX; la puerta abierta de la derecha, denominada “de las
Armas de Lima”, era la que se utilizaba comúnmente (Sociedad Fotográ•ca de Lima, 1863)
Portada de Maravillas, en las inmediaciones del antiguo Cercado de Indios (Library of Congress, 1868b)
151
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
En 1805, durante los últimos meses de gobierno del marqués de Avilés,
el ‘Comandante de Ingenieros’ Pedro Antonio de Molina elaboró para la Junta
del Ayuntamiento el primero de los informes que haría sobre el estado de las
defensas de Lima; en este documento101, De Molina hace precisión de los reparos
que necesitaba cada portada, sugiriéndonos a la vez algunas características de
éstas, a continuación las principales apreciaciones de su informe, fechado el 31
de diciembre:
Portada de Guadalupe: se hacía preciso construir otra portada y reemplazar
las puertas, además de adornarse toda ella adecuadamente por ser esta una salida
principal de la ciudad, más aún al haberse abierto y ensanchado los callejones
de Matamandingas recientemente. El costo de los trabajos sería 3319 pesos.
Portada de Cocharcas: para reparar esta portada se necesitaría repasar
con cal y arena los ladrillos de sus pilares, hacía falta composturas en las puertas,
reparo de la cubierta de la garita, además de otros agregados. El costo sería de
346 pesos.
Portada de Barbones: De Molina hace las mismas observaciones que a la
Portada de Cocharcas, con un costo de reparación de 304 pesos.
Portada de Maravillas: en esta portada hacía falta una refacción general,
rehacer los basamentos de piedra de los pilares, reparar con cal y ladrillo los
pilares, las bancas y las garitas, además de reemplazar las bancas y colocar puertas
nuevas dotadas con herrajes de bronce. El costo sería de 2931 pesos.
Portada de Monserrate: se hacía necesario reparar los pilares de las
portadas, la cubierta y los corredores de la garita, además de hacer refacciones a
la alcantarilla aledaña. El costo seria 211 pesos.
Portada del Callao: para reparar esta portada hacían falta pocos trabajos,
con un presupuesto de 112 pesos: “para dejar estas puertas corrientes y no
continúe la desnudez entre adobes y ladrillos hay que hacer pequeños recalses”
101
Informe de Pedro de Molina, en Archivo Histórico Municipalidad de Lima, Obras Publicas
1638-1822; Caja #1 Doc. 7, 18.
152
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Portada de Juan Simón: Hacia falta reparar las piedras de los basamentos,
así como refaccionar pilares, las cubiertas de la garita y proteger la alcantarilla,
para evitar la humedad en sus muros; el costo sería de 265 pesos.
Puerta de Martinete: De Molina da cuenta de un informe de 1804, en
que se hacía ver la necesidad de volver a colocar puertas en este ingreso, lo cual
aun no se había hecho, y cómo esto era aprovechado por gente sospechosa que
por las noches buscaba salida de la ciudad por este peligroso lugar.
Aunque a lo largo del virreinato y del periodo republicano fueron muchas las ordenanzas y restricciones con respecto al control de las portadas de acceso a la ciudad. Comúnmente estas se cerraban cada noche entre las 10 pm y las
5 am, y cada portada contaba con una garita de control aduanero. El explorador
y naturalista suizo J. J. Von Tschudi, quien visitó Lima a mediados del siglo XIX,
reparó en la escasa utilidad de las murallas, y en la manera como estas garitas de
control funcionaban:
La muralla de la ciudad de Lima tiene nueve Portadas. De estas, seis están ahora abiertas, viz., las Portadas de Maravillas, Barbones, Cocharcas,
Guadalupe, Juan Simón y Callao; las tres otras, las Portadas de Martinete,
Monserrat y Santa Catalina se encuentran emparedadas. En cada una de
las portadas abiertas se encuentran estacionados aduaneros en casetas de
guardia, cuya tarea principal consiste en prevenir la introducción clandestina de plata sin sellar (plata de piña). En la dirección del suburbio de
San Lázaro, la ciudad no puede ser cerrada, ya que la muralla no se extiende hacia esa parte. Entre San Lázaro y el camino alto hacia Cerro de
Pasco, está la Portada de Guía; ésta, sin embargo, no es propiamente una
portada, sino una pequeña casa de aduana. En esta dirección es sencillo
ganar acceso a la ciudad por la parte del río, y consecuentemente, es por
donde la mayor parte del contrabando de plata, traída de las montañas,
es introducido102.
102
J. J. Von Tschudi. Travels in Perú, on the coast, in the sierra, across the cordilleras and the
Andes, into the primeral forests. Nueva York: Nueva York: A.S. Barnes & Co., Cincinatti:
N. W. Derby, 1854; 62. (Trad. del autor)
153
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Los principales estudiosos del tema no coinciden en cuales fueron las portadas primeras y originales de las murallas. Así, Mariano Peña Prado señala que
éstas fueron las del Callao, de Maravillas, de Barbones, de Martinete y de Nuestra Señora de Guía. Juan Bromley señala que las primeras portadas fueron las de
Guía, de Maravillas, del Callao, de Barbones y de Martinete, y Guillermo Lohmann
Villena re•ere que las puertas originales fueron las del Callao, de Guadalupe, de
Cocharcas, de Barbones y de Maravillas, siendo ésta la relación correcta.
A estas portadas debe agregarse, además, el acceso a través del Puente
de Piedra, que unió la zona principal de Lima con San Lázaro (el Rímac) desde
1610, el cual contó también con una portada decorativa que no formaba parte
de la forti•cación.
3.5.2. Baluartes o bastiones
La existencia de un baluarte completo y en regular estado de conservación
en las inmediaciones de la Plaza del Cercado de los Barrios Altos, nos permite
conocer las características principales de estos elementos, cuya planta semitípica
se repitió treinta y cuatro veces alrededor de la ciudad.
La sección del muro compuesto de este baluarte es de 6.90 metros en la
base y 6.44 metros a nivel del terraplén, disminuyendo veintiocho centímetros
por talud en la escarpa y diecisete centímetros en el contramuro, con adarve o
terraplén elevado a 3.24 metros en promedio por sobre el nivel del piso interno
del bastión. La muralla está compuesta por dos parapetos paralelos de adobe:
el parapeto externo, que es el más ancho y tiene una sección de 3.1 metros
en la base y una altura de 2.95 metros, y el parapeto interno o contramuro,
que tiene una altura de 3.2 metros y una sección de 1.1 metros en la base y
0.92 metros en la cabeza del parapeto. Debe señalarse que estos parapetos
interiores tienen una sección ligeramente mayor en los !ancos, llegando hasta
1.06 metros El espacio entre los muros se encuentra ocupado por un relleno
de guano y desmonte, con hormigón y tierra compactada en la super•cie.
154
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Las dimensiones de los •ancos o traveses de este baluarte son de 33.4
el •anco norte y 29.8 metros el •anco sur. Las dimensiones de los frentes del
baluarte subsistente son de 74.5 el ubicado por el lado norte y 72.6 metros el
ubicado por el lado sur, existiendo un ligero ochavado de 2.2 metros en la arista
externa de su encuentro, internamente los frentes forman un ángulo de ochenta
y siete grados.
El acceso al adarve o plataforma superior de los bastiones, se realizaba
mayormente por medio de rampas ubicadas en las golas o encuentros internos
de los •ancos y cortinas. En 1945, Juan Bromley describió una de estas rampas
como los restos de un plano inclinado de adobe y tierra compactada, con diez
metros de desarrollo horizontal y un 30% de pendiente.
Corte de un bastión típico de las murallas de Lima (Augustin, 2007)
155
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Plano de almacenes de pólvora y pertrechos en un baluarte de las murallas, 1763
(Centro Geográ!co del Ejército de Madrid, en Bonilla di Tola, 2009)
3.5.2.1. El bastión subsistente en los Barrios Altos
El estado actual de conservación del bastión de Santa Lucía es regular,
pues aunque los restos no presentan problemas estructurales evidentes en ninguno
de sus componentes. La super!cie de los muros y parapetos presentan un alto
grado de disgregación, habiéndose acumulado material de adobes y recubrimiento
disgregado al pie de algunos sectores de muros y parapetos, formándose montículos
de tierra sobre el adarve y al pie de los contramuros internos.
156
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
La casamata, o habitáculo formado en la arista de los frentes del
baluarte, se encuentra en mal estado de conservación, presentando patologías
estructurales y habiendo perdido la mayor parte de sus revoques los muros y
banquetas, hallándose también deteriorados los marcos y el dintel de madera de la
pequeña ventana o tronera del habitáculo, deterioros producto de la intemperie,
de la inexistencia de programa de mantenimiento y conservación, y de un largo
proceso de disgregación.
Las rampas de acceso a la plataforma o “adarve” del bastión, cuyos restos
identi•có Juan Bromley en 1945, han desaparecido completamente, siendo esta
la única alteración importante del monumento.
Parte del área interna del bastión se encuentra ocupada por una
construcción de mediados del siglo XX, donde funciona actualmente una Casa/
Hogar temporal para mujeres y a la cual se le han añadido a lo largo de los años
distintas habitaciones y espacios anexos, levantados tanto en adobe, material
noble y estructuras ligeras, llegando a cubrir actualmente hasta un 20% del área
interna del monumento.
A pesar que gran parte del área libre y algunos sectores de los muros
internos del área del bastión muestran evidencias de ocupaciones y usos
anteriores, como perforaciones para viguetas en muros o improntas de antiguos
recubrimientos sobre el piso, afortunadamente ninguna de estas intervenciones
han mutilado o transformado irreversiblemente el monumento, conservándose
enteramente tanto los materiales como las proporciones originales de este
elemento típico de las antiguas murallas de Lima.
157
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Planta del estado de conservación del bastión de “Santa Lucía” (Augustin, 2004)
Muros, plataformas y área interna del bastión de “Santa Lucía”
158
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Vista del encuentro externo de los frentes y del habitáculo sobre este
Encuentro interno de los frentes del bastión
Detalle interno de la casamata
159
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Camino de carreta perimetral al bastión
Plataforma superior o “adarve”
Vista aérea del bastión de Santa Lucía y sus sectores aledaños, en la zona del antiguo
Cercado de Indios de Santiago, en los Barrios Altos (Aerofotografía, www.GoogleEarth.com)
160
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Barridos fotográ•cos del bastión de “Santa Lucía”
Composición interna de un bastión típico de las murallas de Lima (Augustín, 2008)
161
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
3.5.3. Muros cortinas
Las cortinas de las defensas de Lima, sin un foso a sus pies que la separase
de los extramuros de la ciudad, se levantaron como largos tramos de muros de
adobe, de seis metros de alto por tres metros de ancho en promedio, asentados
sobre cimientos de piedras medianas de río con argamasa de cal y arena:
era una larga pared cuyo traje de yeso rayado, garabateado, destrozado en todos
sentidos, exhibía un batiburrillo de croquis jeroglí•cos o impuros gritos de
partidos o inscripciones burlescas en contra o a favor de Torrico, La Fuente,
Vivanco y otros agitadores o pretendientes al poder supremo, todas cosas bien
poco halagadoras, temperadas felizmente por algunas banalidades amorosas y por
algunos nombres de mujeres de aquellos que sólo la lengua española sabe crear102.
