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LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 3 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 4 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Reinhard Augustin Burneo Las murallas coloniales de Lima y el Callao Arquitectura defensiva y su in•uencia en la evolución urbana de la capital UNIVERSIDAD RICARDO PALMA EDITORIAL UNIVERSITARIA Lima/Perú 2011 5 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Primera edición, diciembre del 2011 Cubierta: AVA Diseños Las murallas coloniales de Lima y el Callao. Arquitectura defensiva y su in•uencia en la evolución urbana de la capital © Reinhard Augustin Burneo © 2011, Universidad Ricardo Palma Editorial Universitaria, Av. Benavides 5440, Lima, 33, Telf. 708-0000, Anexos 8005 y 8009 E-mail: editorial@urp.edu.pe Derechos reservados ISBN Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2011-15121 Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores. Impreso en el Perú / Printed in Peru 6 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Para Lucía 7 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 8 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Contenido Introducción Capítulo I Primeros ataques y amenazas a la ciudad 1.1. Fundación de “Ciudad de los Reyes” 1.2. Amenazas y primeros ataques a la ciudad 1.3. Piratas y corsarios en los mares del Virreinato del Perú Capítulo II El Callao, la puerta de Lima 2.1. Fortines, castillos y murallas coloniales del puerto 2.2. Evolución de las defensas y de la trama urbana del Callao 2.2.1. Período 1537-1590. Habilitación del puerto y primeras defensas militares 2.2.2. Período 1591-1640. Parapetos y fortines, sistema defensivo del Callao antiguo 2.2.3. Período 1641-1746. Consolidación del sistema defensivo, las murallas del puerto 2.2.4. 28 de octubre de 1746. Destrucción por cataclismo del Callao antiguo 2.2.5. Período 1747-1800. Fundación de Bellavista y militarización del puerto 2.2.6. Período 1801-1900. Emancipación, Independencia y Guerra del Pací!co 2.2.7. Período 1901-2007. El puerto comercial y la metrópoli de Lima Capítulo III Obras y proyectos coloniales de arquitectura militar para la defensa del casco urbano de Lima 3.1. Forti!caciones coloniales anteriores y posteriores a la construcción de las murallas de Lima 3.2. Las murallas de Lima 3.2.1. Elección y características del proyecto original de las murallas de Lima de J. R. Coninck (agosto, 1673) 3.2.2. Justi!caciones de J. R. Coninck para edi!car las murallas 3.2.3. Con!guración de las murallas de J. R. Coninck 3.2.4. Presupuesto del proyecto de J. R. Coninck 3.3. Forti!caciones proyectadas por Luis Venegas Osorio (1680) 3.4. La gestión del duque de la Palata en favor de las murallas 9 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 3.4.1. Inicio de las obras y opiniones de los principales militares de la ciudad 3.4.2. Aprobación del Consejo de Indias (junio, 1685) 3.4.3. Recomendaciones del duque de Bournonville y respuesta de J. R. Coninck (junio-diciembre, 1685) 3.4.4. Nuevos impuestos para el mantenimiento de las murallas de la ciudad (diciembre, 1686) 3.4.5. Administración de la obra y algunos sucesos relacionados con su construcción (1684-1687) 3.5. Con•guración de•nitiva de las murallas de Lima 3.5.1. Portadas y recorrido del cerco 3.5.2. Baluartes o bastiones 3.5.2.1. El bastión subsistente en los Barrios Altos 3.5.3. Muros cortinas 3.5.4. Accesos y circulaciones de las partes altas de las murallas 3.5.5. Murallas frente al río 3.6. Otros restos de las murallas en el sector de la plaza del Cercado de los Barrios Altos 3.7. Vida, utilidad y desaparición de las murallas Capítulo IV Origen del trazado de las murallas de Lima y su in•uencia en la evolución urbana de la ciudad 4.1. Período anterior a 1535. Trama urbana aproximada del asentamiento prehispánico 4.2. Período 1535-1600. Fundación de Lima, el Damero dentro del triángulo prehispánico 4.3. Período 1601-1685. Primera expansión, los ejes de la ciudad colonial 4.4. Período 1684-1873. Las murallas de Lima 4.5. Período 1874-1921. Expansión urbana, los ejes generadores de la ciudad moderna 4.6. Período 1922-2007. Lima metrópoli Conclusiones Bibliografía Anexos 1. Glosario de algunos términos utilizados 2. Planos 2.1.Del Callao 2.2.De Lima 10 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO INTRODUCCIÓN En tierras del Señor de Pachacamac, en la parte central y más frondosa del Valle del Rímac, el antiguo Cacicazgo de Lima, hogar del “Oráculo del Rímac” y origen protourbano de nuestra ciudad, tenía trazados muchos caminos, trochas y canales; marcados y recorridos por la mano y la huella del hombre desde lejanas épocas anteriores a la sobreposición de la trama de la ciudad española, en 1535. El activo conjunto de adoratorios, tambos y aposentos gobernados por Taulichusco en época de la Conquista tenía todo lo que los españoles podrían haber deseado para fundar Capital: la existencia de un clima benigno y sin extremos, las aguas de un río generoso y la presencia de un puerto natural, calmado y de tajo profundo, ubicado a solo dos leguas del núcleo urbano. Desde Lima partían además caminos principales hacia todas las regiones del Reino en conquista. Tomando el “Camino de la sierra” por el este se iba a Jauja y a la sierra central, hacia el Cuzco y todo el sur tomando el “Camino de los llanos”, hacia Cajamarca y las zonas norteñas por el “Camino de Trujillo”, y directamente hacia sus naves en el Callao por el oeste, siguiendo la corta ruta al puerto y poblado nativo de pescadores Piti-piti. La intersección de algunos de estos caminos, casi ignorados por Pizarro al delinear su Damero, de•nieron desde un inicio lo “interno” y lo “externo” a la ciudad, marcando tanto los límites reales del ámbito urbano como los ejes y referentes principales de su evolución durante los siguientes siglos, mientras la ciudad se convertía en el centro del poder político, económico y comercial del Continente. Codiciada Lima, “deposito de toda la plata que enriquece el orbe”1, escuchó desde un inicio el llamado a defenderse; tanto de los propios conquistadores e indígenas en un inicio, como de piratas, corsarios, cimarrones, caudillos emancipadores y españoles golpistas durante el resto de la Colonia; la 1 Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata. “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. 1859; T. II: 565. 11 REINHARD AUGUSTIN BURNEO ciudad, aunque nunca llegó a ser atacada directamente por una fuerza extranjera, sí llegó a tener periodos de amenaza real. Las discusiones sobre arquitectura militar y los proyectos “de papel” fueron frecuentes durante todo el período colonial, clamando los limeños por defensas adecuadas cada vez que se cernía sobre la ciudad alguna amenaza inminente, enfriándose luego el interés por tan costosas construcciones una vez alejado el peligro, representado muchas veces por la •gura del pirata cruel. Las pocas obras importantes de arquitectura militar que llegaron a construirse fueron, sin embargo, determinantes en más de una forma para la evolución urbana de la ciudad, llegando a percibirse las huellas de sus presencias hasta nuestros días. En el Callao, y anteponiendo la defensa al reconstruirse el puerto tras el cataclismo de 1746, el núcleo urbano fue retirado tierra adentro fundándose el pueblo de Bellavista, reservando así el puerto y el área de “La Punta” como zona militar y comercial forti•cada exclusivamente, generándose a partir de estos dos núcleos separados el subsiguiente desarrollo urbano. Con respecto a las murallas de Lima, es notable la diferencia entre los detallados proyectos originales y la fábrica de la obra que •nalmente se construyó, en donde estuvieron ausentes casi todos los elementos principales que hacen segura una forti•cación, como son la sección correcta de parapetos, la altura de la escarpa, la existencia de un foso perimetral u obras externas de defensas como caminos cubiertos, glacis y revellines; las murallas se construyeron, pero Lima nunca estuvo forti•cada. Las murallas de Lima podrían entonces considerarse más un antiguo cerco urbano que una obra de arquitectura militar; su utilidad real como defensa, tan discutible desde el punto de vista militar, podría ser más valorada en el aspecto urbanístico, siendo muy signi•cativos tanto el origen de los ejes sobre los que se construyeron las murallas como el área de expansión urbana determinada al quedar demolidas éstas, siendo los antiguos muros coloniales el nexo principal 12 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO entre la trama prehispánica original de Lima y la con•guración actual de gran parte de la ciudad moderna. Esta investigación, basada en el estudio histórico de mi tesis de grado Museo de Historia virreinal en el bastión existente de las murallas de Lima (2007), estuvo orientada a de•nir las características físicas de las murallas de Lima y determinar su in!uencia en la evolución de la ciudad, y encontró en las valiosas recopilaciones realizadas en el Archivo General de Indias por Guillermo Lohmann Villena, además de las características arquitectónicas de buena parte de las desaparecidas murallas, también la oportunidad de interpretar grá•camente algunos antiguos y poco conocidos proyectos de arquitectura militar del periodo colonial, ideados tanto para la defensa del casco urbano de Lima como de su puerto, a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII. Igualmente valiosos para el desarrollo de la secuencia de planos de evolución defensiva y urbana de Lima y el Callao que aquí se presentan, han sido la Evolución urbana de Lima de Juan Bromley (1946), y los Planos de Lima, 16131983 del Arq. Juan Gunther Doering (1983). Estas nuevas secuencias han sido realizadas por medio de la uni•cación de plantas y grabados de distintas épocas y autores, que por encontrase siempre a distintas escalas y proporciones han sido llevados hacia una matriz de escala y formato único que permita reconocer en ellos los procesos de ocupación del terreno, así como la in!uencia en esta evolución de las antiguas defensas coloniales de Lima y el Callao. Deseo expresar mi agradecimiento a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Ricardo Palma, y de manera muy especial al doctor Arq. Ferruccio Marussi Castellán, por su invalorable apoyo. Finalmente, mi más afectuoso recuerdo a la memoria de Paulo Surber Steinemann (1975-2011), amigo entrañable e indispensable colaborador para la elaboración de todas las vistas y recreaciones digitales que aquí se presentan. REINHARD AUGUSTIN BURNEO Octubre de 2011 13 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Capítulo I Primeros ataques y amenazas a la ciudad 15 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 16 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Recreación de Lima entre 1535 y 1540 (Juan Gunther Doering, 1983) 1.1. Fundación de “Ciudad de los Reyes” El descubrimiento europeo del “Nuevo Mundo”, seguido de la violenta conquista de sus reinos y la colonización de la mayor parte de sus territorios, signi•có la transformación, cuando no la desaparición, de casi todos los distintos sistemas jerárquicos y las estructuras sociales nativas del vasto continente americano. El •n del Imperio de los Incas era inevitable y tardó algunas décadas debido a lo remoto que resultaban estas tierras de los primeros territorios descubiertos por los exploradores europeos, así como al desconocimiento de las rutas navegables y de los pasos geográ•cos naturales en el nuevo continente. La expedición de Francisco Pizarro, constituida por alrededor de doscientos hombres y sesenta y cinco caballos, desembarcó en Tumbes en mayo de 1532, después de dos intentos fallidos y tras vencer di•cultades de todas las clases; una década después de haberse propuesto la conquista del lejano y misterioso reino de los Incas. 17 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Tras fundar y establecerse temporalmente en San Miguel de Piura en junio de 1532, la expedición marchó hacia Cajamarca, apresando a Atahualpa y marcando el •n del Imperio de los Incas. En su camino hacia las riquezas y el botín que le aguardaba en el Cuzco, Pizarro atravesó el Valle del Mantaro, sentó las bases para la ciudad de Jauja e ingresó a la antigua capital de los Incas en noviembre de 1533. Inmediatamente se inició la búsqueda de un lugar apropiado para la fundación del asentamiento que debía ser capital del naciente reino de Nueva Castilla, siendo propuestas inicialmente Cuzco y la recién fundada Jauja. Sin embargo, éstas ciudades fueron descartadas por encontrarse alejadas de la costa y por ende del comercio, de las noticias y del progreso que llegaría desde España a bordo de buques y galeones; además de la di•cultad de una eventual huida rápida ante casos de sublevaciones o ataques indígenas. Francisco Pizarro encomendó entonces a su hermano Juan y a Pedro de Alcántara una expedición que recorrió las costas del Perú desde Tumbes hasta Loa, al norte de Chile, en busca de un lugar apropiado para ubicar la capital. Se ha a•rmado que una primera decisión favoreció a San Gallán, un pequeño asentamiento de españoles bajo la autoridad de Nicolás de Ribera, ubicado a siete leguas al este de Pisco. Y aunque no existe la certeza que hubiera una primera intención de fundar aquí la capital, se sabe que llegaron a iniciarse algunas obras y a completarse otras para un asentamiento permanente1 y que éste lugar fue abandonado tras convocarse a los españoles para la fundación de•nitiva de la capital, al ubicarse a escasa distancia hacia el norte un valle mucho más adecuado, en tierras de Taulichusco, el “Cacique del Rímac” o “Cacique de Lima”: asi se toca con los valles de Lurín y Chillán, se comunica fácilmente con los del Sur hasta Nazca y con los del Norte hasta Santa, va a perderse entre las cabeceras ricas en pastos y minas, facilita por su posición central, el movimiento de la administración publica, está llamada al comercio universal a la inmediata bahía del Callao y posee en su grado los inestimables privilegios de la costa peruana; el cielo sin huracanes, ni lluvias, ni rayos; la dulzura de una primavera inalterable; 1 18 Bernabé Cobo. “Actas de la fundación de Lima”, en: Lima en el IV Centenario de su fundación: monografía del departamento de Lima. Lima: Editorial Minerva, 1935; 21. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO el apacible océano que rebosa en peces de sabor delicado; un rio en el que los camarones aparecen como un maná agradable; y fertilizada por aguas una campiña en que cada hora se abren bellísimas •ores y maduran exquisitos frutos2. La trama elegida para la nueva ciudad tenía ciento diecisiete manzanas de cuatrocientos cincuenta pies castellanos por lado (125.55 metros), dispuestas en una cuadrícula de 13 x 9 manzanas, con el lado mayor paralelo al río Rímac; las manzanas se separaron por amplias calles de cuarenta pies de ancho (11.16 metros) con orientación SE-NO; y fue trazada en el terreno por un piloto de la escuadra de Pizarro3, con algunos conocimientos de cosmografía4. El acta de fundación de la ciudad se •rmó el 18 de enero de 1535, en medio de la plaza frente al Palacio de Taulichusco y con setenta testigos presentes: doce españoles residentes de Lima y Pachacamac entre los que se cuenta a Pizarro, treinta más venidos de San Gallán y veintiocho llegados desde la recién fundada ciudad de Jauja5. La primera reunión del cabildo, o Junta de Ayuntamiento, ocurrió el 30 del mismo mes, designando como primer alcalde de la naciente ciudad de Lima a Nicolás de Ribera El viejo, uno de los trece hombres que cruzaron la línea que trazó Pizarro en la Isla del Gallo. La edi•cación de la ciudad se inició de inmediato y con gran ímpetu; las rudimentarias casas de los primeros treinta vecinos españoles de la ciudad estuvieron concluidas, o sus obras muy avanzadas, apenas un año después de la fundación6 ; asimismo, la catedral o iglesia de “Nuestra Señora de la Asunción”, y los primitivos claustros e iglesias de los conventos de las primeras órdenes religiosas en a•ncarse en la ciudad se levantaban rápidamente. 2 3 4 5 6 Sebastián Lorente. Historia antigua del Perú. Lima: Imprenta Arbieu, 1860. T. II: 254. Se atribuye también el trazado del Damero a Diego de Agüero, siendo probable que fuera él quien supervisara o llevara al papel las indicaciones de Pizarro, siendo hechos los tendidos y trazados por el cali•cado piloto Francisco Quintero. Eduardo Martín-Pastor. De la vieja casa de Pizarro al nuevo Palacio de Gobierno. Lima: Ministerio de Fomento y Obras Públicas del Perú, 1938; 4. Manuel de Mendiburu. Diccionario histórico-biográ!co del Perú: parte primera que corresponde a la época de la dominación española. Lima: Imprenta de J. Francisco Solís, 1874. T. VI: 450. Mariano Peña Prado. “La Fundación de Lima”, en: Lima en el IV centenario de su fundación: monografía del departamento de Lima. Lima: Editorial Minerva, 1935; 4. 19 REINHARD AUGUSTIN BURNEO “Una escultura de Pizarro”, en W.R. Maples (2000) 1.2. Amenazas y primeros ataques a la ciudad La fundación de Lima, y de las primeras ciudades españolas en el territorio del Perú, fueron esencialmente un intento de Francisco Pizarro por asegurar la propiedad de lo conquistado, pues para regentar los títulos de gobernador y capitán de los territorios por descubrir que el rey Carlos V le había ofrecido en 1532, era necesario, como primer paso, la fundación de ciudades para proceder luego al reparto de encomiendas, al establecimiento de límites políticos y al acceso organizado al lucro. Los territorios conquistados por los españoles en el nuevo mundo fueron considerados en un principio como parte integral del Reino de Castilla, esto contribuyó al estado constante de tensión y enfrentamiento entre los antiguos socios de la conquista, quienes solo supieron disputar violentamente la repartición de los territorios y el establecimiento de líneas divisorias entre sus respectivas gobernaciones, siendo el Cuzco el principal motivo de la discordia. 20 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Además de las guerras civiles entre los propios conquistadores, la primitiva ciudad estuvo amenazada también por los ejércitos insurrectos de la nobleza incaica, cuyas rebeliones empezaban a amenazar la conquista. La primera amenaza militar para la recién fundada capital de la Gobernación de Nueva Castilla, llegó en agosto de 1536; con Juan, Hernando y Gonzalo Pizarro sitiados en el Cuzco por el ejército de Manco Inca, aparecieron sobre los cerros de Lima varios miles de guerreros incas, a cargo del general Kisu Yupanqui. Estos se habían enfrentado ya con los españoles en su camino hacia Lima desde la sierra tras ingresar por Lunahuaná y combatir en Ate y Huarco; Kisu llegó al valle del Rímac, sitiando la recién fundada capital desde varios •ancos y agrupando al núcleo principal de su ejército en las inmediaciones del Hacho y de sus cerros aledaños, en la orilla del río Rímac opuesta a las primeras construcciones de la primitiva ciudad. El ataque y el acecho de Lima duró doce días7, y el núcleo principal a defender estuvo constituido por algunos ambientes de la casa del fundador, que aun no se concluía8, y varias otras construcciones rudimentarias de los primeros vecinos y de los primitivos conventos de las órdenes franciscana, dominica y mercedaria. Los arcabuces y la caballería española pudieron •nalmente más que los mazos, las hondas y la persistencia de los guerreros incas de Kisu Yupanqui; a esto debe añadirse el hecho que la mayor parte del ejercito realista que defendió Lima estuvo constituido por indígenas: el promedio de quinientos españoles defensores del sitio de la ciudad fueron secundados por varios miles de hombres nativos, puestos a disposición de los españoles por los antiguos caciques de Lima, Maranca y Pachacamac9. 7 8 9 Eduardo Martín-Pastor. Op. cit., 14. Según Eduardo Martín-Pastor, para 1536 se habían derribado casi completamente los muros y aposentos del Palacio del Cacique de Lima, y sobre él, la Casa de Pizarro tenía concluida únicamente una crujía de sus patios; la que da hacia la calle de Jerónimo de Aliaga (cuadra 2 del Jirón de la Unión) donde se hallaban los aposentos y ambientes principales del palacio en construcción. Edmundo Guillén. “El cerco de Lima y la heroica muerte del capitán Kisu Yupanqui”, en Visión peruana de la Conquista. Lima: Editorial Milla Batres, 1979; 6. 21 REINHARD AUGUSTIN BURNEO El •n de Francisco Pizarro y la primera caída de Lima se gestarían, sin embargo, desde el interior de la misma ciudad. Tras la derrota y muerte de Diego de Almagro en el Cuzco en 1538, algunos de sus hombres fueron amnistiados y alojados en Lima por Pizarro; estos en 1541 vengaron violentamente la muerte de su líder, asaltando la casa de gobierno y dando muerte a Pizarro para imponer a Almagro el Mozo, hijo del conquistador y una indígena panameña, como nuevo gobernador. A inicios de 1542 el Mozo estuvo a punto de destruir Lima. Los almagristas habían abandonado temporalmente la ciudad para hacer frente a grupos remanentes de pizarristas y de otros encomenderos españoles, que desde Chachapoyas, Huánuco y el Cuzco, avanzaban para enfrentarlo y sustituirle por el oidor de la Real Chancillería de Valladolid, Cristóbal Vaca de Castro, enviado por el rey. Llegada hasta los almagristas la noticia que los vecinos de Lima habían reconocido en el oidor Vaca de Castro al legítimo gobernador de la Nueva Castilla, el Mozo y sus hombres consideraron regresar a la ciudad para destruirla y quemarla en represalia: “revolver sobre ella, y saquearla, quemarla y echarla por tierra”10 ; afortunadamente, urgencias de la campaña militar les hicieron desistir de esta idea y continuaron viaje a la sierra, enfrentándose •nalmente a Hernando Pizarro en abril de 1538 en la Batalla de Las Salinas, en el Cuzco, donde Almagro el Mozo fue derrotado y capturado, siendo ejecutado en julio de ese mismo año. La promulgación de las Leyes Nuevas de Indias en Sevilla, el 20 de noviembre de 1542, dio creación al Virreinato del Perú, entre muchas otras órdenes y reformas a introducirse en los territorios conquistados por España en el Nuevo Mundo. La supresión de la Gobernación de Nueva Castilla llevaría a los “adelantados” y a los herederos de los conquistadores españoles a perder paulatinamente las tierras y encomiendas, de las que se sentían propietarios por derecho, al haber participado directamente en el proceso de descubrimiento y conquista de estos reinos, generando de inmediato distintas sublevaciones contra la Corona española y confrontaciones entre estos. 10 22 Eduardo Martín-Pastor. Op. cit., 35. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO La presencia de Blasco Núñez Vela, el primer gobernante designado por la Corona española para el Virreinato del Perú, no trajo mayor seguridad ni tranquilidad a los vecinos de la naciente ciudad de Lima. La severidad con que intentó imponer las nuevas ordenanzas y la soberbia con que desempeñó el cargo generaron rápidamente el descontento, tanto entre los ciudadanos como entre sus funcionarios más allegados. Nuevamente estuvo a punto de ser destruida la ciudad en 1544. Conocida la intención de Gonzalo Pizarro de avanzar sobre Lima y tomarla para conseguir la revocatoria de las nuevas ordenanzas, el impopular virrey ordenó abandonar e incendiar la ciudad, para trasladar luego la capital a Trujillo11. Lejos de obedecerse la orden de Núñez Vela, el virrey fue destituido y apresado, y Gonzalo Pizarro recibió entonces órdenes de la Real Audiencia de disolver sus tropas y presentarse solo en Lima. Gonzalo, sin embargo, decidió sublevarse y avanzar hacia la capital, secundado por Francisco de Carbajal el Demonio de los Andes, y respaldado por un numeroso ejército. En la ciudad se desató un gran temor y el Cabildo Provisional de Lima se vio obligado a nombrar a Gonzalo “Libertador de la tierra, y Rey y Gobernador de los reinos y provincias del Perú”12. Gonzalo Pizarro y su ejército de seiscientos españoles y más de ocho mil nativos hicieron entrada triunfal a Lima el 28 de octubre de 1544, entregándose a sucesivas y exageradas celebraciones. La metrópoli se vio amenazada también durante éste temprano periodo por la primera rebelión de esclavos negros; ante la ausencia de Gonzalo Pizarro obligada por la confrontación con Núñez Vela, su capitán Lorenzo Aldana y el alcalde Pedro Martín de Sicilia cometieron abusos y excesos en contra de indígenas y esclavos provocando la sublevación de más de seiscientos negros de las haciendas de caña, quienes nombraron un “rey” y amenazaron tomar Lima, matar a los españoles, y arrebatarles sus mujeres13. 11 12 13 Ibíd., 48. Ibíd., 56. José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Lima: Cultura Ecléctica, 1939; 20. 23 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Las confrontaciones entre pizarristas y esclavos rebeldes se libraron a lo largo de varios días en las afueras de la ciudad, siendo derrotada la sublevación por las tropas de caballería, quienes pusieron •n a la primera conjuración de esclavos en el Perú tras pocos y sangrientos combates. En 1546 los Pizarristas rea•rmaron su poder al derrotar y ejecutar a Blasco Núñez Vela en la Batalla de Iñaquito, éste había desembarcado en Tumbes durante su viaje de destierro a Panamá para intentar recuperar su mandato. Ambos bandos ignoraban que Carlos V había nombrado ya para entonces al clérigo Pedro de la Gasca como presidente de la Real Audiencia de Lima, y que éste se encontraba en camino al Virreinato del Perú. A Pedro de la Gasca se le unió en Panamá una numerosa fuerza realista, al reconocerse en él la autoridad delegada por el rey; la expedición armada llegó al Callao en agosto de 1547. Para defender la posesión de la ciudad, Gonzalo Pizarro planteó posicionar sus lineas a medio camino entre ésta y el puerto del Callao; sin embargo, buena parte de sus tropas se desbandaron en camino al descampado, rehusando combatir y huyendo en diferentes direcciones, obligando la retirada de Gonzalo Pizarro quien tomó el camino “de los llanos” hacia Pachacamac y con dirección a Arequipa, siendo •nalmente derrotado en Jaquijahuana y decapitado en el Cuzco en abril de 1548. Con el •n de las guerras civiles entre los conquistadores y demás grupos de españoles inconformes con las Nuevas Leyes de Indias de 1542, llegó la consolidación del Virreinato del Perú. La gestión de casi tres años que cumplió Pedro de la Gasca al frente de la Real Audiencia de Lima fue favorable tanto para la población indígena como para la Corona española: castigó el maltrato innecesario de la población local, derrotó a los últimos encomenderos rebeldes y facilitó la instalación del segundo virrey, iniciándose así un largo periodo de prosperidad para la ciudad de Lima, que seguiría siendo el centro del poder político y económico de esta parte del continente, por ende, objeto de la codicia extranjera y propensa a posibles asaltos por parte de cualquier enemigo del Virreinato del Perú o de la Corona. 24 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Defeat of Peruvian Armada, 1615 (Scheepvaartmuseum, Ámsterdam) 1.3. Piratas y corsarios en los mares del Virreinato del Perú Avanzado el primer cuarto del siglo XVI, y en medida que los exploradores, conquistadores y “adelantados” europeos empezaban a establecer rutas marítimas e itinerarios regulares de retorno hacia sus coronas para los inmensos botines y riquezas expropiadas de los pueblos conquistados en el Nuevo Mundo, empezaron estos navegantes, a su vez, a ser objeto de una forma de expropiación mucho más rápida, violenta y efectiva: el acecho, ataque y robo por parte de piratas, corsarios y aventureros armados; la conquista de lo conquistado. Fueron en un principio navegantes ingleses y holandeses, mucho más dados que los exploradores españoles y portugueses a las cuestiones propias de la navegación, quienes iniciaron la larga historia de asaltos en las rutas desde y hacia el Nuevo Mundo. La primera incursión importante de piratas en nuestros mares se dio en 1579, en tiempos del virrey Francisco de Toledo, cuando la !ota del inglés 25 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Francis Drake atacó los puertos de Paita y del Callao, desmintiendo de golpe la idea generalizada en la población que los piratas no serían capaces de cruzar al Océano Pací•co. Drake zarpó en 1577 del puerto de Plymouth, con cinco naves y ciento sesenta y seis hombres. Esta expedición, dirigida inicialmente contra galeones españoles en Las Antillas y sus costas vecinas, contó con el abierto auspicio de la Corona inglesa y de la reina Isabel I especialmente. Tras llegar a Las Antillas, saqueó el puerto de “Nombre de Dios”, capturando varios barcos españoles. Al continuar viaje al sur, Drake debió abandonar dos barcos en el Río de la Plata pues sus tripulaciones amenazaban amotinarse, perdiendo un barco más poco después por averías. La reducida •ota comandada por el Golden Hind cruzó el Océano Pací•co a través del paso descubierto por Fernando de Magallanes en 1520, recorriendo la costa entera del Pací•co americano llegando hasta Canadá y reclamando territorios en las costas de California para la Corona inglesa, robando y saqueando puertos y embarcaciones en su camino. El pirata inglés tomó por sorpresa los buques anclados en el puerto del Callao la noche del 13 de febrero de 1579; con escasa resistencia pasó a sus naves todas las mercancías valiosas de los navíos abordados, para luego hundirlos o llevarlos mar adentro, donde los soltó a la deriva. El acecho de el Draque o el Dragón, generó tal amenaza a los intereses de la corona que el virrey Toledo instruyó a sus •otas: Si encontrare o tuviere noticia del navío en que va Francisco Draquez, corsario inglés que ha entrado en esta mar y costa delsur, y hecho los daños y robos que sabéis, procuraréis de lo prender, matar o desbaratar peleando con él, aunque se arriesgue cualquiera cosa a ello, pues lleváis bastante gente, munición y armas para poderlo rendir conforme a la gente y fuerza que él lleva o puede llevar: y esto haréis con gran diligencia sin perder en ello ocasión, pues sabéis de cuanta importancia será para el servicio de Dios nuestro Señor y de Su Majestad y bien de estos reinos que este corsario sea preso y castigado; y Dios nuestro Señor, en cuyo servicio se hace, os dará fuerza para ello. Y prendiéndolo, vos y vuestros o•ciales y soldados seréis muy bien grati•cados del robo mismo que 26 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO llevan hecho, y se os harán otras mercedes, y así os lo prometo en nombre de Su Majestad real. Y si otros corsarios toparedes, acometeréis y haréis lo que más conviniere, teniendo siempre esperanza en Dios nuestro Señor, que os dará esfuerzo y fuerza para contra sus enemigos: y esto os ponga más ánimo14. Francis Drake continuó luego viaje hacia el este, alejándose de las costas americanas y evitando a las fuerzas españolas que le esperaban en el Cabo de Hornos; recalando luego en las islas Malucas y Samoa, para llegar •nalmente a Inglaterra con un gran botín, tras casi tres años de viaje. La exitosa expedición convirtió además a Drake en el primer inglés en circunnavegar la tierra, siendo investido con los títulos de Caballero y Gran Capitán por la reina Isabel I. Los cuantiosos botines y el éxito de los primeros robos y saqueos de piratas y corsarios sobre las embarcaciones españolas permitieron aumentar rápidamente el poder ofensivo y el número de embarcaciones de sus •otas, quienes no tardaron en sentirse lo su•cientemente con•adas para atacar también puertos y poblados costeros. Como consecuencia de estos primeros asaltos directos, y de la amenaza constante contra las costas del Virreinato del Perú, el virrey Francisco de Toledo ordenó que se equiparan buques para la defensa de los principales puertos de su territorio y mandó edi•car algunas obras de arquitectura militar en su litoral, entre ellas las primeras defensas y forti•caciones del puerto del Callao. Un año después del embate de Francis Drake al Callao, en 1578, llegó a Lima como prisionero el inglés John Oxenham, segundo al mando de Drake en el ataque a Panamá de 1572, quien fue llevado al Callao tras ser capturado junto a sus o•ciales Butler y Thomas Sherwell, al intentar robar esclavos en Tierra Firme (Venezuela)15. Por entonces, el cargo principal por el que se juzgaba a los piratas ingleses en España y sus colonias de ultramar no era el de robo o piratería precisamente, sino el de herejía, la falta más grave de los ingleses luteranos. 14 15 Diego Barros Arana. Historia general de Chile. Santiago de Chile: Editorial Nascimento, 1930; 54. Steve Romano and Heidi Bosch. Pirate history and Reference, Famous Pirates and Privateer. 27 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Esta •gura, además de castigar el robo, permitió también reforzar la justi•cación española para colonizar el nuevo continente: hacer llegar la palabra de Dios a los nativos a través de la religión católica16. Oxenham y sus o•ciales fueron ahorcados en Lima en 1580, tras un auto de fe del Tribunal de la Santa Inquisición. Durante los siguientes años partieron desde Inglaterra varias expediciones corsarias dirigidas a expropiar navíos y propiedades españolas en una guerra no declarada entre ambos reinos, que llegaría a estallar plenamente en 1587. Partía así en 1585 nuevamente Francis Drake, en una excursión contra las Indias Orientales que atacó con éxito Santo Domingo, Cartagena de Indias y San Agustín, en La Florida. Un año después, en 1586, sir Walter Raleigh zarpó de Plymouth con una cuadrilla para atacar las costas de España y las islas Azores; también de Plymouth el mismo año partieron las caravanas de lord George Clifford y la de Thomas Cavendish, ambos con la intención de cruzar el estrecho austral del Continente y atacar las costas del Pací•co americano. La expedición de Clifford no tuvo mayor fortuna, sin llegar siquiera cerca del estrecho; sin embargo la de Tomas Cavendish, Candish o Candico, fue una de las más exitosas campañas piratas inglesas contra las colonias españolas, y uno de los factores que llevarían a desencadenar •nalmente la Guerra hispanoinglesa entre 1587 y 1604, al enfrentarse abiertamente por primera vez parte de sus !otas armadas en mares del Nuevo Mundo. Thomas Cavendish había zarpado de Plymouth el 21 de julio de 1586 en el Desire, junto a otras dos embarcaciones y con 123 hombres. La expedición llegó a la Patagonia en diciembre de 1586, atravesando el estrecho de Magallanes con buen tiempo y sin contratiempos durante los primeros días de 1587. Durante el paso de la !ota inglesa por la Patagonia se rescató a dos españoles, últimos sobrevivientes de una expedición enviada desde Lima por el virrey Fernando de Torres y Portugal en 1585, paradójicamente, con órdenes de fundar ciudades 16 28 Tefel Hall. The Impact of the Inquisition on Modern Perceptions of Piracy. London, 2002. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO en el estrecho de Magallanes para la temprana detección de naves enemigas y combatir así mejor a los piratas17.Dos navíos de la expedición llegaron al Pací•co; el Desire y el Content recorrieron las costas de Chile, asaltando algunos navíos españoles y dirigiéndose directamente hacia el Callao, donde las escasas defensas fueron su•cientes para evitar la toma del puerto. Cavendish continuó viaje al norte, saqueando los puertos de Paita en el Virreinato del Perú y el de Acapulco en el de Nueva España. El par de torreones levantados por el virrey Toledo en 1570 resultaron útiles para defender al puerto del ataque de 1587; si bien la expedición de Thomas Cavendish no llegó a saquear el Callao, y solo causó daños en el puerto de Paita y en algunos otros poblados menores, ésta incursión tuvo un efecto aún más devastador para el Perú: la viruela, virus que acompañaba a los navegantes ingleses y que causó una terrible epidemia que se extendió desde las costas hasta el interior del país, causando miles de muertes18. Sin embargo, el asalto que hizo realmente exitosa la expedición de Thomas Cavendish fue la toma del galeón Santa Ana en las costas de California. De setecientas toneladas, este navío era el transporte o•cial entre las Filipinas y Acapulco, y llevaba a bordo cien españoles, sesenta esclavos negros y seiscientas toneladas en mercancías. Aunque el monto total de lo expropiado al Santa Ana no ha sido establecido plenamente, debido a las cargas de contrabandos y bienes no declarados que generalmente se llevaban escondidos para evitar el pago de impuestos, se calcula que el monto pudo variar entre los veinte mil y seiscientos mil19 pesos españoles; de cualquier modo, fue éste ataque el que llevó a replantearse la estrategia de defensa española en las costas americanas del Pací•co, depositándose cada vez más la seguridad de las ciudades y sus habitantes en la construcción de murallas y fortines en sus puertos y ciudades, y cada vez menos en la implementación de !otas armadas. 17 18 19 José Manuel Valega, Op. cit., 49. Mariano Peña Prado. Op. cit., 7. Hector Santos. “The Sacking of the Galleon Santa Ana”, en http://www.bibingka.com/sst/ santana/.santana.htm 29 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Thomas Cavendish, con sus embarcaciones repletas de un variado y cuantioso botín, continuó viaje hacia Filipinas e Indonesia, rodeando el Cabo de Buena Esperanza en el África y llegando, •nalmente, a Plymouth el 10 de septiembre de 1588, convirtiéndose así en el marino en circunnavegar la tierra en el menor tiempo hasta ese momento, siendo además nombrado caballero por la Reina Isabel I. También en 1587, un grupo de piratas ingleses fue capturado en el estuario del Río de la Plata, y juzgado por el Tribunal del Santo O•cio de Lima: Jhon Drake y Richard Ferrell recibieron tres años de prisión, mientras Henry Oxley y los hermanos Walter y Edward Tiller fueron ahorcados en la Plaza Mayor, a •nes del mismo año20. El siguiente pirata en acechar las costas del Pací•co y del Perú fue Richard Hawkins, en tiempos del virrey García Hurtado de Mendoza; Richard, hijo del célebre pirata y tra•cante de esclavos inglés Jhon Hawkins, partió de Plymouth en junio de 1593 a bordo del Dainty, navío de trescientas toneladas con buena fuerza de artillería. Tras cruzar el estrecho de Magallanes, Hawkins y sus hombres saquearon Valparaíso a principios de 1594. Afortunadamente llegó a tiempo el aviso sobre la presencia de piratas a la capital del Virreinato del Perú, por lo que el virrey García Hurtado de Mendoza encomendó a su hermano Beltrán la interceptación y captura del pirata inglés. Desde el Callao partieron tres naves convenientemente artilladas para esperar a la nave pirata en su camino hacia Lima; la ubicación exacta de Hawkins era conocida en todo momento por el virrey a través del sistema de chasquis que aun funcionaba adecuadamente. La orden de maniobra que llevaban las naves realistas era: “que nos desbrazásemos de la tierra diez o doce leguas, y que a las noches fuésemos la vuelta de la mar, y de día viniésemos la vuelta de la tierra, que era lo cierto y conveniente” 21. 20 21 30 Arístides Herrera Cunti. “Apuntes sobre piratas, corsarios y •libusteros en el Perú”, en http:// www.primordiales.com.ar/estrenos/piratas_del_paci•co1.htm Ibíd. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO La armada interceptó al Dainty frente a las costas de Chincha y Pisco, pero Hawkins logró evadirla y continuó viaje hacia el norte, sin hacer escala en Lima y con la !ota española aun en su persecución, siendo capturados el 2 de julio de 1594, tras dos días de combate cerca al Cabo de San Francisco, en las costas de Panamá. Una vez traído a Lima, el Tribunal del Santo O"cio exigió condenar a Richard Hawkins por herejía, pero el virrey decidió enviarlo a España para su juzgamiento, donde fue recluido y liberado poco después, regresando "nalmente a Inglaterra en 1602 y nombrado también caballero por la Reina Isabel I. Para "nales del siglo XVI !otas de corsarios holandeses cruzaron por primera vez el estrecho de Magallanes. En 1598 zarpó de Rotterdam la expedición de Jacobo Moore o Malin, con una !ota de cinco navíos y 547 hombres. Tras la muerte repentina de Moore, la expedición fue dirigida por su teniente Simón Cordés, saqueando varios puntos de la costa chilena antes de rendirse "nalmente en Valparaíso, sin llegar al Virreinato del Perú. Sin embargo, Baltazar de Cordés, hermano de Simón, continuó por algún tiempo el acecho a las costas del sur de Chile, saqueando el pueblo de Castro y atacando diversos puntos de su litoral. Al ser apresados, Cordés y sus hombres negaron haber tenido la intención de atacar las costas del Perú, pero advirtieron de otra expedición holandesa que venía en camino para atacar la capital del Virreinato del Perú: la expedición de “Olivario de Mort”. Oliver van Noort había zarpado de Rotterdam en 1598, y tras cruzar el estrecho de Magallanes a inicios del año 1600, atacó Valparaíso, quemando tres barcos y capturando otros dos. A diferencia de los expedicionarios ingleses, los corsarios holandeses resultaron mucho más crueles y sanguinarios, ejecutando a treinta españoles en Valparaíso y arrojando al mar al guía que les llevó hasta las costas del Perú, una vez que éste ya no les resulto útil22. Conocida la noticia del arribo de corsarios holandeses, el virrey Luis de Velasco envió una escuadra armada al encuentro de estos, Van Noort logró evadir la !ota realista y continuó viaje hacia el oeste, sin acercarse a Lima. La cuadrilla 22 Lucero Samson A. “The fair and fearles freeman. Today in the Past-Today”, December, 14, 1600, en http://www.philstar.com/Article.aspx?articleId=320536. 31 REINHARD AUGUSTIN BURNEO acechó luego las costas de Filipinas, enfrentándose con buques españoles en varias oportunidades. Los holandeses regresaron •nalmente a Rotterdam en agosto del año 1601, convirtiéndose en la cuarta expedición en circunnavegar el planeta. La siguiente amenaza pirata para Lima y el Callao llegó en 1615 con la expedición del corsario alemán Joris van Spielbergen; compuesta por seis naves, la expedición había partido de Zeeland el 8 de agosto de 1614, bajo el auspicio holandés del príncipe Mauricio de Orange. Antes de dirigirse a la capital del Perú, la •ota holandesa atacó Río de Janeiro y Santa María, en Argentina, para atravesar luego el Estrecho y causar graves daños en los principales puertos de Chile. Ante la inminencia del ataque a Lima, el virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, envió tres buques de guerra a cargo de su sobrino Rodrigo de Mendoza para interceptar a los corsarios. Las expediciones antagonistas se encontraron en Cañete, frente a la playa Cerro Azul, enfrascándose en el primer combate marítimo nocturno que registra la historia americana. La •ota realista peruana fue derrotada, perdiéndose dos embarcaciones y muchos hombres en el combate, entre ellos Rodrigo de Mendoza. La expedición de Spillberg avanzó entonces hacia el Callao, con la •rme intención de tomar la capital del Virreinato. Conocida en la ciudad la derrota de la •ota enviada para interceptar a los piratas, la alarma y el temor desatados fueron muy grandes: Noticia tan amenazadora causó en Lima un pánico indescriptible; en todas las iglesias se hicieron constantes rogativas y toda la población acudió en masa a implorar la misericordia del Cielo, contra el enemigo que asolaba su territorio distinguiéndose entre ellas, por su fe y valor la Virgen limeña, la gloriosa Santa Rosa que en el templo de Santo Domingo imploraba a su amante esposo en ferviente oración por la salvación de su Patria, a la vez que con arranque heroico arengaba a las damas y al pueblo, que la rodeaban reverentes a luchar 32 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO contra el heroico invasor y a morir si era preciso en defensa de su Dios y de su Patria23. Las forti•caciones del Callao constituyeron mayor resistencia de la que esperaban los piratas, desistiendo de la toma del puerto y retomando rumbo al norte tras disparar contra el puerto apenas dos cañonazos: uno que dio en una esquina del convento de San Francisco y otro que pasó por sobre la población24. Tras alejarse de Lima, la •ota de Spillberg atacó Huarmey y Guayaquil, y realizó una curiosa tregua con los españoles del puerto de Acapulco durante una semana. Desecha esta tregua, los corsarios acecharon las costas del Virreinato de Nueva España por algunos meses más, para continuar después viaje al oeste. La expedición de van Spillberg fue perseguida por una •ota a cargo del capitán Juan Antonio Ronquilla, con la cual entro en combate en mares de Filipinas, sin poder capturar al corsario alemán pero causándole grandes daños. La expedición de Joris van Spielbergen regresó •nalmente a Holanda a principios de julio de 1617. Otra expedición armada holandesa en acercarse a las costas del Perú fue la de Willern Cornelis Schouten, o Guillermo Scorten, cuya •ota llegó al Pací•co en 1616, sin tener fortuna y regresando a Holanda sin atacar ningún puerto importante en Sudamérica; sin embargo, lo más destacable de esta expedición fue el descubrimiento del canal más conveniente para atravesar el estrecho de Magallanes: el canal de Lemaire, bautizado con el nombre del hábil piloto de la escuadra. Hoy se le conoce como “Cabo de Hornos”, debido al lugar de nacimiento de Schouten y al origen de su expedicion: Hoorns. 23 24 Mariano Peña Prado. Op. cit,. 7. Pedro de León Portocarrero. “Descripción del Callao en 1615”, en Francisco Quiroz Chueca. Descripciones del Callao: textos, planos, grabados y fotografías (Siglos XVI al XIX). Lima: CONCYTEC; Callao: Centro de Investigaciones Históricas del Callao, 1990: 44. 33 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Un Nuevo y Certero Mapa del Mundo, dibujado acorde a las más !dedignas descripciones, últimos descubrimientos y mejores observaciones que se han realizado por ingleses o extranjeros. 1626. (John Speed, Historical Map of the World.“A New and Accurate Map of the World- 1626”) Plano realizado en base a las exploraciones de navegantes “piratas” como Francis Drake y Thomas Cavendish, cuyas tripulaciones incluían también, cartógrafos y cientí"cos. La siguiente expedición pirata en llegar a estas costas, en tiempos del virrey Diego Fernández de Córdova, marqués de Guadalcázar, fue la del francés Jacques Clerk L'Hermite o el Ermitaño, y es sin duda la más conocida y recordada en la historia del Perú. Jacques Clerk zarpó en abril de 1623 desde Rotterdam, con doce grandes embarcaciones armadas con doscientos noventa y cuatro cañones y mil seiscientos cuarenta hombres. La escuadra cruzó el Cabo de Hornos a inicios de 1624 y el 8 de mayo ancló en la isla de San Lorenzo, frente a Lima; desde la isla L’Hermite acechó y hostigó el Callao por cuatro meses, entre mayo y agosto de 1624. Este pequeño ejército, conformado por franceses, !amencos, ingleses, escoceses e irlandeses, constituyó la más numerosa y amenazadora escuadra en 34 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO recalar alguna vez frente a Lima, mayor en número incluso a la •ota española derrotada en la batalla del 2 de mayo de 1866, y mayor que la •ota chilena que bloqueó el Callao entre 1879 y 1883. La •ota armada de Clerk, al igual que todas las principales expediciones holandesas hacia América de la época, fue •nanciada por el príncipe Mauricio de Orange, quien formó la poderosa Armada de Nassau de “La Compañía de las Islas Orientales”, con el •n de arrebatar a España sus conquistas en el nuevo continente. La armada de Nassau llegaría a tener hasta diez mil barcos y doscientos cincuenta mil navegantes durante su apogeo, a mediados del siglo XVII. Tres días después de establecer la isla San Lorenzo como base, Clerk incursionó durante la noche en el puerto del Callao, saqueó e incendió ocho barcos mercantes, capturó otros dos y retornó inmediatamente a la isla, causando gran asombro y temor en la población de la Capital. Durante los siguientes meses, la escuadra holandesa intentó la toma del puerto, sin embargo, la defensa desde los fortines del Callao, y la dura batalla que dieron varios navíos de la armada realista peruana fueron su•cientes para mantener a los piratas alejados de la costa de Lima. Al no poder tomar el Callao, L´Hermite partió hacia el norte con seis naves, para intentar fallidamente el saqueo de Guayaquil, retornando a su base en la isla San Lorenzo y enviando luego dos buques para asaltar Chincha y Pisco. Estas embarcaciones también fueron rechazadas debido al cercano asedio de la armada española, y tras el desembarco de cuatrocientos piratas cerca de Pisco se produjo un combate en tierra, donde los invasores se enfrentaron a una fuerza realista de caballería dirigida por Diego Carvajal, quien logró hacerlos huir, matando algunos y tomando prisioneros a otros. Para entonces, el éxito de la expedición se hacía ya casi imposible, no solo por las férreas defensas del litoral, sino también por las enfermedades que contrajeron los piratas al abastecerse de aguas contaminadas en la isla africana de San Vicente y en la isla Chiloe o Juan Fernández, durante el transcurso de la expedición. La •ota pirata, en un último intento por quebrar la defensa del Callao, dirigió hacia el puerto un navío repleto de explosivos y rocas extraídas de San Lorenzo: un brulote o “buque-bomba”. Los cañonazos desde las forti•caciones del Callao lograron desviar el rumbo del brulote, que estalló •nalmente frente a Bocanegra: 35 REINHARD AUGUSTIN BURNEO tan grande fue el fuego y estallido que dio, que tembló la tierra tres leguas, abriendo puertas y ventanas, y estremeciendo la gente, disparando in•nitas bombas, balas enramadas, clavos, pernos sueltos, piedras grandes como de molino, trozos de hierro suelto y otras máquinas sacadas del in•erno, que la malicia herética poseída de Satanás, puede pensar y fabricar25. Con cerca de seiscientos hombres muertos por el cólera, y ante la imposibilidad de conseguir agua fresca debido al bloqueo desde tierra, la expedición holandesa había fracasado. Después de morir el mismo Jacques Clerk, se le enterró junto a cientos de otros navegantes de su •ota, la mayoría de los cuales se encuentran hasta hoy en un sector de playa de la isla San Lorenzo conocido como “El Cementerio de los holandeses”. Tras ahorcar a doce prisioneros españoles, la derrotada •ota holandesa, ahora a cargo de Hugues Schapenham, partió el 14 de agosto de 1624 rumbo a la bahía de “Todos los Santos” en Brasil, donde se recuperaron física y materialmente para continuar su viaje de retorno, llegando •nalmente a Rotterdam el 7 de julio de 1626. Como previsión ante nuevos ataques se reforzaron las defensas del Callao entre 1625 y 1627, y surgieron nuevas propuestas para la forti•cación de la capital; el Callao fue amurallado en 1640, quedando pospuestos los proyectos de forti•cación para Lima. La toma del puerto chileno de Valdivia en 1643 llevó al virrey Pedro de Toledo y Leiva, marqués de Mancera, a mejorar las defensas del Callao y las forti•caciones de los principales puertos del Virreinato, además de dotar al Perú con la escuadra mejor armada del Pací•co26. Parte de esta armada fue enviada desde el Callao a repeler la última expedición holandesa en amenazar al Virreinato, la del capitán Brant, que intentó en 1648 una nueva toma de Valdivia. Desde mediados del siglo XVII fueron tornándose más esporádicas las expediciones de piratas y corsarios en este lado del continente sudamericano; a 25 26 36 Arístides Herrera Cuntti, Ibíd. Abdón Max Pajuelo. “Gobernantes del Perú durante el coloniaje”, en Lima en el IV centenario de su fundación: monografía del departamento de Lima. Lima: Editorial Minerva, 1935; 63. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO la di•cultad de la navegación por el estrecho de Magallanes se sumaban ahora la di•cultad para conseguir agua fresca en una costa desértica y bloqueada, y el cada vez mejor armamento y forti•cación de puertos y buques de la armada realista y las ciudades costeras de los virreinatos españoles. El ataque de piratas y corsarios continuó, sin embargo, del otro lado del continente americano; el saqueo de puertos y embarcaciones en las costas atlánticas de Sudamérica, Centroamérica y las islas del Caribe fueron un problema constante hasta mediados del siglo XVIII. Respondiendo a uno de estos ataques en el Atlántico, el virrey Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos, envió desde el Callao una •ota armada para hacer frente a los piratas ingleses bajo el mando de Henry Morgan, quienes atacaron Portobello en julio de 1668 y saquearon e incendiaron la antigua ciudad de Panamá en 1671, generando el traslado de ésta a su ubicación actual. Tras la alarma causada en Lima por la destrucción en Panamá, se mejoró la organización de las fuerzas de defensa civil, conocido como el “Batallón de Lima”, y volvieron a surgir propuestas para la edi•cación de murallas alrededor de la ciudad. Igualmente, se ordenó que en adelante se abastecerían las provincias del Virreinato únicamente por medio de galeones, y se tomó la previsión de no volver a adelantar los caudales desde Lima hacia Cartagena hasta no tener noticias ciertas de la llegada a este Puerto de los buques que remitirían las preciadas remesas de bienes y metales preciosos hacia España27. Melchor Liñán de Cisneros, arzobispo de Lima y gobernante interino del Virreinato entre 1679 y 1681, hubo de enfrentar también el ataque de los piratas ingleses: Jhon Warlen (Juan Guarin) y Bartolomé Chearps, quienes apresaron un importante galeón español, el Trinidad, y saquearon los poblados costeros de Barbacoas, Coquimbo y La Serena en Chile, e Ilo y Arica en el Perú. En este último puerto desembarcaron los piratas y se enfrentaron a una fuerza enviada a bordo de dos buques artillados desde Lima por el arzobispo Liñán; once de los 27 Mercurio Peruano. 31 de marzo de 1791. “Continuación de la disertación histórica y política sobre el comercio del Perú”. Lima: Biblioteca Nacional del Perú, 1964. Fol. 241. 37 REINHARD AUGUSTIN BURNEO piratas apresados en Arica fueron colgados en la Plaza Mayor de Lima poco después28. El ataque a Cartagena y el saqueó de Veracruz, perpetrados por el holandés Laurens de Graff en 1683, generaron nuevamente zozobra en Lima, volviendo a surgir entre la población las peticiones, las demandas y hasta los rogatorios por defensas adecuadas para la ciudad y para sus caudales. Y llevaron •nalmente a la decisión política de sus autoridades de no seguir posponiendo la forti•cación de Lima, que se llevaría a cabo •nalmente entre 1684 y 1687, durante la administración del virrey Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata. También durante éste período llegó a las costas del Perú la siguiente expedición pirata importante que causó muchas pérdidas humanas y materiales. La •ota del inglés Edward Davis, compuesta por cuatro naves artilladas, acechó y atacó las costas del norte del Virreinato del Perú durante 1686, apoderándose de varios galeones españoles, bombardeando e incendiando el puerto de Paita y asaltando el pueblo de Zaña, el cual tomaron sin mayor resistencia luego de anclar en la caleta de Chérrepe. Una vez solventadas las trabas económicas y las di•cultades técnicas para equipar adecuadamente una escuadra realista, la •ota pirata del inglés fue confrontada, perseguida y derrotada al cabo de una serie de combates, sin embargo, los piratas lograron reagruparse y mantener el acecho de las costas hasta 168729. La edi•cación de las murallas de la ciudad se inició en 1684, tres años después era ahorcado en Lima el pirata francés Carlos Enrique Clerk, tras permanecer once años preso en esta ciudad. Igual suerte corrieron ese año de 1687 todos los delincuentes marinos hechos prisioneros que se encontraban en las cárceles de la capital30; paralelamente, se prohibió a las naves hacerse a la mar 28 29 30 38 José Manuel Valega, Op. cit., 80 Ibíd., 81 Ibíd., 80-81. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO sin una adecuada capacidad de respuesta bélica, además de pilotos, artilleros y guerreros profesionales. Al acabar al siglo XVII se terminaban también la mayoría de incursiones piratas en los mares del Perú; el poderío de las escuadras realistas, el establecimiento de tratados entre las coronas europeas y la formalización del comercio fueron dejando sin cabida la •gura del corsario; asimismo, la mejora de los sistemas de comunicación dentro de los virreinatos americanos fueron tornando casi imposible el éxito de expediciones furtivas, pues acabaron con el arma principal con que éstas contaban: la sorpresa. Las dos últimas apariciones de piratas en estos mares se dieron durante la primera mitad del siglo XVIII; en 1709 una •ota capitaneada por el inglés Charles Wagner se apoderó de cinco millones de pesos que se trasladaban en la escuadra del conde de Casa Alegre, además de tomar el puerto de Guayaquil por cinco días y obligar a sus habitantes al pago de un elevado rescate31. Ante esto, el virrey Manuel de Oms y Santa Pau, marqués de Castelldosrius, equipó una escuadra al mando del almirante Pablo Alzamora para buscar y hacer frente a los piratas. Estos, antes de combatir a los realistas, pre•rieron asegurar lo robado y recuperar fuerzas para el largo viaje de retorno, optando por la retirada. Finalmente, la última amenaza importante extranjera durante la Colonia llegó alrededor de 1740 cuando se declaró la guerra entre España e Inglaterra y cruzó hasta este lado del Océano Pací•co el corsario inglés George Anson, quien atacó pueblos y navíos de las costas de Chile y el Perú y aunque no llegó a atacar al Callao, causó muchos daños en Paita y se retiró a la seguridad con un muy buen botín32, no volviendo a divisarse desde entonces piratas ni corsarios en las costas del Perú. 31 32 Ibíd. Ibíd., 84. 39 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Capítulo II El Callao, la puerta de Lima 41 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 42 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Descripción del Puerto del Callao del Perú (Leonardo de Ferrari [1655], 2004) 2.1. Fortines, castillos y murallas coloniales del puerto El puerto del Callao, como la puerta principal de Lima, fue el lugar donde se esperaban los primeros ataques militares de los enemigos extranjeros del virreinato español; y aunque una de las ventajas que ofrecía el valle del Rímac para la fundación de la capital era la inmediata existencia de un puerto natural hondo y sin obstáculos, éste carecía de defensas naturales como bahías o islas cercanas donde fuera posible montar forti•caciones adecuadas contra ataques de piratas, corsarios o cualquier otra •ota enemiga que llegara para amenazar la seguridad de la capital del Virreinato. Esta zona del litoral limeño fue ocupada originalmente por distintos asentamientos indígenas de in•uencias Huari, Aymara y Chancay; como los nativos Piti-Piti1, quienes habitaban las costas de La Punta y Chuquito, y cuyo núcleo principal, o “ranchería”, se encontraba metros hacia el norte del naciente puerto de los españoles, a orillas del extinto riachuelo Callao2. 1 2 Piti-Piti: “ataranza, lugar de tejedores de hilo o redes”, en Juan Manuel Ugarte Eléspuru, Lima incógnita. Lima: Banco Central de Reserva del Perú, 1992; 230. La población que ocupó éste lugar obtenía agua dulce de las numerosas lagunas o “puquiales” que existían en el Callao; estas lagunas formaban un arroyo que desembocaba en el mar, a 43 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Los Piti-Piti pudieron conservar casi intactas sus formas autóctonas tradicionales de vida, no queriendo interferir con ellas los españoles por ser estos los proveedores principales de productos marinos para Lima, ocupación exclusiva de este antiguo y desaparecido poblado chalaco. La habilitación de un muelle para el puerto de Lima se realizó sobre un embarcadero existente desde épocas preincaicas3, siendo las primeras y rudimentarias casas de puerto adaptadas y habilitadas apenas fundada la capital, pues no existe referencia sobre acta o ceremonia alguna de fundación del Callao separada a la de Lima4. El primer documento o•cial referente al puerto tiene fecha del 5 de marzo de 1537, cuando el Cabildo de Lima otorgó al conquistador Diego Ruiz autorización para la fábrica de un tambo o depósito de mercaderías anexo al muelle del puerto. El “Tambo de la Mar” fue quizá el primer nombre que se dio al Callao, durante el resto de la Colonia el puerto sería también conocido como “Puerto de Lima”, “Callao de Lima”, “Puerto de la Mar”, “Puerto de Magdalena” o “Puerto de Santa María del Callao”, entre otros nombres. El establecimiento de•nitivo de la trama urbana y la construcción de residencias para españoles se inició en 1555 con el nombramiento de don Cristóbal Garzón como primera autoridad municipal, para entonces había ya una Iglesia Mayor y se encontraban establecidas las primeras cuatro órdenes religiosas que fundaron parroquias y edi•cios conventuales en el antiguo puerto: jesuitas, dominicos, franciscanos y agustinos5. 3 4 5 44 unos pocos metros al norte de la actual Plaza Grau, y que era conocido con el nombre de río Callao. Según César Cornejo Maya, entre las principales estaban la de Miranaves (alrededores de la Plaza Fanning) y las de Chivato (cerca de La Legua). Pedro Cieza de León. “Del puerto y pueblo del Callao”, en Fr. Reginaldo de Lizárraga, Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile. Madrid: Atlas, 1968, 142. Guamán Poma re•ere una fundación del Callao anterior a la de Lima, sin especi•car fecha: “Esta dicha villa de Callao y puerto de la dicha ciudad de los Reyes de Lima fue fundada más primero que la dicha ciudad en tiempo del Papa Paulo y del rey emperador don Carlos…”, en Nueva corónica y buen gobierno, Felipe Guamán Poma de Ayala, en Francisco Quiroz Chueca. Descripciones del Callao: textos, planos, grabados y fotografías (Siglos XVI al XIX), Lima: CONCYTEC; Callao: Centro de Investigaciones Históricas del Callao,1990; 36. Pedro Cieza de León, Op. cit.,144. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO La “Casa Real” o “de Gobierno”, almacenaba además los pertrechos pertenecientes a la Armada Real, y funcionó también como aduana; en él tenían aposentos y lugar de recreo los miembros de la corte del virrey, y los o•ciales de los navíos españoles6. Este Palacio, de amplios corredores y terrazas con vistas al mar, fue terminado de construir y aderezado con esmero por el virrey Andrés García de Mendoza, marqués de Cañete, entre 1556 y 1561. El virrey Francisco de Toledo ordenó construir las primeras forti•caciones portuarias durante la década de 1570: dos torreones o fortines a los lados de la aduana, donde hizo instalar cañones7. Luego, en 1583 se encargó a Francisco Becerra edi•car una casa-fuerte, a modo de cubo sencillo y cercado por una muralla de piedra, lo su•cientemente sólida para recibir embates de artillería8; sin embargo, esta construcción fue destruida solo tres años después por un fuerte sismo y tsunami, que afectó Lima el 9 de julio de 15869. Alrededor de 1610, el virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, mandó edi•car una plataforma forti•cada a manera de torre cuadrada10, núcleo sobre el que se consolidaría posteriormente el fuerte de San Francisco (aproximadamente donde se encuentra hoy la “Gran Unidad Escolar Dos de Mayo”), no creyendo necesaria la edi•cación de nuevas obras de forti•cación mas allá de las existentes, las que consideró su•cientes para la protección efectiva del puerto. En su “Relación de Gobierno” vemos que desestimó la necesidad de proteger al Callao con murallas y bastiones, minimizando las amenazas, según el siguiente texto: El Reyno del Perú es muy prolongado por la costa del sur, que casi podemos decir es todo playa y porque ni la diversidad o fuerza de los vientos, por ser siempre unos, y no tormentosos, ni el concurso de los enemigos, porque rara vez pasan a esta mar, ni la distancia de tantas leguas de marina pedía, 6 7 8 9 10 Bernabé Cobo. “El Callao entre 1627 y 1629”, en Francisco Quiroz Chueca, Op. cit.; 57. Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Lima: Academia Nacional de la Historia del Perú; Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1964; 25. Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti!caciones en el Perú durante la época virreinal. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1979; 33. Ibíd. José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Lima: Cultura Ecléctica, 1939; 385. 45 REINHARD AUGUSTIN BURNEO obligaba ni hacia posible la forti•cación de sus puertos, todos son abiertos y los pueblos tan pequeños y de casas tan humildes, que seria impertinente cualquier gasto ni empeño en la defensa11. El siguiente virrey, Francisco de Borja y Aragón, príncipe de Esquilache, dio mayor prioridad a la defensa militar del puerto. El ataque de Spiellbergen de 1615 motivó una petición al Consejo de Indias para realizar el amurallamiento del puerto; y aunque esta petición fue rechazada, pudieron llevarse a cabo las primeras forti•caciones adecuadas para la protección del Callao, entre las que se encontraban trincheras y parapetos frente a la línea de playa, extendiéndose casi hasta el extremo de La Punta, además de una empalizada alrededor del núcleo poblado12. Esta empalizada de•nió prácticamente el recorrido que seguirían las murallas del Callao alrededor del puerto, al ejecutarse este proyecto algunas décadas después. El proyecto de Borja y Aragón incluyó tres fuertes: el primero en el extremo septentrional de la bahía, que utilizaba un brazo del río Rímac como foso y que llevó el nombre de Santa María; el segundo, el de San Francisco, seiscientos metros al sur del primero, aproximadamente en el centro de la rada del puerto y levantado sobre la plataforma previamente existente, y un tercer fuerte que no llegó a construirse del modo que se proyectó, el Santa Ana, a unos seiscientos metros hacia el sur, casi en el extremo de La Punta. Estos primeros fuertes, de forma trapezoidal, se levantaban tres metros sobre el nivel de tierra, y tenían diez metros de frente, laterales de seis metros, •ancos de quince y un muro trasero de veintidós metros, con plataforma de cal y piedra, dotados de siete bocas de fuego cada una13. Las incursiones piratas de 1624 comandadas por Jacques Clerk L’Hermite llevaron a replantear las defensas del puerto. El virrey Diego Fernández de Córdova, marqués de Guadalcázar, encargó entonces a Rodrigo Montero de Uduarte en enero 11 12 13 46 Relaciones del marqués de Montesclaros, en Manuel Atanasio Fuentes, Editor. Memorias de los virreyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Lima: Librería Central de Felipe Bailly, 1859. T. I: 200. Guillermo Lohmann Villena. Murallas y Forti!caciones en el Perú durante la época virreinal. Op. cit., 34-47. Ibíd. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO de 1625, la construcción de tres nuevas forti•caciones y la mejora de los dos fortines existentes para formar un sistema orgánico con defensas auxiliares14. Sin embargo, tampoco este proyecto fue construido en su totalidad, quedando el sistema defensivo del Callao conformado de la siguiente manera durante este periodo: el fuerte de San Ignacio, hacia el extremo norte del núcleo de población (actual cruce de Libertad con Sáenz Peña), con planta en forma de estrella de cinco puntas abaluartadas y con torreones; sobre la orilla, el fuerte de Santa María, que al reconstruirse tomó el nombre de Nuestra Señora de Covadonga y contó con plaza para seis cañones, éste fuerte estuvo ubicado cerca del actual muelle de guerra de la Marina15. La forti•cación principal de este primitivo sistema defensivo del Callao la conformó el Fuerte de San Francisco, con seis piezas de artillería y una batería con ocho bocas de fuego. Existió además una plataforma, o “planchada” defensiva, frente al actual Fuerte del Real Felipe; •nalmente, el fuerte abaluartado de San Felipe de los Pozuelos se ubicó sobre un área de albuferas cerca del extremo de La Punta, y tuvo la tarea de proteger el área dejada descubierta por las demás forti•caciones, y di•cultar el paso de embarcaciones enemigas entre la península y la isla de San Lorenzo. Esta forti•cación, realizada a manera de torre cuadrada, tuvo cuarenta y siete metros por lado, muros de piedra de 3.3 metros de espesor y una altura de cuatro metros. El fuerte de San Felipe de los Pozuelos albergaba cuatrocientos hombres para la defensa del puerto, tuvo baluartes bautizados con los nombres de los cuatro evangelistas, y fue demolido apenas dos décadas después de construido por encontrarse demasiado alejado del centro poblado del puerto, al iniciarse la construcción de las murallas del Callao16. A este sistema de defensa se le añadió en esta misma época el fuerte de Santa Cruz de Surco, para evitar desembarcos por las playas de Chorrillos, y cuatro tramos de trincheras al pie del Morro Solar; además, por el extremo norte de la bahía de Lima se instaló el fuertecillo de Bocanegra, en inmediaciones del pequeño cerro o montículo que se conocía como Montón de Trigo (hoy cerro La Regla), donde se realizó también una explanada o “planchada” defensiva17. 14 15 16 17 Ibíd., 49-67. Ibíd. Ibíd. Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 80-89. 47 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Planta del Castillo de San Felipe de los Pozuelos, construido entre 1625 y 1626 Se lee: parte superior: “La planta es del castillo de San Felipe de los posuelos del Puerto del Callao que mando hacer el virrey Marques de Guadalcazar, este castillo se habre en la punta frente a la isla”. Lado derecho: “Al otro lado del Puerto junto al Molino esta otro castillo en pentagono, y cada uno mira ambos mar el brabo y paci•co”. Parte inferior: “Mar paci•co donde estubo la armada enemiga corre hasta la punta de frente a la poblacion” (Transcp. del A.; en Lohmann Villena, 1964) Planta de los fuertes de San Francisco y Santa María, construidos en 1625 Se lee: “Esta es la Planta de los fuertes San franco. y santa maria y piezas que tiene cada uno... Tendran altura 4 baras Por la frente Delamar y por la parte de tierra esta 3 baras mas alta...(ilegible) (Transcp. del A.; en Lohmann Villena, 1964) 48 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO El virrey Pedro de Toledo y Leiva, marqués de Mancera, propuso en 1639 nuevamente el amurallamiento del puerto; en su opinión, el Callao estaba bien protegido por el lado del mar, pero carecía de defensas por tierra; además, los fuertes se encontraban ya bastante deteriorados tras solo quince años de construidos o remodelados18. La propuesta de un cinto defensivo para el puerto fue observada por el Consejo de Indias únicamente en el aspecto de su •nanciamiento, debido al gran gasto que generaría a la Corona y a las opiniones contrarias generadas desde España, promovidas principalmente por el anterior virrey, Luis Fernández de Cabrera y Bobadilla, conde de Chinchón. Fernández de Cabrera había recibido ya una autorización para la construcción de forti•caciones otorgada por el Consejo de Indias en 1635, habiéndose limitado a realizar solo algunas mejoras en los parapetos del puerto y a retirar las guardias de algunas forti•caciones, por considerar innecesario mantener guarniciones permanentes en una costa relativamente tranquila, manteniendo la infraestructura militar para futuras emergencias19. Nuevas incursiones de piratas holandeses en los puertos de Portobello y Valdivia, a inicios de 1640, alarmaron nuevamente a la población de Lima y apresuraron la forti•cación de•nitiva del puerto. El virrey Pedro de Toledo decidió tras reunión del Consejo de Guerra el amurallamiento del Callao, pudiéndose iniciar las obras de inmediato, valiéndose de la autorización otorgada al conde de Chinchón en 163520. La obra no debía generar gastos para la corona, por lo que fue •nanciada completamente con impuestos, o “sisas”, aplicadas a la carne y al azúcar; sin embargo, estos tributos no pudieron recaudar lo su•ciente, debiendo ser ampliados, recargándose dos reales por botija de vino, dos reales por carnero y 18 19 20 Ibíd. Ibíd. G. Lohmann Villena. Murallas y forti•caciones en el Perú durante la época virreinal. Op. cit., 18. 49 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Planta del castillo de Santa Ana diseñado en 1615, ubicado en el extremo de La Punta del Callao, y que tomó el nombre de Santiago Gudalcázar, desde 1626 (en Lohmann Villena, 1964) Fragmento del plano para las murallas y foso del Callao de Juan de Espinoza (1641). Se aprecia parte del recorrido original de la empalizada que rodeaba el puerto, así como la ubicación del Castillo de San Ignacio, pequeña forti•cación con forma de estrella de cinco puntas (en Lohmann Villena, 1964) 50 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO medio real por arroba de heno21. Estas cargas generaron malestar y provocaron el rechazo de la población y una llamada de atención del Rey, quien instruyó que no debían crearse nuevos impuestos sin antes consultársele, y que si estos eran para amurallar el Callao, deberían cobrarse únicamente en el Callao, y no así en Lima22, como venía haciéndose por disposición del virrey23. El proyecto de Juan de Espinoza utilizaba en gran medida la línea de los antiguos parapetos construidos por el marqués de Mancera; la obra fue dirigida por Francisco de Quirós y revisada por el maestre de campo Isidro Coronado, siendo colocada la primera piedra por el virrey el 21 de noviembre de 1640. El trazado de la muralla tuvo tres mil doscientos setenta metros de diámetro interior, y cuatro mil doscientos metros incluyendo en este anillo a los frentes y traveses24. Reconstrucción del “plano ideal” de Juan de Espinoza para la forti!cación del Callao, 1641 (Augustin. 2006) 21 22 23 24 Relaciones del Conde de Salvatierra, en Ángel Altolaguirre Duval, Editor. Colección de Memorias o Relaciones que escribieron los Virreyes del Perú acerca del estado en que dejaban las cosas generales del Reino. Madrid: Imprenta del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús, 1930. T. II: 292. Una disputa con el mismo argumento se daría luego al construirse las murallas de Lima entre 1684 y 1687. Los tributos se impusieron !nalmente. Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 102. Ibíd., 105. 51 REINHARD AUGUSTIN BURNEO La construcción, sin embargo, no se ciñó al diseño de Espinoza; la planta fue alterada y se modi•caron tanto la cantidad de baluartes como las dimensiones de murallas, portadas y cortinas, omitiéndose elementos complementarios como fosos de agua, caminos encubiertos y el glacis, haciéndose menos seguro el recinto. En un plano del proyecto de esta forti•cación, fechado en 1640 y perteneciente al mismo Juan de Espinoza, se cuentan ocho baluartes por tierra, y puede constatarse que al ejecutarse las obras se redujeron las secciones de cortinas y bastiones, agregándose dos baluartes más al forti•carse las llegadas de las cortinas a la línea de playa, las cuales no aparecen “abaluartadas” en dicho plano. En él aparece también el camino encubierto, el glacis, el foso de agua y los demás elementos de arquitectura militar que no llegaron a construirse. La con•guración de las murallas del Callao, al terminarse las obras entre los años 1642 y 1643, fue la siguiente: por el lado de tierra nueve baluartes medianos de ángulos obtusos, una portada principal y un bonete semicircular. La forti•cación se cerraba por el lado del mar con la cuerda del semicírculo que formaba la muralla por tierra, teniendo por este lado cuatro plataformas abaluartadas que llevaron los nombres de los evangelistas: san Juan, san Marcos, san Lucas y san Mateo; dos de estas plataformas tuvieron capacidad para doce piezas de artillería y para diez piezas las otras dos25. Los baluartes por tierra tuvieron frentes de entre cincuenta, y cincuenta y cinco metros, con •ancos de entre veinte y veinticinco metros en promedio. Las alturas de cortinas y bastiones variaron entre catorce y veintidós pies (entre 4.30 y 6.70 metros aproximadamente), con parapetos de 1.26 metros y banqueta de 0.70 metros; los bastiones tuvieron bases de veinte pies (6.1 metros) y plataformas altas de dieciséis (4.8 metros) de ancho, además de cimientos de piedra con nueve pies (2.74 metros) bajo tierra en promedio26. Cada baluarte o bastión tuvo capacidad para diez piezas de artillería sobre sus terraplenes o adarves, de hasta catorce metros de sección. Los nombres de los baluartes y fortines fueron: baluarte de san Miguel, de san Ignacio, de la santa Cruz, de Buenavista, de santa Catalina, de Santiago, de san Juan Bautista, de santo Domingo, de san Felipe, de san Luis y de san Lorenzo. 25 26 52 Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti•caciones en el Perú durante la época virreinal. Op. cit., 17-20. Ibíd. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Los bastiones por el lado de tierra estuvieron unidos por cortinas de aproximadamente ciento dieciocho metros de largo y siete metros de terraplén cada una, y tanto cortinas como bastiones estuvieron revestidos interior y exteriormente de mampostería con camisa de piedra de más de dos metros de altura, con ángulos y puertas hechos de ladrillo y sillería27 . El Consejo de Indias aprobaría formalmente la forti!cación del Callao recién en 1643, estando las obras ya muy avanzadas. Las murallas del Callao convirtieron al puerto en una ciudad comercial forti!cada, con dos portadas principales que se cerraban a las nueve de la noche: la del embarcadero y la del camino a Lima en el sector opuesto. Al interior de la forti!cación quedaron contenidas todas las plazas, iglesias, viviendas, comercios e instituciones portuarias, manteniéndose los barrios y las viviendas de los indígenas en el exterior del recinto amurallado, que fue conocido también desde entonces como el Presidio del Callao. Plano de las murallas del Callao, según se construyeron entre 1640 y 1642 (Augustin, 2006) 27 Louis Feuillée, “Descripción y planta del Callao, 1713”, en Francisco Quiroz Chueca, Descripciones del Callao: textos, planos, grabados y fotografías (Siglos XVI al XIX). Op. cit., 69. 53 REINHARD AUGUSTIN BURNEO En sus “Relaciones de Gobierno”, Pedro de Toledo y Leiva, marqués de Mancera, resalta las ventajas del amurallar el Callao28, arguyendo que las defensas eran adecuadas para resistir los ataques esporádicos de !otas menguadas por un larguísimo viaje; a"rma también que la forti"cación imponía respeto entre los indígenas y los esclavos negros, desanimándolos así de posibles rebeliones; además el recinto con solo dos puertas (una en el embarcadero y otra en el extremo opuesto, en el inicio del camino hacia Lima) facilitaba el cobro efectivo de impuestos de cuanto entrara o saliese de la ciudad; por último, se felicitaba a sí mismo por el ahorro económico al haber reducido el número de hombres necesarios para proteger el puerto. Recomendaba además el virrey la fábrica de un fuerte en la isla San Lorenzo, con capacidad para 6 bocas de fuego y una dotación permanente de cien hombres, para combatir adecuadamente al enemigo cuando este intente pasar entre la isla y tierra "rme29. Sin embargo, las apreciaciones del marqués de Mancera sobre su obra resultaron bastante autocomplacientes. Mendo de la Cueva y Benavides, exgobernador de Buenos Aires y experimentado hombre de guerra, acudió a conocer la forti"cación atendiendo una invitación del mismo marqués de Mancera, y opinó desfavorablemente acerca de la misma. Indicaba Cueva y Benavides que no se le puede llamar forti"cación al sistema defensivo del Callao, pues la cerca no guardaba las leyes de la geometría, no contaba con foso ni contrafoso, extrañándose también la presencia de camino cubierto y casamatas. Además, los orejones de los baluartes no se !anqueaban ni defendían con su pareja contigua, encontraba además un grave error en el hecho de no haberse construido medias lunas entre los baluartes y las cortinas, y en haber revestido gran parte de la obra en piedra, pues esta se transformaría en esquirlas con el impacto de proyectiles30. Fuese simbólica, o acaso una obra militarmente útil, esta forti"cación siguió el mismo camino que sus predecesoras menores: no fue el enemigo, sino 28 29 30 54 José Toribio Polo. Memorias de los virreyes del Perú: marqués de Mancera y conde de Salvatierra. Lima: Imprenta del Estado. 1899; 12. Ibíd., 51. Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 118-122. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO la falta de un presupuesto para su mantenimiento, la humedad, el salitre y el embate constante de las mareas los que deterioraron rápidamente la obra. Así, para cuando asumió el gobierno del virreinato Luis Henríquez de Guzmán, conde de Alba de Liste, las murallas del Callao se encontraban resquebrajadas en algunos sectores, y la acumulación de basura creaba plataformas de acceso al recinto en varios puntos. Además la socavación había afectado buena parte de los cimientos orientados hacia el mar, y el baluarte de San Pedro estaba a punto de colapsar. Ante esto, el virrey Henríquez de Guzmán ordenó calzar la muralla en sus puntos más débiles, con zócalos de 3.36 metros de espesor por 3.78 metros de altura31. Reconstrucción del corte de un bastión típico de las murallas del Callao (Augustin, 2006) 31 Ibíd., 125-130. 