El ancho de las cortinas parece haber quedado determinado en buena
medida por la sección del muro externo o escarpas de los bastiones, los cuales
tenían 3.1 metros de ancho aproximadamente. Las cortinas fueron entonces una
extensión de estos muros sin construirse el contramuro opuesto como en los
baluartes, haciendo mucho menor la sección total de las cortinas defensivas, a
diferencia de los proyectos originales.
La longitud de las cortinas, es decir, la distancia entre bastión y bastión,
varió entre los ciento treinta y los ciento sesenta metros. La distancia entre el
•anco sur del bastión subsistente en los Barrios Altos, y los restos del •anco
norte del bastión contiguo a éste, muestran que su respectiva cortina tuvo ciento
treinta y seis metros de largo aproximadamente.
Aun cuando no ha perdurado ninguno de los tramos de las cortinas ni
se han encontrado planos detallados de sus secciones, sus características pueden
ser calculadas y recreadas a partir de varias descripciones generales antiguas, y a
partir de evidencias materiales encontradas en el sector sur del bastión subsistente
en los Barrios Altos, donde el desaparecido encuentro del muro existente y la
cortina arroja evidencias que nos dan luces sobre la existencia del “camino de
ronda”, y que nos acerca a deducir las dimensiones de las cortinas mismas.
103
Max Radiguet. “Lima en 1844”, en Raúl Porras Barrenechea. Antología de Lima. El Río, el puente
y la alameda. Lima: Fundación Manuel J. Bustamante De la Fuente, 2002; 259.
162
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Recreación del corte de una cortina típica
de las murallas de Lima.(Augustin, 2007)
Sector de cortina en las inmediaciones del Cuartel de Barbones, 1929 (F. Camacho, 1929)
163
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
En este mismo sector se ha identi•cado, además, la única evidencia
material que subsiste de las antiguas cortinas: una pequeñísima sección de su
arranque exterior, revestido por un grueso enfoscado de yeso donde éste se
encontraba con el parapeto del bastión.
Es posible reconocer en el baluarte existente de las murallas de Trujillo
un claro ejemplo de cómo debieron ser las cortinas de las murallas de Lima; pues
al ser construidas las obras de forti•cación de Trujillo casi al mismo tiempo y
bajo los mismos términos que las de Lima, es bastante plausible que existieran
intercambios de información, sugerencias y mandatos técnicos entre uno y
otro proyecto. Así, observamos como la sección y las dimensiones del bastión
subsistente de las murallas de Trujillo son casi idénticas a las medidas conocidas
de las cortinas de las murallas de Lima, pudiendo intuirse un parentesco entre
ambos elementos.
Baluarte de las murallas de Trujillo. Muro de dimensiones y características similares a las desaparecidas
cortinas de la forti•cación limeña (Valery Bazán Rodríguez, 2005)
164
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
3.5.4. Accesos y circulaciones de las partes altas de las murallas
La existencia de un “camino de ronda” alrededor del anillo defensivo; es
decir, la presencia de un recorrido continuo por las partes altas de las murallas de Lima
queda con•rmado por el mismo duque de la Palata en sus Memorias, donde re•ere
que la ceremonia de inauguración empezó en Monserrate, y luego los asistentes al
acto “caminaron sobre la explanada de la muralla”104. Ademas, es posible deducir su
presencia tanto por las dimensiones generales estudiados de este elemento como por
los restos y evidencias hallados en el bastión subsistente de los Barrios Altos, donde
encontramos evidencias de unas escaleras de adobe situadas sobre el parapeto de la
plataforma, en el extremo del !anco sur o la gola del bastión.
Estos pequeños restos, cuya presencia pasa desapercibida, constan de
varios montículo de adobes disgregados sobre el parapeto de la plataforma,
los que sugieren dos antiguos escalones de adobe de aproximadamente un
metro de paso por diecinueve centímetros de contrapaso el primer peldaño, y
alrededor de 1.4 metros de paso y otros diecinueve centímetros de contrapaso el
segundo peldaño, siendo probablemente el borde mismo de la cortina el tercer
y último de los escalones que llevaban desde el nivel 4.65 m hasta el nivel 4.9m
aproximadamente, como se sugiere en los grá•cos presentados a continuación.
Para llegar a estos escalones ubicados sobre el nivel superior del parapeto del
bastión (4.65 m), se utilizaban tres escalones de adobe que partían desde el adarve,
siendo el borde mismo del parapeto el cuarto y último escalón. Aunque esta escalera
ha desaparecido completamente, existe un claro rastro en el sector donde ésta llegaba
al parapeto, además, de una escalera de iguales características y en buen estado de
conservación, que sube al parapeto en el sector cercano a la casamata.
Asimismo, la subida desde el nivel de piso o “de calle” hacia las plataformas
de los bastiones se realizaba mayormente por medio de rampas inclinadas de adobe
de diez metros de largo con 30% de pendiente en promedio, las cuales se situaban
en uno o ambos extremos de los !ancos de los bastión y debían servir tanto como
acceso para los defensores como para el apeo de piezas de artillería.
104
Luis Deza Bringas. “Santa Sofía: el hospital que nunca fue”, en Revista de Neuro-Psiquiatría de la
Universidad Católica del Perú. Vol. 67, No 1-2; 20.
165
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Recreación volumétrica del encuentro entre bastiones y cortinas. Características de los accesos y
de la circulación vertical entre ambos elementos (Augustin, 2007)
Ft. A Restos del arranque lateral de la
cortina en su encuentro con el bastión
166
Ft. B. Restos de pasos de adobe sobre el parapeto,
acceso al “camino de ronda” sobre la cortina
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Vista de Lima desde el baluarte del desagüe de la toma de Monserrate.
Se destaca la rampa de acceso al bastión y la existencia de un recorrido continuo entre cortinas y
bastiones sobre las murallas de Lima (Leonce Angrand, 1838)
Recreación de las rampas de acceso al bastión y al “camino de ronda” sobre las cortinas
de las murallas de Lima. (Augustin, 2007)
167
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
3.5.5. Murallas frente al río
La con•guración de las murallas en las orillas del río Rímac fue diferente
al circuito de cortinas y bastiones que cerraron a la ciudad por sus lados de tierra.
La irregular pendiente escarpada y la plataforma que elevaba la ciudad sobre el
nivel del caudal del Rímac fue protegida al construirse las murallas con parapetos
en los sectores del malecón donde no se hubieran ya construido antes de 1684,
así como adosando distintos muros de contención a la escarpa del río, los cuales
empezaron a ser levantados con anterioridad para contener las crecidas del río.
De esta manera se evitaba el desmoronamiento o el retroceso de la línea ribereña
en estos sectores, siendo quizá estas las partes de las murallas de Lima que mayor
utilidad “defensiva” tuvieron.
Así, el cierre del anillo de las murallas por el lado del río se produjo al
conectarse los distintos sectores de explanadas y malecones que se encontraban
ya protegidos del mismo río, por lo que su con•guración como parte integral de
las murallas de Lima no resulta del todo clara. Además de ser la única parte en
sobrellevar cambios, añadiduras y reparaciones constantes.
Los últimos hallazgos arqueológicos sobre la antigua línea del malecón, a
espaldas del convento de San Francisco en el denominado “Parque de la Muralla”,
nos han permitido conocer parte de estos muros, sus plataformas y sus parapetos,
construidos en el siglo XVII. En este sector se pueden identi•car dos plataformas
consecutivas y partes de la muralla con una con•guración bastante aproximada a
la que muestra el plano escenográ•co del padre Nolasco Mere de 1685, que como
sabemos exageró tanto las dimensiones como los componentes de las murallas.
La muralla principal encontrada en este sector está hecha de piedra
granítica, asentada con argamasa de arena y cal, tiene una altura de siete metros
en promedio, un ancho de 2.5 metros en la base y aproximadamente 1.2 metros
de sección a nivel del terreno.
Este largo muro presenta distintas enmendaduras y reparaciones a lo
largo de su recorrido, como camisas de mampostería adosadas a los taludes
de las murallas y secciones reconstruidas tanto con piedra de cerro como con
piedras de río, producto de los continuos trabajos de refuerzos y reparaciones
168
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Sección de defensas frente al río Rímac, compuesta por un grueso muro de adobe
con “camisa” de ladrillo, sobre una base de piedra granítica y canto rodado
Corte de defensas frente al río, en el sector del
Convento de San Francisco (Augustin, 2007)
Plataforma defensiva en las partes bajas de
las murallas, frente al río
169
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
que debieron sobrellevar estos sectores en su tiempo útil de vida, durante los
siglos XVII y parte del XVIII.
Se han ubicado también en esta zona dos plataformas defensivas
construidas con grandes piedras asentadas sobre argamasa de arena y cal, de
treinta y cinco metros de largo cada una, con terraplenes de cuatro metros de
ancho y 1.70 metros de altura, situadas al pie de la muralla principal, tal como los
principales tratados de forti•cación europeos de la época indican debía hacerse
para proteger una ciudad atravesada o colindante a un río principal.
Según el padre Antonio San Cristóbal, con estos últimos descubrimientos
fue posible demostrar la continuidad ininterrumpida de la muralla en la totalidad
de su recorrido, en contraposicion a lo gra•cado por la mayoría de las plantas de
la ciudad realizadas durante los siglos XVIII y XIX, que no muestran murallas
en toda la ribera del Rímac103; sin embargo, debe indicarse que esta continuidad
debió quedar interrumpida durante el siglo XVIII, al modi•carse paulatinamente
la distancia y la con•guración del retiro del río.
Estructura defensiva sobre el cauce antiguo del río Rímac, dentro del “Parque de la Muralla”
105
Antonio San Cristóbal. “Descubrimientos en la muralla de Lima”, en Tecnia. Vol. 13, Nº 2.
Lima, julio-diciembre, 2003; 67-73.
170
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
171
Bastiones y sectores de murallas identi•cadas desde el cerro San Cristóbal, hacia mediaddos del siglo XIX.
Fotografía: Library of Congress (Washington, D.C.). “Lima”, 1874
Plano: Antonio María Dupard. Plano de la Ciudad de Lima; 1859
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
3.6. Otros restos de las murallas en el sector de la plaza del Cercado de los
Barrios Altos
En el sector de la Plaza del Cercado de los Barrios Altos, sobre el antiguo
Cercado de Indios de Santiago, es posible identi•car algunos restos y evidencias
de los dos bastiones contiguos hacia el sur del baluarte subsistente de Santa Lucía,
los cuales se encuentran en estado de ruina y en peligro inminente de colapsar o
terminar de ser devorados por las viviendas y las actividades de su entorno.
Los restos más cercanos al bastión principal se ubican la esquina que
hacen la avenida Rivera y Dávalos y el jirón República, donde subsiste una
sección de aproximadamente treinta metros del muro de adobe externo del
•anco sur de la forti•cación, encontrándose en muy mal estado de conservación
e inminente peligro de colapso. En estos mismos restos es posible apreciar el
friso o cordón externo que llevaban exteriormente las murallas de Lima, y que
han desaparecido totalmente en el bastión principal.
Otras partes de este mismo contrafuerte se encuentran ubicadas dentro de
un conjunto residencial, a la altura de la tercera cuadra de la avenida Rivera y Dávalos,
donde se hallan aproximadamente setenta metros lineales de las partes bajas de los
muros de la pared en donde es posible apreciar claramente la composición interna de
la mampostería, y el método constructivo simple de las murallas.