55 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Henríquez reforzó además el fuerte de San Pedro, al que se le agregó el término “de Mancera”, y mandó construir un embarcadero delante de la portada central de la marina, para aliviar al muelle principal construido por su predecesor, García Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatierra32 . Las murallas también protegieron el núcleo poblado de crecidas importantes del mar, como las de mayo de 1647 y febrero de 1651, no así de la de diciembre de este último año, cuando el nivel del agua sobrepasó algunas secciones derruidas de la defensa e inundó las principales edi•caciones portuarias. Esto llevó a complementar el embarcadero con un tajamar de 18.5 metros de longitud, 3.36 metros de espesor y 4.20 metros de altura, con cantería pétrea unida por grapas de plomo33 . Reconstrucción de la planta de un bastión típico de las murallas del Callao Augustin, 2006) 32 33 56 Francisco Antonio Montalvo, “El Callao en 1678”, en Francisco Quiroz Chueca, 1990 Descripciones del Callao: textos, planos, grabados y fotografías (Siglos XVI al XIX) Op. cit. 65. Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit.,125-130. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Durante las siguientes décadas la población al interior del recinto creció rápidamente, sin darse mantenimiento a sus murallas e incluso abriéndose pasos a través de las mismas, mientras las aguas del mar continuaban con su lenta, pero constante labor de socavación. El virrey Diego Benavides y de la Cueva, conde de Santisteban (16611666), propuso una nueva con•guración para las defensas del puerto, la cual no fue aprobada. Y a pesar de ser elevada la categoría del Callao a “Ciudad y Puerto de los Mares del Sur” alrededor de 1670, el proceso de deterioro en que se encontraban sus murallas no fue revertido; a esto colaboraron los continuos sismos que hicieron también mella en la forti•cación, siendo especialmente memorable el del 20 de octubre de 1687, que derribó gran parte de las construcciones del puerto y algunas secciones de la muralla, y mató alrededor de quinientas personas solamente en el puerto del Callao34. En el siglo XVIII prosiguió el deterioro y la ruina de las murallas, a pesar que existió una propuesta para su restauración realizada por el arquitecto francés Jean Baptiste Rosmain entre 1707 y 1711, realizándose únicamente esporádicos trabajos menores de refacción en los baluartes, y solo cuando estos evitarían colapsos inminentes35. Las defensas del Callao estaban ya muy deterioradas para el 28 de octubre de 1746, día en que desaparecieron su núcleo urbano, las murallas y la gran mayoría de las vidas que encerraban. Alrededor de las diez de la noche la tierra tembló con tal violencia que no solo derribó la mayor parte de las construcciones de Lima y del puerto, sino que generó una serie de olas inmensas que avanzaron hasta dos kilómetros tierra adentro en algunos sectores, y que sumergió totalmente La Punta del Callao; de las aproximadamente ocho mil cuatrocientas personas que habitaban el puerto sobrevivieron apenas unas doscientas36, pereciendo la mayoría al quedar atrapados dentro del recinto amurallado que desapareció 34 35 36 José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Op. cit., 388. Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti!caciones en el Perú durante la época virreinal. Op. cit., 22. José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Op. cit.,89. 57 REINHARD AUGUSTIN BURNEO completamente, quedando de él únicamente secciones de cimientos socavados y una serie de montículos erosionados donde estuvieron situados los baluartes37. En julio de 1839, casi un siglo después del cataclismo y a bordo del Beagle, arribó a la capital del Perú el naturalista inglés Charles Darwin, mereciendo la visión de las ruinas y restos del antiguo Callao un lugar en su célebre bitácora: ...hay también otra muy diferente clase de ruinas, que poseen cierto interés, y son las del antiguo Callao, abrumado por el gran terremoto de 1746, y la ola que lo acompañó. La destrucción debió ser mayor incluso que en Talcahuano. Cantidades de piedras de playa casi con!nan los cimientos expuestos de muros, y vastas masas de bloques de ladrillos parecen haber sido arremolinados como pequeñas mendrugos por las olas al retirarse. Ha sido a!rmado que la tierra se sumergió durante el memorable sismo: no pude descubrir ninguna prueba de esto; pero parece lejos de improbable, pues la forma de la costa debe ciertamente haber afrontado cambios, ya que nadie en el uso de sus sentidos hubiera decidido construir en el estrecho tramo de piedras de playa sobre las que se ubican ahora las ruinas. Desde nuestro viaje, M. Tschudi ha llegado a la conclusión, por comparación entre mapas antiguos y modernos, que la costa tanto en el norte como en el sur de Lima se ha sumergido38. La recuperación del puerto fue difícil, su reconstrucción no mantuvo la antigua traza del Presidio, ni se realizó en su antiguo emplazamiento de La Punta del Callao. La fuerte impresión generada, y el temor de una nueva inundación llevó a cambiar completamente el sitio del nuevo núcleo poblado del puerto, buscándose una nueva área que pudiera mantener a sus habitantes por sobre el nivel de cualquier nueva arremetida de las aguas. Lamentablemente, este gran terremoto acabó también con los últimos nativos Piti-Piti, desapareciendo los dos pequeños núcleos poblados que tenían al sur y al norte del Presidio; y aunque la ranchería indígena tendría también 37 38 58 Se sabe por varias fuentes de la suerte de veintidós sobrevivientes, que escaparon de la muerte al refugiarse en lo alto del baluarte de “La Santa Cruz”, uno de los varios baluartes “por tierra” que quedaron derruidos, pero parcialmente en pie tras el devastador tsunami. Charles Darwin. The Voyage of the Beagle: Charles Darwin’s Journal of Researches. Londres: Penguin Books, 1989. “Chapter 19”; “July 19, 1839” (Trad. del autor) LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO cabida cerca del nuevo y reubicado núcleo urbano del Callao, su población sería bastante diferente, compuesta ya no exclusivamente de pescadores indígenas sino también de mitimaes, yanaconas y esclavos negros, trasladados desde otros lugares del Perú a este nuevo asentamiento para realizar labores de servidumbre. El virrey José Antonio Manso de Velasco, llamado conde de Superunda, o “sobre las olas”, por su labor de organización y reconstrucción de Lima y el Callao tras el gran sismo y tsunami, asignó la elección del lugar más apropiado para la reedi•cación del puerto al francés Luís Godin39, quien eligió el sitio conocido como Bellavista, a menos de dos kilómetros o media legua del mar, por su relativa cercanía a las habilitaciones portuarias y por no haber quedado sumergido este sector durante la terrible inundación. Godin trabajó además en una serie de recomendaciones constructivas para Lima y para el nuevo sitio del Callao, pronunciándose acerca de la alturas y las proporciones correctas que debían conservar los edi•cios para la seguridad de los ciudadanos, y de la recti•cación de estos aspectos constructivos en los inmuebles que no cayeron tras el sismo en la capital, lo que signi•caba prácticamente rehacer la ciudad de Lima, tal como se haría con el Callao40. Esta segunda etapa del Callao otorgó la oportunidad de plani•car mejor el funcionamiento y la zoni•cación del puerto. La reubicación del núcleo poblado alejado de las actividades portuarias permitió la completa militarización del Callao, lo que facilitaría mucho su funcionamiento y su capacidad para defender a la capital, permitiéndole también controlar mejor los navíos y las mercancías entrantes y salientes del puerto, haciéndose igualmente más e•cientes el control de las aduanas y el cobro de impuestos. Con el mismo •n de transformar al Callao en un puerto exclusivamente militar, apareció en 1794 un curioso proyecto de ingeniería41 adjudicado a Juan 39 40 41 Matemático miembro de la Academia de Ciencia de París, quien se encontraba en Lima como regidor de Cátedra Prima de Matemáticas de San Marcos, y destacado también para investigar asuntos relacionados con la verdadera forma de la tierra, siendo nombrado posteriormente Cosmógrafo Mayor del Reino entre 1744 y 1749. Virginia García Acosta, ed. Historia y desastres en América Latina, Vol. II. Lima: Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina, 1996;.116-117. Leonardo Mattos-Cárdenas. Urbanismo andino e hispano americano: ideas y realizaciones (15301830). Lima: Universidad Nacional de Ingeniería. Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes. Instituto de Investigación FAUA, 2004. 59 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Coquette, realizado durante el ejercicio como Cosmógrafo Mayor del aragonés Cosme Bueno42. El desmesurado proyecto pretendía crear un canal navegable desde las inmediaciones del actual muelle de guerra hasta las puertas mismas de las murallas de Lima, por la zona de Monserrate; este canal llevaría a las embarcaciones comerciales y civiles hasta un fondeadero seguro tierra adentro, lejos de la bahía y a salvo de cualquier asalto. (Ver Anexo, plano C13). Al replantearse el sistema defensivo del Callao se optó por la tendencia de la arquitectura militar europea de la época, que apuntaba hacia la construcción de ciudadelas o forti•caciones aisladas, en el estilo de la escuela del célebre ingeniero militar francés Sébastien Le Prestre, conocido como Vauban. Se realizaron entonces dos proyectos para la construcción del gran fuerte del Callao; el primero del francés Louis Godin, quien proponía un fuerte de planta hexagonal, y la segunda propuesta perteneciente a los ingenieros españoles Joseph Amich y Juan Francisco Rossa, quienes recomendaron un fuerte pentagonal semirregular43. Croquis de San Fernando de Bellavista, 1747 (Archivo General de Indias) 42 43 60 El proyecto debió contar con la aprobación del Cosmógrafo Mayor del Reino, pues ningún proyecto mayor de ingeniería era admitido sin su visto bueno, y esta propuesta llegó a ser elevada al virrey en 1794, fecha que lleva el plano del proyecto. Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti•caciones en el Perú durante la época virreinal. Op. cit., 20. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Finalmente, el diseño de la ciudadela fue llevado a cabo atendiendo especi•caciones técnicas de ambos proyectos, incluyéndose también algunos planteamientos que el francés Jacques Ozanam recomendó en su Traité de Forti•cation44, de 1694. Las zanjas para los cimientos de la fortaleza empezaron a ser excavadas el 21 de enero de 1747, y el 1 de agosto de ese mismo año el virrey Manso de Velasco colocó la primera piedra, bajo la cual puso antes un pequeño cofre con monedas45, y bautizó la recién iniciada obra con el nombre de Fortaleza del Real Felipe en honor al recientemente fallecido Felipe V. La fábrica de la fortaleza tardó veintisiete años, terminándose de de•nir por Decreto del 20 de octubre de 1768 los montos y proveedores que proseguirían la obra hasta su total culminación46, terminándose completamente la fortaleza recién en 1774, en tiempos del gobierno del virrey Manuel de Amat y Junient. La reglamentación para la guarnición, el número de o•ciales, cabos, artilleros, soldados, que defenderían la plaza, así como el monto del sueldo asignado a estos había sido dado por Real Orden del 1ero de junio de 175347. La imponente fortaleza, de planta pentagonal semirregular abaluartada, contó con cordón, parapeto, terraplén, escarpa y contraescarpa; con muros a prueba de bombas de cuatro metros de altura y un perímetro externo de mil quinientos sesenta metros, rodeados por un foso de agua de diecisiete metros de ancho por tres metros de profundidad, y con dos puertas principales con rastrillo y puente levadizo; adicionalmente un sistema de terraplenes conseguía ocultar el Real Felipe a la vista desde alta mar y evitaba que los atacantes tuvieran alguna protección durante su aproximación •nal al puerto; además su ubicación y orientación le permitía barrer con su fuego los dos frentes principales de La Punta del Callao48. 44 45 46 47 48 Traité de Forti•cation, contenant Les Methodes anciennes & moderns pour la Construction y la Defense des Places, Et la maniere de les attaquer, expliquèe plus au long qu’elle n’a été jusques a present. Paris: Chez Jean Jombert, prés des Augustins, 1694. Relaciones del conde de Superunda, “Nueva fortaleza del Callao”, en Manuel Atanasio Fuentes, Editor. Memorias de los virreyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Lima: Librería Central de Felipe Bailly, 1859. T. IV: 130. Ministerio de Hacienda y Comercio. Archivo Histórico. Reales cédulas, reales órdenes, decretos, autos y bandos que se guardan en el Archivo Histórico. Lima: El Ministerio, 1947; Lib. 882, f. 409. Ibíd., Leg. 54, núm. 2. Humberto Cotos. “El Callao: historia, gente y tradición”, en http://www.chimpum-callao/ historia.html 61 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Plataformas, almenas y defensas del Real Felipe “Torreón del Rey” Plano de la Plaza del R. Phelipe situada en el Puerto del Callao con las nuebas obras ejecutadas para efectuar su defensa. Francisco Javier de Mendizábal, 1811 (Bonilla di Tola, dir. 2009) 62 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO El área interna del recinto, donde se ubican todos los cuarteles, aljibes y almacenes, es de setenta mil metros cuadrados, sus murallas suman mil quinientos treinta y dos metros en longitud, su foso mil seiscientos metros y el glacis dos mil doscientos metros; la alturas de los torreones es de 18.9 metros, la “casa del gobernador” tiene 12.4 metros de altura y la muralla 6.30 metros. La forti•cación tiene dos portadas: la principal o “de Honor” y la secundaria o “del Perdón”. Sus cinco baluartes fueron bautizados con los nombres de “de la Reina”, “del Rey”, “de san José”, “de san Felipe” y “de san Carlos”; este último baluarte fue posteriormente llamado “del Príncipe”, y en su parte inferior se instaló la mencionada gobernación. A los baluartes se suman los demás elementos de defensa, como quince garitas de guardia en las murallas y seis rampas de acceso, además de doscientos siete troneras en el parapeto y los torreones, ciento cincuenta y ocho almenas en los parapetos y sesenta y cuatro almenas en cada torreón, y dos linternas en cada portada49. Este sistema defensivo quedó complementado con otros dos pequeños castillos, llamados de “San Miguel” y de “San Rafael”, unidos a la fortaleza principal por medio de un camino parapetado, y cuya función principal fue la de proteger sus •ancos. Llegada la independencia, estos pequeños castillos fueron rebautizados como “Santa Rosa” y “El Sol” respectivamente, cuyos restos perduraron hasta •nes del siglo XIX. Las primeras reparaciones importantes al Real Felipe fueron ordenadas por el virrey Fernando de Abascal en 1807, durante estas obras se mejoraron los muros internos del foso para darle mayor profundidad, se fabricó un amplio almacén para guardar armas y municiones con orden y seguridad, se construyó otro almacén para víveres, y un aljibe capaz de contener agua para abastecer hasta mil hombres durante cuatro meses. También mandó demoler una serie de remates inútiles que tenían los torreones de la fortaleza para acomodar en ellos grandes piezas de artillería, por ultimo pretendió demoler los edi•cios civiles cercanos para no obstruir el campo de tiro de los cañones, pero esta iniciativa debió ser descartada al encontrar resistencia en la población y el comercio50. 49 50 Ibíd. Manuel de Mendiburu. Diccionario histórico-biográ•co del Perú: parte primera que corresponde a la época de la dominación española. Lima: Imprenta de J. Francisco Solís, 1874; 55. 63 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Para la mejora general del puerto, Abascal ordenó construir un acueducto desde la caja de agua hasta el muelle, con cuatro caños, para facilitar el transporte del agua hacia las embarcaciones al realizar sus aguadas; además, Abascal consideró la construcción de un enorme proyecto de ingeniería que llevaría a las embarcaciones civiles tierra adentro hasta Bellavista, donde se acondicionaría todas las facilidades portuarias necesarias51. El fuerte Real Felipe fue una de las mayores y mejores construcciones españolas en el continente durante este periodo del siglo XVIII, y se convirtió inmediatamente en el más importante fuerte del Pací•co americano. La necesidad de su construcción, aunque ceñida a los cánones de la arquitectura militar de la época, fue cuestionada ante lo improbable de un ataque a gran escala. Se trató quizá también, al igual que las antiguas murallas del Callao, de un símbolo de ostentación y una forma de imponer temor entre las poblaciones de indígenas y de esclavos negros, y una buena protección durante posibles sublevaciones o ante afanes independentistas. Visto este hecho, quizá hubiera resultado mejor alejar la fortaleza del mar, por donde era menos probable un ataque, para construirla más cerca al núcleo urbano de Lima, donde hubiera resultado de mayor utilidad para la protección de la ciudad. Charles Darwin se sintió también tentado a escribir sobre la fortaleza del Real Felipe durante su visita a Lima y el Callao, en julio del año 1839, aprovechando su crónica para hacer al mismo tiempo una aguda e interesante observación sobre la situación política de la época: La fortaleza, que soportó el largo asedio de Lord Cochrane, tiene una apariencia imponente. Pero el Presidente (Agustín Gamarra), durante nuestra permanencia, vendió los cañones de bronce, y procedió a desmantelar partes de él. La razón utilizada fue, que no tenía un o•cial en el que con•ara lo su•ciente como para conferirle tan importante puesto. Él mismo tenía una buena razón para pensar esto, pues había obtenido la presidencia al rebelarse mientras estaba a cargo de esta misma fortaleza. Después que dejamos Sudamérica, él pagó la penalidad de la manera usual, siendo conquistado, hecho prisionero y fusilado52. 51 52 64 Ibíd. The Voyage of the Beagle: Charles Darwin’s Journal of Researches. Op. cit. (Trad. del autor) LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Nuevamente se asignaron recursos para mejorar la forti•cación del Real Felipe y del puerto en general en 1810, y aunque fueron pocas las batallas militares libradas con este fuerte como escenario, en él se desarrollaron capítulos muy signi•cativos para la historia del Perú. Aún en manos realistas resistió en marzo de 1819 el bloqueo de la escuadra libertadora enviada desde Chile por José de San Martín y liderada por el escocés lord Thomas Cochrane; en 1820 la fortaleza impidió a las fuerzas libertadoras del mismo San Martín la entrada al Callao: el libertador debió entrar por Huacho para sitiar y ocupar luego la fortaleza. El Real Felipe tomó el nombre de “Castillo de la Independencia” en 1821, y en 1823 albergó al Primer Congreso Constituyente de la República. En él se atrincheraron entre diciembre de 1824 y enero de 1826 los últimos españoles empeñados en conservar su virreinato, comandados por el brigadier Ramón Rodil; desde ese mismo año y hasta 1833 el fuerte sirvió como prisión política, y desde 1839 y durante el siguiente siglo funcionó aquí la aduana. Tuvo la fortaleza una mínima participación en el combate del 2 de mayo de 1866, cuando se repelió a la Expedición Cientí•ca española comandada por el almirante Casto Méndez Núñez, entrando ese día en combate en mucho mayor medida los fortines complementarios del Real Felipe: “El Sol” y “Santa Rosa”. Durante la Guerra del Pací•co, el Real Felipe ayudó a mantener a distancia a la fuerza naval chilena durante nueve meses y hasta el •nal de la guerra, entre enero y octubre de 1883. La fortaleza fue restaurada en la década de 1920, durante el segundo gobierno de Augusto B. Leguía, retomando su nombre original de Real Felipe, y funcionando hasta la actualidad como cuartel militar y como sede principal del Museo del Ejército, además de ser el mayor atractivo turístico del Callao, escenario de variados eventos y la última de sus forti•caciones coloniales existentes. 65 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 2.2. Evolución de las defensas y de la trama urbana del Callao 2.2.1. Período 1537-1590 Habilitación del puerto y primeras defensas militares Proyectos de arquitectura militar durante este periodo 1570 Torreones de la Aduana 1583 Cubo/fuerte de piedra Ataques al puerto durante este periodo 1579 Francis Drake (navegante y corsario inglés) 1587 Thomas Cavendish (navegante y corsario inglés) Plano 2.2.1 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de Lucas de Quiroz. “Plano de la Bahía del Callao elaborado en 1624” (Sifuentes de la Cruz, 87). Louis Feuillée. “Descripción y planta del Callao [1713]” (Quiroz Chueca, 69). Nicolás Rodríguez. “Parte de la Ribera del Callao [1728]” (Quiroz Chueca, 79). Pedro Cieza de León. “Del puerto y pueblo del Callao” (Cieza de León). Pedro de León Portocarrero. “Descripción del Callao a inicios del siglo XVII” (Quiroz Chueca). Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y el Callao (1964) Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti!caciones en el Perú durante la época virreinal (1979) 66 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 2.2.2. Período 1591-1640 Parapetos y fortines, sistema defensivo del Callao antiguo Proyectos de arquitectura militar durante este periodo 1615 Empalizada de madera, Fuerte Santa María, planchada “del general Fernando de Castro”, Torreón y plataforma (posteriormente fuerte de San Francisco), planchada “del general Diego de Rojas” o “de la Compañía de Jesús”, Torreón de Santa Ana 1625 Fuerte de San Francisco 1626 Parapetos de adobe, Fuerte de San Ignacio, Fuerte Nuestra Señora de Covadonga (anteriormente “de Santa María), Batería de Guadalcázar (anteriormente batería de Santa Ana), Fuerte de San Felipe de los Pozuelos Ataques al puerto durante este periodo 1615 Joris van Spielbergen (navegante y corsario alemán al servicio de Holanda) 1624 Jacques Clerk, L’Hermite (navegante y corsario francés al servicio de Holanda) Acechos o amenazas al puerto durante este periodo 1594 Richard Hawkins (navegante y corsario inglés) 1599 Jacobo Moore (navegante y corsario holandés) 1600 Oliver van Noort (navegante y corsario holandés) Plano 2.2.2 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de Louis Feuillée. “Descripción y planta del Callao [1713]” (Quiroz Chueca). Nicolás Rodríguez. “Parte de la Ribera del Callao [1728]” (Quiroz Chueca). Juan de Espinoza. “Plano del Callao con su nueva forti!cación [1641]” (Quiroz Chueca). Amédée Frezier. “Plano y per!l del Presidio del Callao [1713]” (Sifuentes de la Cruz, 138). Buenaventura de Salinas y Córdova. “El Callao a inicios del siglo XVII” (Quiroz Chueca). Antonio Vásquez de Espinoza. “El Callao en 1619” (Quiroz Chueca). Bernabé Cobo. “El Callao entre 1627 y 1629” (Quiroz Chueca, 57). Pedro de León Portocarrero. “Descripción del Callao a inicios del siglo XVII” (Quiroz Chueca). Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y el Callao (1964) Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti!caciones en el Perú durante la época virreinal (1979). 67 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 2.2.3. Período 1641-1746 Consolidación del sistema defensivo, las murallas del puerto Proyectos de arquitectura militar durante este periodo 1640 Las murallas del Callao, que incluye los baluartes de San Miguel, de San Ignacio, de la Santa Cruz de Santa Catalina, de Santiago, de San Juan Bautista, de Santo Domingo, de San Felipe, de San Luis, de San Lorenzo, de San Francisco, de San Pedro, y de San Antonio Ataques al puerto durante este periodo Ninguno Acechos o amenazas al puerto durante este período 1643 Elías Erckmans (corsario holandés) 1648 Leonar de Brant (corsario holandés) 1680 Jhon Warlen y Bartolomé Chearps (piratas ingleses) 1683 Laurens de Graff (pirata holandés) 1686 Edward Davis (pirata inglés) 1709 Charles Wagner (corsario inglés) 1740 George Anson (corsario inglés) Plano 2.2.3 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de Louis Feuillée. “Descripción y planta del Callao [1713]” (Quiroz Chueca). Amédée Frezier. “Plano y per!l del Presidio del Callao [1713]” (Sifuentes de la Cruz). Leonardo de Ferrari. “Plano del Callao amurallado [1655]” (Sánchez Rubio et al., Edits.). Autor desconocido. “Plano conjunto de Lima y el Callao amurallados” (Bonilla di Tola). Francisco Antonio Montalvo. “El Callao en 1678”; (Quiroz Chueca). Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y el Callao (1964). Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti!caciones en el Perú durante la época virreinal (1979). 68 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 2.2.4. 28 de octubre de 1746 Destrucción por cataclismo del Callao antiguo Principales datos del sismo Epicentro aproximado: frente a la bahía de Lima. Hora: 10.30 p m. Duración: 3-4 minutos. Magnitud: ! 8 ML o Richter. Tipo de movimiento: Lateral este-oeste*. Hora del tsunami: aproximadamente a las 11.00 pm, segunda y mayor ola pocos minutos después. Réplicas más severas: 4 am y 7 am del 29 de octubre. Réplicas perceptibles: hasta 430 movimientos durante los siguientes 120 días. Vidas perdidas en el puerto del Callao: aproximadamente 4 000 personas (95% de la población). Vidas perdidas en la ciudad de Lima: aproximadamente 7 500 personas (12% de la población). Estado del Callao tras el sismo: desaparición. Estado de Lima tras el sismo: ruina completa. 2.2.4 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de Luis de Surville. “Plano del Callao de Lima y sus inmediaciones [1778] (Archivo General de Indias, http://www.nmm.ac.uk/collections/explore/object. cfm?ID=P%2F18%286%29 Consultado el 18 de diciembre del 2007). Rubén Vargas Ugarte. “Croquis de la Villa del Callao después del terremoto de 1746” (Vargas Ugarte). José Antonio Manso de Velasco. “Terremoto que esperimentó esta ciudad de los Reyes en 28 de Octubre de 1746” (Manso de Velasco, 1859). José Manuel Valega. “Temblores y terremotos en Lima” (Valega, 390). Jorge Juan y Antonio de Ulloa. “El Callao entre 1743 y 1746” (Quiroz Chueca). Charles Darwin (1989). * La dirección horizontal este-oeste del movimiento, además de la gran intensidad, hace pensar que pudo tratarse de un sismo por subducción de placa continental, uno de los tipos más poderosos que se conocen. 69 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 2.2.5. Período 1747-1800 Fundación de Bellavista y militarización del puerto Proyectos de arquitectura militar durante este periodo 1747 Fortín de San Miguel, Fortín de San Rafael, parapetos de piedra 1747-1774 Castillo Real Felipe, que contiene entre sus principales elementos a los torreones del Rey, de la Reina, de San Carlos, de San José, de San Felipe, y la torre Caballero de los 12 cañones Ataques al puerto durante este período Ninguno Acechos al puerto durante este período Ninguno Plano 2.2.5 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de Luis de Surville. “Plano del Callao de Lima y sus inmediaciones [1778] (Archivo de Indias, http://www.nmm.ac.uk/collections/explñore/object.cfm?ID= P%2F18%286%29 Consultado el 18 de diciembre del 2007). Rubén Vargas Ugarte. “Croquis de la Villa del Callao después del terremoto de 1746” (Vargas Ugarte). Autor desconocido. Plano que superpone de la ubicación de la nueva Fortaleza del Real Felipe con respecto a las antiguas murallas (Quiroz Chueca). Autor desconocido. Plano del sector de las nuevas habilitaciones portuarias y parte del Real Felipe (Quiroz Chueca). Francisco Cañas. “Primer plano del Callao Republicano [1826]” (Quiroz Chueca). José Antonio Manso de Velasco. “Nueva Fortaleza del Callao” (Manso de Velasco). Jorge Juan y Antonio de Ulloa. “El Callao entre 1743 y 1746” (Quiroz Chueca). Victoriano Moreno. “Reconstrucción del Callao [1747]” (Quiroz Chueca). Humberto Cotos. “El Callao: historia, gente y tradición” (Cotos). 70 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 2.2.6. Período 1801-1900 Emancipación, Independencia y Guerra del Pací•co Nuevas denominaciones de los fortines y principales elementos del Real Felipe desde 1823 Fortín de Santa Rosa (anteriormente de “San Miguel”), Fortín de El Sol (anteriormente de “San Rafael”). Dentro del Castillo del Real Felipe: torreón de Manco Capac (anteriormente “del Rey”), torreón “de la Patria” (anteriormente “de la reina”), baluarte “Jonte” (anteriormente “de San Carlos”), torreón “de la Natividad” (anteriormente “de San José”). Acechos militares al puerto durante este período 1883 Asedio y bloqueo de la fuerza naval chilena entre enero y octubre Ataques militares al puerto durante este período 1820 General José de San Martín repelido por realistas desde el Real Felipe. 1824-1826 Rodil y los últimos realistas se atrincheran en el Real Felipe. 1866 Casto Méndez Núñez y su “expedición cientí!ca” repelida el 2 de mayo. Plano 2.2.6 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de Mariano Paz Soldán. “Plano Topográ!co de la ciudad del Callao [1855-1862]” (Paz-Soldán). Autor desconocido. Plano del sector de las nuevas habilitaciones portuarias y parte del Real Felipe” (Quiroz Chueca). Humberto Cotos. “El Callao: historia, gente y tradición. La Fortaleza del Real Felipe” (Cotos). Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y el Callao (1964). Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti!caciones en el Perú durante la época virreinal (1979). 71 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 2.2.7. Período 1901-2007 El puerto comercial y la metrópoli de Lima Acechos militares durante este período Ninguno Ataques militares durante este período Ninguno Plano 2.2.7 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de Mariano Paz Soldán. “Plano Topográ!co de la ciudad del Callao [1855-1862]” (Paz Soldán). Amado Góngora Perea. “Plano de la Ciudad de Lima Metropolitana” (1999). Sánchez Rubio, Rocío; Testón Núñez, Isabel y Carlos M. Sánchez Rubio, Edits. (2008). Google Earth (www.GoogleEarth.com). 72 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 73 2.2.1. Período 1537-1590. Habilitación del puerto y primeras defensas militares. (Augustin, 2006) REINHARD AUGUSTIN BURNEO 74 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 75 2.2.2. Período 1591-1640. Parapetos y fortines, sistema defensivo del Callao antiguo. (Augustin, 2006) REINHARD AUGUSTIN BURNEO 76 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 77 2.2.3. Período 1641-1745. Consolidación del sistema defensivo, las murallas del puerto. (Augustin, 2006) REINHARD AUGUSTIN BURNEO 78 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 79 2.2.4. 28 de octubre de 1746. Destrucción por cataclismo del Callao antiguo. (Augustin, 2006) REINHARD AUGUSTIN BURNEO 80 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 81 2.2.5. Período 1747-1800. Fundación de Bellavista y militarización del puerto. (Augustín, 2006) REINHARD AUGUSTIN BURNEO 82 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 83 2.2.6. Período 1801-1900. Emancipación, Independencia y Guerra del Pací•co. (Augustin, 2006) REINHARD AUGUSTIN BURNEO 84 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 85 2.2.7. Período 1901-2006. El puerto comercial y la Metrópoli de Lima. (Augustin, 2006) LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Capítulo III Obras y proyectos coloniales de arquitectura militar para la defensa del casco urbano de Lima 87 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 88 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Cuartel de Artillería de Santa Catalina, construido en 1806 3.1. Forti•caciones coloniales anteriores y posteriores a la construcción de las murallas de Lima El primer pedido para la creación de una casa fuerte o “ciudadela” para proteger la ciudad de Lima se dio por Cédula del 23 de noviembre de 1537, cuando la corona recibió una petición del procurador Hernando de Cevallos, quien, en representación del Cabildo, exponía la necesidad de construir un recinto donde pudiera protegerse a la población española, además de fungir como depósito de armas y pertrechos1. Esta primera propuesta tuvo como •n principal la protección de la ciudad contra rebeliones indígenas como la de Kisu Yupanqui ocurrida un año antes, sin embargo, la obra no llegó a realizarse debido a la inestabilidad política de los años de la Conquista. Alrededor de 1560, terminadas las guerras civiles entre los conquistadores y apaciguadas las rebeliones indígenas iniciales, el virrey Andrés Hurtado de Mendoza instituyó la Guardia del Reino, compuesta por una compañía de 1 Guillermo Lohmann Villena. Murallas y forti•caciones en el Perú durante la época virreinal. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1979; 149. 89 REINHARD AUGUSTIN BURNEO lanceros, otra de arcabuceros y la tercera de alabarderos2, la cual fue su•ciente para disuadir cualquier otro ataque durante este temprano período, permitiendo a la ciudad crecer y prosperar algunas décadas sin inquietud por obras o proyectos de arquitectura militar. Lo probabilidad de un ataque desde Europa quedaba aparentemente descartado por la tranquilidad de tener “un continente por muralla y dos océanos por fosos”3, y por la errada con•anza en que cualquier ataque sobre Lima debería pasar primero por el Callao, pudiéndose en realidad sortear fácilmente el puerto desembarcando a alguna distancia de él y atacando la ciudad desde alguno de sus •ancos. Las noticias de los ataques piratas en Panamá, el Golfo de México y las islas del Caribe durante la segunda mitad del siglo XVI e inicios del XVII, llevaron a discutir los primeros sistemas de defensa para Lima. En 1580, terminando el gobierno del virrey Francisco de Toledo, llegaron noticias sobre la consideración de Felipe II de amurallar la ciudad4, sin embargo, esta intención no llegó a convertirse en proyecto. Las deliberaciones entorno a la forti•cación de la ciudad se retomaban cada cierto tiempo, generalmente cuando se tenía noticias de ataques piratas en otros puertos y ciudades costeras, y estas se disipaban al alejarse el peligro. Las opiniones sobre la forma correcta de proteger la ciudad variaban entre la edi•cación de un fortín o “casa-fuerte” desde el cual se pudiera defender el sitio de la ciudad y a sus habitantes, entre el amurallamiento total del casco urbano y el mejor adiestramiento de los cuerpos de caballería de los vecinos, quienes en su gran mayoría no tenían experiencia ni disposición alguna para el combate. La organización de las tropas civiles de defensas de las ciudades llegó en 1600, al crear Felipe III la Junta de Guerra de Indias, organismo que tuvo a su cargo la organización y el nombramiento de los mandos militares mayores de las ciudades de los virreinatos, esta facultad sería asumida luego por los virreyes 2 3 4 90 Escuela de Infantería del Ejército del Perú. Historia de la Infanteria. Lima: 2006; 13. Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Lima: Academia Nacional de la Historia del Perú; Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1964; 8. Ricardo Beltrán y Rózpide. “El Memorial de D. Francisco de Toledo” en Colección de las memorias o relaciones que escribieron los virreyes del Perú: acerca del estado en que dejaban las cosas generales del reino. Madrid: Imprenta del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús, 1921; 82. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO dentro de sus ciudades, quedando obligada la ciudadanía a acudir “con sus personas, caballos y armas” durante la guerra, y a la “disciplina y enseñanza en la milicia” durante la paz, logrando así formar tropas militares no acuarteladas sin costo alguno para el Estado5. En 1602 el virrey Luis de Velasco, recibió de Pedro Ozores de Ulloa y Alonso de Ribera una recomendación para que se cave un “trincherón” alrededor de la ciudad, con revellines en sus puntos de acceso; luego, en 1615 Juan de Belveder propuso dar de alta a las compañías limeñas de lanceros y arcabuceros, así como a la guardia de Palacio, para poder costear con lo ahorrado una ciudadela forti•cada en el barrio de San Lázaro (El Rímac), con capacidad para albergar cuatro mil hombres permanentemente6. Sin embargo, las autoridades virreinales del Perú durante este período no consideraron necesarias las grandes obras de arquitectura militar para sus puertos o ciudades. El virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros (16071615), además de disolver la Guardia del Reino instituida en 1560, justi•có en sus “Relaciones de Gobierno” la escasa necesidad de gasto en la defensa, relatando la relativa facilidad con que doblegó la incursion de Joris van Spielbergen en 1615: [Que la defensa]...se reduzca a retirar la gente y alzar los bastimentos, excepto en éste del Callao, que por la vecindad de Lima y ser escala principal de los navíos de toda la contratación, es necesario tenerle siempre defensible; y aunque en la ocasión pasada pude yo conseguirlo un poco mas de 24 horas, de manera que aunque el enemigo surgió no hizo, antes recibio daño, y le resultara mayor si prosiguiera el intento de tomar tierra, con todo eso me pareció levantar algunas trincheras de asiento y tres plataformas para que la Artillería obre con mas puntería: todo queda trazado y hecha la muestra en conformidad de lo que tuve por conveniente7. 5 6 7 Escuela de Infantería del Ejército del Perú. Op. cit., 14. . Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 153-154. Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, en Manuel Atanasio Fuentes. Editor. Memorias de los virreyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Lima: Librería Central de Felipe Bailly, 1859; T 1: 200 91 REINHARD AUGUSTIN BURNEO El gran susto generado en 1615 por la expedición pirata del alemán Spielbergen llevó a plantear los primeros proyectos importantes para la defensa de Lima. En 1617 el comerciante Juan Arias Tarragona envió al Consejo de Indias un proyecto que proponía utilizar el cauce del río Rímac como barrera natural, y cavar un foso alrededor del resto de la ciudad, que serviría como protección provisional, y que debía ser cercado por ladrillos de adobe fabricados de la tierra extraída del mismo foso, una vez terminada la amenaza extranjera8. Luego, el 1 de agosto de 1618 el Provincial de la Compañía de Jesús padre Diego Álvarez de Paz, solicitó al virrey la construcción de defensas adecuadas para el resguardo de Lima, a este pedido se sumaron casi todas la órdenes religiosas, depositarias en su época de la mayor parte de las riquezas de la ciudad, ofreciéndose casi todas ellas a colaborar con parte del •nanciamiento y con la mano de obra. Todos estos pedidos fueron desestimados por la corona, no estando dispuestos a ningún tipo de desembolso para defensas militares9. Ante la necesidad de establecer el método más adecuado para la defensa de Lima, el virrey Diego Fernández de Córdova, marqués de Guadalcázar, convocó por Cédula del 7 de noviembre de 1623 a una encuesta entre los vecinos sobre la conveniencia de amurallar Lima, y el 9 de octubre de 1624 llamó a reunión a todas las principales autoridades y personalidades de la ciudad, cuyas experiencias en sus respectivos campos y o•cios podrían aportar en bien de la obra: regidores, alcaldes, exalcaldes, generales, tenientes y almirantes, así como el ingeniero capitán Rodrigo Montero de Uduarte, el capitán genovés Pascual Ferruche, el cosmógrafo Francisco de Quirós y el Obrero Mayor de la Catedral, Juan Martínez de Arrona. Al terminar la reunión, veintidós de los convocados se mostraron a favor de la construcción del muro y seis en contra, quedando establecido así el compromiso de las autoridades de la ciudad con la construcción de sus murallas defensivas10. 8 9 10 92 Bertram T. Lee y Juan Bromley. Libros de Cabildos de Lima. Lima: Concejo Provincial de Lima, 1956; 561-567. María Antonia Durán Montero. Lima en el siglo XVII: arquitectura, urbanismo y vida cotidiana. Sevilla: Excma. Diputación Provincial de Sevilla, 1994; 85-86. Juan Bromley, “La ciudad de Lima durante el gobierno del virrey conde de la Monclova”, en Revista Histórica. Lima: Academia Nacional de la Historia, 1955-1956, 161-162. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Sin embargo, el compromiso acordado para construir la muralla no fue su•ciente, pues el virrey estaba decidido a llevar a cabo la obra sin comprometer en el gasto a la Real Hacienda, proponiendo como indispensables la aportación de fondos privados y donaciones de materiales y del trabajo de esclavos por parte de los vecinos, de las órdenes religiosas y de las principales instituciones de la ciudad11. Ese mismo año de 1624, el fraile y arquitecto franciscano Miguel de Huerta, realizó por orden del Consejo de Indias un modelo de murallas para Lima al cual no se le dio mayor consideración12, y apenas un año después, en 1625, Pascual Ferruche tenía listos el diseño y los planos de dos proyectos para la defensa de la capital: murallas y forti•caciones para el casco urbano de la ciudad, y una fortaleza o ciudadela en La Punta, del Callao13 . Una vez más, al haberse disipado el peligro de los piratas, dejó de parecer indispensable la gran edi•cación. El proyecto fue observado, teniendo en su contra que el perímetro de las murallas debía alcanzar los dos kilómetros y medio, y tan dilatada línea de defensa se consideró difícil de proteger, además, el costo económico de la obra era enorme, no estando dispuestas las autoridades españolas a cubrir parte del costo del proyecto, acostumbrados como estaban a recibir del Virreinato del Perú únicamente ganancias. Entre las instituciones de la ciudad, la mayor oposición provino por parte de la Corporación Edilicia, la cual opinó que el terreno de cascajo sobre el cual se ubicaba Lima obligaba a murallas con cimientos demasiado profundos, además el contorno de éstas sería muy irregular y habría necesidad de derribar gran cantidad de propiedades para darles paso, e igualmente demoler todos los edi•cios que quedaran próximos a la cerca, pues tomados estos por el enemigo serían de gran ventaja para él. Señalaban, además, que tomaría por lo 11 12 13 “Relaciones del Marqués de Guadalcazar” en Ángel De Altolaguirre Duval, director. Colección de las memorias o relaciones que escribieron los virreyes del Perú: acerca del estado en que dejaban las cosas generales del reino, Madrid: 1930; T II. 169. Miguel Ángel Castillo Oreja y J. Luis González García. Ad Maiorem Ordinum Gloriam: Arte, Retórica y Propaganda en la Historiografía Conventual de la Ciudad de los Reyes (1600-1687). Sevilla: Universidad Pablo de Olavide, 2002; 733. Manuel de Mendiburu. Diccionario histórico-biográ!co del Perú: parte primera que corresponde a la época de la dominación española. Lima: Imprenta de J. Francisco Solis, 1885, 25. 93 REINHARD AUGUSTIN BURNEO menos treinta años recaudar lo necesario por medio de sisas, y por último, la Corporación Edilicia temía la posibilidad que el agua de la Acequia Grande, o riachuelo Huatica, sea desviada contra el muro a la altura del Convento de Santa Clara, derribándolo fácilmente por socavación14. La opinión del Cabildo de la ciudad tampoco fue favorable para la ejecución de las murallas; se dijo que lejos de bene!ciosa, esta obra podría ser muy perjudicial, y que sería su!ciente la potenciación de una escuadra y la edi!cación de un fortín o ciudadela en el Callao. Al respecto, el historiador Lohmann Villena señala acertadamente que de esta manera el Cabildo justi!caba con razones técnicas un asunto donde lo que se buscaba realmente era evitar el gran desembolso de los vecinos que generaría la construcción de la forti!cación, mientras que, en cambio, la habilitación de una escuadra tendría que ser costeada únicamente por la Real Hacienda. Como respuesta !nal a este proyecto, la corona aconsejó excavar trincheras en torno al núcleo urbano de la ciudad, y la construcción de varios reductos para acomodar piezas de artillería. El virrey Fernández de Córdova consideró que la línea de esta trinchera sería demasiado dilatada para una adecuada defensa, además de excesivamente costosa, siendo este tipo de medidas justi!cables únicamente en casos de emergencia, no llegando !nalmente a realizarse ninguna de estas obras 15. Sistema defensivo de la bahía de Lima, primera mitad del siglo XVII (Augustin, 2006) 14 15 94 Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit.,162. Ibíd., 163. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Un proyecto alternativo y más económico para la defensa de Lima fue presentado el 12 de mayo de 1626 por Cristóbal de Espinosa. Este sistema proponía la implementación de cañones y forti•caciones dentro del mismo casco urbano por medio de la transformación de algunos edi•cios y la habilitación de otros, de manera que guareciesen por todos sus •ancos y accesos a la manzana central de la ciudad o “Plaza Mayor”, como la casa de gobierno y de los principales vecinos e instituciones de la ciudad, así como a las reservas de pertrechos y víveres necesarios para defender el área. La propuesta comprendía trabajos de forti•cación general y la fabricación de macizos torreones de piedra para troneras en las esquinas de los conventos de La Merced, san Agustín, santo Domingo, san Francisco y san Pablo (hoy san Pedro); así como la colocación de artillería en el puente de piedra y en las Reconstrucción del proyecto de defensa de Cristóbal de Espinosa, 1626 (Augustin, 2006) 95 REINHARD AUGUSTIN BURNEO esquinas que desembocan hacia el río desde san Francisco y santo Domingo, así como en otros puntos alrededor del perímetro entero de la ciudad16. Esta propuesta se mostraba teóricamente sencilla de llevar a cabo, pues la regularidad de la disposición geométrica a modo de “campamento romano” utilizado para la traza urbana de Lima y de casi todas las ciudades españolas fundadas en América, permitía cubrir y defender con relativamente pocas líneas de fuego todos los accesos al centro del Damero. Sin embargo, la transformación de muchos templos y conventos de la ciudad en pequeños fortines no sentó bien entre las órdenes religiosas, y una vez más, alejado el peligro extranjero, el proyecto fue pospuesto permanentemente. En 1627, bajo el gobierno de Diego Fernández de Córdoba, se llevó a cabo un importante proyecto de defensa para la ciudad: en las cercanías de la Hacienda Chuquitanta, en el actual distrito de San Martín de Porres, se levantó un murallón o tapial de quinientos metros de longitud, con foso y cinco reductos o pequeños baluartes, tres de los cuales eran para artillería y dos para mosquetes, con cuatro bocas de fuego por reducto y una dotación permanente de hombres17. La vida útil de este murallón no fue muy larga, menos de una década después, el siguiente virrey, Luis Jerónimo Hernández de Cabrera, conde de Chinchón (1629-1639), ordenó la disolución de las tropas que resguardaban esta forti•cación y la de Los Pozuelos en La Punta, por considerarlas innecesarias y demasiado distantes de la ciudad, aunque se conservaron sus estructuras para caso de futura necesidad, y otorgó la seguridad de la capital enteramente a manos de sus vecinos, recibiendo del Consejo de Indias una importante dotación de seiscientos mosquetes y novecientos arcabuces18. Alrededor de 1640, paralelamente a la construcción de las murallas del Callao, se planteó nuevamente el amurallamiento de Lima, sin llegar tampoco esta 16 17 18 96 Miguel Ángel Castillo Oreja y J. Luis González García. Ad Maiorem Ordinum Gloriam: Arte, Retórica y propaganda en la historiografía conventual de la Ciudad de los Reyes (1600-1687). Op. cit., 733 Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit.,154. Ibíd., 166. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO vez a prosperar el proyecto, y aunque seguían llegando noticias de ataques piratas en puertos e islas del otro lado y al sur del continente, fueron las constantes rebeliones de indígenas y esclavos negros las que llevaron el peligro mayor a la ciudad durante este periodo de más de sesenta años, transcurridos entre la primera iniciativa de 1624 y la ejecución de las murallas de Lima, en 1687. Estas primeras revueltas persiguieron más la reivindicación de derechos básicos que la emancipación del invasor español, y tuvieron su auge entre los años 1666 y 1668. En diciembre de 1666 se develó un plan de los nativos sometidos en las haciendas cercanas a Lima para desviar la Acequia Grande de Santa Clara o río Huatica, antiguo brazo del Rímac que cruzaba parte de la ciudad, para luego provocar incendios en distintos puntos de Lima, y dar muerte a los españoles19. El incidente más grave se dio en 1667, la rebelión indígena que tuvo como foco el arco del Puente de Piedra mantuvo en zozobra a la ciudad durante casi una semana; •nalmente derrotada, los indígenas cabecillas fueron decapitados y sus manos y cabezas expuestas en la Plaza de la ciudad, como advertencia para futuras rebeliones20. Pocos años después, bajo el gobierno de Baltasar de la Cueva Henríquez, conde de Castellar (1674-1678), y con la noticia de la destrucción de Panamá aun fresca, hubo la •rme creencia que un ataque similar de piratas ingleses amenazaba Lima. En 1673 se había vuelto a hablar de murallas para la ciudad, y a •nes de diciembre de 1675 se autorizó y difundió el uso de armas entre civiles y se generalizaron las rondas nocturnas por las calles, en las cuales estaban obligados a participar “tanto colegiales como dueños de negocios y hasta los alcaldes de Corte”21. Un estudio sobre la verdadera situación de las defensas de los puertos y ciudades costeras del Virreinato del Perú fue encargado al ingeniero mayor Luis Venegas Osorio en 1680, quien realizó el periplo bajo la investidura de “Visitador 19 20 21 Joseph y Francisco de Mugaburu. Diario de Lima (1640-1694): crónica de la época colonial. Lima: Imprenta de Sanmartí y Cia, 1917-1918. Luis Guzmán Palomino. “Lima frente a la dominación crítica colonial hispana”. Lima: 2006; 3. José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Lima: Cultura Ecléctica, 1939; 162. 97 REINHARD AUGUSTIN BURNEO de las forti•caciones de tierra •rme y costas del mar del sur” asignado por la Corona española. El informe y las recomendaciones resultantes del estudio de Venegas Osorio fueron entregados al virrey arzobispo Melchor Liñán y Cisneros en 1681; estas planteaban, además del amurallamiento de Lima, el reforzamiento de las forti•caciones de los principales puertos y ciudades costeras del Virreinato del Perú; el Informe fue desestimado por Liñán, cali•cando las murallas como innecesarias y onerosas para la ciudad. Ante las opiniones encontradas, la Junta de Guerra del virreinato decidió que debía ser el siguiente virrey quien debía de•nir y tomar decisión sobre la manera más adecuada para defender la capital22. La llegada del Melchor de Navarra y Rocaful, el duque de la Palata, al gobierno del Virreinato del Perú en 1681 trajo una completa reforma al sistema de defensa de la ciudad. A la construcción de las murallas de Lima se sumó también la adecuada organización del Batallón de la Ciudad de Lima. Para 1685 este cuerpo de defensa estaba conformado por diecinueve compañías de infantería española y nueve de caballería; además se contaba entre sus •las a milicias conformadas por indígenas, negros y mulatos, cuyos capitanes estaban bajo órdenes de un maestre de campo de batalla español o criollo23. Este batallón civil de defensa no tenía carácter de permanente, y se convocaba únicamente al hacerse probable algún ataque o peligro para la ciudad; llegada la ocasión, se hacían nuevas listas de reclutamiento, quedando al servicio de alguna de las diecinueve banderas de infantería los aproximadamente cuatro mil españoles aptos para la batalla que vivían en la ciudad durante este período24. El gremio de comerciantes conformaba seis de estas diecinueve compañías de infantería; los capitanes y maestres de campo de las restantes trece compañías realizaron por esta época una demanda por el pago de treinta pesos por sus servicios, el duque de la Palata denegó la demanda, justi•cándolo luego en su “Relación de Gobierno”: 22 23 24 98 Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 176. Escuela de Infantería del Ejército del Perú. Historia de la Infantería. Op. cit., 14. Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, en Memorias de los virreyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Vol. II, Madrid: Imp. de Felipe Bailly, 1859; 540. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO para la defensa de su propia ciudad y de sus cassas todos los vecinos tienen la obligación de tomar las armas, que no les ha de pagar V.M. porque se de•endan, quando no los sacan de su trabajo, de sus ocupaciones y de el cuydado de sus hacienda25. Se decidió entonces pagar únicamente al maestre del Batallón de Lima, y a los capitanes y maestres de campo que salieran en campaña fuera de la ciudad como había venido haciéndose; armó además dos cuerpos de caballería de diez hombres cada uno para montar guardia permanente alrededor de los puntos de desembarco existentes en las costa cercanas a Lima, con el propósito de dar inmediato aviso sobre la presencia de cualquier •ota de navíos extraña26. No terminaron, sin embargo, con la construcción de las murallas, los proyectos de forti•caciones para la ciudad. Durante el gobierno de Manuel de Oms y Santa Pau (1707-1710) llegó a las costas del Perú la •ota del inglés Charles Wagner, una de las últimas •otas piratas en amenazar las costas del virreinato; ésta amenaza llevó a considerar nuevamente la mejora de las defensas y de la capacidad de respuesta militar de Lima, gastándose alrededor de ciento cincuenta mil pesos en la repotenciación de la artillería de fortines y navíos27, sin llegar a invertirse mayores recursos en mejorar o refaccionar las cortinas y los baluartes de las murallas de la ciudad. Con el siglo XVIII empezó también una tendencia que llevaría a algunos de los siguientes virreyes a dar mayor importancia a la construcción de caminos, parques y plazas tanto dentro de ciudades como entre éstas, haciendo un mayor gasto en habilitación urbana, y disminuyendo el presupuesto para la defensa militar de la ciudad. En la modernización de la capital fue notable la obra del obispo-virrey Diego Ladrón de Guevara, quien gobernó el Virreinato del Perú entre 1710 y 1716, realizando las primeras obras importantes de ornato urbano. Durante las siguientes décadas, la aparición de varias epidemias de enfermedades diezmó gran parte de la población indígena de la costa, lo que 25 26 27 Ibíd., 541. Ibíd., 542. José María Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Op. cit., 139. 99 REINHARD AUGUSTIN BURNEO llevó a refugiarse en las alturas de la sierra a la mayoría de los que quedaron con vida en las principales ciudades. Esto di•cultó a su vez la ejecución de grandes obras de arquitectura, sean estas civiles, religiosas o militares, pues para la ejecución de cualquiera de estos proyectos fue siempre indispensable la mano de obra y la servidumbre del subyugado hombre indígena, a quienes se agrupaba en “reducciones”, “rancherías” o “cercados”, inmediatos a todas las principales ciudades españolas fundadas en América. La nueva amenaza que representaba para Lima la declaración de la Guerra entre España e Inglaterra en 1739, y la llegada a las costas del virreinato del corsario inglés lord George Anson al año siguiente, hicieron que se vuelvan a considerar la construcción de forti•caciones y defensas para la ciudad, teniéndose a las murallas de Lima y a sus forti•caciones existentes como inadecuadas desde el punto de vista de la arquitectura militar para contener cualquier ataque importante a la ciudad; tanto por el pobre criterio técnico con que se construyeron como por el deteriorado estado en que se encontraban tras casi cincuenta años de construidas. Así, el último proyecto importante para la forti•cación de Lima llegó en 1740, cuando Pedro de Peralta Barnuevo Rocha y Benavides28 sustentó una fundamentada propuesta para la construcción de una ciudadela forti•cada cercana al núcleo urbano de la ciudad. Esta propuesta quedó recogida en el manuscrito Lima Inexpugnable, Discurso Hercotectónico sobre la defensa de Lima, publicado en Lima en 1740. En él se indica que no era conveniente forti•car con parapetos, fortines o baterías las orillas de las costas, pues esto era muy costoso, considerando la inmensa extensión de las playas y lo aleatorio que resultaban generalmente los disparos de artillería contra objetos en el mar. Indica también De Peralta Barnuevo que la ciudadela necesitaría de por lo menos un ejército de doce mil hombres para poder ser tomada, alto número que no podría ser alcanzado por tropa de desembarco alguna, y que por lo tanto 28 Lima, 1664-1743. Escritor, poeta, historiador y erudito limeño. Rector de la Universidad Mayor de San Marcos y del Colegio de San Carlos; miembro de la Academia de Ciencias de París y Cosmógrafo Mayor del Virreinato; pionero en las ideas de la Ilustración en el Perú y principal gestor de la reforma educativa, entre muchos otros grado y títulos. 100 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO esta gran obra de arquitectura militar no necesitara de taludes ni escarpadas para sus cortinas y baluartes; ni de contraguardias, medialunas, torres bastionadas, revellines u obras exteriores en sus puertas. Esto haría menos costosa su erección, además, no deberá completarse la obra toda de una vez, pues tampoco era necesario por el momento rellenar los baluartes, bastando los que llama “vacíos”, construyendo terraplenes únicamente en los •ancos estrictamente necesarios para la defensa de la ciudad, los cuales tendrán su•ciente altura y profundidad para la correcta colocación de las piezas de artillería, y para darle a ésta la oportunidad de realizar disparos certeros y rasantes. Se utilizarían para su fábrica los adobes de las cortinas de las murallas, justi•cándose el costo largamente por la riqueza que protegerá. La importancia de la seguridad de esta ciudad para la existencia misma del virreinato quedaba subrayada por De Peralta al asegurar que: “Defendida Lima, todo efta defendido: perdida ella, todo efta perdido”29. No duda De Peralta sobre la capacidad del Callao para defenderse adecuadamente a sí mismo, pero indica que de llegar a caer el puerto en poder del enemigo pasarían todos sus cañones a manos del invasor, y que al trasladarse a las puertas de Lima estas piezas de artillería se sumarían al ataque de la capital, haciendo más probable su caída; además, ante esta amenaza las murallas no son adecuadas para defensa alguna: “Que muralla es la de Lima, que con cualquiera efcala no pueda montarle, ó con cualquiera zapa no pueda abrirle?”30. Deduce así, que mientras más impenetrable se mostrara el Callao tanto más expuesta se ofrecía Lima; duda, sin embargo, que un ataque a Lima tuviera que pasar necesariamente por el puerto, pues se le hacía improbable que el enemigo empiece por lo más difícil, teniendo a la mano lo más fácil, que entre por lo “cerrado”, teniendo a mano lo “abierto”: “el Ladrón no entra por la puerta defendida del Rebaño, sino por la parte descuidada del Redil”31. Escribe el erudito limeño que las ciudades sospechosas en su •delidad y lealtad hacia sus vecinas o hacia sus coronas, y cuya obediencia necesita ser 29 30 31 “Conveniencias que se siguen de la ciudadela”, en Luis Antonio Eguiguren Escudero. Lima inexpugnable: un libro desconocido del polígrafo Don Pedro Peralta Barnuevo. Lima: Liurimsa, 1966, 34. Ibíd., 34-35. Ibíd. 101 REINHARD AUGUSTIN BURNEO vigilada, requieren forti•caciones elevadas sobre la población, en montículos o promontorios que dominen la ciudad; y que no siendo este el caso de Lima, no se requiere de esta forti•cación sobre su cabeza. De Peralta utilizaba de esta manera la sustentación de su proyecto como un medio de rea•rmar la lealtad limeña hacia la corona, haciendo más viable el interés en su •nanciamiento. De Peralta identi•ca el sitio más elevado de la ciudad en las inmediaciones del Convento de los Religiosos Betlehemitas32, sin considerarlo adecuado para ubicar la ciudadela, además, por tener en la cercanía algunos pequeños cerros y colinas, que tomados por el invasor dejarían el interior del recinto expuesto a los tiros de la artillería enemiga, otorgando así una ventaja inaceptable a la que De Peralta llama “el mando”. El segundo punto que hacía inconveniente este lugar para la construcción de la ciudadela era que no podría defenderse desde allí el lado más expuesto de la ciudad, el •anco sur, pues entre éste y la ciudadela se interponían muchos de los edi•cios de la ciudad, los cuales quedarían destruidos al tiro de los cañones. La ciudadela estaría ubicada en una línea entre la Recolección de Guía del Rímac y la portada del Callao; es decir, desde el hoy cruce de las avenidas Alcázar y Francisco Pizarro en el Rímac hasta la Plaza Dos de Mayo aproximadamente; desde este lugar se dominarían tanto la parte alta como la parte baja de la ciudad, siendo su•ciente la dimensión del recinto propuesto para defender a la población interiormente por todas sus partes con solo tiros de mosquete, y hacia el exterior con la fuerza de su artillería. La gran ciudadela forti•cada de De Peralta tendría la forma de un hexágono regular abaluartado, exento de los componentes antes mencionados, pero con garitas en su perímetro y rastrillo en la puerta principal. El diámetro del hexágono proyectado era de doscientas cuarenta toesas francesas, que son 32 Los Betlehemitas tuvieron templo y convento en las inmediaciones del actual cuartel “de Barbones” de los Barrios Altos; éste cuartel, una portada de las murallas de Lima y varios otros elementos de este sector deben su nombre a las largas barbas que se dejaban estos religiosos, quienes transitaban frecuentemente por este sector. 102 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO quinientos sesenta varas castellanas o cuatrocientos setenta y ocho metros aproximadamente, a los que se sumarían trescientos treinta y tres varas o doscientos setenta y ocho metros de murallas o cortinas en ambos extremos del recinto, por sus lados sur y norte, formando una línea forti•cada de mil doscientos veintiséis varas o mil veinticuatro metros, conformadas por la forti•cación principal y sus cortinas laterales33. A este sistema defensivo debería sumarse luego la excavación de dos tramos de trincheras con sus fosos o cortaduras y parapetos, para cerrar adecuadamente el •anco abierto entre el barrio de San Lázaro y el brazo norte de las cortinas complementarias del sistema defensivo; es decir, la zona del cauce del río Rímac. Estas trincheras contarían con baterías para falconetes y pedreras, las cuales sumadas a la capacidad de fuego de las forti•caciones principales deberían ser su•cientes para defender adecuadamente todo este lado de la ciudad. Finalmente, se propuso también la construcción de una media luna baja, o batería “a •or de agua” en las inmediaciones de Monserrate, en el cauce mismo del río. Aunque en este sector se encontraba ya un bastión de la muralla que podría ser útil para este •n, éste no contaba con plazas bajas, terraplenes ni orejones, siendo mucho más conveniente la construcción de esta nueva batería, la que deberá cubrir con su fuego toda la zona del cauce del río e incluso hasta la línea del mar, acción a la que se podría sumar también el baluarte de Santa Clara, una vez terraplenado y debidamente artillado. 33 Pedro de Peralta y Barnuevo. “Conveniencias que se siguen de la ciudadela”, en Luis Antonio Eguiguren Escudero. Lima inexpugnable: un libro desconocido del polígrafo Don Pedro Peralta Barnuevo. Op. cit., 34-35. 103 REINHARD AUGUSTIN BURNEO De esta manera, el erudito limeño intentó cerrar con “Puertas de Bronce” la ciudad; una Lima inexpugnable “la cual no pueda ser destruida por bombardeos ni abrazada por el fuego; lo primero por la di•cultad de poner en sus puertas una fuerza de artillería lo su•cientemente poderosa como para doblegarla; lo segundo, por lo difícil de penetrar la ciudad por parte alguna”34. Según Ugarte Eléspuru, el diseño de Godin del fuerte del Real Felipe fue tomado directamente del proyecto de De Peralta Barnuevo, debiendo ser este sabio limeño el receptor de los créditos correspondientes. Ésta a•rmación podría tomar valor al observarse que ambos proyectos proponen hexágonos forti•cados, habiéndose construido •nalmente un pentágono irregular en el Callao; pudiendo, sin embargo, a•rmarse también que ambos proyectos persiguen los cánones constructivos de la arquitectura militar europea de la época. Reconstrucción del proyecto de defensa de Pedro De Peralta “Lima Inexpugnable”, 1740 (Augustin, 2006) 34 Ibíd. 104 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO El proyecto de Lima Inexpugnable, que cuenta además con capítulos dedicados al presupuesto y al !nanciamiento de la obra, así como ejemplos de forti!caciones similares en Europa, fue recibido por el virrey José Antonio de Mendoza Caamaño y Sotomayor, marqués de Villagarcía (1736-1745), siendo desestimado y archivado, nuevamente tras verse disipada la amenaza extranjera sobre las costas de Lima. Recién en 1781 se volvió a considerar la mejora de las defensas militares de la ciudad, esta vez no solo por la necesidad de defender la capital de "otas extranjeras, sino por las primeras amenazas de sublevaciones emancipadoras e independentistas. El 22 de septiembre de ese año se emitió una Real Orden para estudiar conjuntamente los proyectos Lima Inexpugnable de De Peralta Barnuevo de 1740, y los proyectos de forti!caciones de puertos y ciudades costeras encargados al corregidor Demetrio Egán, las cuales fueron presentadas el 27 de febrero de 1782 al virrey Agustín de Jáuregui Aldecoa35. Los proyectos defensivos de Egán, entre los cuales se hallaban algunos de forti!caciones para Lima y el Callao, fueron considerados por el virrey Jáuregui como “meras narraciones” de las características físicas y geográ!cas de los puertos y las poblaciones costeras, siendo desestimados y archivados junto al Discurso Hercotectónico de De Peralta Barnuevo. Sin embargo, durante las siguientes décadas los planos realizados por Demetrio Egán serían de gran utilidad para conocer y plani!car mejor la defensa y el desarrollo de los asentamientos urbanos de la costa del Virreinato del Perú36. Aunque Jáuregui no consideró necesaria la construcción de una gran ciudadela, la revolución de Túpac Amaru II o José Gabriel Condorcanqui y varios otros brotes emancipadores, le hicieron revisar y mejorar la estrategia defensiva limeña; el virrey incorporó la escuela de o!ciales al regimiento de infantería acantonado en el Callao; en el predio de Santa Catalina, donde se construiría alrededor de treinta años después el cuartel del mismo nombre, concentró a las 35 36 Luis Antonio Eguiguren Escudero. Lima inexpugnable: un libro desconocido del polígrafo Don Pedro Peralta Barnuevo. Op. cit., 6. Ibíd., 7. 105 REINHARD AUGUSTIN BURNEO tropas de caballería, y en el Real Colegio de san Felipe concentró a la parte restante de la infantería37. Para mediados de este siglo, Lima tenía sobre las armas un total de cuatro mil ciento cincuenta hombres, de los cuales dos mil novecientos noventa y ocho servían en la infantería y mil ciento cincuenta y dos en la caballería. Igualmente, para el año de 1750 la Sala de Armas o arsenal limeño se encontraba apertrechado con trescientos treinta y nueve cañones de distintos calibres, además de cinco fusiles, quinientas carabinas, cuatrocientos arcabuces, doscientos cuarenta mosquetes, cuatrocientos sesenta pistolas y dos mil doscientas espadas38. Poco después, apaciguado temporalmente el virreinato durante el gobierno de Teodoro de Croix (1784-1790), se disolvieron todas las tropas y milicias del virreinato al llegar al Perú los regimientos de infantería española “Soria” y “Extremadura”, los cuales asumieron la mayor parte de las obligaciones militares del territorio. Para 1790, al comenzar el gobierno de Francisco Gil de Taboada y Lemus, el virreinato tenía cuarenta y cinco mil quinientos soldados; luego, en 1797 el virrey Ambrosio O’Higgins, marqués de Osorno, creó el Escuadrón de Dragones (nombre que se daba a la infantería montada) “Reina María Luisa”. Un año antes, y esta vez con el propósito de defender la ciudad de sí misma, fundó la primera seguridad interna de tipo policial, a la cual encargó rondar la ciudad y principalmente el camino al Callao39. La organización del ejército realista y del “Batallón de Lima” empezó a profesionalizarse a lo largo del siglo XVIII. Las nuevas estrategias y maneras de organizarse de los ejércitos europeos de la época in•uyeron casi inmediatamente en el desenvolvimiento tanto de las fuerzas armadas realistas como independentistas. Las estrategias modernas de la guerra favorecían ahora a la movilidad de las tropas, a las estudiadas acciones tácticas y a la habilidad de maniobra 37 38 39 Escuela de Infantería del Ejército del Perú. Historia de la Infantería. Op. cit., 1. Ibíd., 2. Ibíd., 7. 106 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO de los ejércitos, siendo éstas características tanto o más importantes que la inexpugnabilidad de un recinto o forti•cación. Esto fue tornando obsoleta la principal ventaja de las fuerzas realistas: la tenencia de los recintos. Dos importantes sublevaciones en 1812 y 1813 provocaron varios encuentros militares entre las fuerzas realistas y las independentistas, y aunque los patriotas fueron inicialmente derrotados, la probabilidad de una sublevación mayor y mejor organizada empezaba a hacer inminente el •nal del dominio español. En 1814 se disolvieron todas las milicias limeñas al llegar desde España del célebre “Batallón Talavera”40. Esta fuerza reemplazó a las tropas mayormente criollas que conformaban las fuerzas realistas, quienes ya no resultaban con•ables para el rey al encontrarse entre ellas muchos elementos conspiradores y adeptos a la creciente causa independentista. De esta manera, las últimas obras de arquitectura militar que se construirían durante la etapa colonial no serían forti•caciones, sino cuarteles y recintos para el acantonamiento permanente de cuerpos militares, así como espacios para la capacitación y el entrenamiento de estos. En 1805 bajo el régimen de Fernando de Abascal y Sousa, marqués de la Concordia, se fundó la Escuela Práctica de Artillería en el fundo La Galera, cerca de El Agustino. Un año más tarde se construyó el Cuartel de Santa Catalina y en él se agruparon a la parte más importante de los cuerpos de artillería y caballería, así como al grueso del pertrecho militar de las tropas de defensa de Lima. El Cuartel de Santa Catalina se proyectó a modo de un gran cuadrángulo equilátero de aproximadamente ciento setenta metros por lado, cercado por un murallón almenado. En su interior, además de cuarteles y maestranzas de armas y municiones se contaba con un amplio espacio para prácticas militares. En Santa Catalina se organizó además un taller dedicado a la fabricación de armas, que abasteció a los ejércitos realistas y en la que se fabricaba metralla o munición, y se fundían distintos tipos de cañones de hasta quinientos quintales; 40 Ibíd., 2. 107 REINHARD AUGUSTIN BURNEO a ésta maestranza se le agregaría luego una fábrica de pólvora. Ésta fábrica y las demás instalaciones del cuartel seguirían siendo utilizadas hasta •nes del siglo XIX, bastante entrado ya el período Republicano. Fernando de Abascal tomaría además otras medidas para asegurar la capital contra sublevaciones internas y contra un temido ataque inglés. A las reparaciones de la fortaleza del Callao y de las murallas de Lima se sumaron la creación de una guarnición artillada en la caleta Achira de Chorrillos (La Chira), y la creación de un plan de defensa de la ciudadanía en caso se produjeran desembarcos por Ancón o por algún otro punto cercano al Callao, este plan contemplaba el abandono de la capital en caso de urgencia extrema, trasladar a la población a lugar seguro para luego reunir a las tropas en las serranías de Lima, desde donde podría darse mejor batalla al enemigo41 . Pocos años después, durante el gobierno de Joaquín de la Pezuela, conde de Viluma (1816-1821) las tropas realistas acantonadas en Aznapuquio pidieron deponer al virrey. Éste, para evitar la guerra civil y la destrucción de la ciudad de Lima, entregó el mando al general José de la Serna, quien se retiró a las alturas de Jauja en 1821, al verse incapaz de defender la capital de las fuerzas independentistas; la dominación española de Lima había terminado. 41 Manuel de Mendiburu. Diccionario histórico-biográ•co del Perú: parte primera que corresponde a la época de la dominación española. Op. cit., 55. 108 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO © R.Augustin. 2004 Ángulo interno del bastión subsistente de Santa Lucía, en los Barrios Altos 3.2. Las murallas de Lima Con la llegada al Perú de Melchor de Navarra y Rocaful, el duque de la Palata, encargado del Virreinato entre 1681 y 1689, fue llevado a cabo •nalmente el tan esperado proyecto de forti•cación para Lima. La decisión de asegurar la capital por medio de murallas y bastiones había sido preferida ya en varias oportunidades por sobre la construcción de una ciudadela, habiéndose descartado también con•ar enteramente la seguridad de la ciudad a improvisadas y poco preparadas tropas civiles de infantería y caballería. El compromiso político de amurallar la ciudad era antiguo; habiendo pasado casi sesenta años entre la reunión del Cabildo de Lima de 1624 y la última reunión de la Junta de Guerra realizada en 1680, menos de un año antes de la llegada de Navarra y Rocaful, y en la cual se volvió a solicitar la construcción de las murallas para la protección de la ciudad, dejándose al siguiente virrey la decisión •nal sobre la verdadera utilidad de la obra y la manera adecuada de •nanciar y administrar su construcción. 109 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 3.2.1. Elección y características del proyecto original de las murallas de Lima de J. R. Coninck (agosto, 1673) Con el Cabildo al mando provisional de la ciudad, debido al repentino fallecimiento a mediados de 1673 del virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, conde de Lemos, se convocó a una Junta de Guerra para tratar el asunto de la defensa de Lima, entre otros aspectos urgentes concernientes a la seguridad militar del virreinato. A la reunión del 22 de agosto acudieron los principales mandos militares de Lima, como el maestre de campo general del virreinato: Diego de Martos; el maestre de campo del Batallón de Lima: Francisco de la Cueva Guzmán; el maestre de campo del Callao: Antonio Sancho Dávila, entre varios otros importantes hombres de armas. Durante la reunión se escucharon y evaluaron tres propuestas distintas para la forti•cación de Lima, cada una de ellas sustentadas por sus respectivos planos, memorias descriptivas y métodos de •nanciamiento42. Los proyectos evaluados pertenecieron al lego dominico Juan Jiménez, a Cosme de Céspedes y al jesuita belga Jean Raymond Coninck, eligiéndose el proyecto de éste último por presentar el trabajo mejor detallado, de mayor mérito técnico, y por haberlo expuesto elocuente y convincentemente. La memoria descriptiva de Coninck contenía tres apartados. En el primero explica por qué debía levantarse una muralla y no otro tipo de forti•cación; en la segunda parte indica la con•guración y las especi•caciones técnicas que debía tener la obra, y en la tercera se ocupa de la manera como se •nanciará la construcción43. El visto bueno para la construcción de las murallas entre los militares reunidos fue casi unánime, mostrándose en contra únicamente el sargento mayor García de Ocampo, quien señaló que antes que una muralla prefería la posibilidad de contar con una fuerza adecuada de caballería, pues daría movilidad y poder de iniciativa sobre el enemigo, evitando la moralmente inadecuada pasividad de esperarlo detrás de un muro. 42 43 Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 166-167. Ibíd., 167-171. 110 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 3.2.2. Justi•caciones de J. R. Coninck para edi•car las murallas Las razones que expuso Coninck para levantar las murallas fueron variadas. Sostenía que desde Lima se debían defender todas las demás ciudades del virreinato, que sin esta ciudad el Perú quedaba “cual sin corazón el cuerpo”, y aunque el Callao estaba protegido, un desembarque mayor podría darse en Chilca, Cochán (Conchán), Chorrillos, Bocanegra, Ventanilla o Ancón. Y el enemigo se dirigiría luego en línea recta hacia Lima, que no ofrecería mayor resistencia por lo dilatado del área y de los muchos frentes a defender alrededor de la ciudad, que no cuenta además con su•cientes hombres preparados para dar lucha ni con elementos naturales de protección que di•culten la toma de la ciudad44. Tampoco creía conveniente la habilitación de una poderosa fuerza de caballería, pues no merecería la pena entrenar y gastar en mantener una fuerza tal, con la posibilidad que solo sea útil en alguna ocasión y llegada ésta quizá los encontrara ya bisoños. Compara además los pertrechos que podrían tener los atacantes extranjeros con el parque militar limeño, el cual se componía principalmente de carabinas y pistolas, armas de poder inferior a los mosquetes que con seguridad tendría el enemigo, y los cuales eran difíciles de conservar en Lima debido a los altos índices de humedad45. Le parecía inadecuada también la implementación de una •ota poderosa, pues el gasto que se haría en mantener a sus hombres, además del gasto de construir y mantener las naves, serviría solo para vigilar la ciudad, debiendo hacerse un gasto aun mayor para armar las naves una vez llegada alguna amenaza real. Consideraba inconveniente además la construcción de una ciudadela en una orilla, o en ambas, del río Rímac, pues aunque se propusieran para proteger mujeres, niños y hombres inútiles para el combate, así como riquezas y posesiones, éstas dejaban el mayor sector de la ciudad en poder del enemigo, quien podía apoderarse de los edi•cios y haciéndosele fácil el bloqueo del agua, de los abastecimientos y de la comunicación de la ciudadela; y una vez derrotada la forti•cación, el enemigo podría permanecer en ella tanto tiempo como quisiese. Por otro lado, este tipo de forti•caciones le parecían demasiado costosas por 44 45 Ibíd., 169. Ibíd., 170. 111 REINHARD AUGUSTIN BURNEO el gran volumen que requerían, además de ser inútiles en tiempos de paz, y su dotación de hombres y gastos de mantenimiento demasiados elevados46. Concluye de esta manera Jean Raymond Coninck que el único medio apropiado de proteger la ciudad era la edi•cación de un muro con su foso, con cortinas y baluartes fabricados según los preceptos de la arquitectura militar. Asegura que con este tipo de defensa el atacante se vería obligado a utilizar una campaña en terreno raso, donde la artillería realista peruana no tendría problemas para barrer con las armas de cualquier amenaza que se aproximara a la ciudad. La cual tampoco podría ser asediada ni rodeada, pues sería labor de por lo menos treinta mil hombres, y no era posible que una fuerza enemiga tan numerosa llegara hasta las costas del Perú47. El jesuita belga justi•caba también la construcción de la muralla señalando que no sería necesario un número elevado de guardias sobre ella para defender la ciudad, pues los defensores podrían acudir alternadamente a los puntos del cinto donde se presentara el enemigo, no siendo necesario rodear de guardias el perímetro entero de la forti•cación. Además, señala que aunque las tropas de infantería o caballería tuvieran que abandonar el recinto amurallado para realizar acciones tácticas, o para arrebatar la iniciativa del enemigo, la ciudad podría ser defendida por la población civil que en ella quedara, que alcanzaba el número de un millar de clérigos y colegiales, otro de religiosos y uno más de hombres veteranos, pudiendo sumárseles hasta diez mil esclavos, negros y mulatos, en caso de extrema emergencia, y que esta población civil, una vez dividida en cuatro destacamentos con el resguardo de seis baluartes asignado a cada uno, sería largamente su•ciente para defender exitosamente el sitio de la ciudad, llegado el momento del ataque. Acerca del tipo de suelo sobre el que se levantarían las murallas, Coninck sostuvo que la composición del terreno favorecía la fábrica de la obra, pues la capa de tierra suelta, cascajos y piedras pequeñas sobre la que se alzaba la ciudad no necesitaba de arduas labores de excavación o del uso de explosivos para abrir las zanjas de fosos y cimientos. 46 47 Ibíd., 171. Ibíd., 172. 112 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Con respecto a la creencia de esta época que a•rmaba que la salubridad o “buen temple” de las ciudades era otorgado directamente por la calidad y cantidad de brisas de aire que a ella llegaran, Coninck a•rmó que el “buen temple” de Lima no se vería afectado, pues las murallas de la ciudad tendrán únicamente 4.62 metros de altura permitiendo a las brisas pasar por sobre ellas48, justi•cándose de esta manera la falta de un importante aspecto defensivo en nombre de una curiosa y extendida creencia de la época. Por otro lado, a•rmó Coninck que la forti•cación sería de doble provecho para la corona, pues además de proteger su ciudad más valiosa en el Nuevo Mundo, ésta permitiría el cobro e•ciente de tributos e impuestos, al controlarse mejor el ingreso y la salida de cuanto bien y mercancía pasara por la capital del virreinato. Y por último, señaló que la sola existencia de las murallas alrededor de la ciudad sería un factor que desanimaría la organización de expediciones piratas o la incursión de ejércitos enemigos, al hacerse Lima la fama de ciudad protegida y “difícil de asaltar”49. 