Los siguientes restos de las murallas de Lima se encuentran cerca de la esquina
de la avenida Rivera y Dávalos y el jirón Pativilca. Aquí identi•camos una sección
de aproximadamente treinta metros del •anco norte de otro bastión desaparecido,
conservándose algunas otras secciones de las partes bajas de él al interior de otro
conjunto residencial, a la altura de la segunda cuadra de la avenida Rivera y Dávalos.
Estos vestigios, además de los restos materiales, se presentan también en
la forma de las líneas de las propiedades y la morfología de la planta general de
las viviendas del sector, que claramente han tenido a las murallas como elemento
determinante para su aparición y habilitación, utilizándose muchas veces los
viejos muros como paredes medianeras o como fuente de adobes y materiales
para otras construcciones.
172
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Identi!cación de restos y vestigios de las antiguas murallas de Lima en el sector de la Plaza
del Cercado, en los Barrios Altos, Aerofotografía en www.GoogleEarth.com
Restos de las partes bajas de los frentes de un bastión, dentro de un conjunto residencia en la cuarta
cuadra de la Av. Rivera y Dávalos, en los Barrios Altos
173
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Ruinas del muro externo del !anco de un bastión, en el cruce de la Avenida
Rivera y Dávalos y el Jr. República en los Barrios Altos
Detalle del sobrecimiento de piedras y la
disposición de la mampostería de adobe
174
Erosión y socavación en las partes bajas de
los restos de los muros
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
3.7. Vida, utilidad y desaparición de las murallas
Las críticas y el cuestionamiento a la verdadera utilidad de la forti•cación
que precedieron a la construcción de las murallas se expresaron también una
vez concluida la obra. El mismo duque de la Palata, en sus Memorias, aceptaba
que en las forti•caciones de Lima y Trujillo se habían pasado por alto algunas
recomendaciones técnicas sobre la arquitectura militar. Aunque justi•caba
estas ausencias, sin embargo, por las especiales circunstancias geográ•cas de
estas ciudades americanas, en donde teóricamente no era factible un ataque o
desembarco a gran escala.
El sucesor del duque de la Palata, el virrey Melchor Antonio Portocarrero
Lazo de la Vega, conde de Monclova, quien gobernó el Virreinato del Perú entre
1689 y 1705, criticó inmediatamente las características de estas obras, aunque sin
encontrar negligencia sobre su antecesor de quien comprendió debió actuar bajo
la presión y el constante requerimiento de la población por llevarlas a cabo106.
Las primeras reparaciones importantes sobre la muralla debieron ser
necesarias pocos meses después de terminada la obra. El terremoto del 20 de
octubre de 1687 dañó varios sectores de las cortinas y algunas portadas de las
paredes, además de derribar la mayor parte de los templos y edi•cios de la ciudad,
quedando bastante perjudicados también el pueblo y los muros del Callao, en
donde se produjo la salida del mar tras el sismo.
Las siguientes amenazas menores para la amurallada ciudad de Lima
provendrían de ataques de esclavos negros fugados, quienes se encontraban
forti•cados en las alturas de Huachipa e incursionaban esporádicamente sobre
Lima, aunque sin llegar nunca a traspasar sus muros. Los cabecillas cimarrones
fueron derrotados y ejecutados alrededor de 1715 por el virrey Diego Ladrón de
Guevara107.
106
107
Guillermo Lohmnan Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 205.
José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos.
Op. cit., 87.
175
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
La única reparación importante de las murallas de Lima durante el siglo
XVIII se dio entre 1724 y 1736, bajo el gobierno del virrey José de Armendáriz,
marqués de Castelfuerte. Durante este período, además de dar mantenimiento
general a la obra, se mejoró el amplio parapeto por la parte del río.
Fueron apenas dos las ocasiones en que la presencia de piratas en los
mares del Virreinato del Perú encontró a Lima encerrada por sus muros; sin
embargo, ni la expedición del inglés Charles Wagner de 1709 ni la de George
Anson de 1740 llegaron siquiera a acercarse al Callao. Fueron quizá los terremotos
los únicos enemigos que debieron confrontar las murallas. El gran sismo del 28
de octubre de 1746 destruyó completamente el Callao y echó por tierra casi toda
la ciudad de Lima, arruinando igualmente gran parte de sus defensas.
El gran terremoto de 1746 llevó incluso a plantear la reconstrucción total
de la ciudad dentro de un paralelogramo regular con dos de sus lados paralelos
al río y transversales a las haciendas Del Pino (actualmente El Agustino) y La
Pólvora (actualmente La Parada, de la Victoria). Se propuso además una nueva
Casa de Gobierno en Chacra Ríos y la construcción de un fuerte en el cerro de
San Bartolomé (hoy El Agustino). Esta atrevida propuesta fue rechazada por
Jose Antonio Manso de Velasco el conde de Superunda, principalmente debido
a que la mayoría de inmuebles destruidos por el terremoto se encontraban
hipotecados, y ello hubiera resultado en inmensas pérdidas para las órdenes
religiosas, quienes eran en su mayor parte las acreedoras de dichas hipotecas108.
Por su parte, el francés Louis Godin, autor del proyecto de reconstrucción
del nuevo poblado del Callao en Bellavista, recomendó derribar lo que quedaba
de los muros y parte de la ciudad ensanchando las calles existentes y levantando
manzanas con esquinas ochavadas. Indicó, además, nuevas normas constructivas,
entre las cuales estaban la edi•cación de inmuebles de adobe de un solo piso
con muros de cuatro varas de ancho, pudiendo edi•carse altos solo en caso
de extrema necesidad y únicamente con bahareque (quincha). Además, los
techos y las bóvedas debían construirse solo con madera, caña, barro y yeso.
108
Don Antonio Manso de Velasco. “El terremoto de 1746”, en Manuel Atanasio Fuentes,
Editor. Memorias de los virreyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Op. cit.
1859. T. IV; 263.
176
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Godin recomendó también fachadas y columnas más bajas, suprimir balcones,
miradores y sustituir los campanarios con espadañas bajas. Se optó por no variar
la ubicación de la ciudad, aunque muchas de las recomendaciones constructivas
de Godin fueron tomadas en cuenta en un inicio109.
Para mediados del siglo XVIII la relativa tranquilidad con que se habían
desarrollado más de dos siglos de coloniaje español se vio progresivamente
interrumpida al gestarse el proceso de ideas y de luchas emancipadoras que
llevarían a España a perder todas sus colonias americanas en menos de un siglo.
Lima, como centro del poder español, se vería sucesivamente amenazada por
rebeliones indígenas. En 1749, los nativos de Canta y Huarochirí se rebelaron y
avanzaron para atacar y tomar la ciudad, aprovechando la ruina ocasionada por
el terremoto de 1746, sin embargo, la rebelión fue detectada tempranamente y
sus cabecillas ejecutados110.
El 29 de setiembre de 1749 se develó un plan ideado por el hijo del
Cacique de Chonqui, quien pretendió disfrazar a dos mil nativos con sables y
lanzas como comparsa en las festividades de San Miguel Arcángel, para atacar de
improviso a las autoridades y luego incendiar e inundar la ciudad. Este fallido plan,
que intentaba burlar los muros tomando a la ciudad desde dentro, fue conocido
como “la conspiración de Amancaes” y se evitó gracias a la participación de un
espía del virrey, el cual, sin embargo, fue descubierto y cruelmente ajusticiado, al
igual que lo serían la mayoría de los cabecillas de la conjura poco después.
Volvieron a levantarse los indígenas de Huarochirí en 1783, esta vez bajo
el mando de Felipe Túpac Amaru y Ciriaco Flores, en una época de rebeliones
en casi todas las principales ciudades del Virreinato del Perú, siendo el principal
caudillo José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II.
Una vez controladas con gran violencia las rebeliones de la década de
1780, siguieron dos décadas de aparente tranquilidad para la ciudad de Lima,
109
110
Anthony Oliver Smith. “El terremoto de 1746 de Lima: el modelo colonial, el desarrollo
urbano y los peligros naturales”, en Virginia García Acosta, “Historia y desastres en América
Latina”. Vol II, 1997; 117.
José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus
aspectos. Op. cit., 89.
177
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
en las que las ideas libertadoras maduraron sin sucesos violentos, apareciendo
nuevamente las revueltas y sublevaciones como una preocupación para la
institución virreinal a inicios del siglo XIX.
Esta creciente corriente emancipadora, además de la amenaza inglesa
al sur del continente, llevó a Fernando de Abascal, virrey del Perú entre 1806 y
1816, a reparar y poner en valor las murallas de Lima. Ésta refacción general de
la forti•cación puede considerarse parte del impulso edi•cador de este período,
que signi•có también la construcción del Cementerio General (1808), el Cuartel
de Santa Catalina (1806), la Portada de Maravillas (1807), entre muchas otras
obras, realizándose también una mejora general de las plazas y espacios públicos,
lo que signi•có un primer acercamiento a la concepción de una Lima urbana
moderna o proyectada hacia el futuro.
Motivado principalmente por la amenaza inglesa111, Abascal emprendió
la reparación de las murallas, evitando el uso de la Hacienda Real. El 29 de
agosto de 1807 prohibió por bando toda alza en el costo de los jornales de los
peones y el aumento del precio de los adobes.
Entre los ciudadanos particulares de la ciudad se contó con la colaboración
del marqués de Calada de la Fuente y Francisco Vázquez de Ucieda, quienes
repararon un baluarte cada uno. Además los hacendados de las inmediaciones
•nanciaron la reparación de tres baluartes más, y los vecinos de la zona de
111
En octubre de 1805 Inglaterra derrotó a las fuerzas Franco-Española en la batalla naval de
Trafalgar, consolidándose como la máxima potencia militar de principios de siglo XIX. Sin
embargo, el Emperador Napoleón Bonaparte planteó inmediatamente un efectivo bloqueo
marítimo contra el comercio inglés, causando grandes daños en su economía, impulsando a
Inglaterra a emprender un tardío intento colonizador. Así, las fuerzas inglesas retomaron la
colonia Franco-Holandesa de “El Cabo” en Sudáfrica al año siguiente e intentaron arrebatar
a España sus colonias americanas, generando el temor de un ataque a Lima. Entre 1806 y
1807 los ingleses atacaron las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, en el Virreinato del
Río de la Plata. La expedición inglesa fracasó, siendo derrotada en Buenos Aires en julio
de 1807; sin embargo, éste ataque desencadenó el proceso que llevaría a España a perder
sus colonias americanas: las fuerzas inglesas derrotadas en 1807 no lucharon contra fuerzas
realistas españolas sino contra defensores criollos americanos, quienes luego de ésta victoria
militar declararon la primera “Junta” de Buenos Aires en 1810, desencadenándose así el
proceso •nal de la independencia americana que concluyó en 1826 en las pampas de Quinua,
en Ayacucho.
178
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Monserrate aportaron siete mil pesos para la reedi•cación de las murallas de su
sector112. La refacción consistiría en despejar las grandes cantidades de basura
y escombros que se habían acumulado alrededor de gran parte de las murallas,
rellenar los baluartes donde se hubiera perdido material y reforzarlos para recibir
artillería pesada. Reconstruir las partes derribadas y reforzar las existentes. Se
construyeron, además, caminos internos y externos a la línea de los muros,
repartiéndose el costo de las obras de reparación entre las instituciones de la
siguiente manera:
-El Arzobispado, el Cabildo Eclesiástico, el clero, y los monasterios de monjas
costearon entre ellos la reparación de tres baluartes.