3.2.3. Con•guración de las murallas de J. R. Coninck El proyecto de Jean Raymond Coninck de 1673 propuso amurallar el núcleo urbano de Lima, en la orilla izquierda del río Rímac, quedando excluidos de la cerca el barrio de San Lázaro y el Cercado de Indios de Santiago. El recorrido de las murallas no provocaría el desmantelamiento de inmuebles, pues sería lo su•cientemente amplio para contener en él a todas las huertas y construcciones aledañas al centro de la ciudad. La parte del río Rímac quedaba naturalmente protegida por la escarpada quebrada y solamente sería necesario construir parapetos en las partes del malecón donde no hubiera ya construidas paredes y defensas contra las crecidas veraniegas del río. Por esta parte de la ciudad, la defensa quedaría completa con artillería posicionada sobre el Puente de Piedra, los cuales batirían con su fuego desde ahí gran parte del cauce y la orilla opuesta del río50 . 48 49 50 Ibíd. Ibíd., 173. Ibíd. 113 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Al quedar el Cercado de Indios fuera del recinto, se reduciría considerablemente el costo de la obra; además, no era conveniente incluirlo por hallarse éste cerca a varios montículos importantes, como los cerros El Agustino y el San Cosme, posiciones que podrían ser tomadas por el enemigo para dominar y dirigir su fuego sobre la ciudad. El barrio de San Lázaro y el arrabal de Malambo se protegerían con trincheras, pudiendo añadirse para la seguridad de San Lázaro una tenaza u hornabeque en el ángulo que forma el río Rímac a su paso por al pie del cerro Loma de Azúcar, aproximadamente por donde corre hoy la avenida Caquetá. Este hornabeque en conjunto con los baluartes situados en la orilla opuesta del río, es decir los que se encontrarían en las inmediaciones de Monserrate, cerrarían adecuadamente el acceso desde el cauce del río, tanto en Planta del proyecto de las murallas de Lima de J. R. Connick, 1763 (Augustin, 2006) 114 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO época de estiaje como de caudal abundante, impidiendo además avances desde Bocanegra, Ancón y los demás sectores del norte de la ciudad51. La planta de la muralla formaría un triángulo irregular de ocho mil cuatrocientos metros de perímetro medidos por el lado interno, con veinticinco baluartes cerrados por muros o cortinas de ciento treinta y cuatro metros de longitud cada una. La estructura interna de la muralla estaría conformada por dos paramentos de adobe, entre los cuales se acumularía tierra, piedras y cascajo extraídos del foso proyectado, para formar un terraplén con una sección de 11 metros52 . Las dimensiones de los componentes de la forti•cación en el proyecto original de Jean Raymond Coninck son los siguientes: cara exterior de cada muro de 3.10 metros, con una cara interior o contramuro de 1.20 metros; el espacio entre ambas sería de 6.10 metros, y estaría relleno con lo extraído del foso. Este foso tendría 15.12 metros de ancho por 3.36 de profundidad; en el encuentro del foso con el parapeto del muro se colocaría un cimiento de cal y piedra colocado “en tizón”, de 2.52 metros altura, por 0.84 metros de espesor, sumados a los 0.42 metros de este cimiento que quedaban por debajo del nivel del fondo del foso, el cual quedaba ligado a la capa maciza subterránea de cascajo. Sobre este cimiento se colocaría un sobrecimiento de adobe de 1.26 metros de altura por 1.68 metros de espesor, sobre el que descansaría el muro del parapeto, el cual quedaba trabado al sobrecimiento53. Corte de una cortina típica del proyecto de las murallas de J. R. Coninck, 1673 (Augustin, 2007) 51 52 53 Ibíd., 174. Ibíd. Ibíd., 175. 115 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Planta de un bastión típico del proyecto de las murallas de Lima de J.R. Coninck -1673 (Augustin, 2007) Recreación volumétrica del proyecto de las murallas de Lima de J.R. Coninck -1673 . (Surber, Augustin, 2007) El parapeto del terraplén de la muralla, que según Coninck debía resistir únicamente el embate de artillería de calibre menor, tendría 2.50 metros de espesor por 1.52 metros de altura, a lo que debían sumarse la banqueta, de un metro de espesor por 0.42 metros de altura; exteriormente el muro tendría una altura de 4.62 metros, con revestimiento o “camisa” de mampostería de piedra desde su base hasta una altura de 2.52 metros. 116 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Con respecto a las con•guraciones de los baluartes, estos fueron diseñados con frentes de 67.2 metros, formando ángulos de setenta y dos grados aproximadamente. Los •ancos se diseñaron de 29.4 metros de largo, considerándose estas distancias adecuadas para cubrir los componentes de la muralla con el alcance de los tiros de mosquete. 3.2.4. Presupuesto del proyecto de J. R. Coninck En la tercera y última sección de su memoria descriptiva, Jean Raymond Coninck calculó el costo general de la obra de forti•cación, el cual estimó alcanzaría un total de 618.360 pesos, descomponiendo el presupuesto de la siguiente manera: -Excavación del foso y movimiento de tierras: 210.000 pesos -Cimientos de cantería y barro: 34.000 pesos -Elaboración y asiento de adobes: 224.360 pesos -Obras de mampostería: 150.000 pesos Para cubrir el costo del proyecto, Coninck sugirió la retención del importe de un mes del arrendamiento de cada propiedad rústica y urbana de la ciudad; una sisa sobre la carne y la petición de donativos en los sectores pudientes de todo el país. Del presupuesto quedó excluido el monto que tendría que pagarse a los propietarios cuyos fundos y propiedades se vean atravesadas, mutiladas o perdidas en aras de la muralla. Coninck calculó dichos resarcimientos en no más de veinticinco mil pesos, pues propuso realizar la compensación otorgándoles tierras en otros lugares, así como puestos de poder o cargos militares. El detallado proyecto de las murallas de Lima, que obraba en manos de la Audiencia de Lima tras ser aprobado por la Junta de Guerra, fue remitido al Consejo de Indias en Madrid a •nes de 1673, donde fue desestimado y encarpetado54 posponiendo la obra que se llevaría •nalmente a cabo alrededor de once años después, basándose parcialmente en este proyecto, pero variando sus componentes y especi•caciones técnicas substancialmente. 54 Ibíd., 174. 117 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 3.3. Forti•caciones proyectadas por Luis Venegas Osorio (1680) Empezaba la década de 1680, y al frente del virreinato se encontraba el Arzobispo de Lima, Melchor Liñán de Cisneros, quien suplía temporalmente al destituido Baltasar de la Cueva Enríquez, conde de Castellar, en espera de la llegada del nuevo virrey. En estas circunstancias, llegaron nuevamente noticias alarmantes sobre la presencia de piratas ingleses en las costas del sur del Perú, reviviéndose una vez más entre la población la vieja discusión sobre la construcción de murallas en torno a la ciudad. Coincidentemente por estas fechas se encontraba en el virreinato el ingeniero mayor Luis Venegas Osorio, a quien se encargó un estudio sobre la verdadera situación de las defensas de los puertos y ciudades costeras del virreinato, asignándosele para el encargo un salario de tres mil pesos anuales55. Venegas Osorio había sido nombrado o•cialmente Visitador de las forti•caciones de Tierra Firme y costas del Mar del Sur, tras la toma de Portobello (Panamá) en 1668, habiendo realizado desde entonces proyectos y recomendaciones para las defensas militares existentes en Centroamérica y el Caribe, como las torres defensivas Caballero de la Santísima Trinidad o de San Miguel en el inmenso Castillo de San Cristóbal, en Puerto Rico. El informe y las recomendaciones resultantes del estudio del ingeniero Venegas fueron entregados al virrey-arzobispo Melchor Liñán de Cisneros en 1681. Éstas planteaban el reforzamiento de las defensas y forti•caciones en los principales puertos y ciudades costeras del virreinato y el amurallamiento de Lima, sustentando esta última sugerencia por medio de una lista de argumentos a favor, así como una propuesta de los medios a utilizarse para •nanciar el proyecto56. El estudio de Osorio fue rechazado de plano por Liñán de Cisneros, al considerar la amenaza pirata como irreal y a las murallas como innecesarias y hasta perjudiciales para la ciudad, además de excesivamente costosas. El Arzobispo de Lima, quien se convertiría en uno de los más acérrimos opositores de la construcción de las murallas, cali•có el proyecto como mera 55 56 Ibíd., 178. Ibíd. 118 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO especulación sin sustento alguno de la realidad, y, sin dudar de los méritos profesionales del ingeniero Venegas, le cali•có como ignorante de la realidad peruana, y por lo tanto, no apto para proponer forti•caciones en sus costas57. Argüía además el virrey-arzobispo, que no era conveniente una obra que signi•caría la demolición de tantos inmueble y la ocupación de tantas huertas, más aun cuando estos inmuebles generaban rentas y tributos para obras de caridad con los más necesitados. Además, decía que ya otros gobernantes anteriores a él habían rechazado tal propuesta, tanto por la dilatada línea que tendría que cubrir la muralla, como por los frecuentes temblores que sacudían la ciudad. Ante las opiniones encontradas sobre la utilidad de la obra, y vistas las diferencias entre Liñán y Venegas, la Junta de Guerra del virreinato decidió que debía ser el siguiente virrey quien debía de•nir y tomar decisión sobre la manera más adecuada de defender la capital58. 3.4. La gestión del duque de la Palata en favor de las murallas Melchor de Navarra y Rocaful, el duque de la Palata, llegó a Lima para asumir el mando del virreinato del Perú el 2 de noviembre de 1681, ocupándose inmediatamente en evaluar los requerimientos para forti•caciones y defensas militares para la Capital y para el virreinato. El nuevo virrey tomó seriamente la posibilidad de un ataque pirata a Lima, pues había conocido de cerca los estragos que estos habían causado en Panamá, durante su estadía en escala al Perú. Había encontrado en Lima, además, 57 58 El ingeniero mayor, ofendido por la respuesta del arzobispo Liñán, decidió no continuar sus visitas a las forti•caciones del virreinato cancelando su visita a Chile y retornando a Panamá, para defender el istmo del ataque de los franceses. Venegas Osorio retornaría posteriormente al Perú encargándosele el Corregimiento de Zaña al norte de la capital, y sería él mismo quien trazaría sobre el terreno las líneas de las murallas de Lima en 1684. Venegas Osorio murió en la cárcel de Lima en agosto de 1687, a donde fue a parar después del juicio en el que se le acusó de haber dejado caer Zaña en manos del pirata inglés Edward Davis, el 4 de marzo de 1686. Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 178. 119 REINHARD AUGUSTIN BURNEO una población que en su mayoría reclamaba urgentemente la construcción de defensas para la ciudad. En sus Memorias, el duque de la Palata reconocía que las repetidas oportunidades en que las •otas enemigas habían logrado llegar hasta este mar había hecho perder la con•anza y la seguridad a los vecinos, lo que despertó el anhelo y la elaboración de muchos discursos y proyectos de arquitectura militar para Lima, los cuales ha hallado todos en el archivo, concluyendo todos ellos en la gran di•cultad de forti•car una ciudad “que es el deposito de toda la plata que enriquece el orbe”59. Sobre el intento anterior de •nanciar el proyecto, el virrey señaló que se buscaron todos los medios para subvencionarlo y hacerlo realidad, no habiendo podido encontrarlos para realizar tan grande obra, a la que además no estaba obligada la Real Hacienda por no estar en condiciones de afrontar el gasto ni ser el momento adecuado para ello60. Recuerda el duque de la Palata, además, que no se podía contar con la contribución voluntaria de los vasallos ni convenía gravarlos con más impuestos o tributos, lo que llevó a sepultar todas las propuestas una vez intentada la recaudación de fondos, y recuerda también que desde el año de 1683, cuando las noticias del saqueo de Veracruz de la Nueva España llegaron a Lima, se despertaron nuevamente en la ciudad las antiguas ansias por asegurarse con la defensa de murallas, y casi sin tomarse en cuenta el gran costo que esta obra tendría. Se hablaba de ella en calles y plazas y por todo género de personas, a tal punto que hasta al púlpito subieron las peticiones por llevar a cabo el proyecto, relatando el virrey que no hubo sermón al que asistiera en el que no terminara escuchando acerca de fortalezas, torres y murallas, llegando a resaltarse su necesidad hasta por medio de las escrituras de los Evangelios, a tal punto de incomodarlo: “como si yo no deseasse lo mismo que daba a entender resistia 59 60 Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Op. cit., T. II: 565. Durante la década de 1680, España y alguna de sus colonias sufrían de una grave crisis económica, circulaba gran cantidad de moneda de muy baja calidad o falsa; además, a un período en que el caudillismo crecía, se sumaron sucesivas epidemias de peste entre 1677 y 1684, una sequía entre 1682 y 1684, plagas de langostas y hasta un terremoto en Málaga. 120 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO para empeñarlos mas, me predicaban y se esforzaban á convertirme con tan públicas y sagradas exhortaciones”61. Vistas estas circunstancias, indica Navarra y Rocaful, que aprovechó el momento apropiado para hacer caudal entre los acongojados y temporalmente dadivosos vecinos, pudiendo así llevar a cabo la obra que en otros tiempos no se pudo realizar. La gestión del duque de la Palata para la construcción de las murallas de Lima se inició formalmente el 26 de noviembre de 168262 cuando volvió a enviar a España el proyecto de Jean Raymond Coninck para una nueva consideración del rey y del Consejo de Indias, sin hacerse variación alguna sobre el diseño ni sobre las especi•caciones técnicas del proyecto, pero dejando constancia que se replantearían los medios para su •nanciamiento. Tras despacharse los planos y los papeles para una nueva consideración de la corona, el virrey convocó al Cabildo el 29 de octubre de 1683, para discutir e instaurar los medios que se usarían para recaudar los fondos necesarios para la construcción de las murallas. Fue un requerimiento del virrey que esta reunión tenga por •n idear todos los medios posibles para formar caudal, aun cuando no todos los impuestos acordados deberán cobrarse inmediatamente. Se empezaría entonces por recaudar los menos gravosos para la ciudadanía y se implementaría el resto paulatinamente; además, de esta manera se tendrían ya establecidos los tributos que deberán introducirse de llegar a detenerse la obra o de hacerse urgente su culminación. Advirtiendo, •nalmente, el duque de la Palata que aunque la obra era sumamente necesaria, él ni la propone ni la aconseja, ya que requerirá grandes desembolsos y el compromiso de todos los sectores de la población, y que si •nalmente se llevaba a cabo, sería solo fruto del esfuerzo colectivo63. 61 62 63 Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en Manuel Atanasio Fuentes, Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Op. cit., T. II: 505. Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 180. M. de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en Manuel Atanasio Fuentes. Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Op. cit., T. II: 572-575. 121 REINHARD AUGUSTIN BURNEO El virrey convocó y puso al tanto del requerimiento y la justi•cación de la obra al Cabildo de la ciudad dirigiendo el siguiente escrito: Aunque debemos •ar de la misericordia de Dios que librará este Reyno de las hostilidades que con mucho dolor sentimos padecer en otras partes, no puedo negarme al consuelo universal de esta republica, que como se compone de tan •eles y amantes vasallos de Su Majestad, quisiera que esta tan amable joya de su coronada ciudad de los Reyes fuese respectada y temida de los enemigos no solo por su valor y constancia de sus vecinos, sino tambien por la defensa de sus murallas y valuartes, y á este •n se me han insignuado estos dias repetidas las instancias que varias veces se han hecho para que se ciñesse con murallas y valuartes esta ciudad, de que hay hecha planta y cómputo de el costo que podrán tener, y aunque en defensa y seguridad de la vida, honor y hacienda de tan buenos vasallos emplearia Su Majestad todos sus tesoros con mucho gusto, no puedo ofrecerle en los tiempos presentes, por que los aprietos de la Monarchia en las partes mas cercanas al corazón, necesitan de todo el socorro y asistencias de su Real hacienda, sin poderlas divertir á otra parte; con este motibo he querido poner en consideración de la ciudad que siendo esta materia tan deseada de todos, y de tanta conveniencia y seguridad pública, será bien que en Cabildo pleno se discurran los medios que parecieren menos grabossos, suponiendo que se ha de crear algun grabámen, para que con vista de ellos se reconozca si se podrá juntar caudal su•ciente para emprender esta grande obra, en que todos interesan y todos deberian contribuir, y se me dará quenta de lo que se con•riere y pareciere en la materia. Guarde Nuestro Señor, etc.Lima y Octubre 29 de 1683 – El Duque de la Palata Así, tras la reunión del Cabildo de la ciudad, se acordaron los medios para recaudar los setecientos mil pesos que había calculado J. R. Coninck serían necesarios para la ejecución de la obra. Estos nuevos impuestos y medidas de recaudación quedaron instituidos de la siguientes manera: -Que la ciudad se divida en ramos, y reducidas todas las personas á gremios, se haga entre ellas prorrata de lo que parezca puedan contribuir. 122 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO -Que en todo el Reyno se haga la prorrata por mano de los corregidores. -Que las personas que se hallaren tan pobres en esta ciudad, que no tengan caudal para poder contribuir, se ocupen en el trabajo de la muralla. -Que los mulatos, cuarterones, zambos y negros horros, Indios y mestizos se obliguen a las faenas necesarias para la obra. -Que la renta de la sissa de la vaca y de el carnero se aplique para esta obra. -Que la renta de las encomiendas de los encomenderos ausentes se aplique por un año, y la de los presentes por medio año para esta obra. -Que todas las condenaciones pecuniarias por delito, se apliquen para esta obra -Que por cada negro bozal que se introdujere en este Reyno se paguen 10 pesos para esta obra. -Que de todas las cassas de arrendamiento se pague un mes de alquiler por el dueño y otro por el arrendatario. -Que de todos los censos se cobrase la parte que correspondiere á un mes -Que las haciendas de campo se contribuya a 4 reales por cada fanega. -Que se pidiese donativo voluntario en esta ciudad y Reyno64. Luego del acuerdo con el Cabildo, aceptó el virrey que esta nueva serie de impuestos resultaba inusual y cuantiosa para la ciudad, pero señalaba que la causa que la motivaba sobradamente justi•caba el temporal sacri•cio de sus vecinos, al cual se sumó el mismo virrey al realizar un donativo personal de cincuenta mil pesos, con el cual con•aba dar ejemplo de desprendimiento entre los vecinos e instituciones de la ciudad. Así, con el poder de iniciativa como elemento determinante, y con los medios propuestos para •nanciar la obra decididos, Navarra y Rocaful gestionó la aprobación Real del proyecto. El 11 de noviembre de 1683 se dirigió nuevamente a Carlos II, solicitando su visto bueno y poniendo al tanto de los impuestos introducidos, proponiéndole, además, una fórmula para generar fondos continuos para el mantenimiento de las murallas: perpetuar la sisa sobre la carne de vaca y carnero, y la creación de una estanco sobre el papel blanco, pidiendo se tramite inmediatamente un envío de cincuenta mil resmas de papel para instituirlo65. 64 65 Ibíd., 575. Ibíd. 123 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Seguidamente, el virrey ordenó a los o•ciales de la cajas reales de todas las ciudades del virreinato que cobrasen la renta de las encomiendas y las remitiesen a Lima, tomándose noticia de todas las cantidades ingresadas en un libro de la secretaría del virrey, desde donde se extendían al tesorero los cargos respectivos de cuanto se recibía. Continuando con su gestión para la recaudación de fondos, el virrey escribió al Tribunal de Consulado para que el comercio contribuyese con la obra, recibiendo inmediata y entusiasta repuesta, comprometiéndose a abonar la cantidad necesaria para levantar tres mil varas de muralla. Escribió también peticiones de donativos al cabildo eclesiástico, a la universidad y a las órdenes religiosas, comprometiéndose casi todas ellas a contribuir, con excepción de la orden de San Agustín, por haber invertido todos sus recursos en la construcción de su templo mayor, el cual aún no estaba concluido, excusándose igualmente a la orden de san Francisco, debido al voto de pobreza que la caracteriza. El compromiso que asumieron las instituciones contribuyentes fue el siguiente: el Cabildo eclesiástico aportó diez mil pesos, esperándose otros diez mil más del arzobispo66. La Universidad Mayor de San Marcos aportó otros diez mil pesos; el Provincial de la orden de Santo Domingo, Fray Diego de Espinoza, donó diez mil pesos más; la misma cantidad se recibió de los mercedarios; y en nombre de la Compañía de Jesús se comprometió el provincial Martín de Jáuregui para la edi•cación de un baluarte67. Emprendida ya la tarea de recaudación de fondos para la obra, el virrey decidió convocar una vez más a la Junta de Guerra el 2 de mayo de 1684, durante esta nueva reunión se acordó aplazar el inicio de la obra hasta la conclusión de los trabajos que se ejecutaban en Tierra•rme (Venezuela). También se acordó remitir hasta España, por tercera vez, el proyecto de las murallas realizado por Jean 66 67 El arzobispo Liñán de Cisneros re•ere que efectivamente realizó el desembolso para la murallas mientras el virrey lo contradice en sus Memorias. Lo más probable es que éste desembolso no se haya realizado, al ser el Arzobispo de Lima el mayor opositor de las murallas y de casi de cuanta cosa propusiera el duque la Palata. Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Op. cit., Vol. IV, 575-576. 124 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Raymond Coninck68, esta vez buscando la opinión de Alejandro Bournonville, duque de Bournonville, mariscal con gran experiencia en forti•caciones, además de virrey y capitán general de Cataluña. 3.4.1. Inicio de las obras y opiniones de los principales militares de la ciudad La construcción de las murallas de Lima se inició sin contar con la aprobación o•cial de la corona, al con•ar el duque de la Palata que su petición de noviembre de 1683 sería bien acogida. Una vez recaudado el caudal su•ciente para iniciarse la obra, se empezaron a trazar las líneas sobre el terreno, para lo cual se mandó llamar al ingeniero Luis Venegas Osorio quien se encontraba desempeñando el cargo de gobernador de Zaña, al norte de Lima, tras haber regresado de Panamá convocado por el nuevo virrey69. Luego, el duque de la Palata pidió a Venegas Osorio que le explicase, por medio de un escrito, la forma de ejecutar y administrar estas obras en Europa. Hechas las explicaciones con gran detalle, cayó en cuenta el virrey que gran parte de los fondos se irían en el pago y la manutención de o•ciales y supervisores de obra, por lo que decidió no contratar a ninguno y realizar la obra enteramente por asientos, haciendo hincapié en que ni la forma ni la traza de la muralla deberá variarse, así la construcción pasase por muchas manos. Joseph y Francisco de Mugaburu re•eren en su Diario de Lima que las obras se iniciaron el viernes 30 de junio de 1684, a las cuatro de la tarde, hora en que se abrió la primera zanja para los cimientos por la zona de Monserrate, en una ceremonia a la que acudieron el virrey, Luis Venegas Osorio y todas las principales autoridades y personalidades de la ciudad70, quedando la supervisión de la obra a cargo de Jean Raymond Coninck y del ayudante de ingeniero Pedro Asensio, quien recorrió constantemente las obras para veri•car que éstas se 68 69 70 Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 180. Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en Manuel Atanasio Fuentes, Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Op. cit., Vol. IV, 577. Joseph y Francisco de Mugaburu. Diario de Lima (1640-1694). Op. cit. T. II, 151. 125 REINHARD AUGUSTIN BURNEO ajustasen a las líneas y no se errase en la forma de su fábrica ni en la elección de los materiales o se viciase de manera alguna71. Buscando la aprobación del proyecto emprendido entre sus militares más allegados, el 2 de noviembre de 1684 el duque de la Palata los convocó para dejar sentadas sus opiniones sobre la construcción de las murallas de Lima72. La mayoría de ellos se mostró de acuerdo con la forti•cación (cuyas obras ya se habían iniciado), recomendándose también la implementación de fuerzas de caballería, artillería y hasta nuevas •otas armadas. Estas manifestaciones se incluyen a continuación debido a que ofrecen un interesante panorama de las amenazas, los temores y los distintos medios considerados a lo largo del virreinato para la defensa militar de la capital. Así, el general de la armada del Mar del sur, Antonio de Vea, opinó que un recinto fuerte impondría respeto sobre cualquier atacante, y que no habiendo tropas preparadas para afrontar una amenaza mayor, tal lugar sería la única solución, aunque lo más probable era que los piratas atacasen furtivamente en otros parajes de la costa. El maestre de campo del Batallón de Lima, Francisco de la Cueva y Guzmán se mostró también a favor de las murallas, indicando que éstas no necesitarían mayor solidez, al ser las potenciales fuerzas enemigas todas menores en cuanto al número y a su poder de artillería. El teniente del capitán general del virreinato, Tomás Palavicino, aceptó la construcción de la muralla, pero dejó sentado que preferiría una buena fuerza de caballería, aunque accedió a reconocer que el cinto servirá tanto para que la ciudad no sea tomada por invasores como para que los vecinos no huyan de ella para evitar la lucha. El general de artillería Juan Enríquez señaló que la muralla será de gran utilidad, pues la ciudad será defendida por escasos y poco preparados hombres, 71 72 Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en Manuel Atanasio Fuentes. Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Op. cit., T.II: 574. Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 184. 126 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO mientras las tropas del batallón realizaban contraataques o evoluciones tácticas, por lo que solicitaba también la creación de un cuerpo apropiado de caballería73. El sargento mayor de la guarnición del Callao, Francisco Méndez de Anaya, fue el militar que mayor disposición a favor de las murallas mostró. Entre sus fundamentos sostiene que una •ota o cuerpo de caballería, por muy bien armadas que se encontraran, estaban siempre propensas a la derrota en manos de un enemigo más numeroso y aguerrido, y que ni con cuatrocientos jinetes sería con•able la defensa ante tropas organizadas y con experiencia en la batalla, teniendo como indispensable la fábrica de la muralla. El militar Luis Antonio de Oviedo y Herrera indicó que aunque no es experto en la materia, lo más conveniente le parecía la construcción de murallas, pues esta sería una obra visible y tangible, infundiría valor en quien la protegiere y temor en quien la atacara, además de “cerrar el paso al fugitivo pie de la humilde plebe”74. A Oviedo le parecía improbable la llegada desde Europa de grandes ejércitos, pero hacía notar que solo bastaría una •ota de dos mil piratas •ltrados desde las Antillas para hacer caer la ciudad sorpresivamente por golpe de mano. Calculaba en no menos de seiscientos los hombres necesarios para hacer guardia cada noche, a los que debían sumarse cuerpos de guardia en las cinco portadas, una tropa de artilleros en el puente y cuerpos de ronda y contrarronda. Y entonces, si la muralla no contaba con tropas de guardia •jas y preparadas para la lucha, esta forti•cación no tendría sentido. De similar opinión fueron el almirante García de Híjar y Mendoza, y Santiago de Pontejos y Salmón. Según el sargento mayor Corbera de Ocampo, el número de habitantes de la ciudad aptos para tomar las armas en caso de alguna emergencia no era despreciable, pues a los tres mil españoles disponibles se podrían sumar otros mil entre estudiantes y empleados públicos. Otros mil con los religiosos y hasta 73 74 Textos de los dictámenes suscritos por los propios militares y adjuntos al despacho del duque de la Palata, sitos en el Archivo General de Indias y recopilados por Guillermo Lohmnan Villena Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 184-188. Guillermo Lohmann Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 186. 127 REINHARD AUGUSTIN BURNEO ochocientos mulatos y esclavos, totalizando cinco mil ochocientos hombres. Esto otorgaba a cada bastión hasta doscientos defensores, quedando un cuerpo fresco de hasta ochocientos hombres listos para acudir al punto de la muralla donde sea requerida su presencia. Incluso, de ser necesario se podría disponer de hasta dieciséis mil indígenas armados con chuzos, picas y partezanas. El almirante Juan Zorrilla de la Gándara opinó que con el caudal necesario para armar una •ota armada podría sobradamente levantarse la muralla, y que esta construcción podría defender la ciudad a perpetuidad, haciendo referencia a la inexistencia de lluvias en Lima, factor que había permitido la subsistencia en buenas condiciones de tantos muros y tapiales prehispánicos existentes en las periferias de la ciudad. Por el lado de los militares contrarios a la obra de arquitectura militar estaba el general Francisco de Figueroa, según él, lo deleznable y arenisco del terreno de cascajos, sumados a los muchos desagües y acequias que tendrían que cruzar el muro afectarían inevitablemente sus cimientos, teniendo que hacerse grandes y continuos gastos en su reparación; por otro lado, Figueroa recurría a la hipótesis que una interrupción del •ujo de las brisas por medio de una muralla deterioraría el “buen temple” y la salubridad de la ciudad. Sin llegar a mostrase abiertamente en contra del proyecto, el comisario general de caballería, Fernando Castro, advirtió que el costo de la obra será mayor al calculado, pues para que la forti•cación funcione correctamente será necesario barrer cualquier inmueble que se encuentre a menos de cuatrocientos metros de la cerca, para no dar opción de parapetarse al enemigo; y este requerimiento generará un gran gasto en resarcimientos de los propietarios de los inmuebles y los terrenos afectados75. Tampoco estuvo de acuerdo con la elaboración de la muralla Luis Ibáñez de Peralta y Cárdenas, marqués de Corpa, pues sostenía que amurallar una ciudad tan dilatada como Lima no era frecuente en los anales de la arquitectura defensiva. Además, resaltaba la inutilidad de la construcción de una obra que no 75 Ibíd., 187. 128 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO tendría cuerpo de guardia permanente, aun cuando el ataque que se esperaba, de llegar alguna vez, sería un asalto sorpresivo y no un asedio prolongado. Sostiene también que es poco sabio esperar dentro de un recinto a un enemigo ya menguado por el largo viaje, cuando mucho más conveniente sería esperarlo en la playa o prepararle alguna emboscada. Por otro lado, con Lima cercada sería muy fácil para un invasor cortar las líneas de comunicación y abastecimiento de la capital con el puerto y con las demás ciudades del virreinato. Concluía Ibáñez de Peralta que la defensa más adecuada para Lima eran ojos vigilantes en las costas, por lo que propuso instalar puntos de vigilancia en las costas, desde Ancón hasta Cochán, así como en las islas de Pachacamac y Mongón (Casma) ambas con muy buena posibilidad de detectar tempranamente la proximidad del enemigo76 . Así, con la mayoría de los principales militares de acuerdo con la forti•cación de Lima, la Junta de Guerra del virreinato aprobó formalmente el proyecto el 29 de mayo de 1685, siendo la única condición que a la obra (que se encontraba ya bastante avanzada), deberían agregárseles las recomendaciones que realizaría el duque de Bournonville, las cuales aun no llegaban al Perú77. 3.4.2. Aprobación del Consejo de Indias (junio, 1685) La Junta de Guerra de la Indias estudió y evaluó los planos y escritos enviados desde Lima en noviembre de 1683. Y el proyecto de las murallas de Lima se aprobó por Real Cédula, emitida en Madrid el 15 de junio de 1685, en la cual se dio el visto bueno a la construcción, contestándosele al virrey que para su ejecución eligiese los medios que le parecieran más convenientes, con la única advertencia que la recaudación deberá producir su•ciente caudal no solo para la ejecución de la obra, sino también para su mantenimiento y la reparación. A su vez se le negaba la creación de un estanco para el papel y la perpetuación de la sisa sobre la carne, dándosele por lo demás al duque de la Palata amplia disposición 76 77 Ibíd., 188. Ibíd. 129 REINHARD AUGUSTIN BURNEO para introducir otros medios de recaudación necesarios para concluir la obra, excluyéndose únicamente el prorrateo de la obra entre los vecinos78. Aunque satisfecho por la aprobación del proyecto, el duque de la Palata no quedó conforme con la negativa de Carlos II a las partes más sustanciales de su propuesta de •nanciamiento, dirigiéndose a él una vez más el 2 de abril de 1686, fundamentando amplia y efusivamente sus métodos para generar fondos permanentes para el mantenimiento y la reparación de las murallas: y assí suplico á V.M. mande se buelba á hacer particular re•exion por lo que interessa la Monarchía en las grandes consecuencias que trae forti•car una ciudad que es el herario de el mundo y donde se juntan tantos millones de plata y oro al tiempo de un despacho de armada…y siendolo tanto por el servicio de Dios en el resguardo de sus sagrados templos y por el de V.M. en el de el caudal de los vasallos de toda su Monarchía, pues todos se encierran en Lima, y que de este gran río de plata se fertilizan todos los dominios de V.M.79 El virrey explicaba también, en esta misiva, lo insu•ciente de la recaudación lograda hasta ese momento: ciento cuarenta y siete mil pesos, señalando que el donativo voluntario de los vecinos produjo muy poco, apenas mil seiscientos treinta pesos, cuando inicialmente supuso que sería de este sector de donde mayor aportación se recibiría, después de haber constatado las ansias con que estos exigían las murallas a su llegada. Y recordaba como todos ofrecían en un principio sus fortunas, las mujeres sus joyas, con el •n de proteger la capital, y cómo se han olvidado todas estas promesas, una vez pasado el susto por lo sucedido en Veracruz. Prosigue el duque de la Palata señalando que no era conveniente pedir más donativos a los particulares de esta ciudad, pues todas las órdenes, el Cabildo y la universidad ya habían contribuido; por último, el resto de la población sentía que su obligación con las murallas estaba cumplido, al 78 79 Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en Manuel Atanasio Fuentes, Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Op. cit., T. II: 573. Ibíd., 575. 130 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO encontrarse pagando la sisa sobre la carne, de la cual se calculaba obtener unos ochenta mil pesos para la obra. Por último, señala que evitó pedir donativo a los monasterios de monjas, pues no quería discutir de dinero con mujeres, y porque cualquier óbolo de monasterios femeninos tendría que contar necesariamente con la aprobación del Arzobispado, y con Liñán de Cisneros como arzobispo, ya sabía que la respuesta sería negativa80. Insiste el virrey de esta manera en la creación de un estanco para el papel blanco, pues indica que este no demandará el aporte de los vecinos ni alterará negativamente el precio del producto, impidiéndose únicamente que algunas personas comercien con él. Señala que este será de bene•cio para España también, pues solo ella comerciará papel hacia el Perú, y aconseja que se le haga conocer como una medio destinado para forti•caciones, lo que dará a esta medida respeto. Además el estanco podría revertirse si resultaba inconveniente para el gobierno, lo cual era improbable pues el papel estaba lejos de ser un producto de primera necesidad en esta ciudad, por lo que este monopolio no será resistido por sus vecinos; por el contrario, el estanco será bene•cioso para los usuarios de papel, pues mantendrá •jo el precio. Así, de entre 5.5 y seis pesos que costaba una resma de papel al llegar a Lima dos años antes el último lote, ahora se vendía hasta por doce pesos al empezar a escasear el producto, advirtiendo que esto no sucederá una vez instalado el estanco que solicitaba, pues el precio quedara •jo en siete pesos81. Por lo tanto, el duque de la Palata volvió a solicitar el envío de cincuenta mil resmas, las que consideró su•cientes para instalar el estanco y mantenerlo funcionando por un buen tiempo. Sobre perpetuar la sisa sobre la carne, el duque de la Palata indicó que en un principio se pensó en reducir el precio, pero visto que esto sería en perjuicio de los trabajadores del campo, se decidió no hacerlo, aplicándose únicamente el 80 81 Ibíd., 577-578. Ibíd. 131 REINHARD AUGUSTIN BURNEO recorte del peso de la carne a favor de la obra. Y al no haberse dado esta rebaja que haría la sisa más cómoda, los limeños han tenido más razones para negarse a seguir aportando, limitándose la contribución que se espera de ellos a los ochenta mil pesos que generaría esta sisa durante los seis años en que se ejecute82. Por esto, era conveniente extender la sisa sobre la carne de vaca y carnero para tener fondos •jos para el mantenimiento de las murallas, tal como hiciera el marqués de Mancera para mantener las murallas del Callao. Además, el estanco y la sisa generarían también recursos para mantener las forti•caciones del puerto, a lo que se comprometía el duque de la Palata de accederse a sus peticiones. Las armas, pólvora y municiones de las forti•caciones de Lima y el Callao también podrán ser costeadas y abastecidas con estos recursos, ahorrándosele también por este lado mucha hacienda a la corona. Acerca de la recaudación de la renta de un año de los encomenderos ausentes y medio año de los presentes, a•rma el virrey que se justi•ca pues quienes se encuentran lejos de sus encomiendas siguen gozando de sus bene•cios, mientras los indígenas de estas encomiendas seguían pagando sus impuestos, más se justi•caba aun el aporte de sus encomenderos, debiendo ser estos antes que los primeros los principales interesados en la defensa del Reyno83. Asegura, •nalmente, el duque de la Palata que su insistencia sobre los tributos era únicamente para defender lo logrado, y si proponía repetidamente la creación del estanco era debido al anhelo de asegurar el provecho y la utilidad de la obra, por el bien de los propios ciudadanos. De esta manera, sumando los veinte mil pesos que se encontraban en poder del tesorero a los ochenta mil que producirá el estanco del papel, se podrá contar con hasta cien mil pesos anuales para asegurar y apertrechar convenientemente las obras de arquitectura militar de Lima y el Callao. Termina aceptando, Navarra y Rocaful, que los impuestos temporales eran los más favorables, pero señala que estos tenían inconvenientes y no eran su•cientes para terminar la obra, y aunque no quisiera tener que crear más 82 83 Ibíd., 578-579. Ibíd. 132 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO impuestos, no lo descartaba. Estaba seguro, sin embargo, que todo quedaría solucionado con el estanco del papel y la perpetuidad de la sisa sobre la carne, y asumiendo la aprobación Real, pidió se coordine la compra del papel en Sevilla y se avise para preparar el envío del pago en barras de plata, que saldrían en •otas armadas hacia su encuentro en Portobello. Ante la fundamentada insistencia del duque de la Palata, Carlos II accedió, •nalmente, a la concesión del estanco del papel blanco a inicios de 1687, redactando también las formas y las condiciones bajo las cuales sería puesto en efecto para bene•cio de las murallas, las cuales serían las siguientes: se prohibió a los barcos de comercio navegar hacia las Indias con papel sin el permiso expreso de rey, bajo pena de decomiso. Sevilla supervisaría las compras del producto, el cual sería enviado a Portobello, donde lo recibiría un diputado del comercio del Perú, quien deberá cancelar ahí el costo entero del producto y embarcarlo luego a Panamá y, •nalmente, hacia el Callao, indicándose que el viaje debía aprovecharse también para adquirir otros materiales necesarios para las murallas, como clavos, lonas, jarcia, etc.84 Se mandó fabricar, además, un almacén para el estanco de papel en la ciudad, el cual contaría con un administrador elegido entre los diputados del comercio o “priores del Consulado” y que sea éste el encargado de transportar los caudales hasta Portobello, para evitar que pase el dinero por muchas manos. A la llegada los diputados desde Portobello, se debería realizar un estudio de los costos del transporte para •jar así el precio justo del producto, el cual no deberá pasar en ningún caso de ocho pesos por resma. El estanco vendería el papel únicamente al por mayor, es decir, por fardos, determinándose también que de las primeras ganancias obtenidas por el estanco se paguen al comercio el dinero prestado para la instalación de la diputación y el viaje de su administrador a Portobello85. Se pidió además •jar un salario para este administrador, y que en el local del estanco se instale una caja con tres llaves donde se guarde el dinero de 84 85 Ibíd., 578-579 Ibid. 133 REINHARD AUGUSTIN BURNEO las ventas. Era requisito, también, que las cuentas de los ingresos sean hechas mensualmente, pasando el dinero a las cajas reales cuando no sea éste utilizado inmediatamente en las forti•caciones, también que cada vez que llegara un barco con papel se rinda cuenta de lo obtenido con la remesa anterior, y que se cambie al administrador si éstas cuentas no cuadraban o resultaban desfavorables, quedando esta facultad a cargo de la diputación. La creación de un estanco del papel se extendería también a Tierra•rme (Venezuela) y al Nuevo Reino de Granada (con sede en Santa Fe de Bogotá) debiendo tomarse el papel para estas ciudades del primer envío para Lima, •nanciándose sus futuras compras con lo recaudado por este lote inicial86. 3.4.3. Recomendaciones del duque de Bournonville y respuesta de J. R. Coninck (junio-diciembre, 1685) Junto a la aprobación Real del proyecto, emitida en Madrid en junio de 1685, llegaron a Lima las observaciones y recomendaciones técnicas del duque Alejandro de Bournonville, virrey de Cataluña (1678-1684) y virrey de Navarra (1686-1690), corrigiendo y mejorando la capacidad defensiva del diseño de Jean Raymond Coninck. El bosquejo original de las murallas de Lima fue sustancialmente variado por el experto militar catalán, las recomendaciones consistían en reducir el número de baluartes de veinticinco a veintitrés, alargando las cortinas de ciento treinta y cuatro a ciento sesenta y ocho metros. En los baluartes propuso alargar las caras de 67.2 a 75.6 metros, prolongando proporcionalmente los !ancos o traveses de 29.4 a cuarenta y dos metros, con el •n de presentar más adelantados estos elementos. Recomendó asimismo la construcción de torres “caballero de tierra” cada dos baluartes que se usarían para disparar desde sus alturas a la vez que sirvieran como !anco doble y punto de vigilancia. A la vez ésta podría utilizarse para defender la ciudad de llegar a derribarse alguna arista de sus baluartes contiguos, al excavarse trincheras entre la torre y el baluarte arruinado. 86 Ibíd., 579. 134 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Otra observación al diseño fue la de proporcionar correctamente las relaciones entre la altura y el talud de los muros, para resistir mejor el empuje lateral de la tierra suelta y el cascajo del terraplén intermedio. Además, los cimiento deberán ser de piedra dura y alcanzar necesariamente una altura mayor a la línea de agua del foso. Con respecto a la estructura interna y reforzamiento añadido de los baluartes, el duque Alejandro de Bournonville sugirió anclar la estructura en el terreno por medio de maderos colocados perpendicularmente y trenzados entre sí por un travesaño entre parapeto y parapeto, con garabatos de cobre para resistir el empuje lateral87. Planta de la modi!caciones sugeridas por el duque Alejandro de Bournonville en 1685 al proyecto original de las murallas de Lima de Jean Raymond Connick (Augustin, 2007) 87 Memorial del duque de Bournonville, en Guillermo Lohmnan Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 190. 135 REINHARD AUGUSTIN BURNEO La sección de los baluartes debería variarse de 6.1 a diez metros, incluyendo el parapeto y la banqueta, con lo que quedará un adarve de 4.76 metros, dimensión su•ciente para la evolución y el transporte de piezas medianas de artillería en su contorno. Sugirió también la construcción de contrafuertes para las cortinas, así como el cambio del diseño del parapeto, pues no aceptó el virrey de Cataluña la premisa que ningun enemigo podría presentarse en Lima con un considerable poder ofensivo de artillería, creyendo conveniente ampliar el parapeto desde 2.52 hasta cuatro o cinco metros, con banqueta de 1.12 metros de ancho con una altura de 25 centímetros88. Bournonville señaló además la necesidad de contar con un “camino cubierto” sobre la contraescarpa del foso, con un parapeto de adobe interior y un glacis delantero continuo de aproximadamente treinta metros de largo; en este sector de la forti•cación, la entrada o “camino encubierto” deberá tener 6.72 metros de ancho, con dos banquetas sucesivas de 1.68 metros de espesor, la primera de cincuenta centímetros de alto y la próxima al parapeto de ochenta y cuatro centímetros. Siguiendo con el foso, señaló que sería de mayor conveniencia seguir con el mismo ancho de los traveses hasta la punta de los baluartes, lo que signi•caba aumentar su dimensión desde treinta hasta cuarenta y dos metros. Además, la línea de la contraescarpa del foso no debería trazarse paralela a las caras de los baluartes sino directamente al ángulo de la espalda de los •ancos opuestos, ya que de construirse como se había diseñado la utilidad de los traveses quedaba eliminada, siendo esta la mayor modi•cación que quiso introducir Alejandro de Bournonville al proyecto de Coninck. La última recomendación re•ere la necesidad de cavar un estrecho túnel o galería de un metro de ancho por 1.68 de alto en el cimiento mismo de la muralla, el cual era necesario especialmente bajo los baluartes para ser usado como contramina. Las observaciones del virrey de Cataluña generaron la inmediata respuesta de Jean Raymond Coninck. En el documento de repuesta al duque de 88 Ibíd. 136 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Bournonville, Coninck sustentó que su proyecto de forti•cación estaba basado en los preceptos de los grandes maestros de la arquitectura militar europea, y siendo las amenazas de menor calibre en este continente, sobradamente la defenderán de cualquier ataque extranjero. Detallando los puntos observados, Jean Raymond Coninck re•rió que no convenía alargar las cortinas, pues los ciento treinta y cuatro metros de su trazado eran un número ideal para Lima, no pudiendo considerárselas “cortas” al considerar los principales tratados de forti•cación a las murallas de entre cien y ciento veinticuatro como “largas” para este tipo de ciudad. Re•ere Coninck que alargar las cortinas signi•caría también desguarnecer los baluartes y las distancias propuestas entre estos elementos originalmente guardaban estricta relación con el alcance de los mosquetes, el arma principal con que se defendería la ciudad, y con los cuales por obligación debía poder alcanzarse con un tiro desde la punta de un baluarte hasta la punta del baluarte contiguo, y el ángulo formado por el través con la cortina hasta la punta del baluarte vecino, batiendo así todo el foso delantero. Responde también que es la “media gola” (distancia entre las golas de un baluarte) la que debe determinar la abertura y la capacidad de los baluartes, y teniendo la suya 75.6 metros quedaba asegurada, dejando además espacio su•ciente para las cortaduras o fosos, y que el número de baluartes de la forti•cación no debería ser disminuido, por responder estos a las exigencias especí•cas del circuito amurallado y no era conveniente que por ahorrar el gasto de construir dos baluartes peligre toda la ciudad. Cortes de un bastión “caballero de tierra”, sugerido por el duque de Bournonville en 1685 (Augustin, 2006) 137 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Detalle de las modi•caciones sugeridas por el duque de Bournonville en 1685 (Augustin, 2007) Cortes de un sector de muralla sugerida por el duque de Bournonville en 1685 (Augustin, 2007) 138 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Recreación volumétrica de los complementos sugeridos por el duque Alejandro de Bournonville para el proyecto de las murallas de Lima, 1685 (Surber, Augustin, 2007) Bastiones con torres “caballero de tierra” sugeridos por el duque Alejandro de Bournonville 1685 (Surber, Augustin, 2007) 139 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Sigue con la defensa del diseño de sus baluartes, indicando que los frentes y el encuentro de los traveses con las cortinas eran mayormente ángulos rectos, lográndose así una defensa mutua y recíproca de cada tramo del recorrido, haciendo alusión también al escaso poder expansivo de la pólvora en este clima, el cual estropea al igual todos los arcabuces, reduciéndose la defensa de los •ancos y frentes al uso de mosquetes89. Igualmente consideró excesiva la sección de 12.6 metros en la base y once metros en la cabeza de la muralla, descontando los 1.4 metros del ángulo formado por el talud, y que la utilidad de las obras exteriores propuestas por Bournonville solo debería considerarse una vez concluidas la muralla y el foso. Finalmente, Coninck justi•có lo poco acertado de las observaciones del duque de Bournonville diciendo que este reconocido militar no conocía personalmente la ciudad de Lima, y que de llegar a conocerla, seguramente cambiaría sus opiniones con respecto al croquis. A •nes de 1685, Coninck formó un documento con todas estas respuestas a las observaciones del duque de Bournonville, y lo remitió para veredicto de Nicolás Fernández de Córdoba, marqués de la Granja. La respuesta •nal de este reconocido español fue que su•ciente se había escuchado ya de murallas y forti•caciones para Lima, y que además, era demasiado tarde para intentar cualquier modi•cación sobre una obra que estaba prácticamente concluida90 . 3.4.4. Nuevos impuestos para el mantenimiento de las murallas de la ciudad (diciembre, 1686) El 15 de diciembre de 1686 llegó desde España la autorización para ampliar los medios de recaudación para el mantenimiento de la obra 91 y haciendo uso del poder de elección sobre los medios otorgado por Carlos II al Virrey, éste convocó al •scal Juan Gonzáles de Santiago, a quien propuso el nuevo paquete 89 90 91 Guillermo Lohmnan Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 196. Ibíd. Joseph de Mugaburu. Diario de Lima (1640-1694). Op. cit. T. II; 177. 140 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO de tributos a introducirse, obteniendo su animoso visto bueno. Así, además del estanco y la sisa, se aplicaron los siguientes impuestos complementarios: -La renta de un año de los encomenderos ausentes, y de medio año de los presentes, exceptuando las encomiendas que no pasen de 500 pessos. -Diez por ciento por una vez de la renta de las cassas y chacras y haciendas de esta ciudad y cinco leguas en contorno. -Que de el sitiado de Chile se aplicasen 3,000 pessos -Que se extinguiesen los o•cios de veedor, pagador y proveedor del Callao, y sus salarios se aplicasen á la defensa de esta ciudad. Y con carácter de perpetuidad quedaron establecidos los siguientes tributos para el mantenimiento y las futuras reparaciones de la obra: - Ocho por ciento del tributo que paga cada indio - Ocho por ciento de las encomiendas - En el almoxarifazgo de el vino dos reales. - En el almoxarifazgo de el aguardiente seis reales. - En el almoxarifazgo de el azúcar y el xabon dos reales - De cada fardo de ropa de Castilla, caxon y petaca, un pesso - De cada carga de la ropa de la tierra cinco pessos92. El terremoto de octubre de 1687 hizo necesarias las primeras refacciones importantes de las murallas apenas terminada la obra, por lo que no deben haber tenido tiempo estos impuestos de generar mayores ingresos para estos tempranos trabajos de reparación. 3.4.5. Administración de la obra y algunos sucesos relacionados con su construcción (1684-1687) El duque de la Palata cuenta en sus Memorias algunos detalles y circunstancias en torno a la ejecución de las murallas, que como ya se indicó, 92 Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en Manuel Atanasio Fuentes. Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Op. cit., T. II; 579. 141 REINHARD AUGUSTIN BURNEO fue realizada por “asientos”. Sabemos así que el primer alarife con que se hizo asiento fue el reconocido Manuel de Escobar, quien ejecutó tres mil varas de murallas, y a quien el virrey menciona especialmente por cuanto sus apreciaciones y recomendaciones permitieron gran parte del ahorro de fondos que se logró al ejecutar las murallas de Lima, pudiendo considerársele como el maestro principal de la fábrica93. De esta manera hizo contrato con diferentes asentistas para que se ejecutase de forma rápida la obra, luego nombró tesorero de los fondos de la obra a Juan Gómez de la Torre, caballero de la Orden de Alcántara, objeto del mayor crédito y con•anza por parte del Consulado y del Cabildo. Al realizarse la obra por asentistas independientes, lo más probable es que ésta se levantara simultáneamente por los distintos sectores del recorrido, habiéndose cercado completamente Lima con los cimientos y el arranque de las primeras dos varas (1.67 metros) de muralla, a inicios de 168594. Se tuvo además que resolver una huelga que iniciaron los negros jornaleros pocos días después de iniciadas las obras, quienes reclamaron el aumento de su jornal diario de cinco a seis reales, y el pago de los días trabajados en las obras. El once de julio de 1684 el virrey dictaminó que el jornal quedaría como estaba establecido, condenando a quien se oponga a un año de trabajo gratuito en las canteras de la isla San Lorenzo95. A los asentistas se les dio dinero por adelantado conforme los contratos o “conciertos” celebrados, entregándoseles sucesivamente nuevas cantidades según sus requerimientos, únicamente luego de medirse lo avanzado y de tomar constancia del correcto aprovechamiento de los recursos. Señala, además, el duque de la Palata que todas estas diligencias fueron cerradas personalmente entre él y el tesorero, quien a su vez recaudaba los recibos de cada asentista, y de esta manera no se realizó pago alguno sin su aprobación. 93 94 95 Ibíd., 572. Luis Enrique Sifuentes de la Cruz. Las murallas de Lima en el proceso histórico del Perú: ensayo acerca de la historia y evolución urbana de la ciudad de Lima entre los siglos XVII y XIX. Lima: CONCYTEC, 2004; 104. Joseph y Francisco de Mugaburu. Diario de Lima (1640-1694): crónica de la época colonial. Op. cit. T. II; 177. 142 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO La llegada de las noticias sobre la presencia en los mares del Perú del pirata inglés Edward Davis, entre marzo y julio de 1686, hicieron apresurar las obras de las murallas, emitiendo el virrey un decreto fechado el domingo 17 de abril de 1686. A través de él se conminaba a los albañiles y peones de la ciudad a terminar de cercar la ciudad lo antes posible, imponiéndose una multa de veinte pesos a quien se ausentase de la obras, así como prohibiéndoles emplearse en cualquier otro trabajo de construcción que no sea el de las murallas. El tesorero Juan Gómez de la Torre falleció mientras avanzaban las obras quedando los caudales bajo la responsabilidad de su albacea Augustin de Caraugui, prior del Consulado, quien presentó la relación de cuentas con los ingresos y egresos de la obra relatados con gran detalle. De esta manera el subsiguiente trabajo del contador Juan Ceballos se hizo fácil, además, permitió un ligero reajuste entre lo que se canceló a los operarios y lo que realmente costó la obra96. Finalmente, sobre las compensaciones por el perjuicio recibido que debían otorgarse a los dueños de las tierras por donde pasaban las líneas de las murallas, el virrey ordenó al auditor general de la Junta de Guerra que nombrase un tasador en nombre de la corona, dándoseles a los afectados la facultad de contratar un tasador por su lado, para comparar luego ambos veredictos. Luego Navarra y Rocaful se quejó por cuanto esta iniciativa de ofrecer el pago a los afectados antes que estos lo soliciten, no fue bien recibida ni agradecida. Así, solamente uno de los propietarios afectados aceptó el monto ofrecido por el tasador real, vecino al cual se le dio inmediata satisfacción. Los demás residentes afectados ni pidieron ni quisieron aceptar los montos asignados por el tasador, ya que estos realizaron un cálculo bastante mayor a las cantidades ofrecidas por el tesoro, montos que el virrey cali•có como “cómputos de fantasía”. Algunos pedían el valor entero de propiedades aun cuando la muralla hubiera tomado solo un pequeño sector del terreno, asegurando además los moradores que sus propiedades habían perdido la 96 Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata, “Murallas de la Ciudad de los Reyes”, en Manuel Atanasio Fuentes. Editor. Memorias de los vireyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Op. cit., T. II: 572-575. 143 REINHARD AUGUSTIN BURNEO totalidad de su valor, sea porque quedaron excluidas del recinto urbano o porque quedando tan próximas a la muralla, sería necesario echarlas por tierra para la defensa de la plaza, una vez llegado el tan temido ataque extranjero. A estos excesivos requerimientos contestó el duque de la Palata que, por su naturaleza, las huertas estaban destinadas a quedar fuera de los cascos urbanos. Respecto al pago íntegro del valor de las propiedades que tendrían que ser arrasadas en caso de extrema urgencia, a•rmó que no se pagará al contado por una situación que pudiera ocurrir dentro de cien años o bien no llegar a suceder nunca, y que tampoco convenía privar a la ciudad de los tributos y bene•cios que recibía de sus huertas inmediatas. No fue posible para el duque de la Palata llegar a buen término con estos pobladores, según relata en sus Memorias, quedando con tres querellas en su contra al concluir el período de su gobierno: “como si las murallas fuesen mias, y no se hubiessen hecho á instancias públicas de la ciudad y con órden expresso de Su Majestad” 97. También quedaba pendiente dar compensación a los habitantes del Cercado de Santiago, que fueron los que soportaron la mayor incomodidad, pues las murallas habían obligado a derribar un sector de su núcleo poblado; y aunque se había solicitado varias veces al Auditor General junto al Protector General de Indios, que buscaran la forma de compensarlos y hallarles habitación en otros lugares, quedando para cubrir esta necesidad en un futuro próximo los ingresos de la sisa a la carne aplicada para la obra98. 3.5. Con•guración de•nitiva de las murallas de Lima Las dimensiones que se dieron •nalmente a los elementos principales de la forti•cación no siguieron las especi•caciones de ninguno de los proyectos realizados previamente. El área contenida por las murallas terminó siendo bastante mayor a la planeada en 1673, pasando de ocho mil cuatrocientos a 97 98 Ibíd., 575. Ibíd.. 144 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO once mil setecientos metros el perímetro interno del anillo, cercando un área aproximada de 5 059 600m299. El recorrido de las murallas se determinó prácticamente “al paso y sobre el terreno”, alargando y adaptándose el cerco para derribar la menor cantidad de inmuebles posibles y evitar así las compensaciones que esto signi•caba; no habiéndose respetado las especi•caciones técnicas del proyecto en cuanto a sus principales aspectos militares, menos extraño parece que tampoco se tuviera por importante respetar su trazo. Creció también el perímetro del cerco al contenerse parte del reducto indígena de “Santiago del Cercado” dentro del recinto, y al procurar dejar una amplia franja de vegetación entre el limite urbanizado y la línea de las murallas. Ésta área verde semirural, dedicada mayormente a la pequeña agricultura, constituyó un antiguo antecesor del concepto del greenbelt o “cinturón verde” en el urbanismo moderno100 . Planta de las murallas de Lima, construidas entre 1684 y 1687 (Augustin, 2007) 99 100 Guillermo Lohmnan Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 196. Fernando Belaunde Terry. “La intangilibilidad de las áreas verdes”, en El arquitecto peruano. Año XIII, Nº 141. Lima, abril de 1949. 145 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Es posible conocer la con•guración aproximada de las murallas por primera vez en el plano perspectivado realizado en 1685 por el padre mercedario Pedro Nolasco Mere. Este puede considerarse una de las más tempranas referencias útiles para determinar el recorrido que siguieron las murallas sobre el terreno, pues a pesar que este plano muestra elementos de la forti•ación que formaban parte del proyecto original y que de•nitivamente no se construyeron, como el foso circundante, terraplenes internos elevados en casi todos los bastiones, y una mayor sección de las cortinas, en él se gra•can correctamente la cantidad de baluartes y el recorrido aproximado sobre el terreno que •nalmente se le dio al cerco de Lima. Pareciera que el padre Nolasco realizó el plano según el proyecto de Jean Raymond Coninck, aunque corrigiendo el recorrido y aventurándose a dibujar la forti•cación como pensó •nalmente quedaría una vez concluida. También se dijo que el error fue voluntario, buscándose disuadir por medio de esta interpretación grá•ca, el planeamiento de expediciones armadas extranjeras, al mostrar como inconquistable la supuestamente “forti•cada” ciudad. Recreación volumétrica de un sector de los bastiones y cortinas de las murallas de Lima (Surber, Augustin, 2007) 146 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Al no realizarse el foso de agua externo alrededor de las murallas, tampoco fue posible elevar las áreas internas de los bastiones para formar plataformas poligonales altas, pues sin excavaciones mayores no hubo material su•ciente para llenar los baluartes. Esta característica, o la falta de ella, fue uno de los principales factores que determinaron la poca utilidad real de la obra como forti•cación militar, pues a la falta de obras externas y a la disminución de las secciones de las murallas debió sumarse la circunstancia que, para poder acudir de un punto a otro del cerco utilizando las partes altas de los muros o “camino de ronda”, se hacía necesario también recorrer el perímetro entero de cada bastión que estuviera en el camino; ampliándose así muchísimo el recorrido y retardando el tiempo de respuesta y la movilidad de las piezas de artillería, al estar obligados los defensores de la ciudad a apearse de la muralla para volver a subir luego en otro punto, perdiéndose temporalmente de vista las evoluciones del enemigo. Desde el nivel del terreno se accedía a las partes altas de las murallas por medio de planos inclinadas o “rampas” fabricadas con adobes y tierra apisonada, ubicadas hacia las “golas” de los bastiones, es decir en el encuentro interno de los •ancos y las cortinas, elevándose la pendiente 3.20 metros por diez metros de recorrido horizontal, en promedio. Es de suponer que existieran también varios otros tipos de escaleras y accesos, adaptados a lo largo del tiempo por necesidad de uso, en distintos puntos del extenso recorrido del cerco. Las murallas de Lima estuvieron compuestas por tres elementos principales: portadas, baluartes y cortinas, debiendo diferenciarse las cortinas con frente a tierra de las cortinas con frente al río. Para conocer y determinar las características físicas de estos elementos se ha recurrido a planos, grabados, fotografías y documentos antiguos y contemporáneos. Se ha realizado también levantamientos y análisis de campo de todos los vestigios físicos subsistentes de las murallas, como son el bastión de Santa Lucía y toda la serie de restos y evidencias ubicados en la zona de la plaza del Cercado. Así como la heterogénea secuencia de muros y plataformas ribereñas halladas a principio de la década de 1990 en la antigua línea del malecón, a espaldas del Convento de San Francisco. 147 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 3.5.1. Portadas y recorrido del cerco La con•guración que siguieron las murallas de Lima, al concluirse las obras en 1687, fue la siguiente: se iniciaron por la parte occidental de la ciudad, en el barrio de Monserrate, en la ribera cercana a la Iglesia y Convento de Santa Rosa de Lima. Desde aquí continuaba en sentido antihorario alejándose del río Rímac y alrededor de la Iglesia de Monserrate, describiendo una parábola hasta llegar a unos trescientos metros frente al Convento de San Francisco de Paula, donde se ubicó la Portada del camino al Callao, en la actual Plaza 2 de Mayo. Luego la muralla continuaba en una línea semirrecta, formando uno de sus ejes principales, llegando hasta las huertas frente a la recolección dominica y a la de Belén, aproximadamente donde ubicamos hoy el cruce de las avenidas Bolivia y Washington. Desde este punto la muralla hacía una ligera curva para continuar hasta las huertas del Convento de Guadalupe, en las inmediaciones de la actual Plaza Grau, donde se abrió la portada “de Guadalupe” o “de Matamandinga”, ubicada cerca a la entrada del actual Paseo de los Héroes Navales. Proseguía en una larga línea semirrecta de poco menos de tres kilómetros, que era el eje principal de la forti•cación y que formó luego la avenida Grau. Tras este prolongado frente de la pared quedaba encerrada el área verde más grande a intramuros de la ciudad, la cual estaba conformada en su mayor parte por las huertas de la chacarilla jesuita de San Bernardo y los huertos del conventos de las monjas Carmelitas y de Santa Catalina. Este •anco de la muralla llegaba hasta aproximadamente doscientos metros al sur del Cercado de Indios de Santiago, aproximadamente el actual cruce de las avenidas Nicolás de Ayllón y Grau, y en su camino se ubicaban las portadas “de Cocharcas”, conocida también como puerta “del camino de Lurín” o “de Pisco”, cerca a la actual intersección del jirón Cangallo con la avenida Grau, y la portada “del Cercado” o “de Barbones”, aproximadamente en la actual intersección de las avenidas Grau y Sebastián Lorente, en las inmediaciones del Cuartel de Barbones. Desde la zona de Barbones, el cerco describía un amplio arco semicircular, encerrando la plaza del Cercado de Indios, continuando hasta la zona oriental de la ciudad cercana al río, donde estuvo la portada “de Maravillas” o “de Santa Clara”, en la actual intersección del jirón Ancash con la avenida Sebastián Lorente. 148 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO En primer plano, el arco de ingreso a la Exposición Universal de Lima de 1872; al fondo, una de las pocas fotografías existentes de las murallas de Lima: el tramo entre las portadas de Juan Simón, Guadalupe y Santa Catalina (Courret Hnos.) La Portada del Callao, inicio y !nal del camino hacia el puerto, controló el principal acceso a la ciudad de Lima entre los siglo XVII, XVIII y XIX (Library of Congress, 1868a) 149 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Al llegar al río, el muro seguía la dirección de su cauce, encerrando la zona del Hospital de Mujeres Convalecientes, el Refugio de Incurables y el Hospital de Religiosos, desde donde se convertía en una sucesión de terrazas, tajamares y tapias altas adosadas al nivel del terreno, protegiendo las áreas del Convento de San Francisco, la Casa de Gobierno y el Convento de Santo Domingo, hasta llegar nuevamente a Monserrate, donde se retomaba la con•guración abaluartada, quedando cerrado el recinto. A estas primeras portadas se sumaron luego otros ingresos: la Portada de Monserrate, en las inmediaciones de la antigua estación del tren del mismo nombre; la Portada de San Jacinto, ubicada aproximadamente en el actual encuentro de la avenida Alfonso Ugarte con el jirón Quilca. La Portada de Juan Simón101, cerca de la actual intersección del jirón Washington con la avenida Uruguay; la Portada de Santa Catalina, aproximadamente en la actual intersección de la avenida Grau y el jirón Ayacucho. Finalmente, se abrió el Postigo de Martinete, a orillas del Rímac, muy cerca al lugar por donde ingresaba a la ciudad el riachuelo Huatica o “Acequia grande”, usándose como entrada secundaria del “camino de la sierra”. Recreación del “Postigo de Martinete”. en la llegada del Camino de la sierra por el lado oriental del Río Rímac, fue el ingreso “de servicio” de la ciudad. (A. García Rosell en: Lima en el IV Centenario de su Fundación, Monografía del Departamento de Lima. Lima: 1935) 101 José Gálvez nos indica que esta portada tomó el nombre de ‘Juan Simón’ por referencia a un temido asaltante que acechaba los caminos de esta zona a principios del siglo XIX, proviniendo el verdadero origen de Juan Simón Cabezas, vecino notable del sector a mediados del siglo XVII. 150 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Detalle de la Portada del Callao a •nes del siglo XIX; la puerta abierta de la derecha, denominada “de las Armas de Lima”, era la que se utilizaba comúnmente (Sociedad Fotográ•ca de Lima, 1863) Portada de Maravillas, en las inmediaciones del antiguo Cercado de Indios (Library of Congress, 1868b) 151 REINHARD AUGUSTIN BURNEO En 1805, durante los últimos meses de gobierno del marqués de Avilés, el ‘Comandante de Ingenieros’ Pedro Antonio de Molina elaboró para la Junta del Ayuntamiento el primero de los informes que haría sobre el estado de las defensas de Lima; en este documento101, De Molina hace precisión de los reparos que necesitaba cada portada, sugiriéndonos a la vez algunas características de éstas, a continuación las principales apreciaciones de su informe, fechado el 31 de diciembre: Portada de Guadalupe: se hacía preciso construir otra portada y reemplazar las puertas, además de adornarse toda ella adecuadamente por ser esta una salida principal de la ciudad, más aún al haberse abierto y ensanchado los callejones de Matamandingas recientemente. El costo de los trabajos sería 3319 pesos. Portada de Cocharcas: para reparar esta portada se necesitaría repasar con cal y arena los ladrillos de sus pilares, hacía falta composturas en las puertas, reparo de la cubierta de la garita, además de otros agregados. El costo sería de 346 pesos. Portada de Barbones: De Molina hace las mismas observaciones que a la Portada de Cocharcas, con un costo de reparación de 304 pesos. Portada de Maravillas: en esta portada hacía falta una refacción general, rehacer los basamentos de piedra de los pilares, reparar con cal y ladrillo los pilares, las bancas y las garitas, además de reemplazar las bancas y colocar puertas nuevas dotadas con herrajes de bronce. El costo sería de 2931 pesos. Portada de Monserrate: se hacía necesario reparar los pilares de las portadas, la cubierta y los corredores de la garita, además de hacer refacciones a la alcantarilla aledaña. El costo seria 211 pesos. Portada del Callao: para reparar esta portada hacían falta pocos trabajos, con un presupuesto de 112 pesos: “para dejar estas puertas corrientes y no continúe la desnudez entre adobes y ladrillos hay que hacer pequeños recalses” 101 Informe de Pedro de Molina, en Archivo Histórico Municipalidad de Lima, Obras Publicas 1638-1822; Caja #1 Doc. 7, 18. 152 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Portada de Juan Simón: Hacia falta reparar las piedras de los basamentos, así como refaccionar pilares, las cubiertas de la garita y proteger la alcantarilla, para evitar la humedad en sus muros; el costo sería de 265 pesos. Puerta de Martinete: De Molina da cuenta de un informe de 1804, en que se hacía ver la necesidad de volver a colocar puertas en este ingreso, lo cual aun no se había hecho, y cómo esto era aprovechado por gente sospechosa que por las noches buscaba salida de la ciudad por este peligroso lugar. Aunque a lo largo del virreinato y del periodo republicano fueron muchas las ordenanzas y restricciones con respecto al control de las portadas de acceso a la ciudad. Comúnmente estas se cerraban cada noche entre las 10 pm y las 5 am, y cada portada contaba con una garita de control aduanero. El explorador y naturalista suizo J. J. Von Tschudi, quien visitó Lima a mediados del siglo XIX, reparó en la escasa utilidad de las murallas, y en la manera como estas garitas de control funcionaban: La muralla de la ciudad de Lima tiene nueve Portadas. De estas, seis están ahora abiertas, viz., las Portadas de Maravillas, Barbones, Cocharcas, Guadalupe, Juan Simón y Callao; las tres otras, las Portadas de Martinete, Monserrat y Santa Catalina se encuentran emparedadas. En cada una de las portadas abiertas se encuentran estacionados aduaneros en casetas de guardia, cuya tarea principal consiste en prevenir la introducción clandestina de plata sin sellar (plata de piña). En la dirección del suburbio de San Lázaro, la ciudad no puede ser cerrada, ya que la muralla no se extiende hacia esa parte. Entre San Lázaro y el camino alto hacia Cerro de Pasco, está la Portada de Guía; ésta, sin embargo, no es propiamente una portada, sino una pequeña casa de aduana. En esta dirección es sencillo ganar acceso a la ciudad por la parte del río, y consecuentemente, es por donde la mayor parte del contrabando de plata, traída de las montañas, es introducido102. 102 J. J. Von Tschudi. Travels in Perú, on the coast, in the sierra, across the cordilleras and the Andes, into the primeral forests. Nueva York: Nueva York: A.S. Barnes & Co., Cincinatti: N. W. Derby, 1854; 62. (Trad. del autor) 153 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Los principales estudiosos del tema no coinciden en cuales fueron las portadas primeras y originales de las murallas. Así, Mariano Peña Prado señala que éstas fueron las del Callao, de Maravillas, de Barbones, de Martinete y de Nuestra Señora de Guía. Juan Bromley señala que las primeras portadas fueron las de Guía, de Maravillas, del Callao, de Barbones y de Martinete, y Guillermo Lohmann Villena re•ere que las puertas originales fueron las del Callao, de Guadalupe, de Cocharcas, de Barbones y de Maravillas, siendo ésta la relación correcta. A estas portadas debe agregarse, además, el acceso a través del Puente de Piedra, que unió la zona principal de Lima con San Lázaro (el Rímac) desde 1610, el cual contó también con una portada decorativa que no formaba parte de la forti•cación. 3.5.2. Baluartes o bastiones La existencia de un baluarte completo y en regular estado de conservación en las inmediaciones de la Plaza del Cercado de los Barrios Altos, nos permite conocer las características principales de estos elementos, cuya planta semitípica se repitió treinta y cuatro veces alrededor de la ciudad. La sección del muro compuesto de este baluarte es de 6.90 metros en la base y 6.44 metros a nivel del terraplén, disminuyendo veintiocho centímetros por talud en la escarpa y diecisete centímetros en el contramuro, con adarve o terraplén elevado a 3.24 metros en promedio por sobre el nivel del piso interno del bastión. La muralla está compuesta por dos parapetos paralelos de adobe: el parapeto externo, que es el más ancho y tiene una sección de 3.1 metros en la base y una altura de 2.95 metros, y el parapeto interno o contramuro, que tiene una altura de 3.2 metros y una sección de 1.1 metros en la base y 0.92 metros en la cabeza del parapeto. Debe señalarse que estos parapetos interiores tienen una sección ligeramente mayor en los !ancos, llegando hasta 1.06 metros El espacio entre los muros se encuentra ocupado por un relleno de guano y desmonte, con hormigón y tierra compactada en la super•cie. 154 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Las dimensiones de los •ancos o traveses de este baluarte son de 33.4 el •anco norte y 29.8 metros el •anco sur. Las dimensiones de los frentes del baluarte subsistente son de 74.5 el ubicado por el lado norte y 72.6 metros el ubicado por el lado sur, existiendo un ligero ochavado de 2.2 metros en la arista externa de su encuentro, internamente los frentes forman un ángulo de ochenta y siete grados. El acceso al adarve o plataforma superior de los bastiones, se realizaba mayormente por medio de rampas ubicadas en las golas o encuentros internos de los •ancos y cortinas. En 1945, Juan Bromley describió una de estas rampas como los restos de un plano inclinado de adobe y tierra compactada, con diez metros de desarrollo horizontal y un 30% de pendiente. Corte de un bastión típico de las murallas de Lima (Augustin, 2007) 155 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Plano de almacenes de pólvora y pertrechos en un baluarte de las murallas, 1763 (Centro Geográ!co del Ejército de Madrid, en Bonilla di Tola, 2009) 3.5.2.1. El bastión subsistente en los Barrios Altos El estado actual de conservación del bastión de Santa Lucía es regular, pues aunque los restos no presentan problemas estructurales evidentes en ninguno de sus componentes. La super!cie de los muros y parapetos presentan un alto grado de disgregación, habiéndose acumulado material de adobes y recubrimiento disgregado al pie de algunos sectores de muros y parapetos, formándose montículos de tierra sobre el adarve y al pie de los contramuros internos. 156 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO La casamata, o habitáculo formado en la arista de los frentes del baluarte, se encuentra en mal estado de conservación, presentando patologías estructurales y habiendo perdido la mayor parte de sus revoques los muros y banquetas, hallándose también deteriorados los marcos y el dintel de madera de la pequeña ventana o tronera del habitáculo, deterioros producto de la intemperie, de la inexistencia de programa de mantenimiento y conservación, y de un largo proceso de disgregación. Las rampas de acceso a la plataforma o “adarve” del bastión, cuyos restos identi•có Juan Bromley en 1945, han desaparecido completamente, siendo esta la única alteración importante del monumento. Parte del área interna del bastión se encuentra ocupada por una construcción de mediados del siglo XX, donde funciona actualmente una Casa/ Hogar temporal para mujeres y a la cual se le han añadido a lo largo de los años distintas habitaciones y espacios anexos, levantados tanto en adobe, material noble y estructuras ligeras, llegando a cubrir actualmente hasta un 20% del área interna del monumento. A pesar que gran parte del área libre y algunos sectores de los muros internos del área del bastión muestran evidencias de ocupaciones y usos anteriores, como perforaciones para viguetas en muros o improntas de antiguos recubrimientos sobre el piso, afortunadamente ninguna de estas intervenciones han mutilado o transformado irreversiblemente el monumento, conservándose enteramente tanto los materiales como las proporciones originales de este elemento típico de las antiguas murallas de Lima. 157 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Planta del estado de conservación del bastión de “Santa Lucía” (Augustin, 2004) Muros, plataformas y área interna del bastión de “Santa Lucía” 158 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Vista del encuentro externo de los frentes y del habitáculo sobre este Encuentro interno de los frentes del bastión Detalle interno de la casamata 159 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Camino de carreta perimetral al bastión Plataforma superior o “adarve” Vista aérea del bastión de Santa Lucía y sus sectores aledaños, en la zona del antiguo Cercado de Indios de Santiago, en los Barrios Altos (Aerofotografía, www.GoogleEarth.com) 160 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Barridos fotográ•cos del bastión de “Santa Lucía” Composición interna de un bastión típico de las murallas de Lima (Augustín, 2008) 161 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 3.5.3. Muros cortinas Las cortinas de las defensas de Lima, sin un foso a sus pies que la separase de los extramuros de la ciudad, se levantaron como largos tramos de muros de adobe, de seis metros de alto por tres metros de ancho en promedio, asentados sobre cimientos de piedras medianas de río con argamasa de cal y arena: era una larga pared cuyo traje de yeso rayado, garabateado, destrozado en todos sentidos, exhibía un batiburrillo de croquis jeroglí•cos o impuros gritos de partidos o inscripciones burlescas en contra o a favor de Torrico, La Fuente, Vivanco y otros agitadores o pretendientes al poder supremo, todas cosas bien poco halagadoras, temperadas felizmente por algunas banalidades amorosas y por algunos nombres de mujeres de aquellos que sólo la lengua española sabe crear102. El ancho de las cortinas parece haber quedado determinado en buena medida por la sección del muro externo o escarpas de los bastiones, los cuales tenían 3.1 metros de ancho aproximadamente. Las cortinas fueron entonces una extensión de estos muros sin construirse el contramuro opuesto como en los baluartes, haciendo mucho menor la sección total de las cortinas defensivas, a diferencia de los proyectos originales. La longitud de las cortinas, es decir, la distancia entre bastión y bastión, varió entre los ciento treinta y los ciento sesenta metros. La distancia entre el •anco sur del bastión subsistente en los Barrios Altos, y los restos del •anco norte del bastión contiguo a éste, muestran que su respectiva cortina tuvo ciento treinta y seis metros de largo aproximadamente. Aun cuando no ha perdurado ninguno de los tramos de las cortinas ni se han encontrado planos detallados de sus secciones, sus características pueden ser calculadas y recreadas a partir de varias descripciones generales antiguas, y a partir de evidencias materiales encontradas en el sector sur del bastión subsistente en los Barrios Altos, donde el desaparecido encuentro del muro existente y la cortina arroja evidencias que nos dan luces sobre la existencia del “camino de ronda”, y que nos acerca a deducir las dimensiones de las cortinas mismas. 