-El Cabildo de la ciudad •nanció las obras en seis baluartes.
-La Inquisición pagó la reparación de dos baluartes.
-El Consulado y el Tribunal de Minería aportaron para reparar tres baluartes
cada uno.
-La Universidad colaboró con la refacción de un baluarte.
-Las órdenes de Santo Domingo, San Agustín, y La Merced repararon tres
baluartes cada una.
-La Compañía de los Cinco Gremios de Madrid, la Cofradía de la O, y la Casa de
Paga General de Censos costearon la reparación de un baluarte cada uno113.
Los trabajos de reparación duraron varios meses, siendo supervisados
permanentemente por el mismo virrey. Al terminarse las obras, se había vuelto
a poner en uso el angosto terraplén superior o adarve en torno a la ciudad,
igualmente, se construyó un camino externo al pie de las murallas e incluso
se llegaron a cavar algunos fosos y se construyeron almacenes en las golas de
dos baluartes para el depósito de pólvora, rehaciéndose además las portadas de
Guadalupe y de Maravillas114.
También se encargó al padre Juan de Herrera el relleno de seis bastiones
y la construcción de plataformas de acceso para la artillería, llegando a levantar
112
113
114
Guillermo Lohmnan Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 205.
Manuel de Mendiburu. Diccionario histórico-biográ!co del Perú: parte primera que corresponde a la época
de la dominación española. Op. cit., T. VI: 336-340.
Ibíd., 336-340.
179
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
hasta tres en cada uno de los baluartes a su cargo, cobrando por todo ello casi
veintitrés mil pesos115.
Algunos de estos complementos y reparaciones de inicios del siglo XIX
son fácilmente reconocibles en el refugio existente en la zona del Cercado,
tales como el reforzamiento del parapeto, la habilitación del camino de carreta
empedrado externo a los muros y la construcción de un habitáculo o casamata
en la arista de los frentes del baluarte.
El virrey Abascal refaccionó esta muralla y creyó ponerla en pie de guerra;
pero creo que ni entonces ni ahora ha podido servir a tal objeto, pues que
su debilidad, su mucha extensión y su poca elevación hacen imposible una
defensa sostenida, aun contra un pequeño ejercito. Este es un hecho tan
conocido, que el gobierno hace muy poco caso de tal forti•cación y la deja
desmoronarse, sin atribuirle el merito que tuvo para Abascal. Hoy podría la
muralla servir siquiera de paseo, porque presenta hermosos puntos de vista
hacia el campo y huertas de la vecindad, pero su soledad la hace peligrosa; no
es raro que algunos paseantes hayan sido sacados de sus abstracciones por los
bandidos que allí pueden hacer su presa sin temer a la policia116.
Poco tiempo antes de las reparaciones emprendidas por Abascal, había
sido renovada la Portada del Callao como parte del proyecto de la espaciosa
alameda que mandó diseñar el virrey Ambrosio O’Higgins en 1797, al inicio del
nuevo camino hacia el puerto del Callao, inaugurados ambos en el año 1800.
La nueva entrada “del Callao” fue un gran pórtico decorado con molduras de
estuco, con una puerta principal al centro y cerrada por dos hojas dadas de
verde, sobre este ingreso el escudo “de las Armas Reales”, bajo el cual se leía la
inscripción: “Imperante Carolo IV”. A los lados dos puertas más pequeñas, la
derecha o “de las Armas de Lima” que estaba casi siempre abierta y era la que se
usaba comúnmente, y la izquierda la “de las Armas del Consulado”117.
115
116
117
Informe de Antonio Álvarez, 1816, en Archivo Histórico de la Municipalidad de Lima, Obras
públicas 1638-1822. Caja N° 1, Doc. 5
José Victorino Lastarria. “Lima en 1850”, en Alberto Tauro del Pino. Viajeros en el Perú
republicano. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1967; 92.
Max Radiguet. “Lima en 1844”, artículo citado, 258-259.
180
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Al ingresar por ella a la ciudad, los visitantes extranjeros debían cancelar
un impuesto, de lo que se quejó Max Radiguet en su descripción de Lima de 1844.
Radiguet cuenta, además, de una característica arquitectónica muy interesante de
esta zona de la ciudad en la cual encontró, después de atravesar las murallas, una
larga calle bordeada de paredes en las que había pintadas fachadas de casas. Es
decir, con escenografía y estuco de diversos colores se habían simulado puertas
y ventanas, siendo realmente todas estas construcciones abandonadas.
Es posible conocer el estado general de las murallas de la ciudad hacia
•nes del período colonial, en los años 1805 y 1816, gracias a los informes del
Comandante General de Ingenieros, Pedro Antonio de Molina, y ya en el período
republicano, gracias al informe de 1830 del Diputado General de Aguas, Manuel
García; informes encargados por la municipalidad de Lima para valorar el estado
y utilidad real de la antiguas defensas.
En su informe de 1816, De Molina da cuenta de cómo hace ocho años
se habían reparado las murallas y bastiones, con el esfuerzo económico de las
instituciones y particulares de la ciudad, y como esta reparación había durado
tan poco, tanto por la baja calidad de los materiales utilizados en las refacciones
de 1807, por “maldad de los borriqueros que no reparan en desbaratar los
sardineles de los parapetos”, como por el descuido de los hacendados, que no
prestan mantenimiento a las acequias que por muchos puntos atraviesan o corren
paralelos a los muros, deteriorándolos con humedad.
El informe recomienda realizar pequeñas reparaciones a lo largo del
cerco, así como trabajos de mantenimiento en todas las portadas de acceso;
recomendaba •nalmente •nanciar estos trabajos por medio de un reajuste en
la manera de aplicar la “sisa” sobre la carne, impuesto utilizado ya para estos
•nes117a.
El virrey Fernando de Abascal respondió negativamente a la
recomendación de Antonio de Molina, recordado que a pesar de mantenerse
cuentas abiertas para el mantenimiento de las murallas, y de generar estos
117a
Informe de Pedro Antonio de Molina, 1816, en Archivo Histórico, Municipalidad de Lima,
Obras Públicas 1638-1822. Caja # 1. Doc. 18.
181
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
gastos sin interrupciones, las mismas se encuentran cada vez en peor estado, no
mereciendo la pena de seguir invirtiendo ni haciendo gastos en su reparación.
Las partes principales del informe de Manuel García, de 1830, “Relación
que mani•esta los defectos en las murallas que circulan la capital”118, son los
siguientes:
-Muralla de Monserrat: Esta tiene el primer valuarte todo el contramuro del
relleno en circunferencia como de ochenta varas desvaratado faltandole los
adobes y quedando pendiente por votare mismamente como diez varas en
los dos estremos. Asimismo dos pedasos de la cortina de arriba comenzando
a cargar de tierra y adobe por estar cuartiados.
Y en el segundo valuarte: En este se hallan tres pedasos de la cortina de arriba
comenzando a sacar el adobe y tierra como también le han quitado la
primera hilada del contramuro del piso de arriba
Y en el tercero: En este citio se han llevado todo el adobe de las dos ramplas,
quedando una pequeña parte por votar como de cinco a seis varas de largo y una
de alto. Por manera que de principio al •n de esta muralla en la banda de adentro
han arruinado con ella en ramplas, cajones ó contramuros y parte de la cortina.
-Muralla de la Portada para Juan Simón: En esta se haya por la banda de
adentro un pedaso caido como de vara y media de alto en las primeras
hiladas como también un pedaso cuartiado que ambas dos cosas estan
expuestas a que las boten.
-De Juan Simón a Santa Catalina: En este jiron por la banda de afuera hay dos
ollos uno mas grande que otro apegados a los simientos por la tierra que
han sacado.
-De Barbones a Maravillas: En citio inmediato al Camal de Soto esta
derrumbada en el largo como de veinte varas la cortina de arriba.
-De Maravillas a Martinete: Tras de la garita la primera tapia como de veinte
varas de largo esta caido y se conoce estar cargando la tierra de este citio.
Todas las demas reconocidas con bastante esmero estas sonas con tal mal
rajaduras que se conoce haber sido ocasionadas por el terremoto del treinta,
pero sin correr peligro119.
118
119
Informe de Manuel Garcíana, 1830, en Archivo Histórico, Municipalidad de Lima, Obras
Públicas 1638-1822. Caja # 1. Doc. 28.
Ibid.
182
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Hacia el •nal del documento Manuel García incluye una curiosa nota que
nos da un claro ejemplo de las di•cultades que habían de afrontar las autoridades
para conservar en buen estado la obra, siendo el retiro clandestino de tierra y
adobes para uso particular una falta común en varios sectores del cerco: “De
orden verbal del Señor Alcalde presidente comunicada el día de ayer a horas
de las diez de la mañana por denuncia que dieran que los Capacheros están
arruinando las murallas cargandose los adobes y tierra de que están formadas”120.
A pesar de los estudios e informes de 1830, las forti•caciones de Lima no
volvieron a ser reparadas integralmente, al considerarse el cerco inútil como defensa
militar. Su mantenimiento fue abandonándose paulatinamente, deteriorándose y
desapareciendo parte de sus estructuras durante el resto del siglo XIX. Por ello se
hizo más fácil para contrabandistas, bandidos o cualquier visitante furtivo, entrar y
salir de la ciudad, evitando las garitas y los controles de las portadas.
Hacia 1860 el prefecto de departamento Juan I. Mendoza, por petición
del Ayuntamiento de la ciudad, realizó una valoración del estado de conservación
y la utilidad real de las murallas, mostrándose a favor de conservar el cerco
alrededor de Lima:
Aunque a mi juicio la murallas no sirven para una defensa militar, deben sin
embargo costearse a toda costa por exigirlo así la seguridad del vecindario y
porque si no existieran seria necesario sostener una gendarmería de fuerza
cuádrupla de los que existe en la capital. Convencido pues de que las murallas
deben permanecer hago presente a V. S. que es urgentemente necesario se
haga una calza general en la parte exterior de ellas y con particularidad en los
angulos salientes de los bastiones debiendo abrirse foso al pie de las murallas
para hacerlas inaccesibles a los malhechores121.
Resulta claro de éste y de varios otros testimonios, que las cercas nunca
fueron apreciadas como una obra de arquitectura militar; sin embargo, al ser las
120
121
Ibíd.
Informe de Juan I. Mendoza, prefecto de departamento, 1860. Archivo Histórico de la
Municipalidad de Lima. Obras públicas, 1860; Doc. 9.
183
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
murallas una barrera para la libre circulación de personas y mercaderías ilegales,
su presencia fue apreciada y valorada por varios sectores e instituciones de la
sociedad, que se opusieron a su demolición en varias ocasiones a lo largo del
siglo XIX.
La necesidad de nuevas áreas de expansión y la oportunidad del buen
negocio que esto representaba, llevó a Mariano Álvarez, Pedro Sayán y Mario
Felipe Paz-Soldán a realizar en 1860 un proyecto que lotizó y urbanizó las huertas
del Colegio de San Carlos, remanente de la antigua “Chacarilla de San Bernardo”
de la Orden Jesuita, y último sector signi•cativo del antiguo “cinturón verde” de
intramuros. Finalmente, en 1866 los funcionarios municipales Emilio del Solar
y Francisco Laso propusieron demoler las murallas, levantando nuevamente la
controversia acerca de su presencia122. Sin embargo, esta vez la discusión llevaría
al gobierno de José Balta a declarar de interés público la demolición del antiguo
cerco, mediante el Decreto Supremo del 2 de diciembre de 1869, argumentando
tanto motivos urbanísticos, higiénicos, como de seguridad pública, y para
permitir así el crecimiento de la ciudad, la eliminación de focos infecciosos y la
erradicación de guaridas de malhechores123.