103 Max Radiguet. “Lima en 1844”, en Raúl Porras Barrenechea. Antología de Lima. El Río, el puente y la alameda. Lima: Fundación Manuel J. Bustamante De la Fuente, 2002; 259. 162 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Recreación del corte de una cortina típica de las murallas de Lima.(Augustin, 2007) Sector de cortina en las inmediaciones del Cuartel de Barbones, 1929 (F. Camacho, 1929) 163 REINHARD AUGUSTIN BURNEO En este mismo sector se ha identi•cado, además, la única evidencia material que subsiste de las antiguas cortinas: una pequeñísima sección de su arranque exterior, revestido por un grueso enfoscado de yeso donde éste se encontraba con el parapeto del bastión. Es posible reconocer en el baluarte existente de las murallas de Trujillo un claro ejemplo de cómo debieron ser las cortinas de las murallas de Lima; pues al ser construidas las obras de forti•cación de Trujillo casi al mismo tiempo y bajo los mismos términos que las de Lima, es bastante plausible que existieran intercambios de información, sugerencias y mandatos técnicos entre uno y otro proyecto. Así, observamos como la sección y las dimensiones del bastión subsistente de las murallas de Trujillo son casi idénticas a las medidas conocidas de las cortinas de las murallas de Lima, pudiendo intuirse un parentesco entre ambos elementos. Baluarte de las murallas de Trujillo. Muro de dimensiones y características similares a las desaparecidas cortinas de la forti•cación limeña (Valery Bazán Rodríguez, 2005) 164 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 3.5.4. Accesos y circulaciones de las partes altas de las murallas La existencia de un “camino de ronda” alrededor del anillo defensivo; es decir, la presencia de un recorrido continuo por las partes altas de las murallas de Lima queda con•rmado por el mismo duque de la Palata en sus Memorias, donde re•ere que la ceremonia de inauguración empezó en Monserrate, y luego los asistentes al acto “caminaron sobre la explanada de la muralla”104. Ademas, es posible deducir su presencia tanto por las dimensiones generales estudiados de este elemento como por los restos y evidencias hallados en el bastión subsistente de los Barrios Altos, donde encontramos evidencias de unas escaleras de adobe situadas sobre el parapeto de la plataforma, en el extremo del !anco sur o la gola del bastión. Estos pequeños restos, cuya presencia pasa desapercibida, constan de varios montículo de adobes disgregados sobre el parapeto de la plataforma, los que sugieren dos antiguos escalones de adobe de aproximadamente un metro de paso por diecinueve centímetros de contrapaso el primer peldaño, y alrededor de 1.4 metros de paso y otros diecinueve centímetros de contrapaso el segundo peldaño, siendo probablemente el borde mismo de la cortina el tercer y último de los escalones que llevaban desde el nivel 4.65 m hasta el nivel 4.9m aproximadamente, como se sugiere en los grá•cos presentados a continuación. Para llegar a estos escalones ubicados sobre el nivel superior del parapeto del bastión (4.65 m), se utilizaban tres escalones de adobe que partían desde el adarve, siendo el borde mismo del parapeto el cuarto y último escalón. Aunque esta escalera ha desaparecido completamente, existe un claro rastro en el sector donde ésta llegaba al parapeto, además, de una escalera de iguales características y en buen estado de conservación, que sube al parapeto en el sector cercano a la casamata. Asimismo, la subida desde el nivel de piso o “de calle” hacia las plataformas de los bastiones se realizaba mayormente por medio de rampas inclinadas de adobe de diez metros de largo con 30% de pendiente en promedio, las cuales se situaban en uno o ambos extremos de los !ancos de los bastión y debían servir tanto como acceso para los defensores como para el apeo de piezas de artillería. 104 Luis Deza Bringas. “Santa Sofía: el hospital que nunca fue”, en Revista de Neuro-Psiquiatría de la Universidad Católica del Perú. Vol. 67, No 1-2; 20. 165 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Recreación volumétrica del encuentro entre bastiones y cortinas. Características de los accesos y de la circulación vertical entre ambos elementos (Augustin, 2007) Ft. A Restos del arranque lateral de la cortina en su encuentro con el bastión 166 Ft. B. Restos de pasos de adobe sobre el parapeto, acceso al “camino de ronda” sobre la cortina LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Vista de Lima desde el baluarte del desagüe de la toma de Monserrate. Se destaca la rampa de acceso al bastión y la existencia de un recorrido continuo entre cortinas y bastiones sobre las murallas de Lima (Leonce Angrand, 1838) Recreación de las rampas de acceso al bastión y al “camino de ronda” sobre las cortinas de las murallas de Lima. (Augustin, 2007) 167 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 3.5.5. Murallas frente al río La con•guración de las murallas en las orillas del río Rímac fue diferente al circuito de cortinas y bastiones que cerraron a la ciudad por sus lados de tierra. La irregular pendiente escarpada y la plataforma que elevaba la ciudad sobre el nivel del caudal del Rímac fue protegida al construirse las murallas con parapetos en los sectores del malecón donde no se hubieran ya construido antes de 1684, así como adosando distintos muros de contención a la escarpa del río, los cuales empezaron a ser levantados con anterioridad para contener las crecidas del río. De esta manera se evitaba el desmoronamiento o el retroceso de la línea ribereña en estos sectores, siendo quizá estas las partes de las murallas de Lima que mayor utilidad “defensiva” tuvieron. Así, el cierre del anillo de las murallas por el lado del río se produjo al conectarse los distintos sectores de explanadas y malecones que se encontraban ya protegidos del mismo río, por lo que su con•guración como parte integral de las murallas de Lima no resulta del todo clara. Además de ser la única parte en sobrellevar cambios, añadiduras y reparaciones constantes. Los últimos hallazgos arqueológicos sobre la antigua línea del malecón, a espaldas del convento de San Francisco en el denominado “Parque de la Muralla”, nos han permitido conocer parte de estos muros, sus plataformas y sus parapetos, construidos en el siglo XVII. En este sector se pueden identi•car dos plataformas consecutivas y partes de la muralla con una con•guración bastante aproximada a la que muestra el plano escenográ•co del padre Nolasco Mere de 1685, que como sabemos exageró tanto las dimensiones como los componentes de las murallas. La muralla principal encontrada en este sector está hecha de piedra granítica, asentada con argamasa de arena y cal, tiene una altura de siete metros en promedio, un ancho de 2.5 metros en la base y aproximadamente 1.2 metros de sección a nivel del terreno. Este largo muro presenta distintas enmendaduras y reparaciones a lo largo de su recorrido, como camisas de mampostería adosadas a los taludes de las murallas y secciones reconstruidas tanto con piedra de cerro como con piedras de río, producto de los continuos trabajos de refuerzos y reparaciones 168 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Sección de defensas frente al río Rímac, compuesta por un grueso muro de adobe con “camisa” de ladrillo, sobre una base de piedra granítica y canto rodado Corte de defensas frente al río, en el sector del Convento de San Francisco (Augustin, 2007) Plataforma defensiva en las partes bajas de las murallas, frente al río 169 REINHARD AUGUSTIN BURNEO que debieron sobrellevar estos sectores en su tiempo útil de vida, durante los siglos XVII y parte del XVIII. Se han ubicado también en esta zona dos plataformas defensivas construidas con grandes piedras asentadas sobre argamasa de arena y cal, de treinta y cinco metros de largo cada una, con terraplenes de cuatro metros de ancho y 1.70 metros de altura, situadas al pie de la muralla principal, tal como los principales tratados de forti•cación europeos de la época indican debía hacerse para proteger una ciudad atravesada o colindante a un río principal. Según el padre Antonio San Cristóbal, con estos últimos descubrimientos fue posible demostrar la continuidad ininterrumpida de la muralla en la totalidad de su recorrido, en contraposicion a lo gra•cado por la mayoría de las plantas de la ciudad realizadas durante los siglos XVIII y XIX, que no muestran murallas en toda la ribera del Rímac103; sin embargo, debe indicarse que esta continuidad debió quedar interrumpida durante el siglo XVIII, al modi•carse paulatinamente la distancia y la con•guración del retiro del río. Estructura defensiva sobre el cauce antiguo del río Rímac, dentro del “Parque de la Muralla” 105 Antonio San Cristóbal. “Descubrimientos en la muralla de Lima”, en Tecnia. Vol. 13, Nº 2. Lima, julio-diciembre, 2003; 67-73. 170 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 171 Bastiones y sectores de murallas identi•cadas desde el cerro San Cristóbal, hacia mediaddos del siglo XIX. Fotografía: Library of Congress (Washington, D.C.). “Lima”, 1874 Plano: Antonio María Dupard. Plano de la Ciudad de Lima; 1859 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 3.6. Otros restos de las murallas en el sector de la plaza del Cercado de los Barrios Altos En el sector de la Plaza del Cercado de los Barrios Altos, sobre el antiguo Cercado de Indios de Santiago, es posible identi•car algunos restos y evidencias de los dos bastiones contiguos hacia el sur del baluarte subsistente de Santa Lucía, los cuales se encuentran en estado de ruina y en peligro inminente de colapsar o terminar de ser devorados por las viviendas y las actividades de su entorno. Los restos más cercanos al bastión principal se ubican la esquina que hacen la avenida Rivera y Dávalos y el jirón República, donde subsiste una sección de aproximadamente treinta metros del muro de adobe externo del •anco sur de la forti•cación, encontrándose en muy mal estado de conservación e inminente peligro de colapso. En estos mismos restos es posible apreciar el friso o cordón externo que llevaban exteriormente las murallas de Lima, y que han desaparecido totalmente en el bastión principal. Otras partes de este mismo contrafuerte se encuentran ubicadas dentro de un conjunto residencial, a la altura de la tercera cuadra de la avenida Rivera y Dávalos, donde se hallan aproximadamente setenta metros lineales de las partes bajas de los muros de la pared en donde es posible apreciar claramente la composición interna de la mampostería, y el método constructivo simple de las murallas. Los siguientes restos de las murallas de Lima se encuentran cerca de la esquina de la avenida Rivera y Dávalos y el jirón Pativilca. Aquí identi•camos una sección de aproximadamente treinta metros del •anco norte de otro bastión desaparecido, conservándose algunas otras secciones de las partes bajas de él al interior de otro conjunto residencial, a la altura de la segunda cuadra de la avenida Rivera y Dávalos. Estos vestigios, además de los restos materiales, se presentan también en la forma de las líneas de las propiedades y la morfología de la planta general de las viviendas del sector, que claramente han tenido a las murallas como elemento determinante para su aparición y habilitación, utilizándose muchas veces los viejos muros como paredes medianeras o como fuente de adobes y materiales para otras construcciones. 172 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Identi!cación de restos y vestigios de las antiguas murallas de Lima en el sector de la Plaza del Cercado, en los Barrios Altos, Aerofotografía en www.GoogleEarth.com Restos de las partes bajas de los frentes de un bastión, dentro de un conjunto residencia en la cuarta cuadra de la Av. Rivera y Dávalos, en los Barrios Altos 173 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Ruinas del muro externo del !anco de un bastión, en el cruce de la Avenida Rivera y Dávalos y el Jr. República en los Barrios Altos Detalle del sobrecimiento de piedras y la disposición de la mampostería de adobe 174 Erosión y socavación en las partes bajas de los restos de los muros LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 3.7. Vida, utilidad y desaparición de las murallas Las críticas y el cuestionamiento a la verdadera utilidad de la forti•cación que precedieron a la construcción de las murallas se expresaron también una vez concluida la obra. El mismo duque de la Palata, en sus Memorias, aceptaba que en las forti•caciones de Lima y Trujillo se habían pasado por alto algunas recomendaciones técnicas sobre la arquitectura militar. Aunque justi•caba estas ausencias, sin embargo, por las especiales circunstancias geográ•cas de estas ciudades americanas, en donde teóricamente no era factible un ataque o desembarco a gran escala. El sucesor del duque de la Palata, el virrey Melchor Antonio Portocarrero Lazo de la Vega, conde de Monclova, quien gobernó el Virreinato del Perú entre 1689 y 1705, criticó inmediatamente las características de estas obras, aunque sin encontrar negligencia sobre su antecesor de quien comprendió debió actuar bajo la presión y el constante requerimiento de la población por llevarlas a cabo106. Las primeras reparaciones importantes sobre la muralla debieron ser necesarias pocos meses después de terminada la obra. El terremoto del 20 de octubre de 1687 dañó varios sectores de las cortinas y algunas portadas de las paredes, además de derribar la mayor parte de los templos y edi•cios de la ciudad, quedando bastante perjudicados también el pueblo y los muros del Callao, en donde se produjo la salida del mar tras el sismo. Las siguientes amenazas menores para la amurallada ciudad de Lima provendrían de ataques de esclavos negros fugados, quienes se encontraban forti•cados en las alturas de Huachipa e incursionaban esporádicamente sobre Lima, aunque sin llegar nunca a traspasar sus muros. Los cabecillas cimarrones fueron derrotados y ejecutados alrededor de 1715 por el virrey Diego Ladrón de Guevara107. 106 107 Guillermo Lohmnan Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 205. José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Op. cit., 87. 175 REINHARD AUGUSTIN BURNEO La única reparación importante de las murallas de Lima durante el siglo XVIII se dio entre 1724 y 1736, bajo el gobierno del virrey José de Armendáriz, marqués de Castelfuerte. Durante este período, además de dar mantenimiento general a la obra, se mejoró el amplio parapeto por la parte del río. Fueron apenas dos las ocasiones en que la presencia de piratas en los mares del Virreinato del Perú encontró a Lima encerrada por sus muros; sin embargo, ni la expedición del inglés Charles Wagner de 1709 ni la de George Anson de 1740 llegaron siquiera a acercarse al Callao. Fueron quizá los terremotos los únicos enemigos que debieron confrontar las murallas. El gran sismo del 28 de octubre de 1746 destruyó completamente el Callao y echó por tierra casi toda la ciudad de Lima, arruinando igualmente gran parte de sus defensas. El gran terremoto de 1746 llevó incluso a plantear la reconstrucción total de la ciudad dentro de un paralelogramo regular con dos de sus lados paralelos al río y transversales a las haciendas Del Pino (actualmente El Agustino) y La Pólvora (actualmente La Parada, de la Victoria). Se propuso además una nueva Casa de Gobierno en Chacra Ríos y la construcción de un fuerte en el cerro de San Bartolomé (hoy El Agustino). Esta atrevida propuesta fue rechazada por Jose Antonio Manso de Velasco el conde de Superunda, principalmente debido a que la mayoría de inmuebles destruidos por el terremoto se encontraban hipotecados, y ello hubiera resultado en inmensas pérdidas para las órdenes religiosas, quienes eran en su mayor parte las acreedoras de dichas hipotecas108. Por su parte, el francés Louis Godin, autor del proyecto de reconstrucción del nuevo poblado del Callao en Bellavista, recomendó derribar lo que quedaba de los muros y parte de la ciudad ensanchando las calles existentes y levantando manzanas con esquinas ochavadas. Indicó, además, nuevas normas constructivas, entre las cuales estaban la edi•cación de inmuebles de adobe de un solo piso con muros de cuatro varas de ancho, pudiendo edi•carse altos solo en caso de extrema necesidad y únicamente con bahareque (quincha). Además, los techos y las bóvedas debían construirse solo con madera, caña, barro y yeso. 108 Don Antonio Manso de Velasco. “El terremoto de 1746”, en Manuel Atanasio Fuentes, Editor. Memorias de los virreyes que han gobernado el Perú, durante el tiempo del coloniaje español. Op. cit. 1859. T. IV; 263. 176 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Godin recomendó también fachadas y columnas más bajas, suprimir balcones, miradores y sustituir los campanarios con espadañas bajas. Se optó por no variar la ubicación de la ciudad, aunque muchas de las recomendaciones constructivas de Godin fueron tomadas en cuenta en un inicio109. Para mediados del siglo XVIII la relativa tranquilidad con que se habían desarrollado más de dos siglos de coloniaje español se vio progresivamente interrumpida al gestarse el proceso de ideas y de luchas emancipadoras que llevarían a España a perder todas sus colonias americanas en menos de un siglo. Lima, como centro del poder español, se vería sucesivamente amenazada por rebeliones indígenas. En 1749, los nativos de Canta y Huarochirí se rebelaron y avanzaron para atacar y tomar la ciudad, aprovechando la ruina ocasionada por el terremoto de 1746, sin embargo, la rebelión fue detectada tempranamente y sus cabecillas ejecutados110. El 29 de setiembre de 1749 se develó un plan ideado por el hijo del Cacique de Chonqui, quien pretendió disfrazar a dos mil nativos con sables y lanzas como comparsa en las festividades de San Miguel Arcángel, para atacar de improviso a las autoridades y luego incendiar e inundar la ciudad. Este fallido plan, que intentaba burlar los muros tomando a la ciudad desde dentro, fue conocido como “la conspiración de Amancaes” y se evitó gracias a la participación de un espía del virrey, el cual, sin embargo, fue descubierto y cruelmente ajusticiado, al igual que lo serían la mayoría de los cabecillas de la conjura poco después. Volvieron a levantarse los indígenas de Huarochirí en 1783, esta vez bajo el mando de Felipe Túpac Amaru y Ciriaco Flores, en una época de rebeliones en casi todas las principales ciudades del Virreinato del Perú, siendo el principal caudillo José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II. Una vez controladas con gran violencia las rebeliones de la década de 1780, siguieron dos décadas de aparente tranquilidad para la ciudad de Lima, 109 110 Anthony Oliver Smith. “El terremoto de 1746 de Lima: el modelo colonial, el desarrollo urbano y los peligros naturales”, en Virginia García Acosta, “Historia y desastres en América Latina”. Vol II, 1997; 117. José Manuel Valega. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Op. cit., 89. 177 REINHARD AUGUSTIN BURNEO en las que las ideas libertadoras maduraron sin sucesos violentos, apareciendo nuevamente las revueltas y sublevaciones como una preocupación para la institución virreinal a inicios del siglo XIX. Esta creciente corriente emancipadora, además de la amenaza inglesa al sur del continente, llevó a Fernando de Abascal, virrey del Perú entre 1806 y 1816, a reparar y poner en valor las murallas de Lima. Ésta refacción general de la forti•cación puede considerarse parte del impulso edi•cador de este período, que signi•có también la construcción del Cementerio General (1808), el Cuartel de Santa Catalina (1806), la Portada de Maravillas (1807), entre muchas otras obras, realizándose también una mejora general de las plazas y espacios públicos, lo que signi•có un primer acercamiento a la concepción de una Lima urbana moderna o proyectada hacia el futuro. Motivado principalmente por la amenaza inglesa111, Abascal emprendió la reparación de las murallas, evitando el uso de la Hacienda Real. El 29 de agosto de 1807 prohibió por bando toda alza en el costo de los jornales de los peones y el aumento del precio de los adobes. Entre los ciudadanos particulares de la ciudad se contó con la colaboración del marqués de Calada de la Fuente y Francisco Vázquez de Ucieda, quienes repararon un baluarte cada uno. Además los hacendados de las inmediaciones •nanciaron la reparación de tres baluartes más, y los vecinos de la zona de 111 En octubre de 1805 Inglaterra derrotó a las fuerzas Franco-Española en la batalla naval de Trafalgar, consolidándose como la máxima potencia militar de principios de siglo XIX. Sin embargo, el Emperador Napoleón Bonaparte planteó inmediatamente un efectivo bloqueo marítimo contra el comercio inglés, causando grandes daños en su economía, impulsando a Inglaterra a emprender un tardío intento colonizador. Así, las fuerzas inglesas retomaron la colonia Franco-Holandesa de “El Cabo” en Sudáfrica al año siguiente e intentaron arrebatar a España sus colonias americanas, generando el temor de un ataque a Lima. Entre 1806 y 1807 los ingleses atacaron las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, en el Virreinato del Río de la Plata. La expedición inglesa fracasó, siendo derrotada en Buenos Aires en julio de 1807; sin embargo, éste ataque desencadenó el proceso que llevaría a España a perder sus colonias americanas: las fuerzas inglesas derrotadas en 1807 no lucharon contra fuerzas realistas españolas sino contra defensores criollos americanos, quienes luego de ésta victoria militar declararon la primera “Junta” de Buenos Aires en 1810, desencadenándose así el proceso •nal de la independencia americana que concluyó en 1826 en las pampas de Quinua, en Ayacucho. 178 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Monserrate aportaron siete mil pesos para la reedi•cación de las murallas de su sector112. La refacción consistiría en despejar las grandes cantidades de basura y escombros que se habían acumulado alrededor de gran parte de las murallas, rellenar los baluartes donde se hubiera perdido material y reforzarlos para recibir artillería pesada. Reconstruir las partes derribadas y reforzar las existentes. Se construyeron, además, caminos internos y externos a la línea de los muros, repartiéndose el costo de las obras de reparación entre las instituciones de la siguiente manera: -El Arzobispado, el Cabildo Eclesiástico, el clero, y los monasterios de monjas costearon entre ellos la reparación de tres baluartes. -El Cabildo de la ciudad •nanció las obras en seis baluartes. -La Inquisición pagó la reparación de dos baluartes. -El Consulado y el Tribunal de Minería aportaron para reparar tres baluartes cada uno. -La Universidad colaboró con la refacción de un baluarte. -Las órdenes de Santo Domingo, San Agustín, y La Merced repararon tres baluartes cada una. -La Compañía de los Cinco Gremios de Madrid, la Cofradía de la O, y la Casa de Paga General de Censos costearon la reparación de un baluarte cada uno113. Los trabajos de reparación duraron varios meses, siendo supervisados permanentemente por el mismo virrey. Al terminarse las obras, se había vuelto a poner en uso el angosto terraplén superior o adarve en torno a la ciudad, igualmente, se construyó un camino externo al pie de las murallas e incluso se llegaron a cavar algunos fosos y se construyeron almacenes en las golas de dos baluartes para el depósito de pólvora, rehaciéndose además las portadas de Guadalupe y de Maravillas114. También se encargó al padre Juan de Herrera el relleno de seis bastiones y la construcción de plataformas de acceso para la artillería, llegando a levantar 112 113 114 Guillermo Lohmnan Villena. Las defensas militares de Lima y Callao. Op. cit., 205. Manuel de Mendiburu. Diccionario histórico-biográ!co del Perú: parte primera que corresponde a la época de la dominación española. Op. cit., T. VI: 336-340. Ibíd., 336-340. 179 REINHARD AUGUSTIN BURNEO hasta tres en cada uno de los baluartes a su cargo, cobrando por todo ello casi veintitrés mil pesos115. Algunos de estos complementos y reparaciones de inicios del siglo XIX son fácilmente reconocibles en el refugio existente en la zona del Cercado, tales como el reforzamiento del parapeto, la habilitación del camino de carreta empedrado externo a los muros y la construcción de un habitáculo o casamata en la arista de los frentes del baluarte. El virrey Abascal refaccionó esta muralla y creyó ponerla en pie de guerra; pero creo que ni entonces ni ahora ha podido servir a tal objeto, pues que su debilidad, su mucha extensión y su poca elevación hacen imposible una defensa sostenida, aun contra un pequeño ejercito. Este es un hecho tan conocido, que el gobierno hace muy poco caso de tal forti•cación y la deja desmoronarse, sin atribuirle el merito que tuvo para Abascal. Hoy podría la muralla servir siquiera de paseo, porque presenta hermosos puntos de vista hacia el campo y huertas de la vecindad, pero su soledad la hace peligrosa; no es raro que algunos paseantes hayan sido sacados de sus abstracciones por los bandidos que allí pueden hacer su presa sin temer a la policia116. Poco tiempo antes de las reparaciones emprendidas por Abascal, había sido renovada la Portada del Callao como parte del proyecto de la espaciosa alameda que mandó diseñar el virrey Ambrosio O’Higgins en 1797, al inicio del nuevo camino hacia el puerto del Callao, inaugurados ambos en el año 1800. La nueva entrada “del Callao” fue un gran pórtico decorado con molduras de estuco, con una puerta principal al centro y cerrada por dos hojas dadas de verde, sobre este ingreso el escudo “de las Armas Reales”, bajo el cual se leía la inscripción: “Imperante Carolo IV”. A los lados dos puertas más pequeñas, la derecha o “de las Armas de Lima” que estaba casi siempre abierta y era la que se usaba comúnmente, y la izquierda la “de las Armas del Consulado”117. 115 116 117 Informe de Antonio Álvarez, 1816, en Archivo Histórico de la Municipalidad de Lima, Obras públicas 1638-1822. Caja N° 1, Doc. 5 José Victorino Lastarria. “Lima en 1850”, en Alberto Tauro del Pino. Viajeros en el Perú republicano. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1967; 92. Max Radiguet. “Lima en 1844”, artículo citado, 258-259. 180 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Al ingresar por ella a la ciudad, los visitantes extranjeros debían cancelar un impuesto, de lo que se quejó Max Radiguet en su descripción de Lima de 1844. Radiguet cuenta, además, de una característica arquitectónica muy interesante de esta zona de la ciudad en la cual encontró, después de atravesar las murallas, una larga calle bordeada de paredes en las que había pintadas fachadas de casas. Es decir, con escenografía y estuco de diversos colores se habían simulado puertas y ventanas, siendo realmente todas estas construcciones abandonadas. Es posible conocer el estado general de las murallas de la ciudad hacia •nes del período colonial, en los años 1805 y 1816, gracias a los informes del Comandante General de Ingenieros, Pedro Antonio de Molina, y ya en el período republicano, gracias al informe de 1830 del Diputado General de Aguas, Manuel García; informes encargados por la municipalidad de Lima para valorar el estado y utilidad real de la antiguas defensas. En su informe de 1816, De Molina da cuenta de cómo hace ocho años se habían reparado las murallas y bastiones, con el esfuerzo económico de las instituciones y particulares de la ciudad, y como esta reparación había durado tan poco, tanto por la baja calidad de los materiales utilizados en las refacciones de 1807, por “maldad de los borriqueros que no reparan en desbaratar los sardineles de los parapetos”, como por el descuido de los hacendados, que no prestan mantenimiento a las acequias que por muchos puntos atraviesan o corren paralelos a los muros, deteriorándolos con humedad. El informe recomienda realizar pequeñas reparaciones a lo largo del cerco, así como trabajos de mantenimiento en todas las portadas de acceso; recomendaba •nalmente •nanciar estos trabajos por medio de un reajuste en la manera de aplicar la “sisa” sobre la carne, impuesto utilizado ya para estos •nes117a. El virrey Fernando de Abascal respondió negativamente a la recomendación de Antonio de Molina, recordado que a pesar de mantenerse cuentas abiertas para el mantenimiento de las murallas, y de generar estos 117a Informe de Pedro Antonio de Molina, 1816, en Archivo Histórico, Municipalidad de Lima, Obras Públicas 1638-1822. Caja # 1. Doc. 18. 181 REINHARD AUGUSTIN BURNEO gastos sin interrupciones, las mismas se encuentran cada vez en peor estado, no mereciendo la pena de seguir invirtiendo ni haciendo gastos en su reparación. Las partes principales del informe de Manuel García, de 1830, “Relación que mani•esta los defectos en las murallas que circulan la capital”118, son los siguientes: -Muralla de Monserrat: Esta tiene el primer valuarte todo el contramuro del relleno en circunferencia como de ochenta varas desvaratado faltandole los adobes y quedando pendiente por votare mismamente como diez varas en los dos estremos. Asimismo dos pedasos de la cortina de arriba comenzando a cargar de tierra y adobe por estar cuartiados. Y en el segundo valuarte: En este se hallan tres pedasos de la cortina de arriba comenzando a sacar el adobe y tierra como también le han quitado la primera hilada del contramuro del piso de arriba Y en el tercero: En este citio se han llevado todo el adobe de las dos ramplas, quedando una pequeña parte por votar como de cinco a seis varas de largo y una de alto. Por manera que de principio al •n de esta muralla en la banda de adentro han arruinado con ella en ramplas, cajones ó contramuros y parte de la cortina. -Muralla de la Portada para Juan Simón: En esta se haya por la banda de adentro un pedaso caido como de vara y media de alto en las primeras hiladas como también un pedaso cuartiado que ambas dos cosas estan expuestas a que las boten. -De Juan Simón a Santa Catalina: En este jiron por la banda de afuera hay dos ollos uno mas grande que otro apegados a los simientos por la tierra que han sacado. -De Barbones a Maravillas: En citio inmediato al Camal de Soto esta derrumbada en el largo como de veinte varas la cortina de arriba. -De Maravillas a Martinete: Tras de la garita la primera tapia como de veinte varas de largo esta caido y se conoce estar cargando la tierra de este citio. Todas las demas reconocidas con bastante esmero estas sonas con tal mal rajaduras que se conoce haber sido ocasionadas por el terremoto del treinta, pero sin correr peligro119. 118 119 Informe de Manuel Garcíana, 1830, en Archivo Histórico, Municipalidad de Lima, Obras Públicas 1638-1822. Caja # 1. Doc. 28. Ibid. 182 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Hacia el •nal del documento Manuel García incluye una curiosa nota que nos da un claro ejemplo de las di•cultades que habían de afrontar las autoridades para conservar en buen estado la obra, siendo el retiro clandestino de tierra y adobes para uso particular una falta común en varios sectores del cerco: “De orden verbal del Señor Alcalde presidente comunicada el día de ayer a horas de las diez de la mañana por denuncia que dieran que los Capacheros están arruinando las murallas cargandose los adobes y tierra de que están formadas”120. A pesar de los estudios e informes de 1830, las forti•caciones de Lima no volvieron a ser reparadas integralmente, al considerarse el cerco inútil como defensa militar. Su mantenimiento fue abandonándose paulatinamente, deteriorándose y desapareciendo parte de sus estructuras durante el resto del siglo XIX. Por ello se hizo más fácil para contrabandistas, bandidos o cualquier visitante furtivo, entrar y salir de la ciudad, evitando las garitas y los controles de las portadas. Hacia 1860 el prefecto de departamento Juan I. Mendoza, por petición del Ayuntamiento de la ciudad, realizó una valoración del estado de conservación y la utilidad real de las murallas, mostrándose a favor de conservar el cerco alrededor de Lima: Aunque a mi juicio la murallas no sirven para una defensa militar, deben sin embargo costearse a toda costa por exigirlo así la seguridad del vecindario y porque si no existieran seria necesario sostener una gendarmería de fuerza cuádrupla de los que existe en la capital. Convencido pues de que las murallas deben permanecer hago presente a V. S. que es urgentemente necesario se haga una calza general en la parte exterior de ellas y con particularidad en los angulos salientes de los bastiones debiendo abrirse foso al pie de las murallas para hacerlas inaccesibles a los malhechores121. Resulta claro de éste y de varios otros testimonios, que las cercas nunca fueron apreciadas como una obra de arquitectura militar; sin embargo, al ser las 120 121 Ibíd. Informe de Juan I. Mendoza, prefecto de departamento, 1860. Archivo Histórico de la Municipalidad de Lima. Obras públicas, 1860; Doc. 9. 183 REINHARD AUGUSTIN BURNEO murallas una barrera para la libre circulación de personas y mercaderías ilegales, su presencia fue apreciada y valorada por varios sectores e instituciones de la sociedad, que se opusieron a su demolición en varias ocasiones a lo largo del siglo XIX. La necesidad de nuevas áreas de expansión y la oportunidad del buen negocio que esto representaba, llevó a Mariano Álvarez, Pedro Sayán y Mario Felipe Paz-Soldán a realizar en 1860 un proyecto que lotizó y urbanizó las huertas del Colegio de San Carlos, remanente de la antigua “Chacarilla de San Bernardo” de la Orden Jesuita, y último sector signi•cativo del antiguo “cinturón verde” de intramuros. Finalmente, en 1866 los funcionarios municipales Emilio del Solar y Francisco Laso propusieron demoler las murallas, levantando nuevamente la controversia acerca de su presencia122. Sin embargo, esta vez la discusión llevaría al gobierno de José Balta a declarar de interés público la demolición del antiguo cerco, mediante el Decreto Supremo del 2 de diciembre de 1869, argumentando tanto motivos urbanísticos, higiénicos, como de seguridad pública, y para permitir así el crecimiento de la ciudad, la eliminación de focos infecciosos y la erradicación de guaridas de malhechores123. Para esta época, el límite edi•cado estaba llegando ya al pie de las murallas en varios sectores de la ciudad. Ésta nueva necesidad de áreas urbanizables y de expansión fue acompañada de un gran impulso edi•cador promovido desde el gobierno central y plani•cado por el ingeniero Luis Sadá entre 1868 y 1870, cuyos planes y proyectos urbanísticos y viales determinaron en gran medida el crecimiento de Lima durante todo el siglo XX al trazarse, según varias de sus propuestas, los nuevos ejes de crecimiento y las áreas de expansión urbana entorno a la antigua ciudad. Algunos de estos proyectos incluían la apertura de nuevas arterias principales en la ciudad, como el proyecto de la “Avenida Central”, que 122 123 José Gabriel Ramón Joffre. La muralla y los callejones: intervención urbana y proyecto político en Lima durante la segunda mitad del siglo XIX. Lima: SIDEA, PromPerú, 1999; 90. José Balta. El Peruano, Lima: 2 de diciembre de 1869, en Sifuentes de la Cruz. Las murallas de Lima en el proceso histórico del Perú. Op. cit., 228-230. 184 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO prolongaría el Jirón de la Unión hasta lo que sería la Plaza Bolognesi, es decir, hasta el encuentro de la prolongación de las nuevas avenidas de Circunvalación proyectadas sobre los ejes de las murallas. Desde ahí, la nueva avenida continuaría en línea recta hasta el borde mismo del acantilado sobre la playa de Magdalena del Mar; aunque la primera parte de este proyecto no fue realizada, el segundo tramo de esta “Avenida Central” se convirtió luego en la avenida Brasil. El diseño de este proyecto vial y urbanístico fue complementado con el diseño de la “Avenida Interior de Lima”, que proponía prolongar un tramo de avenida abierto desde la plaza “2 de Mayo” a través de toda la ciudad, perpendicularmente a la “Avenida Central”, llegando hasta la Avenida de Circunvalación a la altura de la Escuela de Medicina. Este segundo proyecto fue llevado a cabo parcialmente recién en 1921 en el marco de las obras realizadas con ocasión del primer centenario de nuestra Independencia, al prolongarse la avenida La Colmena a través de la antigua Estación de San Juan de Dios, formando la Plaza San Martín y llegando hasta el Jirón Zepita (hoy Av. Abancay). Aprovechando esta auge urbanístico, Henry Meiggs propuso en 1871 demoler gratuitamente los restos de las antiguas murallas y bastiones, y construir en su lugar un amplio paseo de circunvalación o bulevard de estilo parisino, que seguiría las líneas de los dos lados principales del gran triangulo irregular que formaban los ejes principales de las murallas. A cambio de la demolición, el empresario ferrocarrilero pidió se le otorguen dos franjas de terreno a ambos lados de las nueva vías, bene•ciándose con la comercialización de estos nuevos lotes urbanos124. Se plani•có así el Camino de Circunvalación en torno a la ciudad, el cual se conoció en un inicio como Boulevard Meiggs para convertirse luego en las avenidas Grau y Alfonso Ugarte, que al prolongarse algunos años después se unieron en la nueva Plaza Bolognesi, inaugurada en 1905. Algunos pequeños sectores de las cercas de Lima habían sido ya demolidas anteriormente. A mediados del siglo XIX se derribó un tramo 124 Luis Deza Bringas. “Santa Sofía: el hospital que nunca fue”, Op.cit., 24. 185 REINHARD AUGUSTIN BURNEO cercano a la Portada de Maravillas para facilitar el acceso al nuevo Cementerio General, diseñado por el presbítero Matías Maestro. Otro sector, aún mayor que el primero, fue derribado en 1868 para permitir la construcción del Parque de la Exposición, cuyas obras fueron el foco principal de la célebre Exposición Internacional de Lima, inaugurada en 1872. El negocio urbanístico de Henry Meiggs fue bienvenido por el gobierno de Balta, y aunque la ocupación urbana del terreno no llegó a realizarse completamente según el esquema ideado por el empresario inglés, para 1873, la mayor parte de las viejas murallas levantadas por el duque de la Palata estuvieron demolidas. 