Para esta época, el límite edi•cado estaba llegando ya al pie de las murallas
en varios sectores de la ciudad. Ésta nueva necesidad de áreas urbanizables y de
expansión fue acompañada de un gran impulso edi•cador promovido desde
el gobierno central y plani•cado por el ingeniero Luis Sadá entre 1868 y 1870,
cuyos planes y proyectos urbanísticos y viales determinaron en gran medida
el crecimiento de Lima durante todo el siglo XX al trazarse, según varias de
sus propuestas, los nuevos ejes de crecimiento y las áreas de expansión urbana
entorno a la antigua ciudad.
Algunos de estos proyectos incluían la apertura de nuevas arterias
principales en la ciudad, como el proyecto de la “Avenida Central”, que
122
123
José Gabriel Ramón Joffre. La muralla y los callejones: intervención urbana y proyecto político en Lima
durante la segunda mitad del siglo XIX. Lima: SIDEA, PromPerú, 1999; 90.
José Balta. El Peruano, Lima: 2 de diciembre de 1869, en Sifuentes de la Cruz. Las murallas de
Lima en el proceso histórico del Perú. Op. cit., 228-230.
184
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
prolongaría el Jirón de la Unión hasta lo que sería la Plaza Bolognesi, es decir,
hasta el encuentro de la prolongación de las nuevas avenidas de Circunvalación
proyectadas sobre los ejes de las murallas. Desde ahí, la nueva avenida continuaría
en línea recta hasta el borde mismo del acantilado sobre la playa de Magdalena
del Mar; aunque la primera parte de este proyecto no fue realizada, el segundo
tramo de esta “Avenida Central” se convirtió luego en la avenida Brasil.
El diseño de este proyecto vial y urbanístico fue complementado con
el diseño de la “Avenida Interior de Lima”, que proponía prolongar un tramo
de avenida abierto desde la plaza “2 de Mayo” a través de toda la ciudad,
perpendicularmente a la “Avenida Central”, llegando hasta la Avenida de
Circunvalación a la altura de la Escuela de Medicina.
Este segundo proyecto fue llevado a cabo parcialmente recién en 1921
en el marco de las obras realizadas con ocasión del primer centenario de nuestra
Independencia, al prolongarse la avenida La Colmena a través de la antigua
Estación de San Juan de Dios, formando la Plaza San Martín y llegando hasta el
Jirón Zepita (hoy Av. Abancay).
Aprovechando esta auge urbanístico, Henry Meiggs propuso en 1871
demoler gratuitamente los restos de las antiguas murallas y bastiones, y construir
en su lugar un amplio paseo de circunvalación o bulevard de estilo parisino,
que seguiría las líneas de los dos lados principales del gran triangulo irregular
que formaban los ejes principales de las murallas. A cambio de la demolición,
el empresario ferrocarrilero pidió se le otorguen dos franjas de terreno a ambos
lados de las nueva vías, bene•ciándose con la comercialización de estos nuevos
lotes urbanos124. Se plani•có así el Camino de Circunvalación en torno a la
ciudad, el cual se conoció en un inicio como Boulevard Meiggs para convertirse
luego en las avenidas Grau y Alfonso Ugarte, que al prolongarse algunos años
después se unieron en la nueva Plaza Bolognesi, inaugurada en 1905.
Algunos pequeños sectores de las cercas de Lima habían sido ya
demolidas anteriormente. A mediados del siglo XIX se derribó un tramo
124
Luis Deza Bringas. “Santa Sofía: el hospital que nunca fue”, Op.cit., 24.
185
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
cercano a la Portada de Maravillas para facilitar el acceso al nuevo Cementerio
General, diseñado por el presbítero Matías Maestro. Otro sector, aún mayor
que el primero, fue derribado en 1868 para permitir la construcción del Parque
de la Exposición, cuyas obras fueron el foco principal de la célebre Exposición
Internacional de Lima, inaugurada en 1872.
El negocio urbanístico de Henry Meiggs fue bienvenido por el gobierno
de Balta, y aunque la ocupación urbana del terreno no llegó a realizarse
completamente según el esquema ideado por el empresario inglés, para 1873, la
mayor parte de las viejas murallas levantadas por el duque de la Palata estuvieron
demolidas.
186
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Capítulo IV
Origen del trazado de las murallas de Lima y su in•uencia
en la evolución urbana de la ciudad
187
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
188
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
4.1. Período anterior a 1535
Trama urbana aproximada del asentamiento prehispánico del Valle
del Rímac.
Para considerar cual es la in•uencia de las antiguas murallas de Lima
sobre su evolución urbana moderna de la ciudad, es indispensable determinar
primero cuál es el origen de los ejes sobre los cuales se construyeron las mismas
murallas.
La zona del Valle del Rímac sobre la que se hizo la fundación española de
la capital del Virreinato, estuvo ocupada previamente por el asentamiento prehispánico principal de este cacicazgo. Dentro del área que hoy conocemos como
el centro de la ciudad moderna se ubicaron el Palacio del Cacique, la autoridad
local principal, y una serie de edi•cios administrativos: tambos, templos y adoratorios; entre ellos destacaban el complejo del Oráculo de Lima (o del Rímac), el
templo de Puma-Inti, entre otros.
Los ejes viales del asentamiento central del Valle del Rímac quedaron
determinados por los tres caminos principales, que recorrían el caserío. El lado
más largo del triángulo irregular, conformado por estos antiguos ejes, estuvo
ocupado por el camino de la sierra por el este, paralelo al río Rímac, y en él se
ubicaron tanto el Palacio del Cacique como el adoratorio principal.
La segunda línea que compone este eje quedó determinada por el antiguo Camino Inca de los Llanos, que partía hacia el sur y era la ruta habitual para
viajar a las ciudades principales del sur del Imperio Incaico. El triángulo quedaba
cerrado por la línea del camino que llevaba al poblado costero de Piti-Piti (El
Callao) por el oeste y hacia el complejo del Oráculo del Rímac y al Camino de la
sierra, por el este.
En el vértice sur de este triángulo irregular se ubicó el Tambo de Lima,
centro principal de intercambio comercial, y en el vértice Este se encontraba el
Oráculo del Rímac, centro religioso principal del asentamiento y del valle.
189
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Plano 4.1 - Período anterior a 1535
Orígenes conocidos
Cultura Lima (200 a.C.-600 d.C.)
Cultura Ichma (600 y 1000 d.C)
Señorio de Ichma (1000-1470 d.C.)
Ataques y amenazas al Valle del Rímac durante este período
1450 -1470
Integración al Imperio Inca de las culturas locales de los valles de
la costa central, por parte de Pachacútec Inca Yupanqui.
1534-1536
Invasión y conquista española
Población Aproximada del Valle hacia 1534
40 000 habitantes
Asentamientos principales
Maranca
Pacahacamac
Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de
Aldo Acervo Porras y Cesar Gervasi Llaque (1992).
Juan Gunther Doering y Guillermo Lohmann Villena. “Plano de Lima prehispánica” (Gunther Doering y Lohmann Villena).
Juan Bromley y José Barbagelata; “Plano de la Ciudad de los Reyes. Reconstruido Año MDXXXV” (Juan Bromley y José Barbagelata).
Eduardo Martín Pastor. “El Solar del Conquistador” (Martín Pastor).
Amado Góngora Perea. “Plano de la Ciudad de Lima Metropolitana” (Góngora
Perea).
-Google Earth (www.GoogleEarth.com).
190
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
4.2. Período 1535 – 1600.
Fundación de Lima, el Damero dentro del triángulo prehispánico
La ciudad de fundación española se ubicó directamente sobre el asentamiento prehispánico principal del Valle del Rímac, conservándose la localización
y hasta el tipo de uso de sus edi•cios más signi•cativos como base para las principales construcciones de la nueva ciudad, como el Palacio del Cacique, que sirvió como plataforma para la Casa de Gobierno; destinando el templo inmediato
de Puma-Inti como base y pedestal para la futura Catedral de Lima, utilizando
además parte de la gran huaca del Oráculo del Rímac como fundamento para la
Iglesia de Santa Ana, construida hacia 1550.
Así, el lado Norte de la trama establecida por Francisco Pizarro ocupó la
línea del lado más largo del antiguo triángulo irregular formado por los caminos
prehispánicos, para proyectar a partir de él un “Damero” de ciento diecisiete
manzanas, dispuestas en una retícula de 13 x 9 manzanas de cuatrocientos cincuenta pies castellanos por lado (125.5 metros) y separadas por anchas calles de
cuarenta pies de ancho (11.16 metros), con el lado mayor del cuadrilátero, de 13
manzanas, ubicado paralelo al río Rímac.
Aproximadamente el 80% del área del Damero fundacional quedaba inscrita dentro de los ejes del triángulo prehispánico, y fue casi de manera exclusiva
al interior de esta área donde se levantaron las primeras construcciones españolas; ellas se concentraron alrededor de la Plaza Mayor, que fue el antiguo centro
del caserío prehispánico, ocupándose en un inicio muy pocos de los lotes de la
cuadrícula española cuyo trazo resultaba exterior a los límites del mencionado
triángulo, delineando así desde un inicio el ‘cuerpo’ de la ciudad.
La proyección inicial de las manzanas no tomó en consideración los relieves irregulares de la zona, la cual además de tener diferentes pendientes era
cruzada por dos canales arti•ciales del Rímac, abiertos mucho antes de la llegada
de los españoles: el Huatica y el Maranca (Maranga o Magdalena), y tenía ya
consolidados senderos, trochas y caminos antiguos que se acomodaban naturalmente al terreno.
191
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Plano 4.2 - Período 1535–1600
Proyectos de arquitectura militar durante este período
1537 Recinto forti•cado, petición de Hernando de Cevallos (no construido)
Ataques y amenazas a la ciudad durante este período
1536 Kisu Yupanqui y su ejército Inca (ataque)
1541 Diego de Almagro El Mozo (toma de la ciudad)
1542 Diego de Almagro El Mozo (amenaza destruir la ciudad)
1544 Gonzalo Pizarro (amenaza tomar la ciudad)
1544 Blasco Nuñez Vela (propone abandonar e incendiar la ciudad)
1546 Rebelión de esclavos negros
1547 Pedro de la Gasca (re-toma de la ciudad, 1541)
Población aproximada
1535 70 Españoles fundadores y sus familias, población autóctona local:
aprox. 40 000
1584 8 285 (censo de Pedro de la Gasca, Presidente de la Real Audiencia de
Lima)
1599 14 262 (censo del virrey Luis de Velasco)
Área aproximada de Lima
1535 214 h2 (plano ideal del Damero)
1599 314 h2 (censo del virrey Luis de Velasco)
Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de
Juan Gunther Doering y Guillermo Lohmann Villena. “Plano de Lima prehispánica” Gunther Doering y Lohmann Villena).
Juan Bromley y José Barbagelata; “Plano de la Ciudad de los Reyes. Reconstruido Año MDXXXV” (Bromley y Barbagelata).
Eduardo Martín Pastor; “El Solar del Conquistador” (Martín Pastor).
Google Earth (www.GoogleEarth.com)
192
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
4.3. Período 1601–1683
Primera expansión, los ejes de la ciudad colonial
En el plano de Lima elaborado para este periodo, correspondiente al lapso
comprendido entre •nes del siglo XVI y 1687, después de aproximadamente ciento cincuenta años transcurridos del proceso ocupacional del terreno de la ciudad a
partir de su fundación española, se puede apreciar como el “Damero” fue capaz de
mantener su orden reticular y ajedrezado únicamente dentro de este área irregular
determinada por el triángulo prehispánico, perdiéndose la trama ajedrezada de la
lotización urbana al acercarse éstas al límite de los ejes. Comprimiendo y deformándose algunas de estas manzanas en un intento casi natural por permanecer
dentro de este triángulo inmaterial, cuyos ejes contuvieron y determinaron en gran
medida la planta de la ciudad, desarrollándose los sectores urbanos exteriores a él
cada vez con menor relación con la trama regular original del Damero de Pizarro.
Un ejemplo claro de cómo los ejes prehispánicos determinaron la forma
de urbanizar el terreno se puede apreciar en el sector perteneciente a la Plazuela de Santa Ana, Santa Catalina y el actual Hospital Dos de Mayo, donde las
manzanas se comprimen y deforman para mantenerse dentro del área principal
delimitada por los ejes antiguos de la ciudad. Es interesante, además, observar
cómo la realización cabal de la trama del Damero se dio únicamente dentro del
área limitada por estos ejes, los cuales determinaron casi desde un principio lo
“interno” y lo “externo” a la ciudad.
Puede apreciarse también cómo el barrio de San Lázaro (el Rímac), en la
orilla opuesta del río, se construyó con una trama diagonal al eje principal del asentamiento de Lima; además, destaca también la manera como el Cercado de Indios de
Santiago fue construido exterior a estos ejes, pero inmediato al sitio de la ciudad, tal
como se acostumbraba y recomendaba para las reducciones de indígenas y pobladores autóctonos en las ciudades españolas fundadas en América, África y el Caribe.
Plano 4.3 Período 1601–1683
Proyectos de arquitectura militar durante este período
1602 Trinchera alrededor de la ciudad y ciudadela-fuerte en San Lázaro (El
Rímac), propuesta de Pedro Ozóres de Ulloa (no construidas)
1617 Foso y muralla de adobe alrededor de la ciudad, proyectado por Juan
Arias Tarragona (no construidas)
1624 Modelo de defensas para Lima de Miguel de Huerta (no construido)
1625 Murallas y forti•caciones para el casco urbano de la ciudad, proyectos
de Pascual Ferruche (no construidas)
193
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
1626
1627
1640
1673
1680
1684
1685
Forti•cación de edi•cios y conventos del centro de la ciudad, proyecto
de Cristóbal de Espinosa (no realizado)
Murallón o ‘tapial’ en la zona de Chuquitanta (construido)
Murallas del Callao, proyecto de Juan de Espinoza (construidas)
Murallas de Lima, proyecto de Jean Raymon Coninck (construidas, aunque no según este primer esquema)
Murallas para Lima, propuesta de Luis Venegas Osorio (no construidas)
Inicio de las obras de las murallas de Lima, concluidas en 1687
Contrapropuesta del Duque de Bournonville al proyecto de las Murallas
de Jean Raymond Coninck (no fue tomada en cuenta)
Ataques y amenazas a la ciudad durante este periodo
1579 Francis Drake (ataque pirata al Callao)
1587 Thomas Cavendish (ataque pirata al Callao)
1615 Joris van Spielbergen (ataque pirata al Callao)
1624 Jacques Clerk “L’Hermite” (ataque pirata al Callao)
1666 Conspiración de Indígenas “de la Acequia Grande de Santa Clara”
1668 Rebelión de Indígenas “del Puente de Piedra”
Población aproximada
1599 14 262 habitantes (censo del virrey Luis de Velasco)
1614 25 434 habitantes (censo del virrey Juan de Mendoza y Luna)
Área aproximada de Lima
1599 314 h2 (censo Velasco)
1613 316 h2 (Barbagelata 1945)
Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de
Juan Bromley y José Barbagelata. “Plano de la Ciudad de los Reyes. Reconstruido Año MDXXXV” (Bromley y Barbagelata).
Bernardo Clemente Príncipe. “Planta de la muy Ilustre ciudad de los Reyes, Corte del Reyno del Perú [1674]” (Gunther Doering, 1983).
Pedro Nolasco Mere. “Plano Scenographico de la Ciudad de los Reyes, o Lima
Capital de los Reinos del Perú [1685]” (Gunther Doering, 1983).
Amédée Frezier. “Plan de la Ville de Lima, capitale du Perou [1713]” (Gunther
Doering, 1983).
Google Earth (en www.GoogleEarth.com).
194
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
4.4. Período 1684–1873
Las murallas de Lima
Al trazarse el recorrido de las murallas de Lima, entre 1684 y 1685, quedaron sus líneas determinadas casi directamente por la evolución de los ejes
del triángulo prehispánicos dentro de los cuales se había desarrollado la ciudad,
conservándose por delante de los antiguos ejes una franja o “cinturón verde”
de huertos y vegetación, que separaba el casco urbano de la ciudad de la parte
interna del cercado por todos sus •ancos menos por el del río Rímac. Así, los
antiguos ejes prehispánicos se trasladaron de forma paralela a sus lados, formándose un nuevo y mayor triángulo que fue la base del recorrido de•nitivo de las
murallas de Lima, al construirse estas entre 1684 y 1687
El perímetro de los muros fue extendido también para contener parcialmente al Cercado de Indios de Santiago, cuyo recinto no fue incluido dentro del
área delimitada en los proyectos originales, quedando •nalmente seccionada por
las murallas, demoliéndose el sector que quedó fuera del área cercada, al igual
que muchas otras construcciones que quedaron directamente sobre la línea del
muro, o demasiado cercanas de él.
Para completarse la forti•cación por el lado del río, el cerco anexó a su
recorrido distintos muros, plataformas y tajamares pre-existentes, construidos
para contener las crecidas del caudal desde mediados del siglo XVI.
Las murallas que encerraron Lima contuvieron el crecimiento y establecieron el límite de expansión de la ciudad durante casi dos siglos, en los que el
crecimiento “a intramuros” se realizó por medio de la prolongación de las calles
existentes, y la evolución del esquema de urbanización determinado previamente
por los antiguos ejes.
El área urbanizable a intramuros de la ciudad, que aún conservaba algunos sectores de áreas verdes, fue lotizada paulatinamente hasta •nes del siglo
XIX, en que la capacidad de crecimiento a intramuros alcanzó su límite, generando la necesidad de derribar las antiguas murallas, para permitir así la expansión
de la ciudad y la habilitación de nuevas urbanizaciones en su periferia.
195
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Plano 4.4 Primer período de las murallas, 1684–1745
Ataques y amenazas a la ciudad durante este período
1709 Charles Wagner (amenaza pirata inglesa)
1740 George Anson (amenaza pirata inglesa)
Proyectos de arquitectura militar durante este período
1684-1687 Construcción de las murallas de Lima, obra supervisada por Juan
Ramón Coninck, con la colaboración del Ingeniero Mayor Luis Venegas Osorio, el ayudante de Ingeniero Pedro Asensio y el maestro
alarife Manuel de Escobar.
1740
Fortaleza y otras obras para la defensa de la capital, proyectos de
Pedro de Peralta Barnuevo, contenidos en su tratado ‘Lima Inexpugnable’ (no construidos)
Población aproximada
1700 37 234 habitantes (censo del virrey Melchor Portocarrero, conde de Monclova)
1755 54 000 habitantes (censo del virrey J.A. Manso de Velasco, conde de Superunda)
Área aproximada de Lima
1685 354 h2 (plano Nolasco)
1713 360 h2 (plano Frezier)
Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de
Pedro Nolasco Mere. “Plano Scenographico de la Ciudad de los Reyes, o Lima
Capital de los Reinos del Perú [1685]” (Gunther Doering).
Amédée Frezier. “Plan de la Ville de Lima, capitale du Perou [1713]” (Gunther
Doering).
Louis Feuillée. “Plan de la Ville de Lima, capitale du Perou [1709]”; aparentemente reproducido del plano del proyecto original de Lima y sus murallas de
Jean Raymond Coninck (Gunther Doering).
José Barbagelata. “Plano de la ciudad de Lima en 1821” (Gunther Doering).
Google Earth (en www.GoogleEarth.com).
196
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Plano 4.4.1 Segundo período de las murallas, 1746–1873
Proyectos de arquitectura militar durante este periodo
1747-1774 Fuerte “Real Felipe” del Callao, proyectos de Luis Godin, y de Joseph Amich y Juan Francisco Rossa (construido)
1781
Forti•caciones en Lima y el Callao, de Demetrio Egán (no realizadas)
1805
Escuela Práctica de Artillería en fundo “La Galera” (construida)
1806
Cuartel Militar de Santa Catalina (construido)
1807
Reparación general de las Murallas de Lima (realizada)
Ataques y amenazas a la ciudad durante este periodo
1780
Sublevación indígena de Tupac Amaru II o “Condorcanqui”.
1805
Amenaza inglesa, apogeo de su hegemonía naval.
1812-1813
Distintas sublevaciones independentistas amenazan tomar Lima.
1821 (Enero) Tropas Realistas amenazan deponer al virrey.
1821 (Julio) Tropas independentistas provocan la huida del virrey.
1824-1826
Rodil y los últimos realistas atrincherados en el “Real Felipe”.
1866
Méndez Núñez y su “expedición cientí•ca” española son repelidos.
Proyectos de expansión urbana de Lima
1860
Mariano Felipe Paz-Soldán, Mariano Álvarez y Pedro Sayán; proyecto de urbanización de las Huertas de San Carlos.
1868-1870 Luis Sada; proyectos de expansión urbanística y vial.
Población aproximada
1791 52 627 habitantes (censo del virrey Francisco Gil Taboada y Lemus).
1812 63 900 habitantes (padrón anónimo).
1857 94 195 (censo de Manuel Atanasio Fuentes).
Área aproximada de Lima
1791 400 h2 (censo Taboada).
1859 592 h2 (plano Dupard).
197
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de
Amédée Frezier. “Plan de la Ville de Lima, capitale du Perou [1713]” (Gunther
Doering).
Louis Feuillée. “Plan de la Ville de Lima, capitale du Perou [1709]”. Aparentemente reproducido del plano del proyecto original de Lima y sus murallas de
Jean Raymond Coninck (Gunther Doering).
José Barbagelata. “Plano de la ciudad de Lima en 1821” (Gunther Doering).
Antonio María Dupard. “Plano de la Ciudad de Lima, capital de la República del
Perú [1859]”. Levantado en 1859 y publicado en el Atlas geográ•co del Perú
de Mariano Felipe Paz Soldán (Gunther Doering).
Google Earth (www.GoogleEarth.com).
198
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
4.5. Período 1874–1921
Expansión urbana, los ejes generadores de la ciudad moderna
Al encontrarse encerrada Lima el área de expansión de la ciudad se vio
limitada entre •nes del siglo XVII y •nes del XIX, lo que in•uyó en gran medida
en la evolución moderna de la ciudad. Quizá el mayor mérito de las murallas de
Lima fue evitar la continuación de una trama urbana totalmente desordenada e
irregular que se empezaba a desarrollar en los límites de la ciudad para •nes del
siglo XVII. Es decir, a partir de los antiguos ejes prehispánicos y que sin duda
hubiera continuado generándose de no haberse levantado las murallas, repercutiendo negativamente casi a perpetuidad sobre el urbanismo limeño.