186 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Capítulo IV Origen del trazado de las murallas de Lima y su in•uencia en la evolución urbana de la ciudad 187 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 188 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 4.1. Período anterior a 1535 Trama urbana aproximada del asentamiento prehispánico del Valle del Rímac. Para considerar cual es la in•uencia de las antiguas murallas de Lima sobre su evolución urbana moderna de la ciudad, es indispensable determinar primero cuál es el origen de los ejes sobre los cuales se construyeron las mismas murallas. La zona del Valle del Rímac sobre la que se hizo la fundación española de la capital del Virreinato, estuvo ocupada previamente por el asentamiento prehispánico principal de este cacicazgo. Dentro del área que hoy conocemos como el centro de la ciudad moderna se ubicaron el Palacio del Cacique, la autoridad local principal, y una serie de edi•cios administrativos: tambos, templos y adoratorios; entre ellos destacaban el complejo del Oráculo de Lima (o del Rímac), el templo de Puma-Inti, entre otros. Los ejes viales del asentamiento central del Valle del Rímac quedaron determinados por los tres caminos principales, que recorrían el caserío. El lado más largo del triángulo irregular, conformado por estos antiguos ejes, estuvo ocupado por el camino de la sierra por el este, paralelo al río Rímac, y en él se ubicaron tanto el Palacio del Cacique como el adoratorio principal. La segunda línea que compone este eje quedó determinada por el antiguo Camino Inca de los Llanos, que partía hacia el sur y era la ruta habitual para viajar a las ciudades principales del sur del Imperio Incaico. El triángulo quedaba cerrado por la línea del camino que llevaba al poblado costero de Piti-Piti (El Callao) por el oeste y hacia el complejo del Oráculo del Rímac y al Camino de la sierra, por el este. En el vértice sur de este triángulo irregular se ubicó el Tambo de Lima, centro principal de intercambio comercial, y en el vértice Este se encontraba el Oráculo del Rímac, centro religioso principal del asentamiento y del valle. 189 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Plano 4.1 - Período anterior a 1535 Orígenes conocidos Cultura Lima (200 a.C.-600 d.C.) Cultura Ichma (600 y 1000 d.C) Señorio de Ichma (1000-1470 d.C.) Ataques y amenazas al Valle del Rímac durante este período 1450 -1470 Integración al Imperio Inca de las culturas locales de los valles de la costa central, por parte de Pachacútec Inca Yupanqui. 1534-1536 Invasión y conquista española Población Aproximada del Valle hacia 1534 40 000 habitantes Asentamientos principales Maranca Pacahacamac Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de Aldo Acervo Porras y Cesar Gervasi Llaque (1992). Juan Gunther Doering y Guillermo Lohmann Villena. “Plano de Lima prehispánica” (Gunther Doering y Lohmann Villena). Juan Bromley y José Barbagelata; “Plano de la Ciudad de los Reyes. Reconstruido Año MDXXXV” (Juan Bromley y José Barbagelata). Eduardo Martín Pastor. “El Solar del Conquistador” (Martín Pastor). Amado Góngora Perea. “Plano de la Ciudad de Lima Metropolitana” (Góngora Perea). -Google Earth (www.GoogleEarth.com). 190 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 4.2. Período 1535 – 1600. Fundación de Lima, el Damero dentro del triángulo prehispánico La ciudad de fundación española se ubicó directamente sobre el asentamiento prehispánico principal del Valle del Rímac, conservándose la localización y hasta el tipo de uso de sus edi•cios más signi•cativos como base para las principales construcciones de la nueva ciudad, como el Palacio del Cacique, que sirvió como plataforma para la Casa de Gobierno; destinando el templo inmediato de Puma-Inti como base y pedestal para la futura Catedral de Lima, utilizando además parte de la gran huaca del Oráculo del Rímac como fundamento para la Iglesia de Santa Ana, construida hacia 1550. Así, el lado Norte de la trama establecida por Francisco Pizarro ocupó la línea del lado más largo del antiguo triángulo irregular formado por los caminos prehispánicos, para proyectar a partir de él un “Damero” de ciento diecisiete manzanas, dispuestas en una retícula de 13 x 9 manzanas de cuatrocientos cincuenta pies castellanos por lado (125.5 metros) y separadas por anchas calles de cuarenta pies de ancho (11.16 metros), con el lado mayor del cuadrilátero, de 13 manzanas, ubicado paralelo al río Rímac. Aproximadamente el 80% del área del Damero fundacional quedaba inscrita dentro de los ejes del triángulo prehispánico, y fue casi de manera exclusiva al interior de esta área donde se levantaron las primeras construcciones españolas; ellas se concentraron alrededor de la Plaza Mayor, que fue el antiguo centro del caserío prehispánico, ocupándose en un inicio muy pocos de los lotes de la cuadrícula española cuyo trazo resultaba exterior a los límites del mencionado triángulo, delineando así desde un inicio el ‘cuerpo’ de la ciudad. La proyección inicial de las manzanas no tomó en consideración los relieves irregulares de la zona, la cual además de tener diferentes pendientes era cruzada por dos canales arti•ciales del Rímac, abiertos mucho antes de la llegada de los españoles: el Huatica y el Maranca (Maranga o Magdalena), y tenía ya consolidados senderos, trochas y caminos antiguos que se acomodaban naturalmente al terreno. 191 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Plano 4.2 - Período 1535–1600 Proyectos de arquitectura militar durante este período 1537 Recinto forti•cado, petición de Hernando de Cevallos (no construido) Ataques y amenazas a la ciudad durante este período 1536 Kisu Yupanqui y su ejército Inca (ataque) 1541 Diego de Almagro El Mozo (toma de la ciudad) 1542 Diego de Almagro El Mozo (amenaza destruir la ciudad) 1544 Gonzalo Pizarro (amenaza tomar la ciudad) 1544 Blasco Nuñez Vela (propone abandonar e incendiar la ciudad) 1546 Rebelión de esclavos negros 1547 Pedro de la Gasca (re-toma de la ciudad, 1541) Población aproximada 1535 70 Españoles fundadores y sus familias, población autóctona local: aprox. 40 000 1584 8 285 (censo de Pedro de la Gasca, Presidente de la Real Audiencia de Lima) 1599 14 262 (censo del virrey Luis de Velasco) Área aproximada de Lima 1535 214 h2 (plano ideal del Damero) 1599 314 h2 (censo del virrey Luis de Velasco) Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de Juan Gunther Doering y Guillermo Lohmann Villena. “Plano de Lima prehispánica” Gunther Doering y Lohmann Villena). Juan Bromley y José Barbagelata; “Plano de la Ciudad de los Reyes. Reconstruido Año MDXXXV” (Bromley y Barbagelata). Eduardo Martín Pastor; “El Solar del Conquistador” (Martín Pastor). Google Earth (www.GoogleEarth.com) 192 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 4.3. Período 1601–1683 Primera expansión, los ejes de la ciudad colonial En el plano de Lima elaborado para este periodo, correspondiente al lapso comprendido entre •nes del siglo XVI y 1687, después de aproximadamente ciento cincuenta años transcurridos del proceso ocupacional del terreno de la ciudad a partir de su fundación española, se puede apreciar como el “Damero” fue capaz de mantener su orden reticular y ajedrezado únicamente dentro de este área irregular determinada por el triángulo prehispánico, perdiéndose la trama ajedrezada de la lotización urbana al acercarse éstas al límite de los ejes. Comprimiendo y deformándose algunas de estas manzanas en un intento casi natural por permanecer dentro de este triángulo inmaterial, cuyos ejes contuvieron y determinaron en gran medida la planta de la ciudad, desarrollándose los sectores urbanos exteriores a él cada vez con menor relación con la trama regular original del Damero de Pizarro. Un ejemplo claro de cómo los ejes prehispánicos determinaron la forma de urbanizar el terreno se puede apreciar en el sector perteneciente a la Plazuela de Santa Ana, Santa Catalina y el actual Hospital Dos de Mayo, donde las manzanas se comprimen y deforman para mantenerse dentro del área principal delimitada por los ejes antiguos de la ciudad. Es interesante, además, observar cómo la realización cabal de la trama del Damero se dio únicamente dentro del área limitada por estos ejes, los cuales determinaron casi desde un principio lo “interno” y lo “externo” a la ciudad. Puede apreciarse también cómo el barrio de San Lázaro (el Rímac), en la orilla opuesta del río, se construyó con una trama diagonal al eje principal del asentamiento de Lima; además, destaca también la manera como el Cercado de Indios de Santiago fue construido exterior a estos ejes, pero inmediato al sitio de la ciudad, tal como se acostumbraba y recomendaba para las reducciones de indígenas y pobladores autóctonos en las ciudades españolas fundadas en América, África y el Caribe. Plano 4.3 Período 1601–1683 Proyectos de arquitectura militar durante este período 1602 Trinchera alrededor de la ciudad y ciudadela-fuerte en San Lázaro (El Rímac), propuesta de Pedro Ozóres de Ulloa (no construidas) 1617 Foso y muralla de adobe alrededor de la ciudad, proyectado por Juan Arias Tarragona (no construidas) 1624 Modelo de defensas para Lima de Miguel de Huerta (no construido) 1625 Murallas y forti•caciones para el casco urbano de la ciudad, proyectos de Pascual Ferruche (no construidas) 193 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 1626 1627 1640 1673 1680 1684 1685 Forti•cación de edi•cios y conventos del centro de la ciudad, proyecto de Cristóbal de Espinosa (no realizado) Murallón o ‘tapial’ en la zona de Chuquitanta (construido) Murallas del Callao, proyecto de Juan de Espinoza (construidas) Murallas de Lima, proyecto de Jean Raymon Coninck (construidas, aunque no según este primer esquema) Murallas para Lima, propuesta de Luis Venegas Osorio (no construidas) Inicio de las obras de las murallas de Lima, concluidas en 1687 Contrapropuesta del Duque de Bournonville al proyecto de las Murallas de Jean Raymond Coninck (no fue tomada en cuenta) Ataques y amenazas a la ciudad durante este periodo 1579 Francis Drake (ataque pirata al Callao) 1587 Thomas Cavendish (ataque pirata al Callao) 1615 Joris van Spielbergen (ataque pirata al Callao) 1624 Jacques Clerk “L’Hermite” (ataque pirata al Callao) 1666 Conspiración de Indígenas “de la Acequia Grande de Santa Clara” 1668 Rebelión de Indígenas “del Puente de Piedra” Población aproximada 1599 14 262 habitantes (censo del virrey Luis de Velasco) 1614 25 434 habitantes (censo del virrey Juan de Mendoza y Luna) Área aproximada de Lima 1599 314 h2 (censo Velasco) 1613 316 h2 (Barbagelata 1945) Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de Juan Bromley y José Barbagelata. “Plano de la Ciudad de los Reyes. Reconstruido Año MDXXXV” (Bromley y Barbagelata). Bernardo Clemente Príncipe. “Planta de la muy Ilustre ciudad de los Reyes, Corte del Reyno del Perú [1674]” (Gunther Doering, 1983). Pedro Nolasco Mere. “Plano Scenographico de la Ciudad de los Reyes, o Lima Capital de los Reinos del Perú [1685]” (Gunther Doering, 1983). Amédée Frezier. “Plan de la Ville de Lima, capitale du Perou [1713]” (Gunther Doering, 1983). Google Earth (en www.GoogleEarth.com). 194 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 4.4. Período 1684–1873 Las murallas de Lima Al trazarse el recorrido de las murallas de Lima, entre 1684 y 1685, quedaron sus líneas determinadas casi directamente por la evolución de los ejes del triángulo prehispánicos dentro de los cuales se había desarrollado la ciudad, conservándose por delante de los antiguos ejes una franja o “cinturón verde” de huertos y vegetación, que separaba el casco urbano de la ciudad de la parte interna del cercado por todos sus •ancos menos por el del río Rímac. Así, los antiguos ejes prehispánicos se trasladaron de forma paralela a sus lados, formándose un nuevo y mayor triángulo que fue la base del recorrido de•nitivo de las murallas de Lima, al construirse estas entre 1684 y 1687 El perímetro de los muros fue extendido también para contener parcialmente al Cercado de Indios de Santiago, cuyo recinto no fue incluido dentro del área delimitada en los proyectos originales, quedando •nalmente seccionada por las murallas, demoliéndose el sector que quedó fuera del área cercada, al igual que muchas otras construcciones que quedaron directamente sobre la línea del muro, o demasiado cercanas de él. Para completarse la forti•cación por el lado del río, el cerco anexó a su recorrido distintos muros, plataformas y tajamares pre-existentes, construidos para contener las crecidas del caudal desde mediados del siglo XVI. Las murallas que encerraron Lima contuvieron el crecimiento y establecieron el límite de expansión de la ciudad durante casi dos siglos, en los que el crecimiento “a intramuros” se realizó por medio de la prolongación de las calles existentes, y la evolución del esquema de urbanización determinado previamente por los antiguos ejes. El área urbanizable a intramuros de la ciudad, que aún conservaba algunos sectores de áreas verdes, fue lotizada paulatinamente hasta •nes del siglo XIX, en que la capacidad de crecimiento a intramuros alcanzó su límite, generando la necesidad de derribar las antiguas murallas, para permitir así la expansión de la ciudad y la habilitación de nuevas urbanizaciones en su periferia. 195 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Plano 4.4 Primer período de las murallas, 1684–1745 Ataques y amenazas a la ciudad durante este período 1709 Charles Wagner (amenaza pirata inglesa) 1740 George Anson (amenaza pirata inglesa) Proyectos de arquitectura militar durante este período 1684-1687 Construcción de las murallas de Lima, obra supervisada por Juan Ramón Coninck, con la colaboración del Ingeniero Mayor Luis Venegas Osorio, el ayudante de Ingeniero Pedro Asensio y el maestro alarife Manuel de Escobar. 1740 Fortaleza y otras obras para la defensa de la capital, proyectos de Pedro de Peralta Barnuevo, contenidos en su tratado ‘Lima Inexpugnable’ (no construidos) Población aproximada 1700 37 234 habitantes (censo del virrey Melchor Portocarrero, conde de Monclova) 1755 54 000 habitantes (censo del virrey J.A. Manso de Velasco, conde de Superunda) Área aproximada de Lima 1685 354 h2 (plano Nolasco) 1713 360 h2 (plano Frezier) Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de Pedro Nolasco Mere. “Plano Scenographico de la Ciudad de los Reyes, o Lima Capital de los Reinos del Perú [1685]” (Gunther Doering). Amédée Frezier. “Plan de la Ville de Lima, capitale du Perou [1713]” (Gunther Doering). Louis Feuillée. “Plan de la Ville de Lima, capitale du Perou [1709]”; aparentemente reproducido del plano del proyecto original de Lima y sus murallas de Jean Raymond Coninck (Gunther Doering). José Barbagelata. “Plano de la ciudad de Lima en 1821” (Gunther Doering). Google Earth (en www.GoogleEarth.com). 196 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Plano 4.4.1 Segundo período de las murallas, 1746–1873 Proyectos de arquitectura militar durante este periodo 1747-1774 Fuerte “Real Felipe” del Callao, proyectos de Luis Godin, y de Joseph Amich y Juan Francisco Rossa (construido) 1781 Forti•caciones en Lima y el Callao, de Demetrio Egán (no realizadas) 1805 Escuela Práctica de Artillería en fundo “La Galera” (construida) 1806 Cuartel Militar de Santa Catalina (construido) 1807 Reparación general de las Murallas de Lima (realizada) Ataques y amenazas a la ciudad durante este periodo 1780 Sublevación indígena de Tupac Amaru II o “Condorcanqui”. 1805 Amenaza inglesa, apogeo de su hegemonía naval. 1812-1813 Distintas sublevaciones independentistas amenazan tomar Lima. 1821 (Enero) Tropas Realistas amenazan deponer al virrey. 1821 (Julio) Tropas independentistas provocan la huida del virrey. 1824-1826 Rodil y los últimos realistas atrincherados en el “Real Felipe”. 1866 Méndez Núñez y su “expedición cientí•ca” española son repelidos. Proyectos de expansión urbana de Lima 1860 Mariano Felipe Paz-Soldán, Mariano Álvarez y Pedro Sayán; proyecto de urbanización de las Huertas de San Carlos. 1868-1870 Luis Sada; proyectos de expansión urbanística y vial. Población aproximada 1791 52 627 habitantes (censo del virrey Francisco Gil Taboada y Lemus). 1812 63 900 habitantes (padrón anónimo). 1857 94 195 (censo de Manuel Atanasio Fuentes). Área aproximada de Lima 1791 400 h2 (censo Taboada). 1859 592 h2 (plano Dupard). 197 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de Amédée Frezier. “Plan de la Ville de Lima, capitale du Perou [1713]” (Gunther Doering). Louis Feuillée. “Plan de la Ville de Lima, capitale du Perou [1709]”. Aparentemente reproducido del plano del proyecto original de Lima y sus murallas de Jean Raymond Coninck (Gunther Doering). José Barbagelata. “Plano de la ciudad de Lima en 1821” (Gunther Doering). Antonio María Dupard. “Plano de la Ciudad de Lima, capital de la República del Perú [1859]”. Levantado en 1859 y publicado en el Atlas geográ•co del Perú de Mariano Felipe Paz Soldán (Gunther Doering). Google Earth (www.GoogleEarth.com). 198 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 4.5. Período 1874–1921 Expansión urbana, los ejes generadores de la ciudad moderna Al encontrarse encerrada Lima el área de expansión de la ciudad se vio limitada entre •nes del siglo XVII y •nes del XIX, lo que in•uyó en gran medida en la evolución moderna de la ciudad. Quizá el mayor mérito de las murallas de Lima fue evitar la continuación de una trama urbana totalmente desordenada e irregular que se empezaba a desarrollar en los límites de la ciudad para •nes del siglo XVII. Es decir, a partir de los antiguos ejes prehispánicos y que sin duda hubiera continuado generándose de no haberse levantado las murallas, repercutiendo negativamente casi a perpetuidad sobre el urbanismo limeño. Luego, al demolerse los muros al unísono, fue posible plani•car ordenadamente el primer crecimiento moderno de la ciudad de •nes del siglo XIX e inicios del XX, pues las áreas externas inmediatas al casco urbano antiguo estaban prácticamente libres de edi•cios o urbanizaciones, y estas pudieron ser diseñadas y plani•cadas por pocas personas, lo que permitió una cierta unidad en la composición de las áreas periféricas a la ciudad antigua. Así, las líneas de los antiguos muros determinaron el trazado de las avenidas de Circunvalación, que fueron a su vez la generatriz desde las que se proyectaron perpendicularmente las lotizaciones de las nuevas urbanizaciones de Lima. Se formaron entonces los barrios de La Victoria por el lado del antiguo eje sur y por el lado del eje oeste se formaron parte del distrito de Breña y las urbanizaciones entorno al bulevar del camino al Callao. Es interesante también observar la aparición de una urbanización re•eja de la cuadrícula del ‘Damero de Pizarro’, generada al cruzarse y prolongarse los antiguos ejes a desde la nueva Plaza Bolognesi, creándose las urbanizaciones de Breña y Jesús María, y quedando determinado así el primer esquema de crecimiento moderno de la ciudad, que fue posible al derribarse el antiguo cerco y quedó determinada en gran medida por los ejes prehispánicos sobre los que se construyó la ciudad colonial. 199 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Plano 4.5 Período 1874–1921 Proyectos de arquitectura militar durante este perìodo 1879-1883 Forti•caciones improvisadas como trincheras, reductos y nidos de artillería para intentar contener la invasión del ejército chileno. Ataques y amenazas a la ciudad durante este periodo 1879-1883 Guerra del Pací•co 1881-1883 Ocupación chilena de Lima Proyectos de expansión urbana de Lima 1871-1873 Henry Meiggs; demolición de las murallas de Lima para formar un camino o “boulevar” de circunvalación. (Realizado) 1870 -1921 Proyectos de expansión urbanística y vial, realización parcial de algunos de los proyectos de Luis Sada durante el gobierno de José Balta, y de distintas obras y proyectos urbanísticas y viales durante ambos gobiernos de Nicolás de Piérola. Población aproximada, de censos o!ciales 1876 100 156 habitantes 1908 154 624 habitantes 1920 173 007 habitantes Área aproximada de la ciudad 700 h2 Reconstrucción realizada en base a planos y descripciones de José Barbagelata. “Plano de la ciudad de Lima en 1821” (Gunther Doering). Antonio María Dupard; “Plano de la Ciudad de Lima, capital de la República del Perú [1859]”, levantado en 1859 y publicado en el Atlas geográ•co del Perú de Mariano Felipe Paz Soldán (Gunther Doering). Mariano Bolognesi. “Nuevo Plano de la Ciudad de Lima [1862]” (Gunther Doering). Santiago M. Basurco. “Plano de Lima [1904]” (Gunther Doering). Ricardo Tizón Bueno. “Plano de Lima [1908]” (Gunther Doering). Amado Góngora Perea. Plano de la Ciudad de Lima Metropolitana (Góngora Perea). Google Earth (www.GoogleEarth.com). 200 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 4.6. Período 1922–2007 Lima metrópoli El impulso de crecimiento urbano emprendido por el gobierno de José Balta a •nes del siglo XIX fue complementado con los proyectos realizados durante los dos gobiernos de Nicolás de Piérola, a principios del siglo XX y en la década de 1920. Quedaron trazados así los nuevos ejes de crecimiento de la ciudad que buscaban la expansión de Lima hacia el sur principalmente, urbanizándose rápidamente el espacio entre los ejes de la carretera a Chorrillos (la actual Vía Expresa) y la avenida Brasil (antigua avenida Nicolás de Piérola, prolongación del proyecto de la avenida Central). El crecimiento se redobló a partir de la década de 1940, periodo en que se inició el proceso de migración masiva desde las provincias hacia la capital. Época también en que •nalmente conectaron los cuerpos de Lima y del antiguo poblado de Magdalena, por el oeste, y con los balnearios de Mira•ores, Chorrillos y Barranco por el sur. El encuentro de estas urbanizaciones secundarias con el frente urbano principal se produjo alrededor de la línea de la actual avenida Salaverry en el caso de Magdalena, y alrededor del actual límite de los distritos de Mira•ores y San Isidro, en el caso de los distritos del sur. Hacia los extremos norte y sur de la ciudad, la aparición de asentamientos de migrantes y la creación de nuevos focos urbanos fue más lento a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, aumentando en forma exponencial a partir de la década de 1970, cuando se empezaron a formar los grandes “conos de población”, por medio del asentamiento de migrantes llegados desde todas las regiones del Perú. Según los últimos censos, la metrópoli de Lima tiene aproximadamente ocho millones de habitantes y alrededor de 800Km² de terrenos urbanizados, ocupando su asentamiento una franja costal de más de cincuenta kilómetros de largo por diez kilómetros de ancho en promedio; siendo además una de las quince ciudades más pobladas del mundo, y una de las Capitales con mayor índice de crecimiento económico y actividad cultural de la Región. 201 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Plano 4.6 Período 1922–2007 Ataques y amenazas extranjeras a la ciudad durante este periodo Ninguna Proyectos de expansión urbana de Lima Crecimiento mayormente desordenado de la ciudad, expansión urbana acelerada por la masiva migración hacia la capital desde el interior del país. Traslado de los centros residenciales y !nancieros del Centro de Lima hacia urbanizaciones de su periferia. Población aproximada (Según censos o!ciales de Lima y Callao) 1931 272 742 habitantes 1940 645 000 habitantes 1961 1 846 000 habitantes 1972 3 302 000 habitantes 1998 7 204 000 habitantes 2006 7 239 765 habitantes Área aproximada de la ciudad 1943 4 061 h2 (incluidas áreas semi-rurales) 2007 40 000 h2 (incluidos sus “conos” de crecimiento) Reconstrucción realizada en base a planos y aerofotografías de Santiago M. Basurco. “Plano de Lima [1904]” (Gunther Doering). Ricardo Tizón Bueno. “Plano de Lima [1908]” (Gunther Doering). Amado Góngora Perea. Plano de la Ciudad de Lima Metropolitana (Góngora Perea). Google Earth (www.GoogleEarth.com). 202 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 203 Plano 4.1 - Período anterior a 1535. Trama Urbana Aproximada del Asentamiento Prehispánico del Valle del Rímac (Augustin, 2007) REINHARD AUGUSTIN BURNEO 204 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 205 Plano 4.2 - Período entre 1535 - 1600. Fundación de Lima, el Damero dentro del Triángulo Prehispánico (Augustin, 2007) REINHARD AUGUSTIN BURNEO 206 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 207 Plano 4.3 - Período 1601 - 1683. Primera Expansión, los Ejes de la Ciudad Colonial (Augustin, 2007) REINHARD AUGUSTIN BURNEO 208 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 209 Plano 4.4 - Período 1684 - 1748. Primera etapa de las Murallas de Lima (Augustin, 2007) REINHARD AUGUSTIN BURNEO 210 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 211 Plano 4.4.1 - Período 1746 - 1873 Segunda etapa de las Murallas de Lima (Augustin, 2007) REINHARD AUGUSTIN BURNEO 212 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 213 Plano 4.5 - Período 1874 - 1921. Expansión Urbana, los Ejes Generadores de la Ciudad Moderna (Augustin, 2007) REINHARD AUGUSTIN BURNEO 214 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 215 Plano 4.6 - Período 1922 - 2007. Lima Metrópoli. LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Conclusiones Lima tuvo desde sus inicios necesidad y obligación de protegerse. La importancia de mantener la cabeza del Virreinato del Perú se resume perfectamente en la frase de Pedro de Peralta Barnuevo: “Defendida Lima, todo efta defendido: perdida ella, todo efta perdida”. La ciudad, aunque nunca llegó a ser atacada directamente por una fuerza extranjera, sí llegó a tener periodos de amenaza real a lo largo de su periodo colonial, lo que llevó a plantear y replantear muchos proyectos y esquemas de arquitectura militar al interior, alrededor, y en las inmediaciones de la capital del virreinato. Observando las secuencias de planos de evolución urbana de Lima y el Callao presentados, se desprende que tanto el trazado de forti•caciones como los criterios de estrategia militar fueron determinantes para la ocupación del terreno. Concluyéndose, además, que la primera expansión moderna de la ciudad de Lima, de •nes del siglo XIX e inicios del XX, tuvo como generador, y fue morfológicamente una consecuencia, del sistema de murallas y bastiones que la encerraban. En el Callao, anteponiéndose la defensa militar como factor principal al reconstruirse el puerto tras el cataclismo de 1746, fue retirado el núcleo urbano tierra adentro, fundándose el poblado de Bellavista y dejando el área del puerto y de La Punta como zona militar y comercial forti•cada exclusivamente, generándose a partir de estos núcleos separados la evolución del Callao moderno. En 1687, al quedar cercada Lima, quedó también contenida el área de expansión inmediata de la ciudad, deteniéndose un proceso desordenado de ocupación que empezaba a generarse en los bordes del Damero, al sobrepasar las manzanas ocupadas los antiguos ejes marcados por los principales caminos prehispánicos. Así, aunque la utilidad militar de las murallas ha sido siempre bastante desestimada, éstas tuvieron una utilidad urbana muy apreciable y poco reconocida, que fue la de detener un crecimiento urbano desordenado, cuyas consecuencias y rami•caciones hubieran repercutido indudablemente hasta nuestros días. 217 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Al derribarse las paredes casi al unísono a •nes del siglo XIX, y habiéndose conservado el carácter rural o semirural a extramuros de la ciudad, fue posible plani•car un primer crecimiento ordenado, trazado por pocas personas, lo que permitió una cierta unidad en la composición de la primera expansión moderna de la ciudad. Con respecto al cercado mismo, es notable la diferencia entre los proyectos originales y lo obra que •nalmente se construyó. Aquí faltaron casi todos los elementos principales que hacen segura una forti•cación, como la sección correcta de los parapetos, la altura de la escarpa, la existencia de un foso perimetral, obras externas de defensas como caminos cubiertos, glasís y revellines. Las forti•caciones se construyeron, pero Lima nunca estuvo forti•cada. Es posible, sin embargo, que ante la urgencia por terminar las paredes debido a la presencia de piratas entre 1686 y 1687, se hayan postergado las obras complementarias priorizándose el cerco alrededor de la ciudad y dejando el resto de la construcción pospuestas inde•nidamente. Sobre este punto podría conocerse algo más de realizarse algunos pozos de exploración alrededor de la base de los muros externos del bastión de Santa Lucía en los Barrios Altos, donde se aprecia un camino periférico de piedra que asemeja la cabecera de un muro, y cuya profundidad permitiría saber si éste elemento fue efectivamente agregado para facilitar la posterior construcción de un foso, y por ende, si existió realmente la intención de construir las edi•caciones complementarias de forti•cación que nunca se realizaron. Las murallas de Lima, entonces, deben considerarse más como un antiguo cerco urbano que como una obra de arquitectura militar. Su utilidad real como defensa, muy discutible desde el punto de vista militar, podría ser más apreciada desde el aspecto urbanístico, siendo muy signi•cativos tanto los orígenes de los ejes sobre los que se construyeron los muros como el área de expansión urbana determinada al quedar demolidas éstas, siendo los antiguos baluartes coloniales el nexo principal entre la trama prehispánica original de Lima y la con•guración actual de gran parte de la ciudad moderna. 218 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Bibliografía ACERVO PORRAS, Aldo y Cesar GERVASI LLAQUE 1992 Génesis de la casa Solariega en el Damero de Pizarro. Lima: Facultad de Arquitectura y Urbanismo-Universidad Ricardo Palma. Tesis para obtener el título profesional en Arquitectura y Urbanismo. 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VALEGA, José Manuel 1939 El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Lima: Cultura Ecléctica. VARGAS UGARTE, Rubén 1956 “Croquis de la Villa del Callao después del terremoto de 1746”, en su Historia del Perú: Virreinato (Siglo XVIII) 1700-1790. Lima: Librería e Imprenta Gil. VÁSQUEZ de ESPINOZA, Antonio 1990 “El Callao en 1619”, en Francisco Quiroz Chueca. Descripciones del Callao: textos, planos, grabados y fotografías (Siglos XVI al XIX). Op. cit. VON MAACK ÁLVAREZ, Jorge 2006 “Historia de la Arqueología Submarina peruana”, en http://www. ilustrados.com/tema/4522/Historia-Arqueologia-Submarina-Peruana.html Consultado el 21 de junio. 233 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Anexos 235 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 236 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 1. Glosario de algunos términos utilizados* Adarve Plataforma superior de una muralla sobre la cual es posible el desplazamiento, protegida del exterior por el parapeto. Almena Prismas que conforman el remate dentado de los muros de una forti!cación. Tramo macizo del antepecho o parapeto que sobresale de este para la protección del defensor. Baluarte, bastión Torre rectangular o poligonal con gruesos muros, poca altura y paredes en talud, que sobresale al exterior en el encuentro de dos cortinas de muralla. Se caracteriza por estar destinada a la defensa del fuego artillero. Baluartes vacíos Forti!caciones abaluartada con la parte interna al mismo nivel que el terreno interior del recinto, sin obras de movimientos de tierra para llenar y elevar el área interna del baluarte. Banqueta Banco corrido desde el cual pueden disparar dos !las de soldados protegidos por un parapeto o muro. Brulote Navío cargado de explosivos, esquirlas y rocas; dirigido para explotar junto al blanco hacia el que se le envíe. Camino cubierto Terraplén de tránsito y vigilancia que rodeaba y defendía el foso y tenía a lo largo una banqueta, desde la cual podía hacer fuego la guarnición por encima del glacis que le servía de parapeto. Camino de ronda Camino, paseo o pasillo situado en la parte superior de una muralla. Camisa Refuerzo o muro que rodea la parte inferior de una torre o muralla. * Definiciones resumidas de castillos.Net en: http://www.castillosnet.org/programas/castillosnet. php?tip=txt.dat=articulos/glosario.let=c Explicaciones del autor y de José M. Valega (1939) 237 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Casamata Cámara de tiro generalmente abovedada donde se ubican los defensores para repeler al enemigo con armas de fuego. Ciudadela Recinto defensivo que ese el elemento principal y el último reducto en la defensa de una ciudad. En su interior se hallan ubicados de forma exclusiva dependencias y materiales militares. Contramina Excavación de una galería subterránea por debajo de las murallas, realizada con el !n de evitar la ejecución de minas por el enemigo. Contraescarpa Pared del foso, generalmente en talud, encarga de contener las tierras del lado opuesto a la forti!cación. Empalizada Línea de defensa formada por troncos enlazados entre sí y clavados en el suelo. Escarpa Talud, plano inclinado del muro de una forti!cación en el lado que mira al enemigo. Estanco Durante la Colonia, monopolio establecido por el gobierno sobre algún producto de uso común, como el tabaco, el papel, la sal, etc. Falconete Piezas de artillería de dos metros en promedio, que dispara proyectiles de medio kilo utilizando otro medio kilo de pólvora, aproximadamente. Foso Canal natural o arti!cial que separa la fortaleza del terreno circundante al menos por uno de su "ancos, di!cultando la zapa y las minas, e incrementando la altura relativa de las barreras desde su base exterior. Frente de baluarte Parte frontal, junto al "anco contiguo forma la arista principal del baluarte. Garita Habitáculo cubierto de reducidas dimensiones destinado a vigilancia, colocado en lugares estratégicos de la forti!cación, con gran dominio visual del terreno circundante. 238 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Glacis En una forti•cación permanente, es el declive desde el camino cubierto hacia el campo. Gola Retaguardia de cualquier obra salediza en una forti•cación (torre, cubo, baluarte, revellín, etc.) por donde, generalmente, se encuentra el acceso a la misma. Jarcia Cuerda para asegurar una embarcación, soga gruesa o cable de alambre hecho con alambres retorcidos utilizados en construcción. Maestre de campo Durante la Colonia, o•cial de grado superior que ejercía el mando de varios cuerpos de un ejército. Merlón Dentro de la forti•cación abaluartada, muro que queda entre dos cañoneras. También es utilizado como sinónimo de almena. Mitimaes Durante el Incanato, fueron grupos enviados junto con sus familias y sus propios jefes étnicos a diferentes lugares a •n de cumplir distintos objetivos. Durante la Colonia se les llamó así a todos los indios destinados a la servidumbre de los españoles. Mosquete Arma de fuego antigua, mucho más larga y de mayor calibre que el fusil. Se disparaba apoyándola sobre una horquilla. Orejón Muro saliente en algunas forti•caciones que tiene por objeto proteger a las cañoneras del fuego enemigo. Parapeto Muro generalmente almenado que protege al adarve, sin almenas en el caso de Lima. Pedrera Falconete pequeño. Poliorcética Literalmente “estudio de la conquista de ciudades”, nombre que se da al estudio de defensa y forti•caciones. 239 REINHARD AUGUSTIN BURNEO Portillo Puerta secundaria de una forti•cación, generalmente de dimensiones reducidas y utilizada para el tránsito común. Postigo Puerta pequeña inscrita en otra mayor para el acceso de personas y el tránsito común. Pozo Excavación profunda, relativamente estrecha y generalmente circular que se efectúa con objeto de obtener el agua de las capas inferiores del terreno. Puente levadizo Pasarela de madera abatible o corredera que se usaba para salvar fosos o cuando se buscaba eliminar fácilmente un acceso a parte del castillo. Rastrillo Elemento defensivo colocado en las puertas formado por una reja metálica o de madera reforzada y acabado inferiormente en punta. Podía interrumpir el acceso a la fortaleza al caer repentinamente, guiado por unas acanaladuras en las jambas. Revellín Obra de forti•cación situada en el exterior del recinto amurallado que protege una entrada o una cortina. La parte que se ofrece al enemigo es la arista de dos lienzos que se juntan en forma de !echa. La parte que da a la fortaleza puede variar en sus formas. Rollo Columna cilíndrica símbolo de capacidad jurisdiccional de una población y que podía usarse como picota de ajusticiamiento. Sisa Durante la Colonia, recorte en el peso de un producto a favor del vendedor, quien debía remitir la ganancia adicional al Estado con el •n de generar ingresos para alguna obra de interés común. Tambor Torre cilíndrica o cubo. Se asocia con torres defensivas gruesas y de poca altura. Tapia Muro de material apisonado realizado con la técnica de tapial, utilizada en el Perú desde tiempos preincaicos. 240 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Torre Edi•cación más alta que ancha, de varios niveles, que por dominar su entorno sirve de vigía y defensa. Pueden encontrarse aisladas o integrada entre lienzos o cortinas. Torre “Caballero de tierra” Torre interior al recinto que destaca y domina sobre la forti•cación, generalmente ubicada en el área interna de algunos bastiones. Torre de vigilancia Cualquier torre cuya misión fuese la de vigilar los accesos a la forti•cación. Través de baluarte Parte lateral de un baluarte, sección de la forti•cación que comunica el frente del baluarte con el muro cortina. Tronera Abertura en la fortaleza para disparar con arma de fuego. Yanaconas Indios que prestando servicio personal en alguna heredad, se les concedía una pequeña parcela de tierra para que la cultivasen para sí. Zapa Excavación de una galería subterránea por debajo de las murallas, realizada con el •n de introducirse a la ciudad o a la fortaleza. 241 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO 2. Planos 2.1 Del Callao Anexos PC 1. Lucas de Quiroz, 1624 PC 2. Juan de Espinoza, 1641 243 REINHARD AUGUSTIN BURNEO PC 3. Leonardo de Ferrari, 1655 PC 4. Louis Feuillée, 1709 244 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO PC 5. Amédée Frezier, 1713 PC 6. Nicolás Rodríguez, 1728 (fragmento) 245 REINHARD AUGUSTIN BURNEO PC 7. Stille Zuid-Zee, 1744 PC 8. Autor desconocido, 1722 (Bonilla di Tolla, 2009) 246 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO PC 9. Rubén Vargas Ugarte (1956) PC 10: Autor desconocido, 1746 (Quiroz Chueca, 1990) 247 REINHARD AUGUSTIN BURNEO PC 11. Autor desconocido, 1747 PC 12. Louis de Surville, 1778 248 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO PC 13. Canal marítimo hacia el centro de Lima (Juan Coquette, 1796) PC 14. Autor desconocido, circa 1800 249 REINHARD AUGUSTIN BURNEO PC 15. Francisco Cañas, 1826 PC 16. Mariano Felipe Paz-Soldán, 1865 250 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO PC 17. Amadeo Góngora Perea, 1999 PC18. Aerofotografía de La Punta (www.GoogleEarth.com, 2007) 251 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 2.2 De Lima PL1. Plano de Lima prehispánica (Gunther Doering, 1992) PL 2. Plano o Traza de la Ciudad de los Reyes (Bromley y Barbagelata, 1945) 252 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO PL 3. Plano de la Ciudad de los Reyes o de Lima en 1613 (Bromley y Barbagelata, 1945) PL 4. Planta de la muy Ilustre ciudad de los Reyes, Corte del Reyno del Perú. Bernardo Clemente Príncipe (Gunther Doering, 1983) 253 REINHARD AUGUSTIN BURNEO PL 5. Plano Scenographico de la Ciudad de los Reyes, o Lima – Capital de los Reinos del Perú. Pedro Nolasco Mere (Gunther Doering, 1983) PL 6. Plan de la Ville de Lima, capitale du Perou, Louis Feuilee [1709] (Gunther Doering, 1983) 254 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO PL 7. Plan de la Ville de Lima, capital du Perou, Amédée Frezier [1712-1714] (Gunther Doering, 1983) PL 8. Plan Scenograpique de la Cite des Rois ou Lima, Capitale de Royaume de Perou, Jacobo Nicolás Bellín [1752] (Gunther Doering, 1983) 255 REINHARD AUGUSTIN BURNEO PL 9. Plano de la ciudad de Lima en 1821, José Barbagelata (Gunther Doering, 1983) PL 10. Plano de la Ciudad de Lima, Capital de la República Antonio Maria Dupard, [1859] (Gunther Doering, 1983). 256 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO PL 11. Nuevo Plano de la Ciudad de Lima, Mariano Bolognesi, [1862] (Gunther Doering, 1983) PL 12. Plano de Lima, P. V. Jouanny, [1880] (Gunther Doering, 1983) 257 REINHARD AUGUSTIN BURNEO PL 13. Plano de Lima, Santiago M. Basurco, [1904] (Gunther Doering, 1983) PL 14. Plano de Lima, Ricardo Tizón Bueno, [1908] (Gunther Doering, 1983) 258 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO PL 15. Fragmento elaborado en base al Plano de la Ciudad de Lima Metropolitana. Amadeo Góngora, (1999) PL 16. Vista de Lima en 2006 (www.GoogleEarth.com) 259 REINHARD AUGUSTIN BURNEO 260 LAS MURALLAS COLONIALES DE LIMA Y EL CALLAO Las murallas coloniales de Lima y el Callao se terminó de imprimir en el mes de diciembre del 2011 en los talleres de Editorial e Imprenta Wari S.A.C. (RUC 20511450200) Jr. Jorge Chávez 1059, Telefax: 424-9693, Lima 5, Perú email: ediwari@yahoo.es Corrección: Jorge Ramos Rea 261