Luego, al demolerse los muros al unísono, fue posible plani•car ordenadamente el primer crecimiento moderno de la ciudad de •nes del siglo XIX
e inicios del XX, pues las áreas externas inmediatas al casco urbano antiguo
estaban prácticamente libres de edi•cios o urbanizaciones, y estas pudieron ser
diseñadas y plani•cadas por pocas personas, lo que permitió una cierta unidad
en la composición de las áreas periféricas a la ciudad antigua.
Así, las líneas de los antiguos muros determinaron el trazado de las avenidas de Circunvalación, que fueron a su vez la generatriz desde las que se proyectaron perpendicularmente las lotizaciones de las nuevas urbanizaciones de
Lima. Se formaron entonces los barrios de La Victoria por el lado del antiguo
eje sur y por el lado del eje oeste se formaron parte del distrito de Breña y las
urbanizaciones entorno al bulevar del camino al Callao.
Es interesante también observar la aparición de una urbanización re•eja
de la cuadrícula del ‘Damero de Pizarro’, generada al cruzarse y prolongarse los
antiguos ejes a desde la nueva Plaza Bolognesi, creándose las urbanizaciones de
Breña y Jesús María, y quedando determinado así el primer esquema de crecimiento moderno de la ciudad, que fue posible al derribarse el antiguo cerco y
quedó determinada en gran medida por los ejes prehispánicos sobre los que se
construyó la ciudad colonial.
199
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Plano 4.5 Período 1874–1921
Proyectos de arquitectura militar durante este perìodo
1879-1883 Forti•caciones improvisadas como trincheras, reductos y nidos de
artillería para intentar contener la invasión del ejército chileno.
Ataques y amenazas a la ciudad durante este periodo
1879-1883 Guerra del Pací•co
1881-1883 Ocupación chilena de Lima
Proyectos de expansión urbana de Lima
1871-1873 Henry Meiggs; demolición de las murallas de Lima para formar un
camino o “boulevar” de circunvalación. (Realizado)
1870 -1921 Proyectos de expansión urbanística y vial, realización parcial de algunos de los proyectos de Luis Sada durante el gobierno de José
Balta, y de distintas obras y proyectos urbanísticas y viales durante
ambos gobiernos de Nicolás de Piérola.
Población aproximada, de censos o!ciales
1876 100 156 habitantes
1908 154 624 habitantes
1920 173 007 habitantes
Área aproximada de la ciudad
700 h2
Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de
José Barbagelata. “Plano de la ciudad de Lima en 1821” (Gunther Doering).
Antonio María Dupard; “Plano de la Ciudad de Lima, capital de la República del
Perú [1859]”, levantado en 1859 y publicado en el Atlas geográ•co del Perú
de Mariano Felipe Paz Soldán (Gunther Doering).
Mariano Bolognesi. “Nuevo Plano de la Ciudad de Lima [1862]” (Gunther Doering).
Santiago M. Basurco. “Plano de Lima [1904]” (Gunther Doering).
Ricardo Tizón Bueno. “Plano de Lima [1908]” (Gunther Doering).
Amado Góngora Perea. Plano de la Ciudad de Lima Metropolitana (Góngora Perea).
Google Earth (www.GoogleEarth.com).
200
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
4.6. Período 1922–2007
Lima metrópoli
El impulso de crecimiento urbano emprendido por el gobierno de José
Balta a •nes del siglo XIX fue complementado con los proyectos realizados
durante los dos gobiernos de Nicolás de Piérola, a principios del siglo XX y
en la década de 1920. Quedaron trazados así los nuevos ejes de crecimiento
de la ciudad que buscaban la expansión de Lima hacia el sur principalmente,
urbanizándose rápidamente el espacio entre los ejes de la carretera a Chorrillos
(la actual Vía Expresa) y la avenida Brasil (antigua avenida Nicolás de Piérola,
prolongación del proyecto de la avenida Central).
El crecimiento se redobló a partir de la década de 1940, periodo en que
se inició el proceso de migración masiva desde las provincias hacia la capital.
Época también en que •nalmente conectaron los cuerpos de Lima y del antiguo
poblado de Magdalena, por el oeste, y con los balnearios de Mira•ores, Chorrillos y Barranco por el sur. El encuentro de estas urbanizaciones secundarias con
el frente urbano principal se produjo alrededor de la línea de la actual avenida
Salaverry en el caso de Magdalena, y alrededor del actual límite de los distritos
de Mira•ores y San Isidro, en el caso de los distritos del sur. Hacia los extremos
norte y sur de la ciudad, la aparición de asentamientos de migrantes y la creación
de nuevos focos urbanos fue más lento a lo largo de la segunda mitad del siglo
XX, aumentando en forma exponencial a partir de la década de 1970, cuando se
empezaron a formar los grandes “conos de población”, por medio del asentamiento de migrantes llegados desde todas las regiones del Perú.
Según los últimos censos, la metrópoli de Lima tiene aproximadamente
ocho millones de habitantes y alrededor de 800Km² de terrenos urbanizados,
ocupando su asentamiento una franja costal de más de cincuenta kilómetros de
largo por diez kilómetros de ancho en promedio; siendo además una de las quince ciudades más pobladas del mundo, y una de las Capitales con mayor índice de
crecimiento económico y actividad cultural de la Región.
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REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Plano 4.6 Período 1922–2007
Ataques y amenazas extranjeras a la ciudad durante este periodo
Ninguna
Proyectos de expansión urbana de Lima
Crecimiento mayormente desordenado de la ciudad, expansión urbana acelerada
por la masiva migración hacia la capital desde el interior del país. Traslado de los
centros residenciales y !nancieros del Centro de Lima hacia urbanizaciones de
su periferia.
Población aproximada
(Según censos o!ciales de Lima y Callao)
1931 272 742 habitantes
1940 645 000 habitantes
1961 1 846 000 habitantes
1972 3 302 000 habitantes
1998 7 204 000 habitantes
2006 7 239 765 habitantes
Área aproximada de la ciudad
1943 4 061 h2 (incluidas áreas semi-rurales)
2007 40 000 h2 (incluidos sus “conos” de crecimiento)
Reconstrucción realizada en base a planos y aerofotografías de
Santiago M. Basurco. “Plano de Lima [1904]” (Gunther Doering).
Ricardo Tizón Bueno. “Plano de Lima [1908]” (Gunther Doering).
Amado Góngora Perea. Plano de la Ciudad de Lima Metropolitana (Góngora
Perea).
Google Earth (www.GoogleEarth.com).
202
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
203
Plano 4.1 - Período anterior a 1535.
Trama Urbana Aproximada del Asentamiento Prehispánico del Valle del Rímac (Augustin, 2007)
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
204
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
205
Plano 4.2 - Período entre 1535 - 1600.
Fundación de Lima, el Damero dentro del Triángulo Prehispánico (Augustin, 2007)
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
206
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
207
Plano 4.3 - Período 1601 - 1683.
Primera Expansión, los Ejes de la Ciudad Colonial (Augustin, 2007)
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
208
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
209
Plano 4.4 - Período 1684 - 1748.
Primera etapa de las Murallas de Lima (Augustin, 2007)
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
210
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
211
Plano 4.4.1 - Período 1746 - 1873
Segunda etapa de las Murallas de Lima (Augustin, 2007)
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
212
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
213
Plano 4.5 - Período 1874 - 1921.
Expansión Urbana, los Ejes Generadores de la Ciudad Moderna (Augustin, 2007)
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
214
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
215
Plano 4.6 - Período 1922 - 2007.
Lima Metrópoli.
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Conclusiones
Lima tuvo desde sus inicios necesidad y obligación de protegerse. La
importancia de mantener la cabeza del Virreinato del Perú se resume perfectamente en la frase de Pedro de Peralta Barnuevo: “Defendida Lima, todo efta
defendido: perdida ella, todo efta perdida”. La ciudad, aunque nunca llegó a ser
atacada directamente por una fuerza extranjera, sí llegó a tener periodos de amenaza real a lo largo de su periodo colonial, lo que llevó a plantear y replantear
muchos proyectos y esquemas de arquitectura militar al interior, alrededor, y en
las inmediaciones de la capital del virreinato.
Observando las secuencias de planos de evolución urbana de Lima y el
Callao presentados, se desprende que tanto el trazado de forti•caciones como
los criterios de estrategia militar fueron determinantes para la ocupación del terreno. Concluyéndose, además, que la primera expansión moderna de la ciudad
de Lima, de •nes del siglo XIX e inicios del XX, tuvo como generador, y fue
morfológicamente una consecuencia, del sistema de murallas y bastiones que la
encerraban.
En el Callao, anteponiéndose la defensa militar como factor principal al
reconstruirse el puerto tras el cataclismo de 1746, fue retirado el núcleo urbano
tierra adentro, fundándose el poblado de Bellavista y dejando el área del puerto y
de La Punta como zona militar y comercial forti•cada exclusivamente, generándose a partir de estos núcleos separados la evolución del Callao moderno.
En 1687, al quedar cercada Lima, quedó también contenida el área de
expansión inmediata de la ciudad, deteniéndose un proceso desordenado de
ocupación que empezaba a generarse en los bordes del Damero, al sobrepasar
las manzanas ocupadas los antiguos ejes marcados por los principales caminos
prehispánicos.
Así, aunque la utilidad militar de las murallas ha sido siempre bastante
desestimada, éstas tuvieron una utilidad urbana muy apreciable y poco reconocida, que fue la de detener un crecimiento urbano desordenado, cuyas consecuencias y rami•caciones hubieran repercutido indudablemente hasta nuestros días.
217
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Al derribarse las paredes casi al unísono a •nes del siglo XIX, y habiéndose conservado el carácter rural o semirural a extramuros de la ciudad, fue
posible plani•car un primer crecimiento ordenado, trazado por pocas personas,
lo que permitió una cierta unidad en la composición de la primera expansión
moderna de la ciudad.
Con respecto al cercado mismo, es notable la diferencia entre los proyectos originales y lo obra que •nalmente se construyó. Aquí faltaron casi todos
los elementos principales que hacen segura una forti•cación, como la sección
correcta de los parapetos, la altura de la escarpa, la existencia de un foso perimetral, obras externas de defensas como caminos cubiertos, glasís y revellines. Las
forti•caciones se construyeron, pero Lima nunca estuvo forti•cada.
Es posible, sin embargo, que ante la urgencia por terminar las paredes
debido a la presencia de piratas entre 1686 y 1687, se hayan postergado las obras
complementarias priorizándose el cerco alrededor de la ciudad y dejando el resto
de la construcción pospuestas inde•nidamente. Sobre este punto podría conocerse algo más de realizarse algunos pozos de exploración alrededor de la base
de los muros externos del bastión de Santa Lucía en los Barrios Altos, donde se
aprecia un camino periférico de piedra que asemeja la cabecera de un muro, y
cuya profundidad permitiría saber si éste elemento fue efectivamente agregado
para facilitar la posterior construcción de un foso, y por ende, si existió realmente la intención de construir las edi•caciones complementarias de forti•cación
que nunca se realizaron.
Las murallas de Lima, entonces, deben considerarse más como un antiguo cerco urbano que como una obra de arquitectura militar. Su utilidad real
como defensa, muy discutible desde el punto de vista militar, podría ser más
apreciada desde el aspecto urbanístico, siendo muy signi•cativos tanto los orígenes de los ejes sobre los que se construyeron los muros como el área de expansión urbana determinada al quedar demolidas éstas, siendo los antiguos baluartes
coloniales el nexo principal entre la trama prehispánica original de Lima y la
con•guración actual de gran parte de la ciudad moderna.
218
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
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LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Anexos
235
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
236
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
1. Glosario de algunos términos utilizados*
Adarve
Plataforma superior de una muralla sobre la cual es posible el desplazamiento,
protegida del exterior por el parapeto.
Almena
Prismas que conforman el remate dentado de los muros de una forti!cación.
Tramo macizo del antepecho o parapeto que sobresale de este para la protección
del defensor.
Baluarte, bastión
Torre rectangular o poligonal con gruesos muros, poca altura y paredes en
talud, que sobresale al exterior en el encuentro de dos cortinas de muralla. Se
caracteriza por estar destinada a la defensa del fuego artillero.
Baluartes vacíos
Forti!caciones abaluartada con la parte interna al mismo nivel que el terreno
interior del recinto, sin obras de movimientos de tierra para llenar y elevar el
área interna del baluarte.
Banqueta
Banco corrido desde el cual pueden disparar dos !las de soldados protegidos
por un parapeto o muro.
Brulote
Navío cargado de explosivos, esquirlas y rocas; dirigido para explotar junto al
blanco hacia el que se le envíe.
Camino cubierto
Terraplén de tránsito y vigilancia que rodeaba y defendía el foso y tenía a lo
largo una banqueta, desde la cual podía hacer fuego la guarnición por encima
del glacis que le servía de parapeto.
Camino de ronda
Camino, paseo o pasillo situado en la parte superior de una muralla.
Camisa
Refuerzo o muro que rodea la parte inferior de una torre o muralla.
*
Definiciones resumidas de castillos.Net en: http://www.castillosnet.org/programas/castillosnet.
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237
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Casamata
Cámara de tiro generalmente abovedada donde se ubican los defensores para
repeler al enemigo con armas de fuego.
Ciudadela
Recinto defensivo que ese el elemento principal y el último reducto en la
defensa de una ciudad. En su interior se hallan ubicados de forma exclusiva
dependencias y materiales militares.
Contramina
Excavación de una galería subterránea por debajo de las murallas, realizada con
el !n de evitar la ejecución de minas por el enemigo.
Contraescarpa
Pared del foso, generalmente en talud, encarga de contener las tierras del lado
opuesto a la forti!cación.
Empalizada
Línea de defensa formada por troncos enlazados entre sí y clavados en el suelo.
Escarpa
Talud, plano inclinado del muro de una forti!cación en el lado que mira al
enemigo.
Estanco
Durante la Colonia, monopolio establecido por el gobierno sobre algún
producto de uso común, como el tabaco, el papel, la sal, etc.
Falconete
Piezas de artillería de dos metros en promedio, que dispara proyectiles de
medio kilo utilizando otro medio kilo de pólvora, aproximadamente.
Foso
Canal natural o arti!cial que separa la fortaleza del terreno circundante al
menos por uno de su "ancos, di!cultando la zapa y las minas, e incrementando
la altura relativa de las barreras desde su base exterior.
Frente de baluarte
Parte frontal, junto al "anco contiguo forma la arista principal del baluarte.
Garita
Habitáculo cubierto de reducidas dimensiones destinado a vigilancia, colocado
en lugares estratégicos de la forti!cación, con gran dominio visual del terreno
circundante.
238
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Glacis
En una forti•cación permanente, es el declive desde el camino cubierto hacia
el campo.
Gola
Retaguardia de cualquier obra salediza en una forti•cación (torre, cubo,
baluarte, revellín, etc.) por donde, generalmente, se encuentra el acceso a la
misma.
Jarcia
Cuerda para asegurar una embarcación, soga gruesa o cable de alambre hecho
con alambres retorcidos utilizados en construcción.
Maestre de campo
Durante la Colonia, o•cial de grado superior que ejercía el mando de varios
cuerpos de un ejército.
Merlón
Dentro de la forti•cación abaluartada, muro que queda entre dos cañoneras.
También es utilizado como sinónimo de almena.
Mitimaes
Durante el Incanato, fueron grupos enviados junto con sus familias y sus
propios jefes étnicos a diferentes lugares a •n de cumplir distintos objetivos.
Durante la Colonia se les llamó así a todos los indios destinados a la servidumbre
de los españoles.
Mosquete
Arma de fuego antigua, mucho más larga y de mayor calibre que el fusil. Se
disparaba apoyándola sobre una horquilla.
Orejón
Muro saliente en algunas forti•caciones que tiene por objeto proteger a las
cañoneras del fuego enemigo.
Parapeto
Muro generalmente almenado que protege al adarve, sin almenas en el caso de
Lima.
Pedrera
Falconete pequeño.
Poliorcética
Literalmente “estudio de la conquista de ciudades”, nombre que se da al
estudio de defensa y forti•caciones.
239
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
Portillo
Puerta secundaria de una forti•cación, generalmente de dimensiones reducidas
y utilizada para el tránsito común.
Postigo
Puerta pequeña inscrita en otra mayor para el acceso de personas y el tránsito
común.
Pozo
Excavación profunda, relativamente estrecha y generalmente circular que se
efectúa con objeto de obtener el agua de las capas inferiores del terreno.
Puente levadizo
Pasarela de madera abatible o corredera que se usaba para salvar fosos o cuando
se buscaba eliminar fácilmente un acceso a parte del castillo.
Rastrillo
Elemento defensivo colocado en las puertas formado por una reja metálica o
de madera reforzada y acabado inferiormente en punta. Podía interrumpir el
acceso a la fortaleza al caer repentinamente, guiado por unas acanaladuras en
las jambas.
Revellín
Obra de forti•cación situada en el exterior del recinto amurallado que protege
una entrada o una cortina. La parte que se ofrece al enemigo es la arista de dos
lienzos que se juntan en forma de !echa. La parte que da a la fortaleza puede
variar en sus formas.
Rollo
Columna cilíndrica símbolo de capacidad jurisdiccional de una población y que
podía usarse como picota de ajusticiamiento.
Sisa
Durante la Colonia, recorte en el peso de un producto a favor del vendedor,
quien debía remitir la ganancia adicional al Estado con el •n de generar ingresos
para alguna obra de interés común.
Tambor
Torre cilíndrica o cubo. Se asocia con torres defensivas gruesas y de poca
altura.
Tapia
Muro de material apisonado realizado con la técnica de tapial, utilizada en el
Perú desde tiempos preincaicos.
240
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Torre
Edi•cación más alta que ancha, de varios niveles, que por dominar su entorno
sirve de vigía y defensa. Pueden encontrarse aisladas o integrada entre lienzos
o cortinas.
Torre “Caballero de tierra”
Torre interior al recinto que destaca y domina sobre la forti•cación,
generalmente ubicada en el área interna de algunos bastiones.
Torre de vigilancia
Cualquier torre cuya misión fuese la de vigilar los accesos a la forti•cación.
Través de baluarte
Parte lateral de un baluarte, sección de la forti•cación que comunica el frente
del baluarte con el muro cortina.
Tronera
Abertura en la fortaleza para disparar con arma de fuego.
Yanaconas
Indios que prestando servicio personal en alguna heredad, se les concedía una
pequeña parcela de tierra para que la cultivasen para sí.
Zapa
Excavación de una galería subterránea por debajo de las murallas, realizada con
el •n de introducirse a la ciudad o a la fortaleza.
241
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
2. Planos
2.1 Del Callao
Anexos
PC 1. Lucas de Quiroz, 1624
PC 2. Juan de Espinoza, 1641
243
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
PC 3. Leonardo de Ferrari, 1655
PC 4. Louis Feuillée, 1709
244
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
PC 5. Amédée Frezier, 1713
PC 6. Nicolás Rodríguez, 1728 (fragmento)
245
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
PC 7. Stille Zuid-Zee, 1744
PC 8. Autor desconocido, 1722 (Bonilla di Tolla, 2009)
246
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
PC 9. Rubén Vargas Ugarte (1956)
PC 10: Autor desconocido, 1746 (Quiroz Chueca, 1990)
247
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
PC 11. Autor desconocido, 1747
PC 12. Louis de Surville, 1778
248
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
PC 13. Canal marítimo hacia el centro de Lima (Juan Coquette, 1796)
PC 14. Autor desconocido, circa 1800
249
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
PC 15. Francisco Cañas, 1826
PC 16. Mariano Felipe Paz-Soldán, 1865
250
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
PC 17. Amadeo Góngora Perea, 1999
PC18. Aerofotografía de La Punta (www.GoogleEarth.com, 2007)
251
REINHARD AUGUSTIN BURNEO
2.2 De Lima
PL1. Plano de Lima prehispánica (Gunther Doering, 1992)
PL 2. Plano o Traza de la Ciudad de los Reyes (Bromley y Barbagelata, 1945)
252
LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
PL 3. Plano de la Ciudad de los Reyes o de Lima en 1613 (Bromley y Barbagelata, 1945)
PL 4. Planta de la muy Ilustre ciudad de los Reyes, Corte del Reyno del Perú.
Bernardo Clemente Príncipe (Gunther Doering, 1983)
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REINHARD AUGUSTIN BURNEO
PL 5. Plano Scenographico de la Ciudad de los Reyes, o Lima – Capital de los Reinos del Perú.
Pedro Nolasco Mere (Gunther Doering, 1983)
PL 6. Plan de la Ville de Lima, capitale du Perou, Louis Feuilee [1709] (Gunther Doering, 1983)
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LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
PL 7. Plan de la Ville de Lima, capital du Perou, Amédée Frezier [1712-1714] (Gunther Doering, 1983)
PL 8. Plan Scenograpique de la Cite des Rois ou Lima, Capitale de Royaume de Perou,
Jacobo Nicolás Bellín [1752] (Gunther Doering, 1983)
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REINHARD AUGUSTIN BURNEO
PL 9. Plano de la ciudad de Lima en 1821, José Barbagelata (Gunther Doering, 1983)
PL 10. Plano de la Ciudad de Lima, Capital de la República
Antonio Maria Dupard, [1859] (Gunther Doering, 1983).
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LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
PL 11. Nuevo Plano de la Ciudad de Lima, Mariano Bolognesi, [1862] (Gunther Doering, 1983)
PL 12. Plano de Lima, P. V. Jouanny, [1880] (Gunther Doering, 1983)
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PL 13. Plano de Lima, Santiago M. Basurco, [1904] (Gunther Doering, 1983)
PL 14. Plano de Lima, Ricardo Tizón Bueno, [1908] (Gunther Doering, 1983)
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LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
PL 15. Fragmento elaborado en base al Plano de la Ciudad de Lima Metropolitana. Amadeo Góngora,
(1999)
PL 16. Vista de Lima en 2006 (www.GoogleEarth.com)
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LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO
Las murallas coloniales de Lima y el Callao
se terminó de imprimir en el mes de diciembre del 2011
en los talleres de Editorial e Imprenta Wari S.A.C. (RUC 20511450200)
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Corrección: Jorge Ramos Rea
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